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lunes, 11 de septiembre de 2017

Guion: Domingo XXIV del Tiempo Ordinario

San Juan Pablo II y su mortal agresor, Alí Agca



Formulario de Misa: aquí.


Ciclo A

Introducción

Dichosos somos quienes podemos estar hoy aquí.

Dichosos porque alguna circunstancia de la vida nos ha conducido a este sagrado lugar.
Dichosos porque vamos a participar del máximo Acto de Culto que pueda existir en la historia: la Misa, que actualiza plenamente, y en tiempo real, todo lo que Jesús hizo por nosotros en su Pasión, Muerte y Resurrección. Cada Misa es, en particular, el mismo y único Sacrificio del Señor que puede cambiarnos la vida, si no nos resistimos a la gracia de Dios.

Demos gracias al Señor por su voluntad de que en esta circunstancia histórica de nuestra vida, nos encontremos reunidos aquí, para comprobar todo lo que Él puede hacer por nosotros.


Primera lectura: Eclo. 27, 33_ 28, 9

La siguiente exhortación al perdón es una primera superación de la ley del talión en el Antiguo Testamento.

Segunda lectura: Rom. 14, 7-9

Que las siguientes palabras del Apóstol reafirmen en nosotros el deseo de vivir en comunión con Cristo, Señor de vivos y de muertos.

Evangelio: Mt. 18, 21-35

Con el mandato del perdón y del amor hacia los enemigos, el Señor Jesucristo lleva a la perfección los preceptos del Antiguo Testamento y nos enseña cómo debemos vivir en comunión quienes hemos sido comprados al precio de su Sangre.


Oración de los fieles

Las siguientes preces, con las necesarias adaptaciones, están tomadas de la Santa Misa de la Ascensión del Señor, presidida por el Papa Francisco en Génova el 27 de mayo de 2016:

Jesús, elevado al Cielo, está sentado a la derecha del Padre y nos prometió que participaríamos de su gloria. Pidamos al Padre que mantenga ardiendo en nosotros la esperanza de la salvación y de la Vida eterna.

R. Nosotros te suplicamos; escúchanos, Señor.

-Por la Iglesia de Dios, Cuerpo visible de Cristo, y signo de la realidad futura que Él ha prometido, para que no tema los poderes del mal, y anuncie confiada y con franqueza a todos los hombres, el Evangelio de la salvación y de la misericordia. Oremos, hermanos. R.

-Por el Papa N, Vicario de Cristo, para que con su ministerio al servicio de la Iglesia universal, guiado por el Espíritu Santo y sostenido por la oración y el afecto de los fieles, continúe con coraje y fuerza  cuidando del Pueblo de Dios y confirmando a los hermanos en la profesión de la única fe. Oremos, hermanos. R.

-Por nuestro (arz)obispo N y por todos los pastores de la (arqui)diócesis de N, para que en comunión con el Sucesor de Pedro, anuncien con valentía la Palabra del Evangelio a los hermanos más necesitados, y que todos nuestros jóvenes acojan la invitación de Cristo a seguirlo en la vida sacerdotal y religiosa. Oremos, hermanos. R.

-Por aquellos que son llamados a gobernar las ciudades de los hombres, para que siempre se preocupen por el bien de los más débiles, y se ocupen especialmente del futuro laboral y familiar de las nuevas generaciones. Oremos, hermanos. R.

-Por los refugiados, prófugos e inmigrantes, para que su grito de ayuda interpele a todos, y las comunidades eclesiales sigan siendo lugar de encuentro, de acogida y de colaboración entre las personas diversas, y se empeñen en el diálogo en aras de una sociedad más humana. Oremos, hermanos. R.

Oración conclusiva

"Recibe, Padre, nuestra plegaria, y concédenos ser fieles a tus Mandamientos para que podamos gozar de la gloria de la comunión Contigo. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén".

A continuación, se propone como otra oración conclusiva de las preces, una colecta alternativa a la de este domingo, tomada de la edición italiana del Misal Romano y traducida al castellano. Se reemplaza la conclusión trinitaria larga, propia de toda colecta, por la breve, típica de las demás oraciones litúrgicas:

"Oh, Dios de justicia y amor, que nos perdonas si perdonamos a nuestros hermanos, crea en nosotros un corazón nuevo a imagen de tu Hijo; un corazón que sea siempre más grande que toda ofensa, para recordar al mundo cuánto nos amas. Por el mismo Jesucristo, nuestro Señor. Amén".


Ofertorio

Estos dones de la tierra que llevamos al Altar, por el poder del Espíritu Santo, se convertirán en ofrendas celestial; más aún, serán el mismo Autor del Cielo y de la Tierra, fuerza y esperanza de nuestra vida de peregrinos.


Comunión

Este es Jesús, el Pan del Cielo, el mismo Dios que, como dice el salmo de hoy, "perdona todas nuestras culpas y cura todas nuestras enfermedades; rescata nuestra vida de la fosa y nos colma de gracia y de ternura". Que nuestro corazón sea un altar dispuesto a acoger al Señor como Él debe ser recibido.


Despedida

Dejemos el templo bendiciendo al Señor y dispuestos a no olvidar nunca sus beneficios.


11 de septiembre de 2017, lunes de la semana XXIII del Tiempo Ordinario.
En Venezuela, solemnidad de la Virgen del Coromoto, patrona de la República. Entrada dedicada a ella.

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