Árbol de Navidad en la Plaza de San Pedro |
Bendicional: en negro; (oración de bendición: negrita cursiva).
(Se conservan los números de secciones y parágrafos tal y como se hallan en el Bendicional: negrita. También en negrita me
permito realzar algunas cuestiones litúrgicas del texto del
Bendicional, incisos que, a mi criterio, merecen especial
consideración).
Comentarios del blog: azul.
La liturgia de la Iglesia ha querido "cristianizar" el árbol de Navidad, dotándolo de un rito de bendición que explica el significado y la importancia de este signo tan querido por los creyentes y no creyentes. Comparto con ustedes el rito íntegro tomado del capítulo XXXIX del Bendicional:
El binomio, "Arbol de Navidad/Árbol de la Vida (Cristo)", es la primera asociación que la Madre Iglesia realiza a la hora de conferir un sentido cristiano al árbol navideño:
1272. La costumbre de colocar en los hogares cristianos un árbol adornado, durante las fiestas de Navidad, es recomendable, ya que este árbol puede recordar a los fieles que Cristo, nacido por nosotros en Belén, es el verdadero Árbol de la vida, Árbol del que fue separado el hombre a causa del pecado de Adán.
La segunda significación, más conocida por nosotros, por ser más recurrente en la liturgia, es la de Cristo, Luz del mundo:
1273. Conviene, pues, invitar a los fieles a que vean en este árbol, lleno de luz, a Cristo luz del mundo, que con su Nacimiento nos conduce a Dios que habita en una Luz inaccesible.
He aquí otra de las tantas bendiciones que pueden realizar los laicos:
1274. La bendición de este árbol la hará, ordinariamente, el padre o la madre al iniciarse las fiestas de Navidad y en ella conviene que participen todos los miembros de la familia.
Rito de la bendición
1275. El ministro, al comenzar la celebración, dice:
Nuestro auxilio es el nombre del Señor.
Todos responden:
Que hizo el cielo y la tierra.
1276. Uno de los presentes, o el mismo ministro, lee un breve texto de la sagrada Escritura, por ejemplo:
Is 60, 13: Vendrá a ti, Jerusalén, el orgullo del Líbano, con el ciprés y el abeto y el pino, para adornar el lugar de mi santuario y ennoblecer mi estado.
1277. Luego el ministro, si es sacerdote o diácono, con las manos extendidas, si es laico, con las manos juntas, dice la oración de bendición:
(Adviértase que la siguiente oración versa sobre la Santa Infancia del Señor. De hecho, subyace en los textos navideños la verdad teológica de que el Señor no vuelve a ser humanamente Niño nunca más pero que la liturgia nos sitúa en el eterno presente de Dios y nos permite venerarlo en todos y cada uno de los misterios de su Infancia):
Oremos
Bendito seas, Señor y Padre nuestro,
que nos concedes recordar con fe
en estos días de Navidad
los misterios del Nacimiento de Jesucristo.
Concédenos, a quienes hemos adornado este árbol
y lo hemos embellecido con luces,
vivir también a la luz
de los ejemplos de la vida santa de tu Hijo
y ser enriquecidos con las virtudes
que resplandecen en su santa infancia.
Gloria a él por los siglos de los siglos.
Amén.
1278. Según las circunstancias, el ministro rocía con agua bendita a los presentes y el árbol.
La aspersión con agua bendita es común a la mayoría de los ritos de bendición. A veces solamente se prescribe para los objetos bendecidos; otras, como en este rito, para los objetos y los fieles presentes.
24 de diciembre de 2016, en Nochebuena, Noche santísima de la solemnidad del Nacimiento de nuestro Señor Jesucristo.
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