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lunes, 6 de marzo de 2017

Guion: Domingo II de Cuaresma





Formulario de Misa: aquí.


Para profundizar sobre las características litúrgicas del Tiempo de Cuaresma, consultar aquí.


Ciclo A

Introducción (Cf. San Juan Pablo II, Ángelus del 24/02/02)

"Hoy, domingo segundo de Cuaresma, la liturgia nos vuelve a proponer la narración evangélica de la Transfiguración de Cristo (...) y nos invita a seguir al Maestro al Tabor, monte del silencio y de la contemplación. (...). Allí comprendemos mejor que el camino de la cruz y el de la gloria son inseparables.

De igual modo, nosotros, al llevar cada día la cruz con fe rebosante de amor, no sólo experimentamos su peso y su dureza, sino también su fuerza de renovación y de consolación. Con Jesús, recibimos esta luz interior, especialmente en la oración"
No lo dudemos: la Santa Misa es la ocasión más oportuna para experimentar este encuentro con el Señor.

O bien:

"Al proseguir la peregrinación cuaresmal hacia la Pascua, nos sentimos como envueltos por una nube luminosa. El Padre nos dice desde lo alto del Cielo: ´Escuchad a Jesús´. Sin embargo, como Pedro, Santiago y Juan, también nosotros a veces tenemos miedo. Preferimos otras voces, voces de la tierra, puesto que es más fácil escucharlas y parecen tener más sentido. Pero sólo Jesús puede conducirnos a la vida . Sólo su Palabra es Palabra de vida eterna. Con gratitud acojamos su invitación: ´¡No tengáis miedo! ¡Escuchad mi voz!´" (San Juan Pablo II, homilía del 24/02/02).

 
El Nuevo Misal para Argentina, Bolivia, Chile, Paraguay y Uruguay posee seis formularios de tropos cuaresmales para el Kyrie, y cuatro formularios de Saludo litúrgico entre los que el sacerdote puede elegir para usar hoy.
No se canta ni se dice el himno Gloria a Dios.


Liturgia de la Palabra

Monición general

"La Cuaresma -cuyo segundo Domingo estamos celebrando- es un tiempo propicio para intensificar la vida del espíritu a través de los medios santos que la Iglesia nos ofrece: el ayuno, la oración y la limosna. En la base de todo está la Palabra de Dios, que en este tiempo se nos invita a escuchar y a meditar con mayor frecuencia". (Cf. Mensaje del Papa Francisco para la Cuaresma de 2017). 

Acojámosla en el corazón y reafirmemos nuestro compromiso de vivirla cada vez más plenamente.

O bien: (monición para cada lectura)

 Primera lectura: Gén. 12, 1-4a

"Dios promete a Abraham dos cosas que parecen imposibles: un hijo y una tierra. (...) La promesa (...) sólo se cumple cuando la muerte misma es destruida (...) cuando Cristo resucita a una vida nueva". (Cf. Ídem supra).

O bien, más breve:

El Dios fiel realiza una solemne promesa a Abraham y a su descendencia, que somos nosotros. 

Segunda lectura: II Tim. 1, 8b-10

San Pablo nos enseña que el camino del sufrimiento es necesario para llegar a la meta de la Vida incorruptible.

Evangelio: Mt. 17, 1-9

"La Transfiguración es anticipación de la Resurrección, pero esta presupone la muerte. Jesús manifiesta su gloria a los Apóstoles, a fin de que tengan la fuerza para afrontar el escándalo de la Cruz y comprendan que es necesario pasar a través de muchas tribulaciones para llegar al Reino de Dios". (S.S. Benedicto XVI, Ángelus del 17/02/08).

O bien: 

El Evangelio nos propone nuevamente el relato de la Transfiguración del Señor.

"Según los sentidos, la luz del sol es la más intensa que se conoce en la naturaleza, pero, según el espíritu, los discípulos vieron, por un breve tiempo, un esplendor aún más intenso, el de la gloria divina de Jesús, que ilumina toda la historia de la salvación". (S.S. Benedicto XVI, Ángelus del 20/03/11).

O bien:

Otra monición general para las lecturas

Damos comienzo a la Liturgia de la Palabra.

"Nuestra existencia, renovada mediante la oración, la penitencia y la caridad, se abre a la escucha de Dios y a la fuerza de su misericordia. Así, en la Pascua podremos bajar de la montaña santa y disipar las tinieblas del mundo con la luz gloriosa que resplandece en la Faz de Cristo (Cf. 2 Co 4, 6). (Ídem supra, san Juan Pablo II).

 
Oración de los fieles
 
Las siguientes preces, con las necesarias adaptaciones, están tomadas de la liturgia del Magno Jubileo de la Encarnación, en el Año Santo 2000. (Bendito el Señor por los siglos. Celebraciones y oraciones para el Año Santo. Comité Central para el Gran Jubileo del Año 2000).


Elevemos nuestra común invocación al Padre por medio de Cristo, Sacerdote de la Nueva Alianza, siempre vivo para interceder por nosotros:

R. Renueva nuestro corazón, Señor.

-Ayuda a los cristianos a descubrir la dignidad de la vocación bautismal, para que respondamos con generosidad a tu llamada, y la Iglesia crezca en la caridad y en el anuncio del Evangelio. R.

-Sostén con tu sabiduría al Papa, a nuestro obispo y a todos los ministros del Evangelio, para que transmitan a todos los hombres las verdades que conducen al Cielo. R.

-Esclarece la mente de los catecúmenos, para que puedan conocer la grandeza del misterio de Cristo y darte gracias con la renovación de sus vidas. R.

-Purifica los corazones de los penitentes, para que reconociendo su pecado, busquen con ahínco el camino del encuentro transfigurante con Cristo. R.

-Acompaña con tu presencia los pasos de los jóvenes, para que se abran con serena confianza a las responsabilidades de la vida social. R.

-Consuela y conforta a cuantos sufren en el cuerpo o en el espíritu, para que experimenten la fuerza de la paciencia y la alegría de la esperanza que vienen de Ti. R.

Oración conclusiva

"Padre, que no olvidas nada de lo que has creado, escucha nuestra oración y concédenos conocer la profundidad del Misterio pascual de Cristo, tu Hijo, para que renovados en los pensamientos y en las obras, Lo sigamos con fiel docilidad y Lo amemos sinceramente en nuestros hermanos. Que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén."
 
A continuación, se propone como otra oración conclusiva de las preces, una colecta alternativa a la de este domingo, tomada de la edición italiana del Misal Romano y traducida al castellano. Se reemplaza la conclusión trinitaria larga, propia de toda colecta, por la breve, típica de las demás oraciones litúrgicas:

"Oh, Dios, que llamaste a la fe a nuestros padres, y a nosotros, nos das la gracia de caminar a la luz del Evangelio, abre nuestros corazones a la escucha de tu Hijo, para que aceptando en nuestra vida el misterio de la Cruz, podamos entrar en la gloria de tu Reino. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén".


Ofertorio

En este Domingo II de Cuaresma "y en estos tiempos tan difíciles", junto con el pan y el vino, "presentemos a Dios todo lo que hay de estéril y muerto en el mundo. Presentemos también al Dios de toda bendición, el azote de las guerras, la violencia, las enfermedades, el hambre, la pobreza y la injusticia. Pidámosle que toque estos males y los transforme en vida" (Ídem supra, san Juan Pablo II).
 
Se usa el Prefacio propio* del Domingo II de Cuaresma, que es el mismo para cualquier ciclo: De Transfiguratione Domini.
Puede usarse cualquiera de las dos Plegarias Eucarísticas de Reconciliación, con el Prefacio de más arriba*. En efecto, éstas poseen un Prefacio propio que solamente puede cambiarse por otros relacionados con los misterios de la Pasión del Señor, o de carácter penitencial, como son, por ejemplo, los cuaresmales.
 
 

Comunión 
 
"La Eucaristía es la fuente de la que saca vigor siempre nuevo la comunión entre los miembros del Cuerpo Místico de Cristo". (San Juan Pablo II, Ángelus del 20/02/05).

Por eso, para que nada atente contra nuestra vocación bautismal ni contra la unidad de esta gran Familia de Dios que es la Iglesia, nos acercamos a comulgar.


Según la editio typica tertia del Missale Romanum, se reza la Oración sobre el pueblo, que concluye con la bendición simple. Siguiendo la práctica de la liturgia romana, el diácono, o en su defecto, el mismo sacerdote, invita a los fieles a disponerse para recibir la Bendición diciendo:

"Inclínense para recibir la bendición".

La Bendición solemne de Cuaresma puede emplearse en las Misas de las ferias cuaresmales en que es optativa la Oración sobre el pueblo o en otras celebraciones litúrgicas.


Despedida 

"Señor, ¡crea en nosotros un corazón nuevo! Renuévanos en tu amor. 
Obtennos tú, Virgen María, un corazón nuevo y un espíritu firme. Así llegaremos a celebrar la Pascua, renovados y reconciliados con Dios y con los hermanos" (San Juan Pablo II, homilía del 17/02/02).
 
O bien:

"A la Virgen del silencio, que supo conservar la luz de la fe incluso en las horas más oscuras, pidámosle la gracia de una Cuaresma vivificada por la oración". (Cf. San Juan Pablo II, Ángelus del 24/02/02).


6 de marzo de 2017, lunes de la semana I de Cuaresma.

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