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lunes, 10 de agosto de 2015

Guion: Domingo XX del Tiempo Ordinario






Formulario de Misa: aquí.



Ciclo B

Introducción

Como las cuentas de un Rosario, entre gozos y tristezas, se van "desgranando" los domingos de nuestra vida. El divino precepto de la Misa dominical es el hilo conductor que nos hace próximos a los cristianos de todas las épocas y lugares, a la vez que va acercándonos al día feliz del encuentro definitivo con el Señor.
Que nuestra intimidad con Dios Amor, se acreciente con una participación cada vez más intensa en la Eucaristía dominical, y de ser posible, en las de entre semana. En efecto, no existe acto de culto, público o privado, que supere en dignidad y en importancia al Santo Sacrificio del Altar, gracias al cual "podemos entrar en contacto, de un modo misterioso pero real, con la Persona de Cristo, acudiendo a la fuente inagotable de su vida de Resucitado". (Cf. San Juan Pablo II, homilía en la Misa de Clausura de la XV Jornada Mundial de la Juventud, en el Jubileo del Año Santo 2000, 20/08/00).


 
Primera lectura: Prov. 9, 1-6

La Sabiduría que edifica una casa de siete columnas, que prepara la Mesa y que ofrece a los humildes el pan y el vino, es el mismo Cristo que fundó la Iglesia, que la enriquece con la gracia de los siete sacramentos, y que se inmola en el Altar para darnos su Carne y su Sangre como Alimento.

Segunda lectura: Ef. 5, 15-20

El Apóstol nos invita a aprovechar el tiempo presente, don de salvación, y a vivir en alabanzas a Dios.

Evangelio: Jn. 6, 51-58

"Muchas palabras resuenan en vosotros, pero sólo Cristo tiene palabras que resisten al paso del tiempo y permanecen para la eternidad". (Cf. Ídem supra).

O bien:

"¿Cómo puede darnos a comer su Carne?".

Es lo que también hoy se preguntan quienes no creen en la Eucaristía. Ahora bien, los que creemos, ¿tratamos a la Hostia y al Vino consagrados como la misma Persona de Cristo que son? Que la siguiente página evangélica nos ayude a reflexionar sobre eso.


Oración de los fieles

I (Formulario inspirado en fragmentos de la arriba citada homilía de san Juan Pablo II, en la Misa de Clausura de la XV Jornada Mundial de la Juventud, en el Jubileo del Año Santo 2000, 20/08/00).

Hermanos, para que todos los miembros de la Iglesia seamos en el mundo testigos fervorosos de la Presencia  real de Cristo en los altares, acudamos al Padre que nos provee del Alimento espiritual y del material.

R. Padre, danos el Pan de Vida.

-Que la Eucaristía asegure en la Iglesia la presencia de fuerzas nuevas y generosas para la gran tarea de la nueva  evangelización. R.
 
-Que la Eucaristía oriente las opciones de vida de los gobernantes. R.

-Que la Eucaristía modele la vida de todas las familias. R.

-Que la Eucaristía, celebrada y vivida, fructifique en un nuevo florecer de vocaciones a la vida religiosa. R.

-Que la Eucaristía, Presencia viva y real del Amor trinitario de Dios, inspire en la sociedad de hoy ideales de solidaridad. R.

-Que la Eucaristía suscite en nosotros la alegría plenamente consciente de vivir en comunión con los hermanos dispersos por todos los rincones del Planeta. R.

O bien:

II

R. Danos el Pan de cada día, que es Jesús

-Porque solo en Jesucristo, Hostia Santa, la Iglesia encuentra refugio, consuelo y fortaleza, te suplicamos...R.

-Porque alimentados de Él, unidos a nuestros sacerdotes y obispos, y en comunión con el Santo Padre, queremos ser una Comunidad incesante en la oración, intrépida en la evangelización e incondicional en la práctica de la caridad, te rogamos...R.

-Porque son muchos los lobos que rondan el rebaño, y a veces, nosotros mismos somos lobos que necesitamos ser amansados, te imploramos...R.

-Porque "el mundo no puede verse privado de la dulce y liberadora presencia de Jesús Vivo en la Eucaristía", te pedimos...R. (Cf. Ídem supra).

-Porque sabemos que nunca estamos más cerca de Ti que cuando celebramos la Santa Misa, te clamamos...R.

A continuación, se propone como oración conclusiva de las preces una colecta alternativa a la de este domingo, tomada de la edición italiana del Misal Romano y traducida al castellano. Se reemplaza la conclusión trinitaria larga, propia de toda colecta, por la breve, típica de las demás oraciones litúrgicas:

"Oh, Dios de la vida, que en este día santo del domingo, nos haces tus amigos y comensales, protege a tu Iglesia que canta en el tiempo la feliz esperanza de la resurrección final, y danos la esperanza de participar en el Banquete festivo de tu Reino. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén".


Ofertorio

Como numerosos granos de espigas constituyen el pan, y varias uvas de racimos, el vino, así nosotros, unidos a Cristo y alimentándonos de Él, constituimos el único Cuerpo de la Iglesia. Gran misterio es este, y el pan y el vino, por voluntad divina, son imprescindibles para que se lleve a cabo.

Es oportuno emplear el Prefacio de la Santísima Eucaristía III: ("Jesús, Viático para la Pascua eterna"), a la luz de las lecturas de hoy. Ha sido incorporado en los Misales por algunas Conferencias Episcopales, que aclaran que se puede emplear en la Misa en que la Eucaristía se dé como Viático y "cuando las circunstancias lo aconsejen y no corresponda un Prefacio más propio".


Comunión

"La Eucaristía es el Sacramento de la presencia de Cristo que se nos da porque nos ama. Él nos ama a cada uno de nosotros de un modo personal y único en la vida concreta de cada día". (Ídem supra).

O bien: 
 
"Celebrar la Eucaristía comiendo la Carne y bebiendo la Sangre de Cristo, significa aceptar la lógica de la cruz y del servicio . Es decir, significa ofrecer la propia disponibilidad para sacrificarse por los otros, como hizo Él". (Ídem supra).

O bien: 

"Dios mío, ayúdame; prepárame. Tú eres todo; yo soy nada. Y sin embargo, tu amor quiere que yo sea mucho. ¡Ánimo! Con tu todo y con mi nada haremos mucho". (Beato Óscar Arnulfo Romero, obispo y mártir salvadoreño).

Cada una de las tres moniciones precedentes se concluye así:

Iluminados por estas palabras (si se optó por la tercera, se especifica: del beato Arnulfo Romero, mártir de El Salvador), recibamos en nuestro corazón a Aquel que es todo para nosotros.

O bien, se propone esta cuarta opción:
 
Ha llegado el momento sagrado de comulgar:
 
"Roguemos a la Santísima Virgen que nos ayude a alimentarnos siempre con fe del Pan de Vida eterna, para experimentar ya en la Tierra la gloria del Cielo". (Cf. S.S. Benedicto XVI, Ángelus, 16/08/09).


Despedida

"Vivamos la Eucaristía dando testimonio del amor de Dios a los hombres". (Cf. San Juan Pablo II, homilía en la Misa de Clausura de la XV Jornada Mundial de la Juventud, en el Jubileo del Año Santo 2000, 20/08/00).

O bien:

Reanimados por estos Santos Misterios, pidamos a Dios ser cada día más audaces testigos de su amor.


10 de agosto de 2015, fiesta de San Lorenzo, diácono y mártir. Entrada dedicada a él.

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