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lunes, 24 de octubre de 2016

Guion: Domingo XXXI del Tiempo Ordinario






Formulario de Misa: aquí.


Ciclo C

Introducción

Reunidos en esta asamblea fraterna, reafirmamos nuestra fe en Cristo Resucitado, la cual debe hacerse manifiesta en cada instante de nuestra vida. Pidamos a Dios que nuestra búsqueda de su Rostro no se limite solamente a meras palabras o actos aislados de devoción. Y preguntémonos a menudo:

"¿Quiero yo "ver a Cristo"? ¿Hago todo para "poder verlo"? Este problema, después de dos mil años, es tan actual como entonces, cuando Jesús atravesaba las ciudades y los poblados de su tierra. Nos interpela a cada uno de nosotros personalmente: ¿quiero?, ¿quiero verdaderamente? O, quizá más bien, ¿evito el encuentro con Él? ¿Prefiero no verlo o prefiero que Él no me vea (al menos a mi modo de pensar y de sentir)? Y si ya lo veo de algún modo, ¿prefiero entonces verlo de lejos, no acercándome demasiado, no poniéndome ante sus ojos para no llamar la atención demasiado..., para no tener que aceptar toda la verdad que hay en Él, que proviene de Él, de Cristo?" (San Juan Pablo II, Homilía en la parroquia del Santísimo Sacramento y de los mártires canadienses. 02/11/80).

A la luz de estas palabras, participemos en la liturgia de esta fiesta dominical.



Primera lectura: Sab. 11, 22_12, 2

Dios, Señor y Creador del universo, tiene amorosa predilección por el ser humano, su obra maestra a la que tantas veces deformó el pecado y otras tantas purificó la gracia divina.

Segunda lectura: II Tes. 1, 11_2, 2

El apóstol Pablo nos exhorta a no sucumbir ante la seducción de "la oleada de secularización e indiferencia respecto de los mayores valores divinos y humanos". (Ídem).
 
Evangelio: Lc. 19, 1-10

Aprendamos la actitud de Zaqueo, que tiene el firme propósito de "ver a Jesús", y ese encuentro le cambia la vida.


Oración de los fieles

Las siguientes preces, con las necesarias adaptaciones, están tomadas de la Santa Misa presidida por el Papa Francisco en Azerbaigian, el domingo 2 de octubre de 2016:

Como pueblo sacerdotal, que ha sido bendecido con el don de la fe, presentemos confiadamente nuestras súplicas al Padre:

R. Señor, ten misericordia.

-Por la Santa Iglesia: cólmala, Señor, con tu Espíritu Santo, mira con bondad a sus fieles, y haz que encuentren la salvación en tu amor. R.

-Por la paz en nuestra tierra: que todos los ciudadanos, religiosos y líderes civiles, trabajen incansablemente por la bondad, la verdad y la justicia. R.

-Por las autoridades del país: que su servicio produzca frutos duraderos para el bien de la nación. R.

-Por los jóvenes de nuestra comunidad: que guiados por el Espíritu Santo, crezcan en obediencia al Evangelio. R.

-Por los enfermos y por aquellos que sufren: que encuentren apoyo y fortaleza en sus familiares y amigos. R.

-Por nuestros seres queridos que han muerto: que reciban el premio prometido a aquellos que creen en Jesús Resucitado. R.

Oración conclusiva

"Dios, nuestro Padre, conscientes de que por nosotros nada podemos, ayúdanos a unirnos más plenamente a Ti gracias a la fe. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén".

O bien:

Las siguientes preces, con las necesarias adaptaciones, están tomadas de la Santa Misa presidida por el Papa Francisco el 4 de noviembre de 2019, en sufragio por los cardenales y obispos fallecidos, en el Altar de la Cátedra del apóstol San Pedro, en la homónima Basílica romana:

 
Hermanos y hermanas:

Hacia Dios, fuente de gracia y de misericordia, brote incesante la súplica de todos los creyentes, que imploran paz y salvación para los vivos y para los difuntos:

R. Te rogamos, óyenos.

-Padre Santo, custodia en tu amor a nuestro Papa N y a todos los pastores de la Iglesia, enviados al mundo para anunciar que en Cristo se cumple la liberación del pecado y de la muerte. R.

-Padre omnipotente, manda tu Espíritu Santo a cuantos tienen responsabilidades civiles y sociales, e inspírales proyectos de justicia y paz para el bien de la entera familia humana. R.

-Padre justo, haz que todos nosotros vivamos en fidelidad al bautismo recibido y que testimoniemos con obras nuestra fe en Cristo Resucitado, primicia de una nueva humanidad. R.

-Padre bueno, acoge en tu abrazo paterno a los difuntos que han dejado esta Tierra invocando confiados tu Nombre; concédeles participar plenamente de la Vida nueva en Cristo y contemplar para siempre tu gloria en el Reino de los Cielos. R.

Oración conclusiva

"Te bendecimos, Padre, Señor del Cielo y de la Tierra, porque escuchas siempre la oración de tu Iglesia; concédenos algún día poder gozar de la plenitud de la luz y de la paz en la Morada celeste. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén."


A continuación, se propone como otra oración conclusiva de las preces, una colecta alternativa a la de este domingo, tomada de la edición italiana del Misal Romano y traducida al castellano. Se reemplaza la conclusión trinitaria larga, propia de toda colecta, por la breve, típica de las demás oraciones litúrgicas:

"Oh, Dios, que en tu Hijo has venido a buscar y a salvar a los que estaban perdidos, haznos dignos de tu llamada y da cumplimiento a nuestro deseo de hacer el bien, para que sepamos alojarte con alegría en nuestra casa, a fin de que compartamos los bienes de la Tierra y del Cielo. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén".


Ofertorio

Que el Señor reciba junto al pan y al vino todo aquello que somos y poseemos, y, como hizo con Zaqueo, lo transforme en ofrenda agradable a Él.


Comunión

Recibamos el Cuerpo glorificado de Jesús y experimentemos, como Zaqueo, que en este Pan Vivo bajado del Cielo verdaderamente ha llegado a nosotros la salvación.


Despedida

El Dios vivo y verdadero, ha entrado en el templo de nuestra alma como Palabra y como Pan. Que nuestros actos respondan a las inspiraciones de tan excelso Huésped.


24 de octubre de 2016, memoria litúrgica de san Antonio María Claret, obispo. Entrada dedicada a él.
(Última actualización de la entrada: 20/10/19).

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