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martes, 14 de abril de 2015

Guion: Domingo III de Pascua





Formulario de Misa: aquí.


Ciclo B

Introducción

En este santo Tiempo de Pascua sentimos más profundamente la presencia de Jesús Resucitado, que vive entre nosotros y nos hace partícipes de los destellos de su gloria. 
El Cirio  pascual es el sacramental que con más elocuencia da cuenta de esa bendita presencia; exaltado y encendido, preside nuestras asambleas litúrgicas. Cada uno de los signos que lo embellecen evoca la Vida, Pasión, Muerte, Resurrección y Gloria eterna del Señor. (La cruz recuerda los infinitos padecimientos de nuestro Salvador. Los puntos extremos de dicha cruz y el central, junto a los cinco granos de incienso incrustados en ellos, evocan las "santas y gloriosas" Llagas del Redentor, que no pudieron ser ungidas pos las santas mujeres la mañana de la Resurrección, porque el Señor ya no estaba en el sepulcro;  en las partes superior e inferior de la cruz están inscriptas las letras griegas Alfa y Omega, que significan que Cristo es Principio y Fin de todo lo creado, y que por Él fueron hechas todas las cosas. En los ángulos de la misma cruz podemos ver los números del año en curso, lo cual quiere significar que Cristo es Creador y Señor del tiempo).
 
Dejemos pues, que sea la Madre Iglesia la que con su santa liturgia siga adoctrinándonos sobre el misterio de Jesucristo, su Esposo, el Cordero degollado que vive para siempre y que intercede en nuestro favor.

Conviene que  en lugar del Acto penitencial tenga lugar el Rito de la bendición y aspersión del agua (Cf. Institutio Generalis Missalis Romani, 51).
 
Se canta o recita el himno Gloria in excelsis.



Primera lectura: Hech. 3, 13-15. 17-19

San Pedro, Príncipe de los Apóstoles y primer Pontífice Romano, da testimonio de Jesús Resucitado, y nos exhorta a vivir en comunión con Él.

Segunda lectura: I Jn. 2, 1-5a

San Pablo, el gran evangelizador, nos habla de la novedad de vida de que es portadora la feliz noticia de la Resurrección de Cristo.

Evangelio: Lc. 24, 35-48

Jesús Resucitado no nos abandona. Él, siendo Dios, porque es también Hombre, camina junto  nosotros como Hermano mayor hasta el final de los tiempos.


Oración de los fieles

R. Cristo, haznos partícipes de tu Pascua.

-En el seno de la Iglesia, junto al Papa y a los demás pastores, para que seamos fieles testigos de tu Resurrección, te pedimos...R.

-En nuestras familias y en los lugares de trabajo, te pedimos...R.

-En las zonas de conflictos bélicos, de inestabilidad institucional y de desigualdad social, te pedimos... R.

-En las clínicas y cárceles, en los orfanatos y geriátricos, te pedimos...R.

-En los establecimientos educativos y de investigación, te pedimos...R.

-En el Purgatorio, que es obra de la Misericordia infinita de Dios, te pedimos...R.

Se propone como oración conclusiva de las preces, la siguiente "colecta alternativa para el Ciclo B", tomada del Misal de la Conferencia Episcopal Italiana y traducida al castellano. La recita el sacerdote. Se ha cambiado la conclusión larga (propia de la colecta de toda Misa) por la breve, típica de las demás oraciones:

"Oh, Padre, que en la gloriosa Muerte de tu Hijo, Víctima de expiación por nuestros pecados, has puesto el fundamento de la reconciliación y de la paz, abre nuestro corazón a la verdadera conversión, y haz de nosotros testigos de una humanidad nueva, pacificada en tu amor. Por Jesucristo, nuestro Señor."


Ofertorio

Con alegría pascual preparamos la Mesa del Banquete eterno en la que se nos da la Sangre y la Carne del Cordero Pascual inmolado por nosotros.

El sacerdote puede optar por cualquiera de los Prefacios de Pascua.


Comunión

Jesús Resucitado, Dios y Salvador, Maestro y Hermano nuestro, creemos en Ti, y te damos gracias por este Sacramento admirable, que es síntesis y realización de todos los misterios de tu Vida divina y humana.

Conviene que el sacerdote imparta la Bendición solemne de Pascua.
 
Es oportuno saludar a María con el canto o la recitación de la antífona Regina caeli.


Despedida

Que la fuerza del Espíritu Santo nos impulse a ser intrépidos testigos del Resucitado.


11 de abril de 2015, en las primeras Vísperas de la Octava Pascual y Domingo II de Pascua o de la Divina Misericordia.
Promulgación de la Bula Misericordiae vultus, de convocatoria al Año Santo de la Misericordia, del Sumo Pontífice Francisco.


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