Jesús con los discípulos de Emaús |
Formulario de Misa: aquí.
Ciclo A
Introducción
A veces, las dificultades de la vida diaria, hacen que tambalee nuestra fe. Así, desalentados, caminamos por el mundo sin esperanzas.
¡Cuántas veces nos habremos preguntado dónde está Dios y qué es de sus promesas de compañía y protección!
La liturgia de este Domingo III de Pascua quiere responder a ellas y reavivar en nuestro corazón la llama de la esperanza.
A veces, las dificultades de la vida diaria, hacen que tambalee nuestra fe. Así, desalentados, caminamos por el mundo sin esperanzas.
¡Cuántas veces nos habremos preguntado dónde está Dios y qué es de sus promesas de compañía y protección!
La liturgia de este Domingo III de Pascua quiere responder a ellas y reavivar en nuestro corazón la llama de la esperanza.
Lo que está entre paréntesis, por razones de brevedad, puede omitirse:
(Aunque a veces no seamos capaces de reconocerlo, Jesús siempre camina junto a nosotros. Y hoy, como los discípulos de Emaús, cuyo relato evangélico nos propondrá la liturgia, hemos venido aquí para experimentar los mismos sentimientos que ellos, reconociéndolo en las Escrituras y en la Fracción del Pan.
De hecho, la página del Evangelio que escucharemos, "contiene ya la estructura de la Santa Misa: en la primera parte, la escucha de la Palabra a través de las Sagradas Escrituras; en la segunda, la Liturgia eucarística y la comunión con Cristo presente en el Sacramento de su Cuerpo y de su Sangre.
La Iglesia, alimentándose en esta doble mesa, se edifica incesantemente y se renueva día tras día en la fe, en la esperanza y en la caridad"). (S.S. Benedicto XVI, Regina caeli del 06/04/08).
Liturgia de la Palabra
Primera lectura: Hech. 2, 14. 22-33
El apóstol Pedro, primer Pontífice de la Iglesia, se refiere al Señor Jesucristo como Aquel en Quien se cumplen todas las Escrituras: el Mesías, Hijo de Dios Vivo.
Segunda lectura: I Ped. 1, 17-21
Cristo Resucitado es el Cordero que, ya sin sufrir, vive ofreciéndose al Padre por nosotros en el único Sacrificio de todos los tiempos.
Cristo Resucitado es el Cordero que, ya sin sufrir, vive ofreciéndose al Padre por nosotros en el único Sacrificio de todos los tiempos.
Evangelio: Lc. 24, 13-35
"Los discípulos de Emaús (...) supieron reconocer la presencia viva del Señor en la Iglesia y, venciendo dificultades y miedos, llegaron a ser sus testigos entusiastas y valientes ante el mundo. (San Juan Pablo II, Ángelus, 14/04/02).
O bien:
"Los discípulos de Emaús, superado el abatimiento y la confusión, volvieron por su pie a la naciente comunidad cristiana para anunciar la alegre noticia de haber visto al Señor (Ídem).
O bien:
"En nuestros caminos,
Jesús Resucitado se hace Compañero de viaje para reavivar en nosotros
el calor de la fe y de la esperanza, y partir el Pan de la Vida eterna. (S.S. Benedicto XVI, Regina cæli del 06/04/08).
Oración de los fieles
Las siguientes preces, con las necesarias adaptaciones, están tomadas de la Santa Misa de Envío de la XXVIII Jornada Mundial de la Juventud, celebrada en Río de Janeiro por el Papa Francisco el 28 de julio de 2013:
R. Señor, escucha nuestras preces.
-Por la Santa Iglesia de Dios, extendida en toda la Tierra, para que obedeciendo siempre a la voz de Jesús Resucitado, llegue allí donde hay odio, injusticia y división entre hermanos. R.
-Por el Papa y por los demás pastores, para que animados por la esperanza pascual, no cesen de buscar a las ovejas perdidas del rebaño, y de llamar, con el ejemplo de vida, a las de otros rediles. R.
-Por las naciones de la Tierra, para que cada vez más unidas a Cristo, el Divino Caminante, contagien a hombres y pueblos a vivir la fraternidad y el amor mutuo. R.
-Por los jóvenes, víctimas de las más diversas formas de guerra y violencia, para que el Señor Resucitado rompa sus cadenas y les regale la paz, que es don pascual. R.
-Por los que sufren en la prisión o el exilio, para que el Redentor les dé coraje y protección en este momento difícil de sus vidas. R.
O bien, puede emplearse el siguiente formulario adaptado, extraído de la Santa Misa* de la Conmemoración de la Manifestación del Señor en Emaús, en la homónima Basílica (Tierra Santa), celebrada allí cada lunes de la Infraoctava de Pascua:
En el relato de los discípulos de Emaús, recordamos la gran catequesis de Jesús, que viene en ayuda de nuestra incapacidad de interpretar la historia en clave de salvación. Pidamos a Dios la gracia de ver la trama de su designio de amor en nuestra vida, y oremos juntos:
R. Kyrie eleison
-Dios de Misericordia, mira nuestra tristeza frente al naufragio cotidiano de tantas esperanzas; ten piedad de nosotros y ayúdanos a creer y a esperar en tu Palabra. R.
-Dios, que siempre has enviado profetas a reclamar el destino de alegría de la humanidad, da a tu Iglesia pastores que, siguiendo el ejemplo de tu Hijo Jesús, sean capaces de amar y sacrificarse. R.
-Tú que has mandado a tu Hijo, Señor y Maestro, a explicar las Escrituras, haz que jamás nos cansemos de leer, meditar, estudiar y rezar con tu Palabra. R.
-Tú que eres fiel a tu amor a los hombres, perdona nuestra infidelidad y haz que nos empeñemos seriamente en corresponder con las obras a tu Palabra. R.
-Dios Padre, que tanto has amado al mundo que nos has entregado a tu único Hijo en sacrificio para nuestra redención, ayúdanos a comprender el valor salvífico del dolor, del fracaso y de la fatiga. R.
-A Ti, que nos has dado a conocer el camino de la Vida, con los discípulos de Emaús te decimos: 'Quédate con nosotros y ayúdanos a reconocer tu presencia en el mundo, de acuerdo con tus promesas'. R.
Oración conclusiva
"Acoge, Padre Santo, la oración de tu pueblo, reunido espiritualmente en Emaús, donde los discípulos reconocieron a tu Divino Hijo en la Fracción del Pan. Haz de nosotros un pueblo eucarístico, capaz de partir el Pan en fraternidad y alegría. Por Jesucristo, nuestro Señor ".
R. Kyrie eleison
-Dios de Misericordia, mira nuestra tristeza frente al naufragio cotidiano de tantas esperanzas; ten piedad de nosotros y ayúdanos a creer y a esperar en tu Palabra. R.
-Dios, que siempre has enviado profetas a reclamar el destino de alegría de la humanidad, da a tu Iglesia pastores que, siguiendo el ejemplo de tu Hijo Jesús, sean capaces de amar y sacrificarse. R.
-Tú que has mandado a tu Hijo, Señor y Maestro, a explicar las Escrituras, haz que jamás nos cansemos de leer, meditar, estudiar y rezar con tu Palabra. R.
-Tú que eres fiel a tu amor a los hombres, perdona nuestra infidelidad y haz que nos empeñemos seriamente en corresponder con las obras a tu Palabra. R.
-Dios Padre, que tanto has amado al mundo que nos has entregado a tu único Hijo en sacrificio para nuestra redención, ayúdanos a comprender el valor salvífico del dolor, del fracaso y de la fatiga. R.
-A Ti, que nos has dado a conocer el camino de la Vida, con los discípulos de Emaús te decimos: 'Quédate con nosotros y ayúdanos a reconocer tu presencia en el mundo, de acuerdo con tus promesas'. R.
Oración conclusiva
"Acoge, Padre Santo, la oración de tu pueblo, reunido espiritualmente en Emaús, donde los discípulos reconocieron a tu Divino Hijo en la Fracción del Pan. Haz de nosotros un pueblo eucarístico, capaz de partir el Pan en fraternidad y alegría. Por Jesucristo, nuestro Señor ".
O bien (Oración colecta de la misma Misa*):
"Dios misericordioso, que para confirmar a los discípulos de tu Hijo en la certeza de su Resurrección, quisiste que se apareciese por el camino a Cleofás y a su compañero, y fuera reconocido por ellos al partir el Pan, ilumina nuestro entendimiento y acrecienta los sentimientos de nuestro corazón, para que caminando sin obstáculos por el sendero de tus Mandamientos, y profesando con fe sincera el Misterio de su Resurrección, podamos alcanzar la felicidad eterna. Por el mismo Jesucristo, nuestro Señor".
A continuación, se propone como
oración conclusiva de las preces, una colecta alternativa a la de este
domingo, tomada de la edición italiana del Misal Romano y traducida al
castellano. Se reemplaza la conclusión trinitaria larga, propia de toda
colecta, por la breve, típica de las demás oraciones litúrgicas:
"Oh, Dios, que en este día, memorial de la Pascua, reúnes a tu Iglesia peregrina en el mundo, danos tu Espíritu, para que en la celebración del misterio eucarístico, reconozcamos a Cristo Crucificado y Resucitado, que abre nuestro corazón a la inteligencia de las Escrituras y se revela a nosotros al partir el Pan. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén".
Ofertorio
El compromiso de dejar antiguos y nuevos vicios y el de ser más agradecidos para con Dios son las ofrendas pascuales que hoy llevamos al Altar junto al pan y al vino.
Comunión
También hoy podemos entrar en diálogo con Jesús, escuchando
su Palabra. También hoy, Él parte el Pan para nosotros y se entrega a Sí
mismo como nuestro Pan. (S.S. Benedicto XVI, Regina cæli del 06/04/08).
Por intercesión de María, Dulce Pastora de las almas, "oremos para que todo cristiano y toda comunidad, reviviendo la experiencia de los discípulos de Emaús, redescubra la gracia del encuentro transformador con el Señor Resucitado". (Ídem).
O bien:
Al finalizar la Misa, recordemos el siguiente versículo que hemos escuchado en el salmo de hoy y repitámoslo con convicción durante la semana que comienza:
"Tengo siempre presente al Señor. Él está a mi lado y no vacilaré".
O bien:
"Que el Redentor Resucitado nos enseñe el sendero, nos acompañe a lo largo del camino y nos guíe hasta la comunión plena con el Padre celestial". (Cf. San Juan Pablo II, Ángelus, 14/04/02).
25 de abril de 2017, fiesta de san Marcos, evangelista. Entrada dedicada a él.
(Última actualización de la entrada: 23/4/23).
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