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lunes, 31 de agosto de 2015

Guion: Domingo XXIII del Tiempo Ordinario






Formulario de Misa: aquí.


Ciclo B


Introducción (lo que está entre paréntesis, por razones de brevedad, puede omitirse)

Queridos hermanos, la liturgia de hoy pondrá a nuestra consideración el milagro divino de la curación de un sordomudo.
 
(Pero "no sólo existe la sordera física, que en gran medida aparta al hombre de la vida social. Existe un defecto de oído con respecto a Dios, y lo sufrimos especialmente en nuestro tiempo. Nosotros, simplemente, ya no logramos escucharlo; son demasiadas las frecuencias diversas que ocupan nuestros oídos. Lo que se dice de Él nos parece precientífico; ya no parece adecuado a nuestro tiempo. Con el defecto de oído, o incluso la sordera, con respecto a Dios, naturalmente perdemos
también nuestra capacidad de hablarcon Él o a Él).

"El Evangelio (de este domingo) nos invita a caer en la cuenta de que tenemos un defecto en nuestra capacidad de percepción, una carencia que al principio no reconocemos como tal, porque precisamente todo lo demás se nos impone con su urgencia y racionalidad; porque, aunque ya no tengamos oídos para escuchar a Dios ni ojos para verlo, aunque vivamos sin Él, aparentemente todo se desarrolla de un modo normal. Pero, ¿es verdad que todo se desarrolla de un modo normal cuando Dios falta en nuestra vida y en nuestro mundo". (S.S. Benedicto XVI, homilía en Munich, 10/09/06).

Por eso estamos hoy aquí: para curarnos de la sordera espiritual al escuchar su Palabra, y también de la mudez del testimonio, al comulgar su Cuerpo y su Sangre.

O bien:

"Tú eres justo, Señor, y tus juicios son rectos; trátame conforme a tu bondad" (Sal. 118, 137. 124).

Con estas palabras del salmista, se abre la liturgia de este domingo XXIII del Tiempo Ordinario. El Señor que es justo, y cuyos juicios son rectos, siempre nos trata, efectivamente, conforme a su bondad, pero nunca más que durante la actualización del Sacrificio redentor de Cristo que tiene lugar en cada Misa. Aquí Dios Hijo ofrece su Sangre a Dios Padre y nos reconcilia con Él. Ante este Acto de culto y alabanza se estremecen los abismos, se postran en adoración los Cielos, y nosotros, peregrinos, damos gracias e imploramos perdón.


Liturgia de la Palabra

Primera lectura: Is. 35, 4-7a

La 'venganza de Dios' de la que habla la siguiente profecía de Isaías, es la Cruz, el 'no' a la violencia, el amor hasta el extremo". (S. S. Benedicto XVI: ut supra).

O bien:

La promesa del salvación y del consuelo de Dios se dirige a los desalentados, pobres y enfermos de ayer, de hoy y de siempre.

Segunda lectura: Sant. 2, 1-7
 
"El amor al prójimo, que es en primer lugar preocupación por la justicia, es el metro para medir la fe y el amor a Dios". (S. S. Benedicto XVI: ut supra).

Evangelio: Mc. 7, 31-37

"¡Effetá!, ¡ábrete!" (Mc 7, 34). Esta palabra, pronunciada por Jesús en la curación del sordomudo, resuena hoy para nosotros; es una palabra sugestiva, de gran intensidad simbólica, que nos llama a abrirnos a la escucha y al testimonio. (Cf. San Juan Pablo II, homilía, 10/08/00, en el Jubileo de los universitarios).

O bien:

"Cristo abre al hombre al conocimiento de Dios y de sí mismo. Lo abre a la verdad, porque Él es la Verdad (cf. Jn 14, 6), tocándolo interiormente y curando así "desde dentro" todas sus facultades". (Ídem).

O bien: 
 
El gesto bíblico de la imposición de las manos llega a su plenitud en Jesús, el Mesías de las Escrituras, que lo transmite a quienes participan de su Sacerdocio ministerial. Dicho gesto es signo de la acción de Dios, que a unos elige y consagra, a otros bendice y sana, y a todos purifica y perdona.
  

Oración de los fieles

Expresemos nuestra confianza en el Padre que está en el Cielo:

R. Pidámoslo por Cristo, "que todo lo hizo bien". (Cf. Mc. 7, 37).

-Pidamos la paz y la unidad para la Santa Iglesia Católica. R.

-Pidamos la salud y la sabiduría para nuestro Papa N. R.

-Pidamos la perseverancia y la santidad para nuestros sacerdotes. R.

-Pidamos la la fe y la esperanza para los que están desalentados. R.

-Pidamos la salud y la alegría espiritual para los que están enfermos. R.

-Pidamos la liberación y la digna reinserción social para los que están privados de su libertad. R.

-Pidamos el apoyo de la comunidad cristiana a los que menos tienen y la promoción de los marginados. R.

-Pidamos el perdón total y la eterna glorificación de las Almas del Purgatorio. R.

O bien:

Las siguientes preces, con las necesarias adaptaciones, corresponden a la Santa Misa con el rito de beatificaciones, presidida por san Juan Pablo II el 3 de septiembre del Año Jubilar 2000, en la Plaza de San Pedro:

Queridos hermanos y hermanas, Dios, por medio de su Hijo amado, no cesa de conceder dones a la Iglesia. El Espíritu Santo introduce en la verdad plena a todos los creyentes. Convencidos de este gran misterio y confiando en la intercesión de los bienaventurados, presentemos al Padre de todos los dones nuestra plegaria y súplica por nuestras necesidades y las del mundo entero:

R. Que venga a nosotros tu Reino

-Que la Iglesia Santa, y a la vez siempre necesitada de purificación, prosiga su peregrinación entre las persecuciones del mundo y las consolaciones de Dios, trabajando más en la penitencia que en la renovación. R.


-Que todas las Iglesias de Oriente y la de Occidente, intercambien sus propios dones, fortaleciéndose y trabajando armoniosamente en orden a la meta de la plena unidad. R.

-Que los creyentes reconozcamos a Cristo sufriente en los oprimidos por la pobreza, la debilidad y la enfermedad, y en quienes son perseguidos a causa de la justicia. R.

-Que todos los que creen en Cristo sean fieles testigos de la Resurrección del Señor y que juntos, cada cual desde su lugar en la sociedad, alimente el mundo con frutos espirituales, viviendo y haciendo vivir el ideal de las bienaventuranzas. R.


-Que el Espíritu Santo nos haga cada vez más semejantes a Cristo, con una fidelidad que no se limite a las palabras sino que beba en la fuente del amor y la plena confianza en el Salvador, lleno de bondad. R.


-Que todas las familias de los pueblos vivan en paz y concordia, sabiduría e inteligencia, con prudente consejo y fortaleza, con conocimiento y temor, equidad y justicia, y que por intercesión de la Virgen María, Madre de Dios y Madre del hombre, reconozcan como único Pueblo de Dios la gloria de la Santísima e Indivisa Trinidad. R.


-Que esta asamblea y la de todos aquellos a los que hoy el Espíritu Santo congrega para la celebración de la Eucaristía, hagan propias las alegrías y esperanzas, tristezas e inquietudes de los hombres, especialmente de aquellos que sufren, y que todos nos sintamos real y profundamente solidarios con el género humano y su historia. R.

Oración conclusiva 

"Guarda, oh, Padre, al pueblo cristiano reunido en el día memorial de la Pascua, y haz que la alabanza de nuestros labios resuene en lo profundo del corazón; que tu Palabra, sembrada en nosotros, santifique y renueve toda nuestra vida. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén"

O bien:

Las siguientes preces, con las necesarias adaptaciones, se proclamaron en la Misa, presidida por el Papa Francisco en Papúa Nueva Guinea, el 8 de septiembre de 2024:

Hermanos, con la confianza filial que el Espíritu Santo suscita en nuestros corazones, elevemos la plegaria común a Dios, Padre misericordioso:

R. Señor, escucha nuestra oración 

-Por el Papa N y por los demás obispos y sacerdotes, para que hermanados por la fuerza de la fe, anuncien el Evangelio a toda criatura, para difundir en el mundo la luz de la esperanza. R.

-Por los líderes de las naciones, para que solícitos por el bien de aquellos que les han sido confiados, empleen las inmensas energías de la creación para socorrer a quienes están oprimidos por la miseria. R.

-Por todos los pueblos de la Tierra, para que inspirados por pensamientos y proyectos de paz, no abandonen los caminos de la justicia y encuentren aliados leales y constructivos. R.

-Por los enfermos y los marginados, para que tocados por el poder sanador de Cristo, encuentren entre los hermanos, el consuelo a su dolor, a fin de ser testigos de las maravillas obradas por el Señor. R.

-Por las familias, y, en particular, por los jóvenes, para que sostenidos por nuestra oración, sean abiertos a la vida y al servicio del prójimo, para manifestar en toda circunstancia, la alegría del Señor. R.

-Por los habitantes de esta tierra, que atentos a la voz del Señor, crezcan en el respeto y en la comprensión recíproca, trabajando juntos por el bien de la entera familia humana. R.

Oración conclusiva 

"Acoge, Padre, la oración de tu pueblo, y por intercesión de la Bienaventurada Virgen María, danos la sabiduría para reconocer los signos de los tiempos. Por Jesucristo, nuestro Señor".


A continuación, se propone como oración conclusiva de las preces una colecta alternativa a la de este domingo, tomada de la edición italiana del Misal Romano y traducida al castellano. Se reemplaza la conclusión trinitaria larga, propia de toda colecta, por la breve, típica de las demás oraciones litúrgicas:


Oración conclusiva

"Dios Omnipotente y misericordioso, que tu gracia descienda sobre tus fieles y los haga servirte con alegre dignidad. Concédenos, con la fuerza del Espíritu, caminar resueltamente y sin temor hacia el cumplimiento de tus promesas. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén".

A continuación, se propone como oración conclusiva de las preces una colecta alternativa a la de este domingo, tomada de la edición italiana del Misal Romano y traducida al castellano. Se reemplaza la conclusión trinitaria larga, propia de toda colecta, por la breve, típica de las demás oraciones litúrgicas:

"Oh, Padre, que has elegido a los pequeños y a los pobres, para hacerlos fecundos en la fe y herederos de tu Reino; ayúdanos a dirigir tu Palabra de coraje a los hermanos de corazón obstinado; que se suelten sus lenguas, y que tanta humanidad enferma, incapaz hasta de implorarte, cante con nosotros tus maravillas. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén."


Ofertorio

Benditos sean los dones de pan y el vino que el Señor escogió para cumplir su promesa de permanecer siempre con nosotros hasta el final de los tiempos. 
 
 
Prefacio
 
"En el clima festivo de esta celebración estamos invitados, ante todo, a compartir el asombro y la alabanza de cuantos asistieron al milagro narrado en el texto evangélico que acabamos de escuchar" y de todos los que hemos sentido en nuestras vidas la paternal intervención divina. (Cf. San Juan Pablo II, homilía, 10/08/00, en el Jubileo de los universitarios).
 

Comunión

Jesús, el mismo Dios que hizo "oír a los sordos y hablar a los mudos", hoy nos hace pregustar los gozos eternos del Cielo en el Sacramento de su Cuerpo y de su Sangre. Demos gracias por este Don supremo de su incomparable amor.


Despedida
 
Proclamemos en voz alta y sin medios términos a aquel Dios que opuso su sufrimiento a la violencia, que ante el mal y su poder eleva su misericordia como límite y superación. A Él dirigimos nuestra súplica, para que esté en medio de nosotros y nos ayude a ser sus testigos creíbles".  (S. S. Benedicto XVI: ut supra).
 
O bien:


Hemos encontrado a Dios en su Palabra y en su Santísimo Sacramento. Vayamos a anunciar a los desalentados que también ellos, y de modo privilegiado, tienen un lugar en el Corazón del Señor.


31 de agosto de 2015, conmemoración de san Ramón Nonato. Entrada dedicada a él.
(Última actualización de la entrada: 14/05/22).

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