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jueves, 30 de mayo de 2013

Himno a Jesucristo, Señor de los Milenios






El Himno a Jesucristo, Señor de los Milenios, fue compuesto con motivo del singularísimo rito de la Apertura de la Puerta Santa del Año Jubilar 2000. Dicho rito tuvo lugar en el atrio de la Basílica de San Pedro en la santa y memorable Medianoche del 24 al 25 de diciembre de 1999. En aquella inolvidable Nochebuena, san Juan Pablo II inauguró el Año Santo del Magno Jubileo e introdujo a la humanidad en el Tercer Milenio cristiano.

Recordemos que el Papa Wojtila había previsto un trienio de preparación para ese Año de Gracia. Así, el año 1997 fue dedicado a Jesucristo; el 1998, al Espíritu Santo; y el 1999, al Eterno Padre.
De esta manera, el Jubileo 2000 sería un canto de alabanza a la Trinidad.

Son dos los himnos más representativos de esta página gloriosa e inolvidable en la historia de la Iglesia: El Himno propio del Jubileo, llamado Gloria a Ti, Cristo Jesús, y el que transcribo a continuación, traducido y comentado en esta entrada.

He querido "rescatarlo" del pasado porque desafortunadamente fue muy poco difundido. Hay cristianos (y no son pocos) que ni saben de su existencia. Es de desear, por su carácter litúrgico, por su noble sencillez y por su riqueza teológica y literaria, que pueda alternar con los himnos de la Liturgia de las Horas, como así también ser cantado en las celebraciones religiosas litúrgicas y no litúrgicas.






La versión completa y oficial puede escucharse en la página vaticana: 


El estribillo presenta a Cristo como Principio y Fin de todo lo que existe, Creador y Señor. Retoma expresiones bíblicas que la liturgia reserva de modo particular para el Rito de la Preparación del Cirio en la Solemne Vigilia Pascual.


Cada estrofa concluye con la mención del sonido de la trompeta, que anunciaba los jubileos del antiguo Israel. A esta conclusión, aunque no forme parte del estribillo,  la he querido destacar con una tipografía diferente, por referirse puntualmente a la celebración para la que se compuso el himno.

La primera estrofa, inspirada en la Palabra de Dios, más específicamente en los Salmos, evoca a la Jerusalén celestial en la que se congregan todos los pueblos.

La segunda estrofa alude al sol y a la luna, que en representación del cosmos, se asocian al Gran Jubileo y  cantan el bimilenario de la Encarnación redentora.

La tercera estrofa es propiamente una alabanza a la Madre Bendita. Al acoger en su propio seno al Salvador, y ofrecer este Fruto bendito a la humanidad, ella se ha convertido en "causa de salvación" para el género humano.

La cuarta estrofa describe a Cristo, Verbo Eterno, con la metáfora bíblica de la "espada penetrante" que como Dios a la vez Justo y Misericordioso, escruta nuestros corazones.

La quinta estrofa se refiere explícitamente al Año de Gracia que es el Jubileo, prenda de esperanza para todos los que sufren.

La sexta estrofa es una invocación al Espíritu del Señor. Es como una paráfrasis de la bimilenaria e ininterrumpida súplica de la Iglesia que clama Veni, Sancte Spiritus. Los signos del fuego, del viento y del hálito (o soplo), representativos del Paráclito, quieren expresar el misterio de la santificación del universo, obra de Dios Amor.

La séptima estrofa, como es propio de los himnos y cánticos litúrgicos, es una aclamación a la Trinidad, única Destinataria de todo culto legítimo:





HIMNO

1. Qué alegría cuando me dijeron:
"Vayamos a la Casa del Señor".
Ciudad de Dios, alza tus dinteles,
delante de los pueblos que a ti vienen.
 Suena la trompeta del Magno Jubileo;
 proclama que Jesús nos ha librado.

Christus heri et hodie,
finis et principium,
Christus alpha et omega,
ipsi gloria in saecula.


(Traducción del latín):

Cristo ayer y hoy,
principio y fin.
Cristo Alfa y Omega.
A Él la gloria por los siglos.

2. Sol y luna ya han señalado
desde que Te abajaras hasta el hombre.
Son dos milenios de tu Encarnación.
Asumes nuestra sangre y nuestra historia.
 Suena la trompeta del Magno Jubileo;
 proclama que Jesús nos ha librado.


3. Y bendita eres tú, María,
la gracia del Señor reposa en ti.
Tu dulce seno, vientre inmaculado
nos dio al Esperado de los siglos.
  Suena la trompeta del Magno Jubileo;
 proclama que Jesús nos ha librado.

Estribillo.

4. Verbo eterno, Tú, el Predilecto,
 espada penetrante de dos filos.
Dios de Justicia y de Misericordia,
Tú cambias nuestro llanto en fiesta y danza.
 Suena la trompeta del Magno Jubileo;
 proclama que Jesús nos ha librado. 

Estribillo. 

5. Tú promulgas un Año de gracia;
y vienes en rescate del cautivo. 
Eres consuelo del más abatido;
das vista a los ciegos, Luz del mundo.
 Suena la trompeta del Magno Jubileo;
 proclama que Jesús nos ha librado.

Estribillo.

6. Oh, Tú, Fuego, Viento impetuoso,
oh, Hálito aguardado, Santo Espíritu,
ven y renueva la faz de la Tierra.
Repleta con tu amor el mundo entero.
Suena la trompeta del Magno Jubileo; 
proclama que Jesús nos ha librado.

Estribillo. 

7. Padre Santo, a Ti que nos amas,
a Ti, oh, Cristo, nuestro Redentor,
oh, Agua viva, el gran Consolador,
Bendita Trinidad, a Ti la gloria.
Suena la trompeta del Magno Jubileo; 
proclama que Jesús nos ha librado.

Estribillo.



30 de mayo de 2013, solemnidad del Santísimo Cuerpo y de la Preciosa Sangre del Señor. (En algunos países se traslada al domingo siguiente). 
Entrada dedicada a Cristo Eucaristía, Señor de los Milenios.
 

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