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viernes, 29 de agosto de 2014

Misas de la Virgen VII (Navidad IV): "Santa María en la Presentación del Señor"





MISA COMPLETA, GUION Y COMENTARIO

Misal: Textos bíblicos y eucológicos (en negro); rúbricas: rojo.
Guion: marrón.
Comentario del blog: azul.

En esta Misa, que, guardando lo que el derecho prescribe, se celebra oportunamente el sábado o en las ferias más cercanas al día 2 de febrero, se recuerda la función salvadora de Santa María Virgen en el misterio de la Presentación del Señor (cf. Lc 2, 27-35). (La expresión "salvando lo que el derecho prescribe" da a entender de modo implícito, que no está permitido celebrar esta Misa cuando el calendario prescriba alguna memoria obligatoria, ni mucho menos, en lugar de la Misa propia de la fiesta de la Presentación del Señor).
Santa María, que en este misterio de salvación es saludada como «la Virgen Hija de Sión» (Prefacio):
- de conformidad con la ley de Moisés (cf. Lv 12, 1-8), se sometió al rito de purificación de las parturientas, ella, la «Virgen purísima, que en (su) seno virginal castamente» engendró «al Hijo del eterno Padre» (Antífona de entrada);
- cumplió debidamente la ley de los primogénitos (cf. Ex 13, 1-2), rescatando con la ofrenda de los pobres (cf. Lc 2, 42; Oración sobre las ofrendas) al Hijo, «autor de la nueva Ley» (Oración colecta), «Redentor de todos nosotros» (Oración sobre las ofrendas), «gloria (del) pueblo Israel y luz de las naciones» (Prefacio; cf. Lc 2, 32) y «Señor y Salvador» del mundo (Antífona de comunión);
- «puesta al servicio de la obra de la salvación» (Prefacio), reconoció en el Hijo al «Cordero sin mancha / para ser inmolado en el ara de la cruz» (Prefacio) y lo ofreció al Padre.
Esta Misa, recordando la profecía de Simeón, que anunció que el Niño sería como una bandera discutida y que una espada de dolor traspasaría el Corazón de la Madre (cf. Lc 2, 34-35), celebra también la íntima unión de la Santísima Virgen con el Hijo en la obra de la salvación: «El mismo amor asocia al Hijo y a la Madre, / el mismo dolor los une / y una misma voluntad de agradarte los mueve» (Prefacio).
En el cumplimiento de estas funciones salvadoras, santa María Virgen se nos presenta como un destacado modelo para la Iglesia. Por esto rogamos al Padre que la Iglesia virgen, «como la Virgen María» (Oración después de la comunión), a ejemplo de la Esclava del Señor (cf. Lc 1, 38), «conserve sin mancha la fe, / fortalezca la esperanza / y alimente, en el cielo, la caridad intensa» (Oración colecta),«sirva con corazón sincero» al Señor (Oración después de la comunión) y «con la lámpara de la fe encendida / salga gozosa al encuentro del Esposo» (Oración después de la comunión; cf. Mt 25, 1. 4). 


Introducción

Nadie como la Virgen Madre para conducirnos a su Hijo. De ella Lo hemos recibido, con ella nos acercamos a Él, junto a ella Le rezamos, gracias a ella permanecemos cerca de Él y como ella queremos servirlo.
Es lo que queremos pedir a Dios en esta Santa Misa en la que nos preparamos para celebrar (mañana/en los próximos días) la gran fiesta de la Presentación de Jesús en el Templo.

Antífona de entrada

Salve, Virgen purísima, que en tu seno virginal castamente engendraste al Hijo del eterno Padre. 

Oración colecta 

Te pedimos, Señor, que la Iglesia virgen guarde íntegra la nueva alianza del amor, e, imitando la humildad de tu esclava, que te presentó en el templo al Autor de la nueva Ley, conserve sin mancha la fe, fortalezca la esperanza en el cielo, y alimente una caridad intensa. Por nuestro Señor Jesucristo. 

Liturgia de la Palabra

Primera lectura

Cristo, anunciado por los profetas, es el Templo viviente de la Nueva alianza, en el que se reúnen todos los pueblos de la Tierra para alabar a Dios "en espíritu y en verdad".

Entrará en el santuario el Señor a quien vosotros buscáis

Lectura de la profecía de Malaquías 3, 1-4

Así dice el Señor:
«Mirad, yo envío a mi mensajero,
para que prepare el camino ante mí.
De pronto entrará en el santuario
el Señor a quien vosotros buscáis,
el mensajero de la alianza que vosotros deseáis.
Miradlo entrar
–dice el Señor de los ejércitos–.
¿Quién podrá resistir el día de su venida?,
¿quién quedará en pie cuando aparezca?
Será un fuego de fundidor, una lejía de lavandero:
se sentará como un fundidor que refina la plata,
como a plata y a oro refinará a los hijos de Leví,
y presentarán al Señor la ofrenda como es debido.
Entonces agradará al Señor
la ofrenda de Judá y de Jerusalén,
como en los días pasados,
como en los años antiguos.»

Palabra de Dios.

Salmo responsorial Sal 23, 7. 8. 9. 10 (R.: 10b)

R. El Señor, Dios de los ejércitos, es el Rey de la gloria.

¡Portones!, alzad los dinteles,
que se alcen las antiguas compuertas:
va a entrar el Rey de la gloria. R.

–¿Quién es ese Rey de la gloria?
–El Señor, héroe valeroso;
el Señor, héroe de la guerra. R.

¡Portones!, alzad los dinteles,
que se alcen las antiguas compuertas:
va a entrar el Rey de la gloria. R.

–¿Quién es ese Rey de la gloria?
–El Señor, Dios de los ejércitos.
Él es el Rey de la gloria. R.

Aleluya

El renuevo de Jesé ha florecido, la Virgen ha dado a luz al que es Dios y hombre. Dios ha restablecido la paz. Reconciliando en su persona lo divino con lo humano.

Evangelio

A ti, una espada te traspasará el alma

+ Lectura del santo Evangelio según san Lucas 2, 27-35

En aquel tiempo, Simeón, impulsado por el Espíritu, fue al templo.
Cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo previsto por la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo:
–«Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz.
Porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante todos los pueblos:
luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel.»
Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño.
Simeón los bendijo, diciendo a María, su madre:
–«Mira, éste está puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; será como una bandera discutida: así quedará clara la actitud de muchos corazones. Y a ti, una espada te traspasará el alma.»

Palabra del Señor.

Oración de los fieles

R. Sal a nuestro encuentro, Señor.

-Como a los santos profetas Simeón y Ana en el Templo de Jerusalén, y para exaltación y extensión de la Iglesia Católica, imagen de la Nueva Jerusalén, te rogamos...R.

-Con tus amados padres María y José que, obedientes a la ley, te llevaron al templo, en la persona del Papa N, te pedimos...R.

-Para que los creyentes respeten el lugar sagrado en el que Tú te haces presente en la Palabra y el Pan, te imploramos...R.

-Para que nos recuerdes que tu Madre, porque así lo has querido, es nuestra propia Madre, te suplicamos...R.

-Para que siguiendo el ejemplo de María, nuestra Señora de la Candelaria, tengamos la santa audacia de llevarte allí donde muchos, como Simeón y Ana, esperan conocerte, te rogamos...R.


Liturgia de la Eucaristía

Ofertorio

María y José presntaron en el Templo al Salvador del mundo.
Hoy también nosotros, implorándoles el don de la humildad, presentamos los dones que el mismo Salvador ha elegido para hacerse presente entre nosotros.

Oración sobre las ofrendas 

Que te sean gratas, Señor, las oraciones y ofrendas que te presentamos con alegría en la memoria de santa María Virgen, que, para rescatar al Hijo y Redentor de todos nosotros, realizó la ofrenda de los pobres. Por Jesucristo, nuestro Señor. 

Prefacio

La bienaventurada Virgen María, mediadora del don de la salvación

V. El Señor esté con vosotros.
R. Y con tu espíritu.
V. Levantemos el corazón.
R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
R. Es justo y necesario.

En verdad es justo darte gracias,
y deber nuestro glorificarte, Padre santo,
en esta memoria de la bienaventurada Virgen María.
Ésta es la Virgen Hija de Sión
que, cumpliendo la ley,
te presentó al Hijo en el templo,
gloria de tu pueblo Israel
y luz de las naciones.

Ésta es la Virgen puesta al servicio de la obra de la salvación,
que te ofrece el Cordero sin mancha
para ser inmolado en el ara de la cruz.

Ésta es la Virgen Madre,
gozosa de su descendencia bendita,
que sufre por la profecía del anciano Simeón,
pero se alegra por el pueblo que sale al encuentro del Salvador.

De este modo, Señor, disponiéndolo tú,
el mismo amor asocia al Hijo y a la Madre,
el mismo dolor los une
y una misma voluntad de agradarte los mueve.

Por eso,
unidos a los coros de los ángeles,
te alabamos proclamando con alegría:

Santo, Santo, Santo. 


Comunión

María, Madre de la verdadera Luz, he aquí a tus hijos reunidos en este templo de la Nueva Alianza.
Como Simeón y Ana, queremos ver a tu Hijo. Más que ellos, deseamos recibirlo en nuestro corazón como Pan del Cielo. Enséñanos, Madre, a recibir con humildad, este Alimento qu viene de lo alto.

Antífona de comunión

Se presentó la Virgen llevando en sus manos al Hijo engendrado antes de la aurora; el anciano Simeón lo recibió en sus brazos y lo proclamó como Señor y Salvador ante los pueblos. 

Oración después de la comunión 

Por la gracia del sacramento que hemos recibido, la virgen Iglesia, como la Virgen María, te sirva, Señor, con corazón sincero, escuche la voz del Espíritu y con la lámpara de la fe encendida salga gozosa al encuentro del Esposo. Que vive y reina por los siglos de los siglos. 

Despedida

Al concluir la celebración, propongámonos permanecer siempre cerca de María. Solamente así tendremos la certeza de estar junto a Jesús, Luz de las naciones y gloria del nuevo Israel.

 
29 de agosto, memoria litúrgica del martirio de san Juan Bautista.
Conmemoración de Nuestra Señora de la Guardia.
Entrada dedicada a ella y al santo Precursor.

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