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domingo, 9 de octubre de 2016

Introducción al Leccionario del Misal de la Virgen


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Orientaciones generales del Leccionario de las Misas de la Virgen María

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Orientaciones generales (Praenotanda) del Lectionarium pro Missis de beata Maria Virgine, Librería Editrice Vaticana, 1987, promulgadas por la Congregación para el Culto divino, Decreto Christi mysterium celebrans, de 15 de agosto de 1986.

Para una relación completa de estas Misas y acceso directo a cada uno de los cuarenta y seis formularios íntegros, con guiones y comentarios litúrgicos, hacer clic aquí.  



1. Sobre la importancia de la Palabra de Dios en la celebración de la Eucaristía encontramos muchas cosas y muy dignas de atención en los Praenotanda de la Ordenación de las lecturas de la Misa. Todo ello debe ser tenido en cuenta también en la celebración de las Misas de la Virgen María.

I. LA PALABRA DE DIOS EN LOS FORMULARIOS DE LAS «MISAS DE LA VIRGEN MARÍA»

2. Para expresar y definir el contenido peculiar de una memoria litúrgica concurren no sólo los textos eucológicos, sino también los textos bíblicos. Por esto, se comprende que, desde la antigüedad, se ha puesto un cuidado especial en la elección de las perícopas escriturísticas. Y así, cada formulario de las Misas de la Virgen María tiene su propia «serie de lecturas» para la celebración de la Liturgia de la Palabra.

3. Las lecturas bíblicas de las Misas de la Virgen María constituyen un amplio y variado «repertorio», que se ha venido creando a lo largo de los siglos, con la aportación de las comunidades eclesiales, tanto antiguas como de nuestro tiempo. Estamos ante un verdadero "tesoro" de selección, ordenamiento e inteligente distribución.

En este «repertorio bíblico» se pueden distinguir tres géneros de lecturas:

a) lecturas del Nuevo y del Antiguo Testamento que contemplan directamente la vida y la misión de la Bienaventurada Virgen María o contienen profecías que se refieren a ella; (por ejemplo, la maldición de Dios a la Serpiente tentadora, cuya cabeza aplastaría la Santísima Virgen en el libro del Génesis, o la Visita de María a su prima, en el Evangelio de san Lucas).

b) lecturas del Antiguo Testamento que son aplicadas a santa María desde la antigüedad. (Como el Cántico de Judit). En efecto, las Sagradas Escrituras, tanto de la antigua como de la nueva Alianza, han sido contempladas por los santos Padres como un conjunto único, lleno del misterio de Cristo y de la Iglesia ; por este motivo, algunos hechos, figuras o símbolos del Antiguo Testamento prefiguran o evocan de modo admirable la vida y la misión de la Bienaventurada Virgen María, gloriosa hija de Sión y Madre de Cristo;

c) lecturas del Nuevo Testamento que no se refieren directamente a la Bienaventurada Virgen, pero que se proponen para la celebración de su memoria (como la Epístola a los efesios, 1, 3-6. 11-12) a fin de poner de manifiesto que en santa María, la primera y perfecta discípula de Cristo, resplandecen de modo extraordinario las virtudes la fe, la caridad, la esperanza, la humildad, la misericordia, la pureza del corazón... que son exaltadas en el Evangelio.

4. Por lo que se refiere a las lecturas que han sido asignadas a cada formulario de las Misas de la Virgen María, hay que tener en cuenta lo siguiente:

a) se proponen solamente dos lecturas (puesto que las "Misas" no están pensadas para celebrarse  con el grado litúrgico de solemnidad, aunque nada impida que, en determinadas circunstancias, y con la aprobación de la autoridad competente, puedan celebrarse con dicho grado, como se insinúa en el punto siguiente): la primera, tomada del Antiguo Testamento o del Apóstol (o sea, de las Cartas o del Apocalipsis), y, en el tiempo pascual, de los Hechos de los Apóstoles o del Apocalipsis; la segunda lectura se toma del Evangelio. Sin embargo, como que muchas veces el misterio que se celebra puede ser considerado desde muchos puntos de vista, con frecuencia se proponen dos o tres textos para la primera lectura y para el Evangelio, a fin de que se elija a voluntad. Más aún, para algunas Misas se ofrecen a veces dos series íntegras de lecturas;

b) no obstante, si el sacerdote y los fieles desean proclamar tres lecturas en celebraciones de particular solemnidad, se añadirá otra lectura tomándola o de los textos del Común de santa María Virgen o de los textos contenidos en el Apéndice del Leccionario de las «Misas», teniendo en cuenta los criterios establecidos en los Praenotanda de la Ordenación de las lecturas de la Misa;

c) las lecturas indicadas en las Misas de la Virgen María para cada formulario resultarán ordinariamente las más adecuadas para celebrar una memoria particular de la Santísima Virgen. Esto no excluye la facultad del celebrante de sustituirlas por otras lecturas adecuadas, elegidas entre las propuestas en el Común de santa María Virgen, o en el Apéndice del Leccionario de estas «Misas» .

5. En lo referente a la Liturgia de la Palabra, obsérvense las normas siguientes:

a) en el tiempo de Adviento, de Navidad, de Cuaresma y de Pascua han de proclamarse las lecturas asignadas a cada día en el Leccionario del tiempo, a fin de que no se interrumpa la «lectura continuada» de la Sagrada Escritura o no se dejen con demasiada frecuencia las lecturas que caracterizan el tiempo litúrgico. Si se trata de una celebración que se hace a modo de fiesta o de solemnidad, se pueden tomar las lecturas que se encuentran en el Leccionario de las «Misas» para cada Misa; (esta exhortación a evitar que se interrumpa la "lectura continuada" ha de entenderse como referida a las ferias de los tiempos litúrgicos mencionados; en efecto, las lecturas dominicales de dichos tiempo, que con mayor razón jamás pueden reemplazarse por otras, no una serie "continuada").

b) en el tiempo ordinario corresponde al sacerdote celebrante establecer, «de común acuerdo con los que ofician con él y con los demás que habrán de tomar parte en la celebración, sin excluir a los mismos fieles» (IGMR, 313) si es preferible proclamar las lecturas indicadas en el Leccionario de las «Misas» o las señaladas por el Leccionario del tiempo. (La facultad de la "posibilidad" de optar entre las lecturas del Leccionario de "Misas" y las del Leccionario del tiempo concedida aquí, no debe entenderse como un free pass para eximirse muy frecuentemente de la proclamación de las lecturas dominicales correspondientes. De hecho, las "Misas" están pensadas para circunstancias particulares, esporádicas).

II. LA BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA, MODELO DE LA IGLESIA EN LA ESCUCHA DE LA PALABRA DE DIOS

6. La Iglesia, que en la celebración de la Eucaristía reserva el máximo honor a la proclamación de la Palabra de Dios, exhorta también a los fieles a ser de aquellos «que llevan a la práctica la palabra y no se limitan a escucharla» (Sant. 1, 22) engañándose a sí mismos. En efecto según las palabras del Señor, son dichosos «los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen» (Lc. 11, 28).

7. En el curso de los siglos han sido muchos los discípulos santos del Señor que tuvieron en gran valor la Palabra de Dios y se acercaron con gran amor a las Sagradas Escrituras como fuente de vida. (Basta con recordar al gran san Jerónimo, al que debemos la traducción de las Sagradas Escrituras). Pero la Iglesia sitúa en primer término, por encima de los demás, a la Virgen de Nazaret, que fue la primera en el Nuevo Testamento en ser llamada dichosa por su fe, como modelo del discípulo que escucha con fe la Palabra de Dios.

El siguiente parágrafo es una síntesis de los textos bíblicos en los que se menciona explícitamente a María, modelo de toda virtud:

8. En efecto, la Santísima Virgen escuchó con fe el anuncio de Gabriel y lo recibió con amor y, llamándose a sí misma esclava del Señor, se convirtió en la Madre de Cristo, concibiendo al Hijo de Dios antes en su mente que en su seno. Virgen prudente, santa María guardó en su corazón las palabras del Señor; virgen sabia, las conservó meditándolas en su alma. La Palabra de Dios, sembrada en el corazón de María, la impulsó a visitar a su pariente Isabel para cantar con ella a Dios por su bondad y misericordia para con Israel, su siervo amado. La Virgen de Nazaret no rechazó las palabras proféticas, duras u oscuras que le fueron dirigidas, sino que, con plena adhesión al designio de Dios, las guardó en su corazón. En el banquete de bodas, interpretando las palabras del Hijo más allá de su significado literal, comprendió el sentido profundo del «signo de Caná» y advirtió a los sirvientes que hicieran lo que el Señor mandara, ayudando así a que creciera la fe de los discípulos. Estando junto a la cruz, acogió las palabras del Hijo que, antes de entregar el espíritu, encomendó a su discípulo predilecto a sus cuidados maternales. Ella observó fielmente el mandato del Señor resucitado a los Apóstoles, de quedarse en la ciudad, hasta que se revistieran de la fuerza de lo alto: permaneció en Jerusalén, para esperar con fe el don del Espíritu Santo, dedicada a la oración en común con los Apóstoles.

9. Por esto, la liturgia romana, cuando exhorta a los fieles a acoger la Palabra de Dios, con frecuencia les propone el ejemplo de la Bienaventurada Virgen María, que Dios hizo atenta a su Palabra y que, como nueva Eva, adhiriéndose totalmente a la Divina Palabra se mostró dócil a las palabras del Hijo. Con toda razón la Madre de Jesús es saludada como «Virgen oyente, que acogió con fe la Palabra de Dios» (Marialis cultus, 17): «Esto mismo hace la Iglesia, la cual, sobre todo en la sagrada liturgia, escucha con fe, acoge, proclama, venera la Palabra de Dios, la distribuye a los fieles como Pan de vida y escudriña a su luz los signos de los tiempos, interpreta y vive los acontecimientos de la historia.» (Ibíd, 17).

10. Procuren los pastores enseñar a los fieles que acuden a los santuarios marianos o participan el sábado en la Eucaristía celebrada en memoria de santa María, que es un excelente acto de devoción a la Santísima Virgen el proclamar correctamente la Palabra de Dios en las celebraciones litúrgicas y el venerarla con amor; escucharla con fe y guardarla en el corazón; meditarla interiormente y difundirla de palabra; ponerla en práctica fielmente y conformar a ella toda la existencia.


9 de octubre de 2016, domingo XXVII del Tiempo Ordinario.
Jubileo Mariano en el marco del Año Santo de la Misericordia. Entrada dedicada a la Santísima Virgen María, Mater Misericordiae.


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