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miércoles, 6 de enero de 2016

Bendición de los que van a emprender un viaje



Texto comentado

Bendicional: en negro; (oración de bendición: negrita cursiva).
(Se conservan los números de secciones y parágrafos tal y como se hallan en el Bendicional: negrita. También en negrita me permito realzar algunas cuestiones litúrgicas del texto del Bendicional, incisos que, a mi criterio, merecen especial consideración).
Comentarios del blog: azul.
 
El capítulo VIII del Bendicional, con el que concluye la Primera parte, que trata sobre las "bendiciones que se refieren a las personas", ofrece la siguiente bendición, que, con algunos comentarios, me es grato compartir con ustedes, evocando a los Magos de Oriente, santos viajeros tras la estrella que los conduciría al Rey de Reyes.



BENDICIÓN DE LOS QUE VAN A EMPRENDER UN VIAJE

El siguiente parágrafo especifica a quiénes está dirigido este rito:

489. Existe la venerable costumbre, recordada varias veces en la misma Escritura, según la cual los que van a emprender un viaje imploran la ayuda del Señor. El presente rito de bendición ofrece un modelo de oración encaminado a conservar esta piadosa costumbre. Este rito puede utilizarse asimismo en el caso de los emigrantes que marchan de su patria u hogar, aunque sólo sea temporalmente, por motivos de trabajo, o se dirigen a otro lugar de estancia, por ejemplo, con ocasión de las vacaciones.

490. El ministro de esta bendición puede ser el sacerdote, el diácono, o también el laico; todos ellos, respetando la estructura del rito y sus principales elementos, adaptarán la celebración a las circunstancias de los que han de viajar y del lugar.

Afirmaciones como la que transmite la última oración de este parágrafo, que he remarcado en negrita, abundan en este y en otros libros litúrgicos, y desafortunadamente, suelen dar pie a no pocas transgresiones de las normas vigentes en materia de liturgia. En efecto, una expresión del tipo "adaptarán...según las circunstancias", si no se tiene el conocimiento suficiente de las normas generales de la liturgia y un fino sentido pastoral.

491. Si sólo se ha de bendecir a una persona o a un pequeño grupo, puede emplearse el rito breve que se halla al final de esta bendición, en los núms. 508-511.

I. RITO DE LA BENDICIÓN

RITOS INICIALES

492. Reunida la comunidad, el ministro dice:

En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

Todos se santiguan y responden:

Amén.

493. Luego el ministro, si es sacerdote o diácono, saluda a los presentes, diciendo:

El Señor, que nos visitará como el sol que nace de lo alto, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz, esté con todos vosotros.

El saludo precedente, con las palabras del cántico evangélico Benedictus, del santo profeta Simeón, introduce esta celebración que convertirá en súplica la profecía del venerable anciano.


U otras palabras adecuadas, tomadas preferentemente de la sagrada Escritura.

Todos responden:

Y con tu espíritu.

O de otro modo adecuado.

494.
Si el ministro es laico, saluda a los presentes, diciendo:

El Señor vuelva su rostro hacia nosotros y guíe nuestros pasos por el camino de la paz.
Todos responden:

Amén.

495. El ministro dispone a los presentes a recibir la bendición, con estas palabras u otras semejantes:

Encomendemos al Señor a estos hermanos nuestros que están a punto de partir, para que les conceda un buen viaje y para que ellos, por los caminos de este mundo, alaben a Dios por sus criaturas, experimenten su bondad en la hospitalidad de sus hermanos, pongan de manifiesto ante los hombres la buena nueva de la salvación, se muestren afables con todos; para que sean atentos con los afligidos y necesitados que se crucen en su camino, sepan consolarlos y se esfuercen por ayudarlos.

LECTURA DE LA PALABRA DE DIOS

496. Luego el lector, uno de los presentes o el mismo ministro que preside, lee un texto de la sagrada Escritura.

La Liturgia de la Palabra de cualquier rito de bendición hace a su estructura esencial. Adviértase que pueden proclamarse indistintamente textos del Antiguo o del Nuevo Testamento, y de este último, pueden ser evangélicos o no. Lo habitual es proclamar un texto seguido del canto de determinado salmo adecuado, el cual, a diferencia de lo que ocurre en la Misa, en este rito de bendición sí puede reemplazarse por otro canto adecuado, aunque no sea de origen bíblico.
En las lecturas bíblicas subsiguientes, pongo en negrita aquellos pasajes que iluminan de manera particular el presente rito:

Lc 3, 3-6: Allanad sus senderos

Escuchad ahora, hermanos, las palabras del santo Evangelio según san Lucas

Juan, el Bautista, recorrió toda la comarca del Jordán, predicando un bautismo de conversión para el  perdón de los pecados, como está escrito en el libro de los oráculos del profeta Isaías:
«Una voz grita en el desierto: Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos; elévense los valles, desciendan los montes y colinas; que lo torcido se enderece, lo escabroso se iguale.
Y todos verán la salvación de Dios.»

Palabra del Señor.

497. O bien:

Dt 6, 4-9: Meditarás mis palabras yendo de camino

Escuchad ahora, hermanos, las palabras del libro del Deuteronomio

Escucha, Israel:
El Señor nuestro Dios es solamente uno. Amarás al Señor tu Dios con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas. Las palabras que hoy te digo quedarán en tu memoria; se las repetirás a tus hijos y hablarás de ellas estando en casa y yendo de camino, acostado y levantado; las atarás a tu muñeca como un signo, serán en tu frente una señal; las escribirás en las jambas de tu casa y en tus portales.

Palabra de Dios.

498. Pueden también leerse: Gn 12, 1-9; Gn 28, 10-16; Tob 5, 17-22; Lc 24, 13-35; Jn 14, 1-11

499. Según las circunstancias, se puede decir o cantar un salmo responsorial u otro canto adecuado.

Salmo responsorial Sal 22 (23), 1-3. 4. 5. 6 (R.: 1)

R. El Señor es mi pastor, nada me falta.

El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas;
me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre. R.

Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan. R.

Preparas una mesa ante mí,
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa. R.

Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término. R.

500. O bien:

Sal 24 (25), 5-6. 9-10. 12-13

R. (4) Señor, enséñame tus caminos.

Sal 90 (91), 1-2. 10-11. 12-13. 14-15

R. (cf. 11) Los ángeles del Señor te guarden en tus caminos.

501. El ministro que preside, según las circunstancias, exhorta brevemente a los presentes, explicándoles la lectura bíblica, para que perciban por.la fe el significado de la celebración.

PRECES

502. Si se juzga oportuno, antes de la oración de bendición puede hacerse la plegaria común. Entre las intercesiones que aquí se proponen, el ministro puede seleccionar las que le parezcan más adecuadas o añadir otras más directamente relacionadas con las circunstancias del momento.

Llenos de confianza, invoquemos a Dios, principio y fin de nuestros caminos, diciendo:

R. Protege, Señor, nuestros pasos.

Padre santo, cuyo Hijo único se nos ofreció como el camino para llegar a ti,
— haz que lo sigamos con fidelidad y perseverancia. R.

Tú que siempre y en todo lugar estás cerca de los que te sirven,
— guarda a tus servidores con amor de Padre, para que sientan tu compañía en el camino, ya que esperan ser tus comensales en la patria eterna. R.

Tú que en otro tiempo fuiste guía y camino para el pueblo que peregrinaba en el desierto,
— protégenos ahora que vamos a emprender este camino y haz que, superado todo peligro, regresemos felizmente a nuestro hogar. R.

Tú que hiciste de la hospitalidad ofrecida a los viajeros uno de los signos de la venida de tu reino,
— haz que quienes carecen de domicilio fijo puedan hallar un lugar donde establecerse. R.

La primera de las anteriores súplicas menciona a Cristo, Quien Se definió a Sí mismo como "Camino", y pide que sea siempre Él y no otro el Sendero que transitemos dondequiera que anduviéremos. La segunda se refiere a la "omnipresencia" témporo-espacial" de Dios, la cual se funda justamente en su eternidad, y da por descontado que quienes serán objeto de la bendición, se comportan como "servidores" del Señor ("los que te sirven"). La tercera súplica hace memoria de  la peregrinación del pueblo de las promesas a través del desierto, la mayor travesía del Antiguo Testamento, profecía y anticipo del Nuevo, y de cómo el mismo Dios era para los peregrinos, Camino, Guía y Meta. La súplica final, más general, se refiere a las circunstancias del destino de los viajeros, por lo que también puede involucrar implícitamente a emigrantes, refugiados y al deber cristiano que para con ellos tienen los anfitriones de las distintas regiones.

Sigue la oración de bendición, como más adelante.

503. Cuando no se dicen las preces, antes de la oración de bendición, el ministro, con estas palabras u otras semejantes, implora la ayuda divina, diciendo:

Señor, enséñanos tus caminos.

R. Señor, ten piedad.

Envíanos, Señor, auxilio desde el santuario.

R. Señor, ten piedad.

Sé nuestro refugio, Señor, y nuestro bastión.

R. Señor, ten piedad.

Salva a tus siervos, Señor, que confían en ti.

R. Señor, ten piedad.

Sigue la oración de bendición.

ORACIÓN DE BENDICIÓN

504. El ministro, si es sacerdote o diácono, con las manos extendidas, de lo contrario, con las manos juntas, dice la oración de bendición:

Si él no ha de partir con los demás:

Dios omnipotente y misericordioso, que a los hijos de Israel los hiciste atravesar a pie enjuto el mar Rojo, y a los Magos, que iban a adorar a tu Hijo, les mostraste el camino por medio de una estrella, protege a nuestros hermanos y concédeles un buen viaje, para que, con tu ayuda y compañía, lleguen felizmente al término de su viaje y puedan finalmente arribar al puerto de la salvación eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.

R. Amén.

La mención en este n. 504 del Paso del Mar Rojo y de la peregrinación de los santos Magos, enlaza el Antiguo con el Nuevo Testamentos, entre los que "campea" el único Dios como Camino seguro, Compañero protector y Meta anhelada: ("los hiciste atravesar", "les mostraste el camino", "puerto de la salvación eterna"). 
Igual idea transmite la siguiente bendición (n. 505), aunque con una referencia solo al Antiguo Testamento. Se inplora la asistencia de Dios para antes del viaje, durante el viaje y después de él.

505. O bien, cuando él también parte con los demás:

Dios todopoderoso y eterno, que hiciste salir a Abrahán de su tierra y de la casa de su padre y lo guardaste sano y salvo en los caminos de su peregrinación, protégenos también a nosotros, tus servidores; sé para todos, Señor, apoyo en la preparación del viaje, compañía y solaz durante el camino, y ayuda en las dificultades, para que, guiados por ti,  lleguemos al término de nuestro viaje y regresemos felizmente a nuestro hogar. Por Jesucristo, nuestro Señor.

R. Amén.

CONCLUSIÓN DEL RITO

506. El que preside, si es sacerdote o diácono, concluye el rito, diciendo:

El Señor os (nos) acompañe siempre y, con su beneplácito, dirija amorosamente vuestro (nuestro) camino.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

R. Amén.

Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo + y Espíritu Santo, descienda sobre vosotros.

R. Amén.

507. Si el ministro es laico, implora la bendición del Señor sobre los que han de partir y sobre todos los presentes, y, santiguándose, dice:

Dios todopoderoso nos bendiga y escuche nuestras súplicas en favor vuestro, para que tengáis un feliz viaje.

R. Amén.

II. RITO BREVE

508. El que preside dice:

Nuestro auxilio es el nombre del Señor.

Todos responden:

Que hizo el cielo y la tierra.

509. Uno de los presentes, o el que preside, lee un texto de la sagrada Escritura, por ejemplo:

Tb 4, 19 a: Bendice al Señor Dios en todo momento, y pídele que allane tus caminos y que te dé éxito en tus empresas y proyectos.

Jn 14, 6: Dijo Jesús: «Yo soy el camino, y la verdad, y la vida. Nadie va al Padre, sino por mí.»

510. Luego el que preside dice la oración de bendición:

Dios todopoderoso y eterno, que hiciste salir a Abrahán de su tierra y de la casa de su padre y lo guardaste sano y salvo en los caminos de su peregrinación, protégenos también a nosotros, tus servidores; sé para todos, Señor, apoyo en la preparación del viaje, compañía y solaz durante el camino, y ayuda en las dificultades, para que, guiados por ti, lleguemos al término de nuestro viaje y regresemos felizmente a nuestro hogar. Por Jesucristo, nuestro Señor.

R. Amén.

511. O bien:

Dios nos bendiga con toda clase de bendiciones celestiales y disponga felizmente nuestros caminos, para que, entre las vicisitudes de esta vida, podamos experimentar siempre su divina protección. Por Jesucristo, nuestro Señor.

R. Amén.


6 de enero de 2016, solemnidad de la Epifanía del Señor.
Entrada dedicada a la Sagrada Familia y a los Magos de Oriente.

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