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domingo, 31 de enero de 2016

Ritual de la Sagrada Comunión y el Culto Eucarístico fuera de la Misa IV




A continuación, la última de las cuatro entregas del "Ritual de la Sagrada Comunión y el Culto Eucarístico fuera de la Misa", con comentarios añadidos:


Texto del Documento: en negro. Comentario del blog: en azul. Resaltado del blog: en negrita.


Parte I: aquí.
Parte II: aquí.
Parte III: aquí.



CAPÍTULO III VARIAS FORMAS DE CULTO A LA SANTÍSIMA EUCARISTÍA

79. Se recomienda con empeño la devoción privada y pública a la Santísima Eucaristía, aun fuera de la misa, de acuerdo con las normas establecidas por la autoridad competente, pues el sacrificio eucarístico es la fuente y el punto culminante de toda la vida cristiana. En la organización de tan piadosos y santos ejercicios, ténganse en cuenta los tiempos litúrgicos, de modo que vayan de acuerdo con la sagrada liturgia, en cierto modo se deriven de ella y a ella conduzcan al pueblo. (1)

Esta "sintonía" con la sagrada liturgia es requerida, en realidad, por todo acto piadoso. Si se organiza una adoración del Santísimo con oraciones, lecturas, cánticos y silencio, por ejemplo, en tiempo de Cuaresma, entre esos cánticos no corresponde que haya los que no se condicen con dicho tiempo, como los salmos aleluyáticos, y demás. Si, para poner otro ejemplo, se organiza una adoración del Santísimo un viernes 6 de agosto, durante la cual se prevé el rezo del Santo Rosario -lo cual está permitido por las normas litúrgicas-, conviene, pues, que se mediten no los mysteria doloris (misterios dolorosos) propios de los viernes, sino los mysteria lucis (misterios luminosos), puesto que ese día 6 de agosto se celebra la Transfiguración del Señor, que es el cuarto de los misterios de luz (Cf. Directorio sobre la piedad popular y la liturgia, 200).

80. Los fieles, cuando veneran a Cristo presente en el Sacramento, recuerdan que esta presencia proviene del Sacrificio y se ordena al mismo tiempo a la comunión sacramental y espiritual. (La adoración de Cristo llega a su plenitud cuando el fiel participa en la Santa Misa y comulga sacramentalmente el Cuerpo del Señor). Así, pues, la piedad que impulsa a los fieles a adorar a la santa Eucaristía los lleva a participar más plenamente en el misterio pascual y a responder con agradecimiento al don de aquel que por medio de su humanidad infunde continuamente la vida en los miembros de su Cuerpo. Permaneciendo ante Cristo, el Señor, disfrutan de su trato íntimo, le abren su corazón por sí mismos y por todos los suyos y ruegan por la paz y la salvación del mundo. Ofreciendo con Cristo toda su vida al Padre en el Espíritu Santo sacan de este trato admirable un aumento de su fe, su esperanza y su caridad. Así fomentan las disposiciones debidas que les permiten celebrar con la devoción conveniente el memorial del Señor y recibir frecuentemente el pan que nos ha dado el Padre. Traten, pues, los fieles de venerar a Cristo en el Sacramento de acuerdo con su propio modo de vida. Y los pastores en este punto vayan delante con su ejemplo y exhórtenlos con sus palabras. (2)

81. Acuérdense, finalmente, de prolongar por medio de la oración ante Cristo, el Señor, presente en el Sacramento, la unión con él conseguida en la comunión y renovar la alianza que los impulsa a mantener en sus obras, costumbres y en su vida lo que han recibido en la celebración eucarística por la fe y el Sacramento. Procurarán, pues, que su vida transcurra con alegría en la fortaleza de este alimento del cielo, participando en la muerte y resurrección de Señor. Así, cada uno procure hacer buenas obras, agradar a Dios, trabajando por impregnar al mundo del espíritu cristiano y también proponiéndose llegar a ser testigo de Cristo en todo momento en medio de la sociedad humana. (3)

1. LA EXPOSICIÓN DE LA SANTÍSIMA EUCARISTÍA OBSERVACIONES PREVIAS

I. RELACIONES ENTRE LA EXPOSICIÓN Y LA MISA

82. La exposición de la Santísima Eucaristía, sea en el copón, sea en la custodia, lleva a los fieles a reconocer en ella la maravillosa presencia de Cristo y les invita a la unión de corazón con él, que culmina en la comunión sacramental. Así promueve adecuadamente el culto en espíritu y en verdad que le es debido. Hay que procurar que en tales exposiciones el culto del Santísimo Sacramento manifieste, aun en los signos externos, su relación con la misa. En el ornato y en el modo de la exposición evítese cuidadosamente lo que pueda oscurecer el deseo de Cristo, que instituyó la Eucaristía ante todo para que fuera nuestro alimento, nuestro consuelo y nuestro remedio. (4)

"Deseo de Cristo". El complemento gramatical determinativo "de Cristo" no es un genitivo subjetivo, que se referiría a "lo que Cristo desea"; es un genitivo objetivo, en el sentido de que no debe oscurecerse en los fieles, sino fomentarse aun más el deseo que ellos han de tener de recibir el Alimento celestial.

 83. Se prohíbe la celebración de la misa durante el tiempo en que está expuesto el Santísimo Sacramento en la misma nave de la iglesia u oratorio. Pues, aparte de las razones propuestas en el número 6, la celebración del misterio eucarístico incluye de una manera más perfecta aquella comunión interna a la que se pretende llevar a los fieles con la exposición. Si la exposición del Santísimo Sacramento se prolonga durante uno o varios días, debe interrumpirse durante la celebración de la misa, a no ser que se celebre en una capilla o espacio separado del lugar de la exposición y permanezcan en adoración por lo menos algunos fieles. (5)

II. NORMAS QUE SE HAN DE OBSERVAR EN LA EXPOSICIÓN

84. Ante el Santísimo Sacramento, ya reservado en el sagrario, ya expuesto para la adoración pública, sólo se hace genuflexión sencilla. (Entiéndanse los vocablos ya no como adverbios de tiempo sino como conjunciones disyuntivas, en el sentido de o bien).

85. Para la exposición del Santísimo Sacramento en la custodia se encienden cuatro o seis cirios de los usuales en la misa, y se emplea el incienso. Para la exposición en el copón enciéndanse por lo menos dos cirios; se puede emplear el incienso. Queda claro aquí lo siguiente:

Cuando el Santísimo se expone en la custodia no deben usarse menos de cuatro cirios y es obligatorio el incienso; cuando se realiza en el copón, pueden ser a partir de dos, y no es obligatorio el incienso.

Exposición prolongada

86. En las iglesias y oratorios en que se reserva la Eucaristía, se recomienda cada año una exposición solemne del Santísimo Sacramento, prolongada durante algún tiempo, aunque no sea estrictamente continuado, a fin de que la comunidad local pueda meditar y adorar más intensamente este misterio. Pero esta exposición se hará solamente si se prevé una asistencia conveniente de fieles. (6)

87. En caso de necesidad grave y general, el Ordinario del lugar puede ordenar preces delante del Santísimo Sacramento, expuesto durante algún tiempo más prolongado, y que debe hacerse en aquellas iglesias que son más frecuentadas por los fieles. (7)

Adviértase cuánta importancia atribuye la Iglesia a la necesidad de que haya un número considerable de fieles dispuestos a la adoración, en una exposición prolongada.

88. Donde, por falta de un número conveniente de adoradores, no se puede tener la exposición sin interrupción, está permitido reservar el Santísimo Sacramento en el sagrario, en horas determinadas y dadas a conocer, pero no más de dos veces al día; por ejemplo, a mediodía y por la noche. Esta reserva puede hacerse de modo más simple; el sacerdote o el diácono, revestido de alba (o de sobrepelliz sobre traje talar) y de estola, después de una breve adoración, hecha la oración con los fieles, devuelve el Santísimo Sacramento al sagrario. Del mismo modo, a la hora señalada se hace de nuevo la exposición. (8)

Exposición breve

89. Las exposiciones breves de Santísimo Sacramento deben ordenarse de tal manera que, antes de la bendición con el Santísimo Sacramento, se dedique un tiempo conveniente a la lectura de la palabra de Dios, a los cánticos, a las preces y a la Oración en silencio prolongada durante algún tiempo. Se prohíbe la exposición tenida únicamente para dar la bendición. (9)

La adoración en las comunidades religiosas

90. A las comunidades religiosas y otras piadosas asociaciones que, según las Constituciones o normas de su Instituto, tienen la adoración perpetua o prolongada por largo tiempo, se les recomienda con empeño que organicen esta piadosa costumbre según el espíritu de la sagrada liturgia, de forma que, cuando la adoración ante Cristo, el Señor, se tenga con participación de toda la comunidad, se haga con sagradas lecturas, cánticos y algún tiempo en silencio, para fomentar más eficazmente la vida espiritual de la comunidad. De esta manera se promueve entre los miembros de la casa religiosa el espíritu de unidad y fraternidad de que es signo y realización la Eucaristía y se practica el culto debido al Sacramento de forma más noble. También se ha de conservar aquella forma de adoración, muy digna de alabanza, en que los miembros de la comunidad se van turnando de uno en uno, o de dos en dos. Porque también de esta forma, según las normas del Instituto aprobadas por la Iglesia, ellos adoran y ruegan a Cristo, el Señor, en el Sacramento, en nombre de toda la comunidad y de la Iglesia.

III. EL MINISTRO DE LA EXPOSICIÓN DE LA SANTÍSIMA EUCARISTÍA

91. El ministro ordinario de la exposición del Santísimo Sacramento es el sacerdote o el diácono, que al final de la adoración, antes de reservar el Sacramento, bendice al pueblo con el mismo Sacramento. En ausencia del sacerdote o diácono, o legítimamente impedidos, pueden exponer públicamente la Santísima Eucaristía a la adoración de los fieles y reservarla después, el acólito u otro ministro extraordinario de la sagrada comunión, o algún otro autorizado por el Ordinario del lugar.
Todos éstos pueden hacer la exposición abriendo el sagrario, o también, si se juzga oportuno, poniendo el copón sobre el altar, o poniendo la hostia en la custodia, al igual que los ministros sagrados. Al final de la adoración guardan el Sacramento en el sagrario. No les es licito, sin embargo, dar la bendición con el Santísimo Sacramento, a diferencia de los ministros sagrados.

92. El ministro, si es sacerdote o diácono, revístase del alba (o la sobrepelliz sobre el traje talar) y de la estola de color blanco. Los otros ministros lleven, o la vestidura litúrgica tradicional en el país, o un vestido que no desdiga de este sagrado ministerio y que el Ordinario apruebe. Para dar la bendición al final de la adoración, cuando la exposición se ha hecho con la custodia, el sacerdote y el diácono pónganse además la capa pluvial y el velo humeral de color blanco (nótese el carácter obligatorio de esta norma); pero si la bendición se da con el copón, basta con el velo humeral.

RITO DE LA EXPOSICIÓN Y BENDICIÓN EUCARÍSTICA

La exposición

93. Congregado el pueblo, que puede entonar algún canto, si se juzga oportuno, el ministro se acerca al altar. Si el Sacramento no se conserva en el altar en que se va a tener la exposición, el ministro, cubierto con el paño de hombros, lo traslada desde el lugar de la reserva, acompañándole algún ayudante o algunos fieles con cirios encendidos. Póngase el copón o la custodia sobre la mesa del altar, cubierta con un mantel. Pero si la exposición se alarga durante un tiempo prolongado, y se hace con la custodia, se puede utilizar el trono o expositorio, situado en un lugar más elevado; pero evítese que esté demasiado alto y distante. (9 bis)

94. Si se trata de la exposición solemne y prolongada, conságrese en la Misa que preceda inmediatamente a la exposición la hostia, que se ha de exponer a la adoración, y póngase en la custodia sobre el altar después de la comunión. Entonces la Misa concluirá con la oración después de la comunión, omitiéndose el rito de despedida; y antes de retirarse el sacerdote ponga el Sacramento, si se juzga conveniente, sobre el trono o expositorio e inciénselo.

La adoración

95. Durante la exposición, las preces, cantos y lecturas deben organizarse de manera que los fieles atentos a la oración se dediquen a Cristo, el Señor. Para alimentar la oración íntima, háganse lecturas de la sagrada Escritura con homilía o breves exhortaciones, que lleven a una mayor estima del misterio eucarístico. Conviene también que los fieles respondan con cantos a la palabra de Dios. En momentos oportunos debe guardarse un silencio sagrado. Como ya se ha dicho en otras entradas, la liturgia tiene en alta estima el silencio; forma parte de sus ritos. Tan es así que no pocas veces lo califica como "sagrado".

96. Ante el santísimo Sacramento, expuesto durante un tiempo prolongado, puede celebrarse también alguna parte de la Liturgia de las Horas, especialmente las Horas principales; por su medio las alabanzas y acciones de gracias que se tributan a Dios en la celebración de la Eucaristía, se amplían a las diferentes horas del día y las súplicas, de la Iglesia se dirigen a Cristo y por él al Padre en nombre de todo el mundo.

La bendición

97. Al acabar la adoración, el sacerdote o diácono se acerca al altar, hace genuflexión sencilla, y se arrodilla a continuación, y se canta un himno u otro canto eucarístico. Mientras tanto el ministro arrodillado inciensa al Santísimo Sacramento, cuando la exposición tenga lugar con la custodia.

98. Luego se levanta y dice:

Oremos (oración Oh, Dios, que en este Sacramento...)

99. Dicha la oración, el sacerdote o el diácono, tomado el paño de hombros, hace genuflexión, toma la custodia o copón y hace con él en silencio la señal de la cruz sobre el pueblo.

La reserva

100. Acabada la bendición el mismo sacerdote o diácono que dio la bendición, u otro sacerdote o diácono, reserva el Sacramento en el sagrario y hace genuflexión, mientras el pueblo, si se juzga oportuno, hace alguna aclamación y finalmente el ministro se retira.

2. LAS PROCESIONES EUCARÍSTICAS

101. El pueblo cristiano da testimonio público de fe y piedad religiosa hacia el Santísimo Sacramento con las procesiones en que se lleva la Eucaristía por las calles con solemnidad y con cantos, Corresponde al Obispo diocesano juzgar sobre la oportunidad, en las circunstancias actuales, acerca del tiempo, lugar y organización de tales procesiones, para que se lleven a cabo con dignidad y sin desdoro de la reverencia debida a este Santísimo Sacramento. (10)

102. Entre las procesiones eucarísticas adquiere especial importancia y significación en la vida pastoral de la parroquia o de la ciudad la que suele celebrarse todos los años en la solemnidad del Cuerpo y de la Sangre de Cristo, o en algún otro día más oportuno, cercano a esta solemnidad (pero con motivo de ella). Conviene, pues, que, donde las circunstancias actuales lo permitan y verdaderamente pueda ser signo colectivo de fe y de adoración, se conserve esta procesión de acuerdo con las normas del derecho. Pero si se trata de grandes ciudades, y la necesidad pastoral así lo aconseja, se puede, a juicio del Obispo diocesano, organizar otras procesiones en las barriadas principales de la ciudad. Pero donde no se pueda celebrar la procesión en la solemnidad del Cuerpo y de la Sangre de Cristo, conviene que se tenga otra celebración pública para toda la ciudad o para sus barriadas principales en la iglesia catedral o en otros lugares oportunos.

103. Conviene que la procesión con el Santísimo Sacramento se celebre a continuación de la misa, en la que se consagre la hostia que se ha de trasladar en la procesión. Sin embargo, nada impide que la procesión se haga después de la adoración pública y prolongada que siga a la misa. (En todo caso, como es de notar en ese punto, medie o no una "adoración pública y prolongada", siempre la Misa ha de preceder a la procesión).

104. Las procesiones eucarísticas organícense según los usos de la región, ya en lo que respeta al ornato de plazas y calles, ya en lo que toca a la participación de los fieles. Durante el recorrido, según lo aconseje la costumbre y el bien pastoral, pueden hacerse algunas estaciones o paradas, aun con la bendición eucarística. Sin embargo, los cantos y oraciones que se tengan ordénense a que todos manifiesten su fe en Cristo y se entreguen solamente al Señor.

105. El sacerdote que lleva el Sacramento, si la procesión sigue inmediatemente a la Misa, puede conservar los ornamentos utilizados en la celebración de la Misa, o bien ponerse la capa pluvial de color blanco; pero si la procesión no sigue inmediatamente a la Misa, tome la capa pluvial. 

106. Utilícense, según los usos de la región, cirios, incienso y palio, bajo el cual irá el sacerdote que lleva el Sacramento. 

107. Conviene que la procesión vaya de una iglesia a otra; sin embargo, si las circunstancias del lugar lo aconsejan, se puede volver a la misma iglesia de la que salió. 

108. Al final se da la bendición con el Santísimo Sacramento en la iglesia en que acaba la procesión, o en otro lugar oportuno; y se reserva el Santísimo Sacramento.


3. LOS CONGRESOS EUCARÍSTICOS

109. Los Congresos Eucarísticos, que en los tiempos modernos se han introducido en la vida de la Iglesia como peculiar manifestación del culto eucarístico, se han de mirar como una statio, a la cual alguna comunidad invita a toda la Iglesia local, o una Iglesia local invita a otras Iglesias de la región o de la nación, o aun de todo el mundo, para que todos juntos reconozcan más plenamente el misterio de la Eucaristía bajo algún aspecto particular y lo veneren públicamente con el vínculo de la caridad y de la unión. Conviene que tales Congresos sean verdadero signo de fe y caridad por la plena participación de la Iglesia local y por la significativa aportación de las otras Iglesias.

Este concepto litúrgico de statio, en el sentido de "parada" hacia la cual todos miran espiritualmente, es el que da nombre a la Misa de Clausura de todo Congreso Eucarístico Internacional. Se llama Misa Statio orbis ("parada" o "estación" del mundo, pues todo el Planeta converge y se une espiritualmente al Sacrificio del Altar celebrado por el Papa o por su enviado especial en el lugar elegido).

110. Háganse los oportunos estudios, ya en la Iglesia local ya en las otras Iglesias, sobre el lugar, temario y el programa de actos del Congreso que se vaya a celebrar, para que se consideren las verdaderas necesidades y se favorezca el progreso de los estudios teológicos y el bien de la Iglesia local. Para este trabajo de investigación búsquese el asesoramiento de los teólogos, escrituristas, liturgistas y pastoralistas, sin olvidar a los versados en las ciencias humanas.

111. Para preparar un Congreso se ha de hacer sobre todo:

a) Una catequesis más profunda y acomodada a la cultura de los diversos grupos humanos acerca de la Eucaristía, principalmente en cuanto constituye el misterio de Cristo viviente y operante en la Iglesia.

b) Una participación más activa en la sagrada liturgia, que fomente al mismo tiempo la escucha religiosa de la Palabra de Dios y el sentido fraterno de la comunidad. (11)

c) Una investigación de las ayudas y la puesta en marcha de obras sociales para la promoción humana y para la comunicación cristiana de bienes incluso temporales, a ejemplo de la primitiva comunidad cristiana, (12) para que el fermento evangélico se difunda desde la mesa eucarística por todo el orbe como fuerza de edificación de la sociedad actual y prenda de la futura. (13)

112. Criterios para organizar la celebración de un Congreso eucarístico: (14)

a) La celebración de la Eucaristía sea verdaderamente el centro y la culminación a la que se dirijan todos los actos y los diversos ejercicios de piedad. (Esto vale siempre para cualquier acto de culto o ejercicio de la caridad por parte del creyente).

b) Las celebraciones de la Palabra de Dios, las sesiones catequéticas y otras reuniones  públicas tiendan sobre todo a que el tema propuesto se investigue con mayor  profundidad, y se propongan con mayor claridad los aspectos prácticos a fin de llevarlos a efecto. 

d) En cuanto a organizar una procesión, en que se traslade al Santísimo Sacramento con himnos y preces públicas por las calles de la ciudad, guárdense las normas para las procesiones eucarísticas, mirando a las condiciones sociales y religiosas del lugar (cf. núms. 101- 104).
  ________________________________________  

Notas 

1. Cf. Cf. Sagrada Congregación de Ritos, Instrucción Eucharisticum mysterium , núm., 58: 1. c. p. 569. 
2. Cf. Sagrada Congregación de Ritos, Instrucción Eucharisticum mysterium, núm. 50: AAS 59 (1967), p. 567. 
3. Cf. ibid., núm. 13: 1.c., p. 549. 
4. Cf. ibid., núm. 60: 1.c., p. 570. 
5. Cf. ibid, núm. 61: 1. c., pp. 570- 571.
6. Cf. ibid,, núm. 63: 1. c., p. 571. 
7. Cf. ibid,, núm., 64: 1. c., p. 572. 
8. Cf. ibid, núm. 65: 1. c., p. 572. 
9. Cf. ibid., núm. 66: 1. c., p. 572.
10. Cf. Sagrada Congregación de Ritos, Instrucción Eucharisticum mysterium, núm. 59. AAS 59 (1967), p. 570.
11. Cf. Concilio Vaticano II, Constitución Sacrosanctum Concilium, sobre la sagrada liturgia, núms. 51- 52; Constitución dogmática Lumen gentium, sobre la Iglesia, núm. 26. 
12. Cf. Hch 4, 32. 
13. Cf. Concilio Vaticano II, Constitución Sacrosanctum Concilium, sobre la sagrada liturgia, núm. 47; Decreto Unitatis redintegratio, sobre el ecumenismo, núm. 15. 
14. Cf. Sagrada Congregación de Ritos, Instrucción Eucharisticum mysterium, núm. 67 AAS 59 (1967), pp. 572- 573.

31 de enero de 2016, domingo IV "durante el año".
Celebración de la Misa Statio orbis, conclusiva del LI Congreso Eucarístico Internacional (Cebú, Filipinas).
(Última actualización de la entrada: 31/05/16).


6 comentarios:

  1. Buenos días, soy ministro extraordinario de la Comunión, necesitaría saber si cuando tengo que llevar el santísimo desde el Sagrario al altar que esta situado fuera de este, ¿es necesario o lícito ponerse el paño de hombros como dice el punto 93?
    Gracias

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  2. Querido hermano, el paño de hombros o velo humeral,como la estola, la casulla y la capa pluvial, son vestiduras litúrgicas propias de los ministros ordenados (obispo, sacerdote o diácono). Los demás ministros, pueden usar alguna otra vestidura distinta de aquéllas, que se condiga con su ministerio, y que esté aprobada por el obispo. Esto queda aclarado en el punto 92 que, refiriéndose a los ministros no ordenados, aclara: "Los otros ministros lleven, o la vestidura litúrgica tradicional en el país, o un vestido que no desdiga de este sagrado ministerio y que el Ordinario apruebe".
    Por tanto, no es lícito que un ministro no ordenado se coloque el velo humeral.
    La Virgen de la Visitación, misterio que celebramos en este día, se acerque a tu corazón con el Don más precioso que ella puede ofrecer: el del Verbo Encarnado.
    Estoy a tu disposición para cualquier otra duda.

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    1. Muchas gracias por la aclaración. Un sacerdote me decía que en celebraciones antiguas, los acólitos llevaban paño de hombros en algunas circunstancias. En la procesión de la pasión un seglar lleva un paño de hombros rojo para llevar la Vera Cruz...
      A tal fin no sabia que era vestidura propia de los ministros ordenados y por eso no tenia claro su uso. Si sabía que un ministro extraordinario no puede dar la bendición con el Santísimo, por lo que no hay necesidad del paño, pero claro del traslado tenia duda. Ahora ya lo tengo claro. MUCHAS GRACIAS

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    2. Serías tan amable de darme el link para acceder a las tres entregas anteriores? He buscado a través del buscador del blog, y a través de google y me ha resultado imposible. Desde ya gracias, Gonzalo

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  3. Hola, Gonzalo.

    Debes copiar y pegar en el buscador los siguientes links:

    a) http://veritasl.blogspot.com.ar/2016/01/ritual-de-la-sagrada-comunion-y-del.html

    b) http://veritasl.blogspot.com.ar/2016/01/ritual-de-la-sagrada-comunion-y-del.html

    c) http://veritasl.blogspot.com.ar/2016/01/ritual-de-la-sagrada-comunion-y-del_28.html

    Confírmame si pudiste acceder. Si no, intentaremos de otra manera.

    Que la dulce virgen y mártir santa Cecilia colme tu alma de celestiales melodías, en este día a ella dedicado.

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