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sábado, 22 de agosto de 2015

Misas de la Virgen XXXVIII (Tiempo Ordinario XX): "La Virgen María, Madre y Reina de la unidad"






Misal: Textos bíblicos y eucológicos (en negro); rúbricas: rojo.
Guion: marrón.
Comentario del blog: azul.
 

El ejemplo de Cristo orando al Padre «para que todos sean uno» (Evangelio 2, Jn 17,21) apremia a todos sus discípulos para que también ellos rueguen fervorosamente por la unidad de los cristianos.
La Iglesia Católica, inflamada en el celo por la unidad de los cristianos, e incluso de todos los hombres, suplica a Dios, por intercesión de la Virgen María, que «todos los pueblos» se reúnan «en un mismo pueblo de la nueva Alianza» (Oración colecta). Porque la Iglesia está persuadida de que la causa de la unidad de los cristianos atañe a la función de maternidad espiritual de Santa María Virgen (cf. León XIII, Carta encíclica Adiutricem populi: AAS 28 [1895-1896], p. 135). De ahí que el beato  Pablo VI, más de una vez, dio a la Santísima Virgen el apelativo de «Madre de la unidad» (cf. Insegnamenti di Paolo VI, 111, p. 69).
El formulario de esta Misa celebra en primer lugar a Dios, «fuente de la unidad y origen de la concordia» (cf. Oración colecta); luego recuerda al Mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo (cf. 1ª Lectura [o bien], 1Tm 2,5), el cual, la víspera de su Pasión, rogó al Padre por los discípulos para que fueran completamente uno (cf. Evangelio 2, Jn 17,20-26); Y también conmemora a la Santísima Virgen, que, en determinados acontecimientos de la salvación relacionados con el «misterio de la unidad», tuvo un papel destacado:
- en el misterio de la Encarnación, cuando en su «seno virginal» el Verbo de Dios «se unió íntimamente a la condición humana» (Oración sobre las ofrendas);
- en su Maternidad virginal, cuando el Hijo de Dios «eligió para Sí una Madre incorrupta de alma y de cuerpo» (Prefacio), que fuera imagen de la Esposa Iglesia una e indivisa (cf. Prefacio);
- en la Pasión de Cristo, cuando Jesús, «elevado sobre la tierra, en presencia de la Virgen Madre, / congregó en la unidad» a los hijos de Dios «dispersos» (Prefacio);
- en la efusión del Espíritu Santo, cuando Jesús, después de volver al Padre, «envió sobre la Virgen María, / en oración con los apóstoles, / el Espíritu de la concordia y de la unidad, / de la paz y del perdón» (Prefacio; cf. Antífona de entrada 2).


Introducción


"Alégrate, Virgen María, porque en ti serán congregados todos los pueblos" (Cf. Antífona de la salmodia de Laudes, en la Liturgia Horarum. Se reemplazó el sustantivo propio topográfico "Jerusalén" por "Virgen María" ).

En el dulce regazo de la Madre de Dios, Reina de la unidad, nos reunimos los que hemos sido redimidos por la Sangre que Cristo derramó en su único Sacrificio, que a continuación, volveremos a ofrecer en el sagrado Altar.


Antífona de entrada Cf. Tb 13, 13

Saldrás con júbilo al encuentro de los hijos de Dios, Virgen María, porque todos se reunirán para bendecir al Señor del mundo.

O bien: Cf. Hch 1, 14

Los discípulos se dedicaban a la oración en común, junto con María, la madre de Jesús.


Oración colecta

Señor, Padre santo, fuente de la unidad y origen de la concordia, por intercesión de la Virgen María, madre de los hombres, haz que todos los pueblos nos reunamos en un mismo pueblo de la Nueva Alianza. Por nuestro Señor Jesucristo.


Liturgia de la Palabra

Primera lectura

Entonces os congregaré

Lectura de la profecía de Sofonías 3, 14-20

Al son de los latidos del Inmaculado Corazón de María, la Hija de Sion, que llevó en su seno al verdadero Rey de Israel, se realiza la unidad de todos los hombres.

Regocíjate, hija de Sión;
grita de júbilo, Israel;
alégrate y gózate de todo corazón, Jerusalén.
El Señor ha cancelado tu condena,
ha expulsado a tus enemigos.
El Señor será el rey de Israel,
en medio de ti, y ya no temerás.
Aquel día dirán a Jerusalén:
«No temas, Sión,
no desfallezcan tus manos.
El Señor, tu Dios, en medio de ti,
es un guerrero que salva.
Él se goza y se complace en ti,
te ama y se alegra con júbilo
como en día de fiesta.»
Apartaré de ti la amenaza,
el oprobio que pesa sobre ti.
Entonces destruiré a tus enemigos,
salvaré a los inválidos,
reuniré a los dispersos;
les daré fama y renombre en la tierra,
donde ahora los desprecian.
Entonces os traeré
cuando os haya congregado.
Os haré renombrados y famosos
entre los pueblos de la tierra
cuando cambie vuestra suerte ante sus ojos.
Oráculo del Señor.

Palabra de Dios.

O bien:

Uno solo es el mediador entre Dios y los hombres, el hombre Cristo Jesús

Lectura de la primera carta del Apóstol San Pablo a Timoteo 2, 1-8

En Jesucristo, el Enviado del Padre, reconocemos al único Mediador entre Dios y los hombres. En dicha mediación se funda y adquiere su razón de ser la intercesión de la Santísima Virgen María y de los demás santos.

Queridos hermano:
Dios es uno, y uno solo es el mediador entre Dios y los hombres, el hombre Cristo Jesús, que se entregó en rescate por todos: éste es el testimonio en el tiempo apropiado: para él estoy puesto como anunciador y apóstol –digo la verdad, no miento–, maestro de los paganos en fe y verdad.
Encargo a los hombres que recen en cualquier lugar alzando las manos limpias de ira y divisiones.

Palabra de Dios


Salmo responsorial Jr 31, 10. 11-12ab. 13-14 (R.: cf. 10c)

R. Reúne, Señor, a tu pueblo disperso.

Escuchad, pueblos, la palabra del Señor,
anunciadla en las islas remotas:
«El que dispersó a Israel lo reunirá,
lo guardará como pastor a su rebaño.» R.

Porque el Señor redimió a Jacob,
lo rescató de una mano más fuerte.
Vendrán con aclamaciones a la altura de Sión,
afluirán hacia los bienes del Señor. R.

Entonces se alegrará la doncella en la danza,
gozarán los jóvenes y los viejos;
convertiré su tristeza en gozo,
los alegraré y aliviaré sus penas;
alimentaré a los sacerdotes con enjundia,
y mi pueblo se saciará de mis bienes. R.

Aleluya

Que tu Iglesia, Señor, esparcida por la tierra, sea congregada en la unidad de tu reino; porque tuya es la gloria, tuyo el poder, por Jesucristo, por siempre.

Evangelio

Gracias a la Muerte redentora de Cristo es realista esperar en la plena unidad de la familia humana y trabajar sin desfallecer por ella.

Para reunir a los hijos de Dios dispersos

+ Lectura del santo evangelio según san Juan 11, 45-57

En aquel tiempo, muchos judíos que habían venido a casa de María, al ver lo que había hecho Jesús, creyeron en él.
Pero algunos acudieron a los fariseos y les contaron lo que había hecho Jesús.
Los sumos sacerdotes y los fariseos convocaron el Sanedrín y dijeron:
– «¿Qué hacemos? Este hombre hace muchos signos. Si lo dejamos seguir, todos creerán en él, y vendrán los romanos y nos destruirán el lugar santo y la nación.»
Uno de ellos, Caifás, que era sumo sacerdote aquel año, les dijo:
– «Vosotros no entendéis ni palabra; no comprendéis que os conviene que uno muera por el pueblo, y que no perezca la nación entera.»
Esto no lo dijo por propio impulso, sino que, por ser sumo sacerdote aquel año, habló proféticamente, anunciando que Jesús iba a morir por la nación; y no sólo por la nación, sino también para reunir a los hijos de Dios dispersos.

Palabra del Señor.

O bien:

"Que todos sean uno". Es el anhelo; más aun, la seria exhortación del Señor Jesucristo en el memorable discurso de su Última Cena. 

Que sean completamente uno

+ Lectura del santo evangelio según san Juan 17, 20-26

En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos al cielo, oró, diciendo:
– «Padre santo, no sólo por ellos ruego, sino también por los que crean en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno, como tú, Padre, en mí, y yo en ti, que ellos también lo sean en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado.
También les di a ellos la gloria que me diste, para que sean uno, como nosotros somos uno; yo en ellos, y tú en mí, para que sean completamente uno, de modo que el mundo sepa que tú me has enviado y los has amado como me has amado a mí.
Padre, éste es mi deseo: que los que me confiaste estén conmigo donde yo estoy y contemplen mi gloria, la que me diste, porque me amabas, antes de la fundación del mundo.
Padre justo, si el mundo no te ha conocido, yo te he conocido, y éstos han conocido que tú me enviaste. Les he dado a conocer y les daré a conocer tu nombre, para que el amor que me tenías esté con ellos, como también yo estoy con ellos.»

Palabra del Señor.


Oración de los fieles

R. Por María, Reina de la unidad, haz de nosotros un solo pueblo.

-La Iglesia, Sacramento de Cristo, está llamada a hacer realidad ya desde aquí en la Tierra, el anhelo de Jesús de que todos seamos uno, por eso te pedimos...R.

-El Romano Pontífice N, Vicario de Cristo, es cabeza visible y garantía de la unidad de la verdadera  Iglesia de Dios; en comunión con él te pedimos...R.

-Los creyentes estamos llamados a trabajar por la unidad de todos los cristianos en la misma fe, y bajo el cayado de Cristo, el único Pastor; por eso, te pedimos...R.

-Los conflictos entre países son fruto del egoísmo de quienes se empeñan en imponer sus propias pretensiones; para que depongan los intereses personales, te pedimos. R.

-La Iglesia que fundó Jesucristo está conformada por quienes peregrinamos en la Tierra, por las Almas del Purgatorio y por los Bienaventurados del Cielo; en esta comunión de los santos, te pedimos...R.


Ofertorio

Con los dones que presentamos a continuación, prepararemos la Mesa santa del Sacrificio de la unidad. La Virgen María nos conceda espíritu de compromiso para trabajar por erradicar toda división de la gran Familia humana.


Oración sobre las ofrendas

Al venerar la memoria de santa María virgen, en cuyo seno virginal la naturaleza divina se unió íntimamente a la condición humana, te pedimos, Señor, que esta ofrenda sea para nosotros sacramento de tu amor, signo de unidad y vínculo de caridad. Por Jesucristo, nuestro Señor.


Prefacio

El siguiente Prefacio está enriquecido con tópicos que son una ardiente profesión de fe en principales las verdades católicas: la integridad de la fe fundada en Cristo, la Inmaculada Concepción y la gloriosa Asunción de la Santísima Virgen, la unidad y universalidad de la Iglesia, la voluntaria Crucifixión del Señor y la ofrenda que en esa Hora suprema Él hizo de su Madre a los fieles, congregándolos en la unidad; la admirable Ascensión y la Venida del Espíritu Santo, antesala de la plena unidad de la familia humana.

La función de la Virgen María en la unidad de la Iglesia

V. El Señor esté con vosotros.
R. Y con tu espíritu.
V. Levantemos el corazón.
R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
R. Es justo y necesario.

En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias
siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo,
Dios todopoderoso y eterno,
por Cristo, Señor nuestro.

Porque él, autor de la fe íntegra y amante de la unidad,
eligió para sí una Madre incorrupta de alma y de cuerpo
y quiso como Esposa a la Iglesia una e indivisa.

Elevado sobre la tierra, en presencia de la Virgen Madre,
congregó en la unidad a tus hijos dispersos,
uniéndolos a sí mismo con los vínculos del amor.

Vuelto a ti y sentado a tu derecha,
envió sobre la Virgen María,
en oración con los apóstoles,
el Espíritu de la concordia y de la unidad,
de la paz y del perdón.

Por eso,
con los ángeles y los santos
te cantamos el himno de alabanza
diciendo sin cesar:

Santo, Santo, Santo.


Comunión

En el Altar se ha hecho presente Jesucristo, Hijo de María y Pan de la unidad. Alimentémonos todos de Él, para ser uno en Él. Esa es su santa voluntad.


Antífona de comunión Cf. 1 Co 10, 17

El pan es uno, y así nosotros, aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo, porque comemos todos del mismo pan y bebemos del mismo cáliz.


Oración después de la comunión

Por los santos misterios que hemos recibido, Señor, en esta memoria de santa María, Madre de la unidad, infúndenos tu Espíritu de paz y de mansedumbre, para que, actuando siempre con ánimo concorde, hagamos más próxima la venida de tu reino. Por Jesucristo, nuestro Señor.


Despedida

Hermanos, los Misterios de los que hemos participado, robustecen nuestra comunión con la Iglesia, desde cuyo seno, fieles a la exhortación del Señor, somos enviados a comprometernos en la gran tarea de la unidad de todos los hombres.


22 de agosto de 2015, memoria litúrgica de la Santísima Virgen María, Reina del universo. Entrada dedicada a ella.


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