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martes, 15 de septiembre de 2015

Misas de la Virgen XLII (Tiempo Ordinario XXIV): "La Virgen María, Auxilio de los cristianos"






Misal: Textos bíblicos y eucológicos (en negro); rúbricas: rojo.
Guion: marrón.
Comentario del blog: azul.
  

La Iglesia ha experimentado muchas veces la valiosísima ayuda de la Madre de Dios en las persecuciones promovidas por los enemigos de la fe cristiana. Por esto, ya desde los primeros tiempos de la era cristiana, prevaleció la costumbre de invocar a la Santísima Virgen en tiempo de persecución con el título de «Auxilio de los cristianos».
Cuando Pío VII (+1823), expulsado de la Sede de Pedro por la fuerza de las armas, se hallaba detenido bajo estrecha vigilancia, y toda la Iglesia rogaba intensamente por él por la intercesión de la Santísima Virgen, sucedió de improviso que el Sumo Pontífice fue liberado y, habiendo regresado a Roma, fue restituido al Solio pontificio el día 24 de mayo de 1814.
Por este motivo, Pío VII estableció una fiesta en honor de la Virgen Madre bajo el apelativo de «Auxilio de los cristianos», (Auxilium christianorum) para que se celebrara perpetuamente en Roma el día 24 de mayo, feliz aniversario de su regreso a la Urbe. Esta fiesta se celebra en muchas Iglesias particulares e Institutos religiosos, principalmente en la Sociedad de San Francisco de Sales, fundada por San Juan Bosco (+1888).
La primera lectura de esta Misa recuerda la gran batalla que, por designio de Dios, se ha establecido, desde los orígenes del género humano, entre la Mujer y la Serpiente. Se propone efectivamente:
- o bien Génesis 3, 1-6. 13-15, donde resuenan las amenazadoras palabras de Dios a la Serpiente y el primer anuncio de la futura victoria del Hijo de la Mujer: «Establezco hostilidades entre ti y la mujer, entre tu estirpe y la suya; ella te herirá en la cabeza cuando tú la hieras en el talón» (v. 15);
- o bien Apocalipsis 12, 1-3a. 7-12ab. 17, donde se narra proféticamente la batalla del enorme dragón o serpiente primordial (cf. vv. 3. 9) contra la Mujer vestida de sol, coronada con doce estrellas (cf. v. 1) y contra «el resto de su descendencia, los que guardan los mandamientos de Dios y mantienen el testimonio de Jesús» (v. 17), esto es, contra la Iglesia representada en la visión de la Virgen María.
La lectura del Evangelio (Jn 2, 1-11) muestra el auxilio que la Santísima Virgen presta sin cesar a la Iglesia -significada en los discípulos que creen en Jesús (cf. v. 11) y en los que toman parte en el banquete de bodas (cf. v. 2)-, fortaleciendo la fe de los cristianos y socorriéndolos en sus necesidades.
Los textos eucológicos celebran a Dios, que ha constituido «a la Madre de (su) amado Hijo / en madre y auxiliadora del pueblo cristiano» (Oración colecta, Prefacio), «para que, bajo su protección, / participe valientemente en el combate de la fe, / persevere con fidelidad en la enseñanza de los apóstoles, / y camine seguro entre las dificultades del mundo» (Prefacio; cf. Oración colecta, Oración sobre las ofrendas).
Los textos de esta Misa, a excepción del Prefacio, se han tomado, con algunas variantes, del Propria missarum de la Sociedad de San Francisco de Sales (Tipografía Políglota Vaticana 1974, pp. 35-40) Y de la Congregación de Clérigos Regulares de San Pablo (Curia General, Roma 1981, pp. 25-29).


La celebración puede comenzar con este canto tradicional a María Auxiliadora:

En la historia de Don Bosco como un sueño tú apareces
cual maestra que transforma fieros lobos en corderos
y Juanito va aprendiendo la lección de tu dulzura
que es el rostro del amor de nuestro Dios.

María Auxiliadora, poder que se hace ternura.
Señora, Madre de Cristo, socorre al pueblo de Dios.

Cada casa salesiana es hogar donde tú habitas
cada joven es un hijo del que cuidas con cariño,
cada pobre se enriquece al sentirte como madre
protegido por tu amor y tu bondad.

María Auxiliadora, poder que se hace ternura,
Señora, Madre de Cristo, socorre al pueblo de Dios

Vencedora poderosa en históricas batallas
donde el único enemigo que sucumbe es el pecado,
hoy la Iglesia perseguida necesita de tu auxilio;
tú eres fuerza para andar y caminar.

María Auxiliadora, poder que se hace ternura
,
Señora, Madre de Cristo, socorre al pueblo de Dios.


Introducción
 

"María Auxiliadora, poder que se hace ternura,
Señora, Madre de Cristo, socorre al pueblo de Dios".

Así reza el estribillo de (este) conocido cántico a María Auxiliadora (que hemos entonado al comienzo de la celebración). En él pedimos la materna protección de María para el Pueblo de Dios que es esta Iglesia peregrina en el tiempo que así como nació, también vive, combate y avanza gracias a la fuerza que recibe de la Santísima Eucaristía. 
Que experimentemos el socorro de la gloriosa siempre Virgen María, Auxilio de los cristianos, y que de ella aprendamos a vivir intensamente este encuentro comunitario con Dios, que es la Santa Misa, Sacrificio de Cristo.

Antífona de entrada Cf. Jdt 13, 19

Tu alabanza estará siempre en la boca de todos los que recuerden la hazaña de Dios.


Oración colecta

Oh, Dios, que has constituido a la Madre de tu amado Hijo en madre y auxiliadora del pueblo cristiano, concede a tu Iglesia vivir bajo su protección y alegrarse con una paz duradera. Por nuestro Señor Jesucristo.


Liturgia de la Palabra

Primera lectura

La lectura del Libro del Apocalipsis describe la gran batalla entre la antigua Serpiente y la Descendencia de la Mujer elegida por Dios, batalla aquella, que existe desde el principio y que durará hasta el final de los tiempos.

Una mujer vestida de sol, la luna por pedestal

Lectura del libro del Apocalipsis 11, 19a; 12, 1. 3-6a. 10ab

Apareció una figura portentosa en el cielo: Una mujer vestida de sol, la luna por pedestal, coronada con doce estrellas. Estaba encinta, y gritaba entre los espasmos del parto, y por el tormento de dar a luz.
Apareció otra señal en el cielo: un enorme dragón rojo, con siete cabezas y diez cuernos y siete diademas en las cabezas.
Se trabó una batalla en el cielo; Miguel y sus ángeles declararon guerra al dragón. Lucharon el dragón y sus ángeles, pero no vencieron, y no quedó lugar para ellos en el cielo. Y al gran dragón, a la serpiente primordial que se llama diablo y Satanás, y extravía la tierra entera, lo precipitaron a la tierra y a sus ángeles con él.
Se oyó una gran voz en el cielo:
–«Ahora se estableció la salud y el poderío,
y el reinado de nuestro Dios,
y la potestad de su Cristo;
porque fue precipitado
el acusador de nuestros hermanos,
el que los acusaba ante nuestro Dios día y noche.
Ellos lo vencieron en virtud de la sangre del Cordero
y por la palabra del testimonio que dieron,
y no amaron tanto su vida que temieran la muerte.
Por esto, estad alegres, cielos,
y los que moráis en sus tiendas.»
Despechado el dragón por causa de la mujer, se marchó a hacer la guerra al resto de su descendencia, a los que guardan los mandamientos de Dios y mantienen el testimonio de Jesús.

Palabra de Dios.

O bien:

Lectura del libro del Génesis 3, 1-8

La incansable asechanza de la Serpiente y la paternal solicitud de Dios por su pueblo. Son las dos realidades con las que tendrá que convivir la humanidad hasta el final de los tiempos.

La serpiente era más astuta que las demás bestias del campo que el Señor había hecho. Y dijo a la mujer:
–¿Cómo es que Dios os ha dicho que no comáis de ningún árbol del jardín?
La mujer respondió a la serpiente:
–Podemos comer los frutos de los árboles del jardín; sólo del fruto del árbol que está en mitad del jardín nos ha dicho Dios: «No comáis de él ni lo toquéis, bajo pena de muerte.»
La serpiente replicó a la mujer:
–No moriréis. Bien sabe Dios que cuando comáis de él, se os abrirán los ojos, y seréis como Dios en el conocimiento del bien y el mal.
La mujer vio que el árbol era apetitoso, atrayente y deseable porque daba inteligencia; tomó un fruto, comió, y ofreció a su marido, el cual comió.
Se les abrieron los ojos a los dos, y descubrieron que estaban desnudos; entrelazaron hojas de higuera y se las ciñeron.
El Señor Dios dijo a la mujer:
–¿Qué es lo que has hecho?
Ella respondió:
–La serpiente me engañó y comí.
El Señor Dios dijo a la serpiente:
Por haber hecho eso, serás maldita entre todo el ganado y todas las fieras del campo; te arrastrarás sobre el vientre y comerás polvo toda tu vida; establezco hostilidades entre ti y la mujer, entre tu estirpe y la suya; ella te herirá en la cabeza, cuando tú la hieras en el talón.

Palabra de Dios


Salmo responsorial Jdt 16, 13. 14. 15 (R.: 1d)

R. Ensalzad e invocad el nombre del Señor.

Cantaré a mi Dios un cántico nuevo:
Señor, tú eres grande y glorioso,
admirable en tu fuerza, invencible. R.

Que te sirva toda la creación,
porque tú lo mandaste y existió;
enviaste tu aliento, y la construiste,
nada puede existir sin tu voz. R.

Sacudirán las olas los cimientos de los montes,
las peñas en tu presencia se derretirán como cera,
pero tú serás propicio a tus fieles. R.


Aleluya Cf. Lc 1, 45

Dichosa la que ha creído, porque lo que le ha dicho el Señor se cumplirá.


Evangelio

El primer milagro de Jesús es fruto de la intervención de su Madre, auxiliadora de los necesitados.

Jesús comenzó sus signos

+ Lectura del santo Evangelio según san Juan 2, 1-11.

En aquel tiempo, había una boda en Caná de Galilea y la madre de Jesús estaba allí; Jesús y sus discípulos estaban también invitados a la boda.
Faltó el vino y la madre de Jesús le dijo:
— No les queda vino.
Jesús le contestó:
— Mujer, déjame, todavía no ha llegado mi hora. Su madre dijo a los sirvientes:
— Haced lo que él diga.
Había allí colocadas, seis tinajas de piedra, para las purificaciones de los judíos, de unos cien litros cada una.
Jesús les dijo:
— Llenad las tinajas de agua.
Y las llenaron hasta arriba.
Entonces les mandó:
— Sacad ahora, y llevádselo al mayordomo.
Ellos se lo llevaron.
El mayordomo probó el agua convertida en vino sin saber de dónde venía (los sirvientes sí lo sabían, pues habían sacado el agua), entonces llamó al novio y le dijo:
— Todo el mundo pone primero el vino bueno y cuando ya están bebidos, el peor; tú en cambio has guardado el vino bueno hasta ahora.
Así, en Caná de Galilea Jesús comenzó sus signos, manifestó su gloria y creció la fe de sus discípulos en él.

Palabra del Señor.


Oración de los fieles

R. Que la Madre Auxiliadora nos proteja, Señor.

-De la tentación de imponer nuestras propias ideas y de sembrar la división en el seno de la Iglesia, te rogamos...R.

-De la arrogancia de ser contestatarios con respecto a las enseñanzas del Magisterio de la Iglesia, te rogamos...R.

-Del pecado de adulterar u oscurecer la celebración de estos Sagrados Misterios, mutilando, añadiendo o modificando las normas litúrgicas a nuestro arbitrio, con un pretendido espíritu de "creatividad", te rogamos...R.

-De las ideologías de ayer y de hoy, que nos arrebatan la libertad que el Hijo de Dios nos adquirió al precio de su Sangre preciosa, te rogamos...R.

-De la tibieza fustigada por el Señor en las Escrituras, que nos hace sacrificar la justicia y la verdad en favor de aquellos que concita el beneplácito de las masas, te rogamos...R.

-De la cerrazón de corazón que nos lleva a una ciega obstinación en el error, rechazando la Misericordia de Dios y el fiel auxilio de su Madre santa, te rogamos...R.


Ofertorio

Por la gracia del Sacrificio de alabanza, para cuya realización presentamos estos dones, podemos vivir en plenitud el misterio de la comunión de los santos, e invocar a la Virgen Madre en nuestras necesidades, con la certeza de ser siempre escuchados.


Oración sobre las ofrendas

Te ofrecemos, Señor, este sacrificio de alabanza al celebrar con alegría la memoria de la Madre de tu Hijo; haz que, con el auxilio de esta madre, experimentemos tu ayuda en todas las necesidades. Por Jesucristo, nuestro Señor.


Prefacio

La Bienaventurada Virgen María, Madre y Auxiliadora del pueblo cristiano

V. El Señor esté con vosotros.
R. Y con tu espíritu.
V. Levantemos el corazón.
R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
R. Es justo y necesario.

En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias
siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo,
Dios todopoderoso y eterno,
por Cristo, Señor nuestro.

Porque has constituido a la Inmaculada Virgen María,
Madre de tu Hijo,
en madre y auxiliadora del pueblo cristiano,
para que, bajo su protección,
participe valientemente en el combate de la fe,
persevere con fidelidad en la enseñanza de los apóstoles,
y camine seguro entre las dificultades del mundo,
hasta alcanzar gozoso la Jerusalén del cielo.

Por eso, Señor,
con todos los ángeles
te aclamamos ahora y por siempre, diciendo:

Santo, Santo, Santo...


Comunión

Como tantos otros santos, San Juan Bosco nos enseñó a profesar un gran amor a la Eucaristía, a la Virgen María y al Papa. 
De Jesús hecho Pan, al que estamos por recibir, obtenemos todos los bienes porque lo acogemos a Él, que es el Sumo Bien.
En María, encontramos el refugio y el auxilio contra todo aquello que quiera alejarnos de Jesús.
Y en el Sucesor de Pedro hallamos la garantía y la certeza de la legitimidad del culto que a Dios Uno y Trino profesamos.


Antífona de comunión Dt 10, 21a

El Señor será tu alabanza, él será tu Dios, pues él hizo a tu favor hazañas.


Oración después de la comunión

Recibidos estos sacramentos del cielo y apoyados en el auxilio de la santísima Virgen María, te pedimos, Señor, que, despojados del hombre viejo, nos revistamos de Jesucristo, autor de la nueva humanidad. Que vive y reina por los siglos de los siglos.


Despedida

"María, Auxilio de los cristianos, ruega por nosotros".
Que esta invocación no se aparte de nuestro corazón, para que podamos experimentar la verdad de las palabras de Don Bosco, que decía: "Confíen en María Auxiliadora y verán lo que son los milagros".


15 de septiembre de 2015, memoria litúrgica de Nuestra Señora de los Dolores. Entrada dedicada a ella.

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