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jueves, 28 de septiembre de 2017

San Simón de Rojas, presbítero: himnos litúrgicos


 


La Orden de la Santísima Trinidad celebra cada 28 de septiembre la "memoria obligatoria" del presbítero San Simón de Rojas, y canta en su honor los siguientes himnos litúrgicos:


Oficio de lectura

I

Con el amor y fe pía
de Simón, tu Siervo amado,
sea por siempre alabado
tu Dulce Nombre, María.

Vino Rojas a este suelo
para que el mundo se asombre
de ver el poder del Nombre
que siempre fue su consuelo.

Por efecto de su celo
grande culto recibía:
sea por siempre alabado
tu Dulce Nombre, María.

El amor que profesaba
hacia la Virgen María,
a obsequiarla cada día
de continuo lo excitaba.

Su devoción inculcaba
a todos con gran porfía:
sea por siempre alabado
tu Dulce Nombre, María.

Fundó una Congregación
que su celo perpetuara
y que al pobre alimentara
remediando su aflicción.

Caridad y Redención
ingeniosamente unía:
sea por siempre alabado
tu Dulce Nombre, María.

Gloria al Padre, y al Hijo, 
y al Espíritu, por los siglos 
de los siglos. Amén.

II

Fama y loores de Simón cantamos,
quien, recibido en las celestes salas,
a las plegarias el atento oído
piadoso aplica.

Siendo muy niño, sin hablar apenas,
ya muestra en ciernes devoción futura,
y, saludando a nuestra Madre, dice:
"Ave María".

Por luz celeste iluminado, elige,
como refugio, nuestra Santa Orden,
a la que aplaude muchedumbre libre
de las cadenas.

Tan santa vida brillo da a su Orden;
ya se apresura a consolar cautivos,
ya a las ciudades populosas, urge
con sus consejos.

Damos rendidas alabanzas siempre,
a Dios Trino, que en el Cielo reinas,
de donde brotan sin cesar un punto
bienes sin cuento. Amén.


Laudes

I

Todo de María,
San Simón de Rojas,
tu vida deshojas,
con Ella por guía.
Ella es tu alegría,
de tu mar estrella,
la ruta es más bella
y el rumbo más cierto;
llegaste a buen puerto
con Ella y por Ella.

Repartes riquezas
de Dios, Padre nuestro.
De oración maestro
cantas sus grandezas.
Descubres bellezas
en Ella escondidas,
de Dios aprendidas
en honda experiencia
de virtud y ciencia
para ser vividas.

Amas la pobreza,
compartes los bienes;
en los pobres tienes
tu mejor riqueza.
Con noble grandeza
entregas tu vida
en Dios escondida;
como trinitario,
fiel hasta el Calvario,
siempre a Cristo unida.

Oh, Dios, te alabamos
y te bendecimos;
tu favor pedimos,
tu gracia pedimos,
tu gloria cantamos,
y gracias te damos
por cuanto nos das.
Nos quieres dar más;
Por eso esperamos
El cielo al que vamos:
Tú el premio serás.

II

Suplicantes cantemos la alabanza
del bueno, fiel y bienhadado siervo,
a gloria y alabanza del Dios Trino
que, a quienes Le confiesan, les da el premio.

Del mundo desdeñó las cosas prósperas,
del mismo modo que aceptó lo adverso.
Cifró en la caridad toda riqueza,
en la gracia de Dios permaneciendo.

Despreciando del mundo las riquezas,
igual que sus peligros y sus riesgos,
se afanó por las cosas celestiales,
eludiendo lo vil perecedero.

¡Oh, varón justo, bienaventurado!,
aplica tu interés a nuestros ruegos;
da a nuestra alma el consuelo del Bien Sumo,
y Él nos prepare de la vida el premio.
Honor, poder y gloria sea dado
al Dios Trino, por siglos sempiternos.
Que siempre esté su ayuda con nosotros,
de sus santos por medio de los ruegos. Amén.


Vísperas

I

Con voces que lleguen al Cielo
cantemos al Siervo más fiel de María.
Al glorioso Simón ofrendemos,
el lauro, la palma y el víctor,
triunfal pleitesía.
Porque él enseñó a los hijos de España
a rezar el saludo del Ave María.

Vuelve a nosotros tus dulces ojos,
vuelve a nosotros tus ojos bellos.
Danos, oh, Madre, morir por ellos
como a tu siervo Simón de Rojas.

Y así en la dicha o en las congojas,
es nuestra ofrenda sencilla y pía:
siempre decirte con toda el alma:
Ave María.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu,
por los siglos de los siglos. Amén.


II

Desdeñando en extremo
los efímeros años,
y en el fuego más puro
de piedad, abrasado,
adora al Uno y Trino
con plegarias y llanto.

El ayuno violento
el cuerpo quebrantado
le dejó muchas veces.
Los miembros lacerados
tuvo por los azotes,
y hasta, a veces, sangrando.

Como gran don, el Cielo
un cíngulo le ha dado,
para de la pureza
ser modelo acabado.
El fuego de la carne
se fue en él apagando.

De la real familia
fue maestro nombrado,
regla de virtud siendo
como espejo y ornato,
con su ejemplo y palabra
las almas modelando.

Rendidas alabanzas,
oh, Trinidad, te damos,
Tú, que del alto Cielo
reinas sobre los astros,
de quien brotan riquezas
y bienes sobrehumanos. Amén.


28 de septiembre de 2017, memoria facultativa de san Wenceslao, mártir, y de san Lorenzo Ruiz y compañeros, mártires, en el año 380° del martirio de estos últimos. Entrada dedicada a ellos y a san Simón de Rojas.



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San Lorenzo Ruiz, mártir

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