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domingo, 29 de noviembre de 2015

Rito de Apertura del Jubileo y de la Puerta de la Misericordia


Puerta Santa de la Basílica de San Pedro


Texto litúrgico (al que llamaremos B) comentado y comparado con el "Rito de Apertura del Gran Jubileo del Año 2000 en la Iglesias particulares" (al que llamaremos A), y con el "Rito de apertura de la Puerta Santa de la Misericordia" en la basílica de San Pedro, (que designaremos como M). Se añaden a modo de apéndice los elementos propios del "Rito de Apertura de la Puerta Santa en la Basílica de San Juan de Letrán" (13/12/15).

Textos litúrgicos oficiales A y B: (eucología, en negro; rúbricas, en rojo; destacado del blog, en rojo remarcado o en negrita). Textos propios del "Rito de Apertura de la Puerta Santa de la Misericordia" en la basílica de San Pedro, el 08/12/15 (M) y en la Basílica de San Juan de Letrán: rosa remarcado.
Comentarios del blog: en azul.


Nota introductoria

Felizmente, no hubo que esperar 25 años desde aquel magno e inolvidable Jubileo del Año 2000, (anunciado por San Juan Pablo II en la Carta Apostólica Tertio Millenio Adveniente (TMA, -10/11/94-, y convocado por el mismo Pontífice en la célebre Bula Incarnationis mysterium (IM, -29/11/98-), para vivir otra experiencia jubilar a nivel universal. En efecto, Su Santidad Francisco, a 15 años de aquel "Jubileo del Tercer Milenio", como se le llamó, el 13 de marzo de 2015, al cumplirse dos años de su elección como Vicario de Cristo, hizo pública su decisión de convocar un "Jubileo Extraordinario" dedicado a la Misericordia de Dios. Así, casi un mes después, el 11 de abril, en la Vigilia del Domingo II de Pascua, también llamado "de la Divina Misericordia", llevó a cabo la convocatoria oficial a través de la Bula Misericordiae vultus (MV).

El Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización, con la aprobación de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, emitió un conjunto de subsidios, destinados a las iglesias particulares, a los efectos de ofrecer elementos y proponer iniciativas, todo orientado a lograr una fructífera celebración de este Año de gracia.

El primero de esos subsidios lleva el nombre CELEBRAR LA MISERICORDIA, y ofrece el esquema celebrativo para el inicio del Año Jubilar, que comienza con el "Rito de apertura de la Puerta de la Misericordia" que, por expreso deseo del Papa, se realiza en la Basílica de San Pedro el 8 de diciembre de 2015, solemnidad de la Inmaculada Concepción de María (M), y el 13 de diciembre siguiente, Domingo III de Adviento (Gaudete), en las demás basílicas papales y en las iglesias diocesanas (B).

El rito B, si se exceptúan las adaptaciones requeridas por la temática y las circunstancias del Jubileo de la Misericordia, es en esencia el mismo que se empleó para el Inicio del Jubileo del Año 2000 en las iglesias particulares (A), redactado por el Comité Central del Gran Jubileo del Año 2000 (Bendito el Señor por los siglos. Celebraciones y oraciones para el Año Santo, 1999).

Ambos textos litúrgicos (A y B), como todo documento eclesial, están numerados: así, A posee 35 incisos, a los que hay que añadir por separado otros 10, con el "Rito de la Clausura del Gran Jubileo del Año 2000 en las iglesias particulares" (05/01/01) -en Roma se clausuraría el día siguiente, en la solemnidad de la Epifanía del Señor, con el Cierre de las cuatro Puertas santas de las basílicas papales-; por su parte, el rito B tiene 44 incisos, pues está enriquecido, como veremos más abajo, con el "Rito de Apertura del Jubileo en las Iglesias o en los Santuarios designados por el obispo diocesano". También aquí por separado hay que agregar 17 incisos, que contienen el rito de la "Celebración conclusiva del Jubileo Extraordinario (de la Misericordia) en las Iglesias particulares", prevista para una semana después, el domingo XXXIII del "Tiempo Ordinario" (13/11/16) -en Roma, la Clausura tuvo lugar en la solemnidad de nuestro Señor Jesucristo, Rey del universo (20/11/16)-.

A continuación, transcribo completo el "Rito de Apertura del Jubileo y de la Puerta de la Misericordia" (B), al que añado algunas explicaciones y sugerencias litúrgicas, a partir de una comparación con A. Más abajo, puede apreciarse también lo que es exclusivo de M.


Rito de Apertura del Jubileo y de la Puerta de la Misericordia


PREMISA

El siguiente rito de Apertura de la Puerta de la Misericordia en las Iglesias particulares concierne a las Iglesias de rito romano y a las Iglesias de ritos occidentales no romanos, cuya autoridad competente podrá aportarles las adiciones requeridas por su cultura particular.
Los pastores de las Iglesias orientales podrán redactar, si lo desean, el rito de apertura en conformidad con su ordenamiento litúrgico.

El día

1. El Santo Padre Francisco, en la bula Misericordiae vultus (MV) estableció que el Año Santo se abriera el 8 de diciembre de 2015, solemnidad de la Inmaculada Concepción de la bienaventurada Virgen María con la Apertura de la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro en el Vaticano. El domingo siguiente, 13 de diciembre, III Domingo de Adviento, se abrió la Puerta Santa en la Catedral de Roma, la Basílica de San Juan en Letrán. Sucesivamente se abrirá la Puerta Santa también en las demás Basílicas Papales. Además, el Santo Padre ha establecido que “el mismo domingo cada Iglesia particular, en la Catedral que es la iglesia madre para todos los fieles, o en la Concatedral o en una iglesia de significado especial, se abra por todo el Año Santo una idéntica Puerta de la Misericordia. A juicio del Ordinario, ella podrá ser abierta también en los Santuarios, meta de tantos peregrinos que en estos lugares santos con frecuencia son tocados en el corazón por la gracia y encuentran el camino de la conversión” (MV, 3).

Nótese que los días elegidos para el inicio y la clausura de los dos Jubileos, el del año 2000 y el de 2015, coinciden con celebraciones en las que la Misa del día, con sus textos bíblicos y eucológicos, es litúrgicamente obligatoria, con alguna flexibilidad en el día elegido para la conclusión del Jubileo de la Misericordia en las iglesias particulares, por ser un domingo del Tiempo Ordinario: (Año 2000: comienzo, en la Urbe, en Nochebuena; en el orbe, en Navidad/finalización, en el orbe, en la Vigilia de la Epifanía del Señor; en la Urbe, un día después, en esa misma solemnidad. Año 2015: comienzo, en la Urbe, en la solemnidad de la Inmaculada Concepción; en el orbe, el Domingo III de Adviento/finalización, en el orbe: el domingo XXXIII del Tiempo Ordinario; en la Urbe, una semana después, en la solemnidad de Cristo Rey).
 
El lugar

2. La Eucaristía que inaugura el Jubileo en las Iglesias locales con la apertura de la Puerta de la Misericordia será única y será celebrada en la Catedral; sin embargo, si en la diócesis, según la norma del Código de Derecho Canónico, hay una concatedral, esta será la sede de la concelebración de apertura.
En las demás iglesias o santuarios en los cuales el Obispo diocesano haya establecido que se abra una Puerta de la Misericordia se desarrollará una celebración eucarística presidida por un delegado del Obispo, durante la cual se recitará una oración adecuada en la puerta principal (cf. nn. 40-45).

El carácter de la celebración

3. Los elementos que contribuyen a conformar el rito de apertura de la Puerta de la Misericordia indican cuáles deben ser su carácter y su contenido:

-El misterio de Dios, rico en misericordia y compasión (Ef 2, 4 y Jc 5,11), revelado y actuado en Cristo, Rostro de la misericordia del Padre (MV, 1) y continuamente operante por el don del Espíritu (Jn 20, 22-23).
-El reconocimiento de Cristo como única puerta para entrar en la salvación (cf. Jn 10,9) y como único Camino que conduce al Padre (cf. Jn 14,6).
-El incesante peregrinar de la Iglesia hacia “Jesucristo [que] es el mismo ayer hoy y siempre” (Hb 13,8).

El celebrante

4. El Obispo diocesano preside toda la celebración: esto lo exigen, por una parte, el carácter del día del Señor y la tradición eclesial, y por la otra, la circunstancia extraordinaria del Año Jubilar. La Misa del 13 de diciembre de 2015 se configurará como una Misa estacional (cf. Caeremoniale Episcoporum, 120), por lo cual los presbíteros, sobre todo aquellos que son sus más estrechos colaboradores en el servicio de la diócesis, concelebrarán con el Obispo; los diáconos, los acólitos y los lectores desarrollan, cada uno, su propio ministerio, y los fieles son convocados para que acudan en número a la celebración.

El n. 4 de A también subrayaba la necesidad de que el obispo presidiera la celebración ("por la índole del día litúrgico", decía, en alusión a la gran solemnidad de la Natividad del Señor en la que se inscribía la celebración litúrgica). En B se puntualiza lo mismo y se habla del "carácter del día del Señor" (Cf. supra), en referencia al Domingo III de Adviento. En A se excluía la posibilidad de que la celebración inaugural del Jubileo tuviera lugar en otras iglesias que no fueran la Catedral o la concatedral de las diócesis. En B, como se ve más arriba (n. 2), se prevé que el obispo determine otras iglesias y santuarios en que se abra la "Puerta de la Misericordia".
 
El signo específico de la celebración de apertura

5. En el ámbito de la celebración eucarística, el signo específico de la inauguración del Año Santo Extraordinario es la apertura de la Puerta de la Misericordia y el ingreso procesional de la Iglesia local -Obispo, clero, pueblo- a la Catedral, Iglesia madre para todos los fieles, donde el pastor de la diócesis desarrolla su magisterio, celebra los divinos misterios, lleva a cabo la liturgia de alabanza y de súplica, guía la comunidad eclesial.

Este n. 5 de B es fiel copia del mismo número en A, con la salvedad de la mención de la "Puerta de la Misericordia", exclusiva del Jubileo homónimo.

6. El desarrollo de la celebración se articula en cinco momentos:

-La statio en una iglesia o en otro lugar apropiado.
-El camino procesional.
-La apertura de la Puerta de la Misericordia y el ingreso a la Catedral.
-La memoria del Bautismo.
-La celebración de la Eucaristía.

El "desarrollo de la celebración" ritual A se articulaba en tres momentos (statio, camino procesional e ingreso en la Catedral).
 
La statio

7. Para la statio se ha de escoger, en la medida de lo posible, una iglesia significativa, suficientemente amplia para celebrar allí los ritos de introducción, no demasiado lejos de la Catedral ni demasiado cerca a ella, sino ubicada a una distancia tal que permita el desarrollo de un verdadero camino procesional. (Lo mismo y de igual manera dice el n. 7 de A).

8. Los momentos constitutivos de la statio son: el saludo y la monición inicial, la proclamación de la perícopa evangélica, la lectura de la parte inicial de la Bula de convocación Misericordiae vultus.

En este mismo n. 8 de A, se aconseja, aparte de lo que se dice aquí en B, la ejecución de un "fondo musical" o un "canto de entrada". La Bula allí mencionada es, obviamente, la de convocación al Gran Jubileo del Año 2000: Incarnationis Mysterium.

La procesión

9. El carácter de la procesión es el de peregrinación, “signo peculiar en el Año Santo, porque es imagen del camino que cada persona realiza en su existencia” (MV 14). Recuerda el hecho de que “también la misericordia es una meta por alcanzar y que requiere compromiso y sacrificio” (ibídem).

El n. 9 de A aclara que no se trata de una procesión penitencial sino festiva.

10. Para la procesión se han señalado como especialmente adecuados el Salmo 86, que canta el sentimiento de confianza, el total abandono en Dios y la esperanza de su intervención salvífica, y el Salmo 25, himno a la bondad de Dios en quien el orante confía y encuentra serenidad y paz. Por su antigua y polivalente función procesional, también el canto de las Letanías de los Santos es apropiado para esta ocasión.

Los salmos sugeridos en el n. 10 de A son: 14 (15); 23 (24); 83 (84); 94 (95); 117 (118); 121 (122); 135 (136). También allí se sugiere el canto de las Letanías de los Santos. 

11. En la procesión se ha de dar gran relieve al Libro de los Evangelios: este, llevado por el diácono, es signo de Cristo que camina delante de su pueblo, y de su Palabra, que es luz y guía para sus discípulos. (Este n. 11 de B es copia fiel del de A).


La apertura de la Puerta de la Misericordia y el ingreso a la Catedral

El n. 12 de A realiza una aclaración de suma importancia que me parece fundamental destacar aquí. Pide que se evite "que en el rito de entrada se insinúen en modo evidente o subrepticio secuencias contrarias a la verdad de las situaciones". Esto es, que no se hable de "apertura de puerta santa" en las catedrales, por el simple hecho de que en esos templos no las hay "ni cerradas ni abiertas". El texto añade de modo taxativo que el "rito de apertura de la Puerta santa tiene sentido solo allí donde, desde hace siglos, existe la tradición de la Puerta santa, la cual está reservada exclusivamente al acceso de los peregrinos durante el Año jubilar, y por consiguiente, fuera de ese tiempo, está efectiva y establemente cerrada". En otras palabras, -con la salvedad hecha más abajo*-, solamente las cuatro basílicas papales (San Juan de Letrán, San Pedro, Santa María la Mayor y San Pablo extramuros) tienen "Puertas santas", y únicamente en ellas el secular rito de apertura con todas sus implicancias tiene su plena razón de ser (Cf. Bula Incarnationis Mysterium, 6). Es por ello que B, habla de "Puerta de la Misericordia", refiriéndose a aquellas que, de acuerdo con la iniciativa del Papa, fueron ritualmente abiertas por los obispos en sus iglesias diocesanas; ha de advertirse que jamás se habla de ellas como "Puertas santas". De hecho, luego del Año jubilar, siguieron usándose normalmente, ya que dejaron de ser "Puertas de la Misericordia" para siempre, a diferencia de las de las cuatro basílicas mencionadas, cuyas "Puertas santas" lo son siempre: en los Jubileos, abiertas, y fuera de ellos, cerradas.
*Con un rango menor que las basílicas papales, pero sin igualar la riqueza de la historia plurisecular de estas, los Sumos Pontífices  han conferido exclusivamente esa prerrogativa a las puertas de unos pocos templos católicos. Leemos en Wikipedia: 
"Aparte de las Puertas Santas de las basílicas papales, existen otras cuatro en distintos lugares del mundo. En España existen dos, la de la catedral de Santiago de Compostela y la del monasterio de Santo Toribio de Liébana. Por su parte, las otras dos se encuentran en la basílica de Ars, en Francia, y en la catedral de Notre-Dame de Quebec, en Canadá". (Puerta santa, 1, 1. Catolicismo).
Me parece importante aclarar esto porque ya hay rituales diocesanos elaborados para el Jubileo de la Misericordia, en cuyas adaptaciones se incurre en este error de llamar "santas" a sus puertas.

12. El ingreso a la Catedral se da a través de la puerta principal que, como eminente símbolo cristológico (cf. Jn 10, 7.9), (este n. 12 es, hasta aquí, igual que A; a partir de aquí, hasta el final del párrafo, se añade lo que es propio del Jubileo Extraordinario de la Misericordia) constituye la Puerta de la Misericordia, recuerdo constante del carácter de este Jubileo extraordinario. Con las palabras del Salmo 118, el Obispo invoca la apertura de la Puerta que remite a la puerta del corazón misericordioso de Dios, rasgado en el costado abierto de Cristo en la Cruz (cf. Jn 19, 34). Él es, en efecto, la Puerta que conduce a la salvación, como canta la antífona inspirada en Jn 10, 9. El ingreso debe ser, por tanto, solemnizado apropiadamente:

Las sugerencias que siguen de este n. 12 son idénticas a las de A:

-Ornando la puerta con ramos frondosos, o con ornamentos propios de la cultura local, y, si es el caso, con símbolos cristológicos adecuados.

Viene a la memoria el inolvidable recuerdo de la Puerta santa de la basílica de San Pedro, exquisitamente adornada y venerada con flores, luces, música, incienso y otros aromas, abierta por San Juan Pablo II en la Medianoche del 25 de diciembre de 1999, ante delegaciones de los cinco continentes. Cómo no recordar con emoción el himno oficial de ese Jubileo, llamado "Gloria a Ti, Cristo Jesús" y el de la Apertura de la Puerta Santa, dedicado a "Cristo, Señor de los Milenios".

-Dando especial valor a la pausa en el umbral de la puerta: antes de cruzarla, el Obispo se detiene y con él hace una pausa toda la procesión; la pausa implica, además, la apertura de la puerta y la ostensión solemne del Libro de los Evangelios, palabra de misericordia, primero hacia el exterior, luego hacia el interior de la catedral, y el canto de la antífona: “Yo soy la puerta”.

Nueva respecto de A es la mención de la "apertura" de la puerta. Idéntica es la prescripción de la "ostensión solemne del Libro de los Evangelios, primero hacia el exterior, luego hacia el interior". Pero en A la rúbrica prevé la incensación del Evangeliario (Cf. n. 13). El hecho de que B calle al respecto, no quiere decir que se prohíba. En efecto, el uso del incienso es optativo casi siempre. (La excepción es la Vigilia Pascual, en cuyo Lucernario es obligatorio).

13. Terminada la pausa en el umbral de la puerta, el Obispo, mostrando el Libro de los Evangelios, con los concelebrantes y ministros, se dirige en procesión hacia el altar; los fieles se dirigen a los puestos asignados. Entre tanto se canta la antífona de ingreso del III domingo de Adviento u otro canto apropiado.

Tanto aquí en B como en A (Cf. n. 14) es el Obispo el que porta el Libro de los Evangelios, y no el diácono, como habitualmente. Mientras tanto, A, sugería el canto de la antífona Puer natus est, introito de Navidad; B, la antífona Gaudete, correspondiente al Domingo III de Adviento. En A se sugería la colocación del Evangeliario en un atril convenientemente adornado, en donde permanecería entronizado hasta la Clausura del Año santo, como signo de la Buena Nueva del Jubileo. El presente ritual (B) sigue en esto las normas litúrgicas habituales, y el Evangeliario es depositado sobre el Altar. El rito A -y no el B, por razones obvias- establece que en este momento se realice el solemne Anuncio oficial del Jubileo: Proclamatio Iubilaei Magni (Cf. n. 15).

Memoria del Bautismo

14. El sacramento del Bautismo es puerta de ingreso a la Iglesia comunidad. El rito de bendición y de aspersión con el agua constituye su memoria viva. El Bautismo, en efecto, es el “primer sacramento de la Nueva Alianza. Por él los hombres, adhiriéndose a Cristo por la fe y recibiendo el espíritu de hijos adoptivos, se llaman y son hijos de Dios; unidos a Cristo en una muerte y resurrección como la suya, forman con Él un mismo cuerpo; ungidos con la efusión del Espíritu, se convierten en templo santo de Dios y miembros de la Iglesia, en “una raza elegida, un sacerdocio real, una nación consagrada, un pueblo adquirido por Dios” (Bendicional, 1163).

Este n. 14 es exclusivo de A. El rito de bendición y aspersión del agua, facultativo y supletorio del Acto penitencial de los domingos, se inserta oportunamente aquí. Recuérdese que tanto el inicio como la clausura del Jubileo de la Misericordia en las Iglesias particulares, tiene lugar en el domingo, día del Señor.

La celebración de la Eucaristía

15. La celebración de la Eucaristía, “como acción de Cristo y del pueblo de Dios ordenado jerárquicamente, es el centro de toda la vida cristiana para la Iglesia, tanto universal, como local, y para cada uno de los fieles. Pues en ella se tiene la cumbre, tanto de la acción por la cual Dios, en Cristo, santifica al mundo, como la del culto que los hombres tributan al Padre, adorándolo por medio de Cristo, Hijo de Dios, en el Espíritu Santo” (Instrucción General del Misal Romano, 16). Precisamente por esto, ella constituye el vértice de la celebración de apertura del Jubileo. En ella, el Padre en su misericordia viene al encuentro de todos aquellos que buscan a Dios “con corazón sincero”, ofrece continuamente a los hombres su alianza y nos hace pregustar la eternidad eterna de su Reino, “donde con todas las creaturas, liberadas de la corrupción del pecado y de la muerte, cantaremos su gloria” (Plegaria eucarística IV).

De la puntualización remarcada en el parágrafo anterior, se infiere que el "Rito de apertura del Jubileo de la Misericordia" ha de entroncar necesariamente con la celebración de la Santa Misa, de la que no puede prescindir de ninguna manera. Lo mismo valía para A (Cf. nn. 2, 5, 15, 33).
 
Cosas que hay que preparar

16. En la sacristía de la Iglesia estacional se preparan:

-Las vestiduras litúrgicas requeridas para la celebración de la Misa y que el Obispo, los presbíteros Concelebrantes, los diáconos y demás ministros usarán.
-La capa pluvial, si el Obispo la utilizará en la procesión.
-La cruz procesional con los ciriales.
-El libro de los Evangelios.
-El incensario con el incienso.

En este mismo n. 16, el rito A coincide hasta aquí con B, pero añade "velas o antorchas u otros signos, según los usos locales, para los fieles, si la procesión tiene lugar después de la caída del sol".

En la sacristía de la catedral se preparan: (esto es propio de B por la "Memoria del bautismo" que en este rito se realiza).

-El recipiente con el agua para bendecir y el aspersorio.
-Todo lo necesario para la celebración de la Misa (cf. Instrucción General del Misal Romano 117-118).
 
RITOS DE INTRODUCCIÓN EN LA IGLESIA ESTACIONAL

17. El III domingo de Adviento, o en sus primeras vísperas, a la hora establecida, los fieles se reunirán en una Iglesia sucursal o en otro lugar apropiado, fuera de la iglesia catedral (o concatedral) hacia la cual se dirigirá la procesión.

Esta rúbrica es recurrente en los libros litúrgicos cuando se va a celebrar una Misa estacional.

Lo propio de B respecto de A es que la celebración puede realizarse en dos días civiles que constituyen un único día litúrgico: el sábado por la tarde o el domingo. En A solamente podía llevarse a cabo el 25 de diciembre, puesto que, como se dijo más arriba, en la santísima Noche de Navidad el rito sería exclusivo de la basílica vaticana.

18. El Obispo, los sacerdotes Concelebrantes y los diáconos, revestidos con las vestiduras litúrgicas de color violeta (o rosado) se dirigen al lugar donde el pueblo está reunido. El Obispo, en lugar de la casulla,  puede usar la capa pluvial, que se quitará después de la procesión.

Pluvial rosa del Papa: Puerta Santa de Letrán (Domingo Gaudete, 13/12/15)


Me he permitido resaltar el segundo elemento de la disyunción ("o rosado") para apuntar una consideración personal, válida para esta rúbrica propia de dos domingos del Año litúrgico: tercero de Adviento y cuarto de Cuaresma: violaceus vel rosaceus. Solamente en esos domingos la liturgia faculta para cambiar el color propio del tiempo (violaceus) por el rosado (rosaceus). Sería muy significativo,  allí donde no los hubiere, hacer confeccionar ornamentos rosados (dalmática, estola y casulla, capa pluvial, frontal, conopeo), y estrenarlos en esta particular celebración jubilar, conservándolos a posteriori para estos dos sugestivos días litúrgicos. Es cierto que la inversión económica puede parecer inconveniente por el restringido uso de este color litúrgico (sobre todo en cuanto a lo que a la capa pluvial se refiere). Sin embargo, sería un modo de que el Obispo y los sacerdotes pensaran cada año en destacar la naturaleza peculiar de esos dos domingos con celebraciones que los distingan de los restantes y que enriquezcan su liturgia: adoraciones al Santísimo, Liturgia de las Horas, Misas estacionales, celebraciones sacramentales. De esta manera, el uso de tales ornamentos sería más sabiamente apreciado en el conjunto de la liturgia de dichos días, cuyo tópico central es la alegría, fruto del Espíritu Santo. 
Esta rúbrica n. 18 de B coincide con A, salvo en el color litúrgico, pues el propio de la Natividad del Señor es el blanco "o festivo".

19. Mientras el Obispo y los ministros llegan a la sede preparada para ellos, se canta el Himno del Jubileo. 

El n. 19 de A sugería algún canto laudatorio.

Se puede tocar el órgano u otros instrumentos apropiados. Aunque "con mayor moderación que durante el resto del año", dicen las normas litúrgicas del Adviento (Cf. Ordenación General del Misal Romano, 305; Ceremonial de los Obispos, 236).

El Obispo, dirigido al pueblo, dice:

En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

El pueblo responde:

Amén.

A continuación saluda al pueblo:

La misericordia del Padre, la paz de nuestro Señor Jesucristo y la comunión del Espíritu Santo estén con todos ustedes.

El rito A comenzaba con dos formularios laudatorios, entre los que se podía elegir uno, seguido del saludo litúrgico (Cf. n. 20). 

El pueblo responde:

Y con tu espíritu.

20. El Obispo invita a bendecir y a alabar a Dios: Cf. Sal. 103.

Gloria a ti, Señor, que perdonas las culpas y sanas todas las enfermedades.

R/. Eterna es tu misericordia.

Gloria a ti, Señor, misericordioso y piadoso, lento a la cólera y grande en el amor.

R/. Eterna es tu misericordia.

Gloria a ti, Señor, Padre indulgente con tus hijos.

R/. Eterna es tu misericordia

o bien:

Bendito seas, oh, Padre: solo tú has hecho grandes maravillas. Cf. Sal 136, 4

R/. Tu amor es para siempre.

Bendito seas, Hijo unigénito: nos has liberado de nuestros pecados con tu sangre. Cf. Ap. 1, 5

R/. Tu amor es para siempre.

Bendito seas, Espíritu Santo, consolador del alma, dulcísimo consuelo. Cf Secuencia de Pentecostés.

21. Luego el Obispo dirige al pueblo una breve exhortación con estas palabras u otras similares:

Queridos hermanos y hermanas, con la mirada fija en Jesús y en su rostro misericordioso, el Santo Padre, en la solemnidad de la Bienaventurada Virgen María, ha inaugurado el Jubileo extraordinario que abre para todos nos otros y para la humanidad entera la Puerta de la Misericordia de Dios.
En comunión con la Iglesia universal, esta celebración inaugura solemnemente el Año Santo para nuestra Iglesia diocesana, preludio de una profunda experiencia de gracia y de reconciliación.
Escucharemos con alegría el Evangelio de la misericordia, que nuestro Señor Jesucristo, Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, siempre hace resonar en medio de los hombres invitándonos a gozar por su amor anunciado incansablemente a toda creatura.

La monición introductoria de A era de una estructura similar a esta de B, a partir de los tópicos de la mención del Año Santo, de la "comunión (de la iglesia diocesana) con la Iglesia universal", y de la exhortación a la alegre escucha de la lectura del Evangelio de Jesús.}


S.S. Francisco abre la Puerta Santa de San Pedro


Por su parte, el Ritual M, "de la Apertura de la Puerta Santa de la Misericordia" en la basílica vaticana, el 8 de diciembre de 2015, solemnidad de la Inmaculada Concepción de María, sigue a la Misa (a diferencia del Ritual particular en San Juan de Letrán, Santa María la Mayor y San Pablo extra-muros, más el resto de iglesias y santuarios del orbe, que la precede). Se inicia con la siguiente monición, que he traducido del original italiano:

"Hermanos y hermanas:
Animados por la fe en Cristo, nuestro Salvador, que hemos renovado en la celebración eucarística, y custodiados por la Santa Virgen María Inmaculada, inauguramos el Jubileo Extraordinario de la Misericordia.
Se abre ante nosotros la Puerta Santa. Es Cristo mismo, que a través del ministerio de la Iglesia, nos introduce en el consolador misterio del amor de Dios, un amor sin medida, que abraza a la humanidad entera.
Dispongamos nuestro corazón a la acción del Espíritu Santo, deseosos de corresponder con alegre prontitud, a la común vocación cristiana: la santidad.
Avancemos en paz en el nombre de Cristo".

En M, durante la procesión hacia la Puerta Santa de San Pedro, se cantan, "en forma responsorial", los salmos 121 y 122, "repitiendo" -dice la rúbrica-:

Misericordias Domini in aeternum cantabo.

Luego, ante la Puerta Santa, el Papa pronuncia la siguiente plegaria, que también traduzco del original italiano:

Oremos

"Oh, Dios, que revelas tu omnipotencia sobre todo en la misericordia y el perdón; concédenos vivir un Año de gracia (como) tiempo propicio para amarte a Ti y a los hermanos, en la alegría del Evangelio.
Continúa infundiendo sobre nosotros tu Espíritu Santo, para que no nos cansemos de volver con fe la mirada hacia Aquel a Quien hemos traspasado, tu Hijo esplendoroso, Rostro esplendoroso de tu infinita Misericordia, refugio seguro para todos nosotros, pecadores, necesitados del perdón y la paz, de la Verdad que libera y salva.
Él es la Puerta a través de la cual venimos a Ti, fuente inagotable de consuelo para todos, belleza que no conoce ocaso, alegría perfecta en la vida sin fin.
Interceda por nosotros la Virgen Inmaculada, primer y espléndido fruto de la victoria pascual, Aurora luminosa de los cielos nuevos y de la tierra nueva, puerto feliz de nuestra peregrinación terrena.
A Ti, Padre Santo, a tu Hijo, nuestro Redentor, y al Espíritu Santo Consolador, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos. Amén."

Luego se cantan las siguientes antífonas:

Esta es la Puerta del Señor.

R. Los justos entrarán por ella.

Ábranse las puertas de la justicia.

R. Y entraré para dar gracias al Señor.

Por tu gran misericordia entraré en tu Casa, Señor.

R. Me postraré en tu templo santo.

La rúbrica de M añade: "El Santo Padre, en silencio, sube las escaleras, abre la Puerta Santa, y se detiene en oración bajo la (misma) Puerta. Entonces entra solo y en primer lugar en la basílica, seguido de los concelebrantes y de algunos representantes de los religiosos y de fieles laicos, y se dirige hacia el Altar de la Confesión" (del apóstol San Pedro).

Mientras tanto, se canto el himno del Año Santo de la Misericordia, Misericordes sicut Pater.
Ante el Altar de la Confesión, el Santo Padre pronuncia la siguiente oración:

"Padre Santo, rico en misericordia y grande en el amor, te alabamos con todo el corazón y te damos gracias por la sobreabundancia de tus dones; mira a quienes, en este día, hemos abierto la Puerta Santa, y alegres, hemos dado comienzo al tiempo jubilar. Concede, te rogamos, a todos aquellos que cruzarán la Puerta de la Misericordia con corazón arrepentido, empeño renovado y filial confianza, hacer viva experiencia de tu ternura paterna y recibir la gracia del perdón, para ser testigos, con palabras y obras, del Rostro de tu Misericordia, Jesucristo, nuestro Señor, que vive y reina por los siglos de los siglos.
Amén." 

El rito M concluye con la Oración sobre el pueblo y la bendición final:

El Santo Padre:

"El Señor esté con ustedes".

Asamblea:

"Y con tu espíritu". 

El diácono:

"Inclínense para recibir la bendición".

El Santo Padre:

"Bendice, Señor, a tu pueblo, que espera los dones de tu misericordia, y lleva a cumplimiento los buenos deseos que Tú mismo le has inspirado.
Y que la bendición de Dios...".

El diácono despide al pueblo con las siguientes palabras:

"Sean misericordiosos como el Padre es misericordioso.
Pueden irse en paz".

La asamblea responde:

"Demos gracias a Dios".

Y el rito M concluye con el canto de la antífona mariana Salve Regina ejecutada por la schola cantorum.

Pero volvamos al rito B:

22. Terminada la exhortación, el Obispo dice la siguiente oración:

Oremos. Cf. Misa ad diversa, Por la reconciliación, II colecta

Oh, Dios, autor de la verdadera libertad, que quieres que todos los hombres constituyan un solo pueblo, libre de toda esclavitud, y nos das a nosotros, tus hijos, un tiempo de misericordia y de perdón, haz que tu Iglesia, creciendo en libertad y en paz, ilumine a todos como sacramentos de salvación, y revele y realice en el mundo el misterio de tu amor. Por Cristo, nuestro Señor.

R/. Amén.

El rito A prescribe en este momento una oración que menciona explícitamente el "Año de Gracia" (Cf. n. 22).

23. Sigue la proclamación del Evangelio por parte del diácono.

El Señor esté con ustedes.

R/. Y con tu espíritu.

Del Evangelio según san Lucas 15, 1-7

R/. Gloria a ti Señor.

Habrá gozo en el cielo por un solo pecador que se convierta

En aquel tiempo, todos los publicanos y los pecadores se acercaban a Jesús para oírlo, y los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: “Este acoge a los pecadores y come con ellos”. Entonces Jesús les dijo esta parábola:
“¿Quién de ustedes que tiene cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el campo, y va a buscar la que se perdió hasta que la encuentra? Y cuando la encuentra, la carga sobre sus hombros lleno de alegría; y llegando a casa, convoca a los amigos y vecinos, y les dice: ‘Alégrense conmigo, porque he hallado la oveja que se había perdido’. Les digo que, de igual modo, habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no tengan necesidad de conversión”.


La página evangélica proclamada en A es Lc. 4, 14-21: el solemne anuncio que Jesús hace del "Año de Gracia".

Palabra del Señor.

24. Después del Evangelio se puede hacer un breve silencio, luego un lector lee el inicio de la Bula de convocación del Jubileo extraordinario. (Lo mismo decía este n. 24 en A).

De la Bula la convocación del Jubileo extraordinario de la Misericordia Misericordiae vultus (nn. 1-3): (se lee).

25. Al finalizar la lectura, para dar inicio a la procesión, el diácono u otro ministro dice:

Hermanos y hermanas, encaminémonos en el nombre de Cristo: Él es el camino que nos guía en el año de gracia y de misericordia. El rito A comenzaba igual esta invitación, y añadía: "Él es la Puerta que abre a los creyentes el acceso luminoso a la celebración de los santos misterios".

PROCESIÓN

26. El Obispo pone el incienso en el incensario. Luego inicia la procesión hacia la Catedral (o concatedral) en la que se celebrará la Misa. Precede el turiferario con el incensario humeante, sigue el diácono que lleva la cruz procesional adornada festivamente, a sus lados, los ministrantes con los cirios encendidos; luego el diácono que lleva el Libro de los Evangelios, luego el Obispo, y tras él, los sacerdotes, los demás ministros y los fieles. Durante la procesión, el pueblo y el coro cantan las antífonas y salmos propuestos aquí. Se pueden cantar también las letanías de los santos u otros cantos apropiados. (Ídem en A).

Antífona

Cf. Sal 89, 2

Cantaré eternamente la misericordia del Señor, de generación en generación daré a conocer con mi boca su fidelidad.

o bien:

Mt 5, 7

Bienaventurados los misericordiosos, porque hallarán misericordia.

o bien:

Sal 145,9

Bueno es el Señor con todos, su ternura se extiende a todas las creaturas.

Del Salmo 86

Inclina tu oído, Señor; escúchame,
que soy un pobre desamparado;
protege mi vida, que soy un fiel tuyo;
salva a tu siervo, que confía en ti.

Tú eres mi Dios, piedad de mí, Señor,
que a ti te estoy llamando todo el día;
alegra el alma de tu siervo,
pues levanto mi alma hacia ti.

Porque tú, Señor, eres bueno y clemente,
rico en misericordia con los que te invocan.
 Señor, escucha mi oración,
Atiende a la voz de mi súplica.

En el día del peligro te llamo,
y tú me escuchas.
No tienes igual entre los dioses, Señor,
ni hay obras como las tuyas.

Enséñame, Señor, tu camino,
para que siga tu verdad;
mantén mi corazón entero
en el temor de tu nombre.

Te alabaré de todo corazón, Dios mío;
daré gloria a tu nombre por siempre,
por tu gran piedad para conmigo,
porque me salvaste del abismo profundo.

Dios mío, unos soberbios se levantan contra mí,
una banda de insolentes atenta contra mi vida,
sin tenerte en cuenta a ti.

Pero tú, Señor, Dios clemente y misericordioso,
lento a la cólera, rico en piedad y leal,
mírame, ten compasión de mí.

o bien:

Del Salmo 25

A ti, Señor, levanto mi alma;
Dios mío, en ti confío,
no quede yo defraudado,
que no triunfen de mí mis enemigos;

Señor, enséñame tus caminos,
instrúyeme en tus sendas:
haz que camine con lealtad;
enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador.

Recuerda, Señor, que tu ternura
y tu misericordia son eternas;
no te acuerdes de los pecados
ni de las maldades de mi juventud;

El Señor es bueno y es recto,
y enseña el camino a los pecadores;
hace caminar a los humildes con rectitud,
enseña su camino a los humildes.

Las sendas del Señor son misericordia y lealtad
para los que guardan su alianza y sus mandatos.
Por el honor de tu nombre, Señor,
perdona mis culpas, que son muchas.

Mírame, oh Dios, y ten piedad de mí,
que estoy solo y afligido.
Ensancha mi corazón oprimido
y sácame de mis tribulaciones.

Mira mis trabajos y mis penas
y perdona todos mis pecados.
Guarda mi vida y líbrame.
no quede yo defraudado
de haber acudido a ti.


El rito A propone aquí una antífona de carácter laudatorio.

INGRESO A LA CATEDRAL

27. Llegados a la puerta principal de la Catedral (o concatedral), la procesión se detiene. El Obispo aclama:

Abrid las puertas de la justicia, entraremos a dar gracias al Señor. Cf. Sal 118, 19

28. Mientras la puerta se abre, el Obispo continúa: (hay diócesis que en este momento hacen repicar sus campanas).

Esta es la puerta del Señor: por ella entramos para obtener la misericordia y el perdón.

29. El diácono entrega al Obispo el Libro de los Evangelios. El Obispo, en el umbral, lo mantiene elevado mientras se canta la antífona aquí indicada, u otra apropiada. Durante la ostensión del Libro de los Evangelios, el diácono que lleva la cruz procesional se pone con la cruz junto al Obispo. 

(Esta última aclaración que he remarcado es propia de B).

Antífona Cf. Jn 10,9

Yo soy la puerta, dice el Señor, el que pasa a través de mí, será salvo; entrará y saldrá y encontrará el alimento.

30. Terminado el canto de la antífona, la procesión retoma su camino hacia el altar: preceden el incensario, la cruz y los ciriales; siguen el Obispo con el Libro de los Evangelios los sacerdotes, los demás ministros y los fieles. Entre tanto se canta la antífona de entrada u otro canto apropiado.

Antífona Fl 4, 4.5 (Es la propia de este domingo, y que le da nombre: Gaudete).

Alegraos siempre en el Señor: Os lo repito, alegraos, el Señor está cerca.

31. El Obispo, al llegar al altar, depone allí el Libro de los Evangelios. Luego, si durante la procesión ha utilizado la capa pluvial, se la quita y se reviste la casulla. Besa el altar, lo inciensa y se dirige a la sede. (V. supra, 13).

MEMORIA DEL BAUTISMO (exclusiva de este rito B)

32. Se lleva delante del Obispo un recipiente con el agua. El Obispo invita a la oración con estas palabras, u otras similares.

Queridos hermanos y hermanas, supliquemos al Señor para que bendiga esta agua con la cual seremos asperjados en memoria de nuestro Bautismo. Esta agua es invocación de misericordia y salvación en virtud de la resurrección de Jesucristo.

Todos oran un momento en silencio.

Luego el Obispo, con las manos juntas, prosigue:

Cf. MR. Rito de aspersión, Formulario I, segunda oración

Señor Dios todopoderoso, fuente y origen de la vida, bendice + esta agua y haz que nosotros tus fieles, asperjados por esta fuente de purificación, obtengamos el perdón de nuestros pecados, la defensa de las insidias del Maligno y el don de tu protección. Por tu misericordia danos, Señor, un manantial de agua viva que brote para la vida eterna, para que, libres de todo peligro, podamos ir a ti con corazón puro.
Por Jesucristo nuestro Señor.

R/. Amén

33. El Obispo toma el aspersorio y se asperje a sí mismo, a los concelebrantes, ministros y al pueblo, atravesando la nave de la Catedral (o concatedral). Entre tanto, se recitan las siguientes antífonas, u otrocanto apropiado. 
Antífona. Cf. Sal 50, 9

Rocíame, Señor, con el hisopo, y quedaré limpio; lávame, y quedaré más blanco que la nieve.

o bien:

Purifícame, Señor: quedaré más blanco que la nieve.

o bien:

Cf. Ez 47, 1-2,9

Sobre ustedes derramaré una agua pura, que los purificará de todas sus injusticias, y les daré un corazón nuevo, dice el Señor.

34. Al regresar a la sede, el Obispo dice:

Dios todopoderoso que nos purificas del pecado, y por esta celebración de la Eucaristía haznos dignos de participar en la mesa de tu Reino por los siglos de los siglos.

R/. Amén.

35. Luego el Obispo canta o dice la oración colecta. (Es la propia de este Domingo III de Adviento).

Oremos.

Mira, oh, Padre, a tu pueblo, que espera con fe el Nacimiento del Señor, y haz que llegue a celebrar con renovada exultación el gran misterio de la salvación. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

R/. Amén.

36. La Misa prosigue como de costumbre.

RITOS DE CONCLUSIÓN

37. Antes de la bendición solemne (del Tiempo de Adviento), se informa a los fieles sobre las iglesias o santuarios en los cuales el Obispo ha establecido que se abra una Puerta de la Misericordia para poder recibir, a lo largo de todo el Jubileo extraordinario, el don de la indulgencia. 

El n. 34 de A pide que sea el Obispo o el diácono el que dé esta información, y sugiere que se entregue a los fieles "el programa de los eventos diocesanos (celebraciones) más importantes del Año santo". No sería inoportuno hacerlo también aquí.

Luego el Obispo dice: (este recuerdo de la Santísima Virgen es exclusivo de B)

Nuestro pensamiento se dirige ahora a la Madre de la Misericordia. La dulzura de su mirada nos acompañe en este Año Santo, para que todos podamos redescubrir la alegría de la ternura de Dios.

La asamblea invoca a María, Madre de misericordia, con el canto de la antífona Salve, Regina o Alma Redemptoris Mater, u otra similar.

Sigue la Bendición solemne para el Tiempo de Adviento. (Qué mejor ocasión que esta puede haber para usarla. Por algo, en B se evita el adjetivo de "facultativa" que acompaña siempre a la construcción sustantiva "Bendición solemne"). Me permito transcribirla:

Dios omnipotente y misericordioso los santifique con el resplandor del adviento de su Unigénito, en cuya primera venida creen y cuya futura venida esperan, y los enriquezca con su bendición.

R/. Amén.

Les conceda, durante el ciclo de la vida presente, permanecer firmes en la fe, alegres en la esperanza,
y diligentes en la caridad.

R/. Amén.

De manera que, al llenarse devotamente de alegría por la venida en la carne de nuestro Redentor, reciban la riqueza de los galardones eternos, cuando vuelva por segunda vez en majestad.

R/. Amén.

Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre + Hijo + y Espíritu + Santo, descienda sobre ustedes y permanezca siempre.

R/. Amén.

39. Después de la bendición, el diácono despide a la asamblea. Si lo considera oportuno, puede decir:


Sean misericordiosos como su Padre es misericordioso.

Pueden ir en paz.

El pueblo responde:

Demos gracias a Dios.

La asamblea se despide alabando y bendiciendo a Dios.


 


APERTURA DEL JUBILEO EN LAS IGLESIAS O EN LOS SANTUARIOS DESIGNADOS POR EL OBISPO DIOCESANO (Lo cual es también exclusivo de B).

40. En las iglesias o santuarios en los cuales el Obispo diocesano ha establecido que haya una Puerta de la Misericordia, a la hora designada, el delegado del Obispo preside la celebración eucarística del III domingo de Adviento.
Al inicio de la celebración, quien preside se dirige a la puerta principal de la iglesia o santuario donde, terminado el canto de ingreso, comienza la celebración con la señal de la cruz y el saludo previsto en el n.19. Luego invita a bendecir y a alabar a Dios con las fórmulas indicadas en el n. 20. 

Terminadas las invocaciones, dice la siguiente oración:

Oremos

Cf. Bendicional, 1449

Bendito seas tú, Señor, Padre santo, que has enviado a tu Hijo al mundo para acoger en la unidad, mediante la efusión de su sangre, a los hombres lacerados y dispersos por el pecado. Tú lo has constituido pastor y puerta del rebaño, para que quien entre sea salvo, y quien entra y sale, encuentre el  pan de la vida. Concede a tus fieles que crucen este umbral, ser acogidos en tu presencia, y experimentar, Padre, tu misericordia.
Por Jesucristo nuestro Señor.
R/. Amén.

41. Terminada la oración, quien preside la celebración introduce el rito de aspersión con el agua bendita, con estas palabras u otras similares.

Queridos hermanos y hermanas, el Año de la Misericordia convocado por el Santo Padre invita a cada uno de nosotros a tener la experiencia profunda de la gracia y la reconciliación. Ahora, con la aspersión del agua bendita, recordemos juntos nuestro Bautismo. Es invocación de misericordia y de salvación en virtud de la resurrección de Jesucristo.

42. Pronunciada la monición, se dirige con los ministros hacia el altar, asperjando al pueblo con el agua bendita tomada de la pila ubicada junto a la puerta. Entre tanto, se cantan las antífonas de nn. 33; 34, u otro canto apropiado.

43. Después de haber venerado el altar con una profunda reverencia y el beso, lo inciensa y se dirige
a la sede, donde pronuncia la fórmula prevista en el n. 35.

44. La Misa continúa como se acostumbra, con la oración colecta.

45. Al final de la Misa, puede despedir a la asamblea con la fórmula indicada en el n. 39. 


Puerta Santa de la Basílica de San Juan de Letrán


Particularidades de la Santa Misa y Apertura de la Puerta Santa en la Archibasílica de San Juan de Letrán: (13/12/15)

Conjuntamente con la Apertura de la Puerta Santa en la Archibasílica lateranense, se realiza la Apertura de las "Puertas de la Misericordia" en el orbe. Con algunas salvedades -propias o compartidas con M-, el rito empleado es el mismo B.

Consigno, a continuación, cuáles son esas "salvedades" del rito en San Juan de Letrán, Catedral del Papa:

Se emplea la tercera fórmula del Acto penitencial con monición introductoria y tropos propios que traduzco para ustedes del original italiano:

Hermanos, estamos aquí reunidos en el Templo de Dios en el momento en que se está por abrir la Puerta de la Misericordia.
Para participar dignamente de esta celebración, recojámonos en el silencio de nuestro corazón y reconozcamos que somos pecadores.

Señor, que eres el defensor de los pobres...
Cristo, que eres el refugio de los débiles...
Señor, que eres la esperana de los pecadores...

El Acto penitencial se concluye con la habitual fórmula de absolución.

Terminado el canto del Kyrie, tiene lugar el "Rito de Apertura de la Puerta Santa", que se inicia con la siguiente oración proferida por el Papa:

"Dios, Padre omnipotente y misericordioso, Tú concedes a la Iglesia un tiempo de gracia, de misericordia y de perdón, para que tenga la alegría de renovarse interiormente por obra del Espíritu Santo, y caminar cada vez más fielmente en tus senderos, anunciando al mundo el Evangelio de salvación; abre ahora nuevamente la puerta de tu misericordia, y recíbenos un día en tu morada del Cielo donde Jesús, tu Hijo, nos ha prcedido, y vive y reina por los siglos de los siglos. Amén."

La schola cantorum entona en latín el himno Veni Creator Spiritus.  
Después sigue todo como se describe en el rito B, a partir del canto de las antífonas en él especificadas.

Nótese que el rito M, "de Apertura de la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro", el 8 de diciembre de 2015, al que había precedido la Misa, se concluía con una oración del Sumo Pontífice ante el Altar de la Confesión. Este "Rito de Apertura de la Puerta Santa de la Basílica de Letrán", por el contrario, precede a la Eucaristía del Domingo Gaudete, tercero de Adviento (13/12/15), por lo que la oración que sigue a la procesión desde la Puerta recién abierta hacia el Altar central es la colecta de dicho domingo, pronunciada desde la Cátedra lateranense. A partir de aquí, la Misa sigue como de costumbre y se concluye con la Bendición solemne de Adviento y el canto de la antífona mariana Alma Redemptoris Mater.

Celebración conclusiva del Jubileo de la Misericordia: aquí.


29 de noviembre de 2015, Domingo I de Adviento.
(Última actualización de la entrada: 12/11/16).

4 comentarios:

  1. Enhorabuena por la comparativa. Se puede encontrar también el formulario aprobado para España en el siguiente enlace: https://iglesiaactualidad.wordpress.com/2015/11/24/rito-de-apertura-de-la-puerta-de-la-misericordia-en-las-iglesias-particulares/

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  2. Gracias por el aporte, querido hermano.
    Bendiciones para este último mes del año civil, tan bendecido con la gracia de Dios.

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  3. Buenas tardes. Me podrian ayudar con el rito de Cierre de la Puerta Santa? muchas gracias

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  4. La Clausura del Año de la Misericordia tendrá lugar el próximo 13 de noviembre en el Orbe y el 20 en la Urbe.
    Si Dios así lo permite, en unas semanas, el 22 de octubre, memoria litúrgica de San Juan Pablo II, publicaré en este blog el Rito completo de la Clausura.
    Los santos arcángeles, hoy, en su fiesta, te ayuden a vivir intensamente el último tramo de este Año de gracia.

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