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sábado, 26 de noviembre de 2016

Guion: Domingo I de Adviento


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Formulario de Misa: hacer clic aquí.


Para profundizar sobre las características del Tiempo de Adviento hacer clic aquí.


Ciclo A

Introducción

Hermanos, es una gracia de Dios poder comenzar hoy el Adviento, tiempo de esperanza.

El Padre del Cielo nos ofrece un nuevo Año litúrgico y nos invita nuevamente a contemplar con los ojos de la fe el misterio de la santa espera del Mesías, aguardado por generaciones de creyentes. También nosotros vivimos esta vida como un tiempo de espera de Jesús. En efecto, sabemos que volverá como Juez al final de los tiempos en un Día que solo su Eterno Padre conoce.

Demos, pues, estos primeros pasos de preparación hacia la gran celebración anual de la Navidad, conscientes de que en la historia del mundo está aún más cercano el Día de nuestro pleno y definitivo encuentro con Aquel que nos ha comprado al precio de su Sangre preciosa.

O bien:

"Con este primer domingo de Adviento comienza un nuevo Año litúrgico. La Iglesia reanuda su camino y nos invita a reflexionar más intensamente en el  misterio de Cristo, misterio siempre nuevo que el tiempo no puede agotar. Cristo  es el Alfa y la Omega, el Principio y el Fin. Gracias a Él, la historia de la  humanidad avanza como una peregrinación hacia la plenitud del Reino, que Él  mismo inauguró con su Encarnación y su victoria sobre el pecado y la muerte". (San Juan Pablo II, Ángelus, 02/12/01).

Esforcémonos por que nuestro corazón convertido sea la ofrenda que llevemos espiritualmente a Belén este año...

O bien:

"Hoy, primer domingo de Adviento, la Iglesia inicia un nuevo Año litúrgico, un nuevo camino de fe que, por una parte, conmemora el acontecimiento de  Jesucristo, y por otra, se abre a su cumplimiento final. Precisamente de esta  doble perspectiva vive el tiempo de Adviento, mirando tanto a la primera venida  del Hijo de Dios, cuando nació de la Virgen María, como a su retorno glorioso,  cuando vendrá a «juzgar a vivos y muertos», como decimos en el Credo" (S.S. Benedicto XVI, Ángelus, 28/11/10).
 
Vivamos intensamente este tiempo de gracia y acojamos con corazón agradecido los dones que Dios quiera ofrecernos.

Luego del saludo inicial, que es propio, si se cree conveniente, en lugar del Acto penitencial, puede realizarse el rito de la Corona de Adviento. En este primer Domingo conviene bendecirla; para acceder al rito, hacer clic aquí. En otra entrada de este blog, se ofrece un modelo de oración para el encendido de cada cirio. Hacer clic aquí.  

Se omite el himno Gloria in excelsis.


Liturgia de la Palabra

Primera lectura: Is. 2, 1-5

La profecía de Isaías  es una promesa de paz mesiánica que se renueva constantemente entre los cristianos, y que resuena con toda su fuerza espiritual en este santo tiempo de preparación para la Navidad.

Segunda lectura: Rom. 13, 11-14a

Al comenzar el Adviento, el apóstol Pablo nos exhorta a un cambio de vida, conscientes de que el paso inexorable del tiempo nos acerca al Día de nuestra salvación.

Evangelio: Mt. 24, 37-44

"El Hijo del hombre vendrá a la hora menos pensada".

¡Cuántas veces habremos escuchado esta afirmación sin percatarnos de la fuerza irreversible de su veracidad! Que este Adviento renueve en nosotros la conciencia de que debemos estar siempre vigilantes, porque el Señor está a las puertas.
 
O bien:
 
¡Estemos preparados! No sea que de tanto escuchar esta exhortación de Jesús, nos acostumbremos y llegue a parecernos tan ajena a la realidad actual, que nada tenga que decirnos en el presente de nuestra vida.


Oración de los fieles

A Jesucristo, el Dios que es, que era y que vendrá, orientemos nuestro corazón necesitado de Él...

R. Divino Mesías, te esperamos.

-Porque la Iglesia tiene sed de Ti y quiere saciar la que el mundo también tiene, te rogamos...R.

-Porque el Santo Padre necesita de tu protección, guía y fortaleza, te rogamos...R.

-Porque sin tu Divina Presencia nuestra vida toda es un adviento triste y solitario, te rogamos...R.

-Porque hay hermanos que viven en soledad y ya han perdido la esperanza, te rogamos...R.

-Porque los pecadores obstinados solo hallarán salvación en el océano de tu infinita Misericordia, te rogamos...R.

-Porque nos ensordece el estruendo de las armas y nos duele el clamor de las víctimas inocentes, te rogamos...R.

-Porque las almas de nuestros difuntos anhelan contemplar tu Rostro sereno, te rogamos...R.

O bien: (de la liturgia ambrosiana)

Hermanos y hermanas, renovando nuestra esperanza en Cristo, el Hijo Unigénito del Padre, que ha querido compartir nuestra frágil existencia, elevemos esta oración confiada:

R. Ven, Señor Jesús

-Por la Iglesia, que espera gozosa el retorno de su Esposo, para que reciba fuerza y sostén de la Eucaristía, y prosiga con corazón renovado el camino indicado por Jesús. R.

-Por todos los hombres, para que no cedan ante el odio y la violencia que dominan nuestro tiempo, e iluminados por el Evangelio, reconozcan en Cristo la única esperanza de salvación. R.

-Por nosotros, para que el espíritu de santidad que Dios ha puesto en nuestros corazones, nos ayude a crecer y caminar en el mundo como verdaderos hijos de la luz. R.

A continuación, se propone como otra oración conclusiva de las preces, una colecta alternativa a la de este domingo, tomada de la edición italiana del Misal Romano y traducida al castellano. Se reemplaza la conclusión trinitaria larga, propia de toda colecta, por la breve, típica de las demás oraciones litúrgicas:

"Oh, Dios, Padre Misericordioso, que para reunir a los pueblos en tu Reino, has enviado a tu Hijo Unigénito, fuente de verdad y reconciliación, concédenos un espíritu vigilante, para que caminemos por los senderos de la verdad y el amor, hasta contemplarte en la gloria eterna. Por el mismo Jesucristo, nuestro Señor. Amén".


Ofertorio

Unamos al pan y el vino los primeros frutos del tiempo de esperanza que en esta Eucaristía estamos iniciando solemnemente.


Se emplea el Prefacio de Adviento I o II.



Comunión

Recibamos a Jesús Eucaristía, el Dios que vino y que vendrá, el Dios que viene y que vive entre nosotros.

Conviene que el sacerdote emplee la Bendición solemne de Adviento.


Despedida

"Aprendamos de María, Mujer del Adviento, a vivir los gestos cotidianos con un espíritu nuevo, con el sentimiento de una espera profunda, que solo la Venida de Dios puede colmar" (S.S. Benedicto XVI, Ángelus, 28/11/10).


22 de noviembre de 2016, memoria litúrgica de santa Cecilia, virgen y mártir. 
Entrada dedicada a ella.
(Última actualización de la entrada: 14/12/22).


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