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lunes, 6 de agosto de 2018

Transfiguración del Señor: himnos litúrgicos




Cada 6 de agosto, la Iglesia universal celebra la "fiesta" de la Transfiguración del Señor. A continuación, comparto con el lector los himnos litúrgicos propios de la versión en latín de la Liturgia Horarum, traducidos al español (A), seguidos de otro formulario de himnos en esta última lengua, aprobados por algunas Conferencias hispanoablantes (B):
 

Las I Vísperas se celebran solamente cuando la fiesta ocurre en domingo o donde se celebra con el rango de "solemnidad".


A)
 
I y II Vísperas: O nata lux

Oh, Jesús, Luz nacida de la Luz 
y Redentor del mundo: 
escucha, en tu bondad, 
nuestra alabanza y nuestras súplicas. 

Te transfiguraste en el Tabor 
ante tus tres Apóstoles escogidos,
con el Rostro más resplandeciente que el sol 
y el vestido más blanco que la nieve.

Esclareciendo a los nuevos alumnos 
lo que los antiguos Profetas 
habían predicho en figuras, concediste a ambos 
la gracia de creer en tu Divinidad.

Mientras la Voz del Padre, desde el Cielo, 
te proclama su Hijo muy amado, 
nosotros confesamos fielmente tu celestial Realeza.

Y puesto que por nosotros, ya perdidos, 
te dignaste asumir nuestra propia carne, 
concédenos llegar a ser miembros de tu Cuerpo glorioso.

En tu honor, Señor, cantamos este himno de alabanza, 
para Ti, que, siendo el Hijo muy amado, 
te transfiguraste con el esplendor del Padre 
y del Espíritu Santo Amén.


Oficio de lecturas: Caelesti formam

Más brillante que el sol, 
Cristo muestra en el Tabor 
aquella gloria celeste 
que la Iglesia anhela.
 
Hoy acontece algo 
que recordarán todas las generaciones: 
el grato coloquio del Señor con Moisés y Elías, 
en la presencia de Pedro, Santiago y Juan.

Asisten, pues, los testigos de la gracia, 
la Ley y los Profetas, y desde la nube 
se escucha el testimonio del Padre 
que habla a su Hijo.

Hoy el Señor nos manifiesta, 
con su Rostro transfigurado, 
la hermosura que tendrán las almas que han creído, 
cuando disfruten de Dios.

La contemplación de este misterio, 
eleva el corazón de los fieles 
y consigue que, al encenderse de gozo 
su devoción, prorrumpan:

Concédenos, oh, Trinidad Beatísima, 
poder contemplar algún día la gloria, 
en tu Presencia. Amén.


Laudes: Iesu dulcis memoriae (v. infra)


B)

I Vísperas (como en las segundas)

Oficio de lectura

Para la Cruz y la Crucifixión,
para la agonía debajo de los olivos,
nada mejor que el monte Tabor.

Para los largos días de pena y dolor,
cuando se arrastra la vida inútilmente,
nada mejor que el monte Tabor.

Para el fracaso, la soledad, la incomprensión,
cuando es gris el horizonte y el camino.
nada mejor que el monte Tabor.

Para el triunfo gozoso de la Resurrección,
cuando todo resplandece de cantos,
nada mejor que el monte Tabor. Amén.

 
Laudes

Transfigúrame,
Señor, transfigúrame.
Quiero ser tu vidriera,
tu alta vidriera azul, morada y amarilla.
Quiero ser mi figura, sí, mi historia,
pero de Ti en tu gloria traspasado.

Transfigúrame,
Señor, transfigúrame.
Mas no a mí solo,
purifica también a todos los hijos de tu Padre,
que te rezan conmigo o te rezaron,
o que acaso ni una madre tuvieron
que los guiara a balbucir el Padrenuestro.

Transfigúranos,
Señor, transfigúranos.
Si acaso no te saben, o te dudan
o te blasfeman, límpiales el rostro
como a Ti la Verónica;
descórreles las densas cataratas de sus ojos,
que te vean, Señor, como te veo.

Transfigúralos,
Señor, transfigúralos.
Que todos puedan, en la misma nube
que a Ti te envuelve, despojarse del mal y revestirse
de su figura vieja y en Ti transfigurada.
y a mí, con todos ellos, transfigúrame.

Transfigúranos,
Señor, transfigúranos. Amén.

O bien:
(Iesu dulcis memoriae)

Jesús, de dulce memoria,
que das la paz verdadera;
más dulce que toda miel
es tu Divina Presencia.

Nada se canta más suave,
ni grato se experimenta,
ni alegría mayor hay
que de Cristo un alma llena.

Jesús, tu dulzura excede
-fuente de paz verdadera-
todos los gozos humanos,
cuanto el hombre soñar pueda.

Si nuestras mentes visitas,
la luz de verdad destella,
el mundo aparece vano,
todo, tu amor lo supera.

Danos, benigno perdón,
de la gracia gran cosecha;
haz que gocemos perennes
de tu esplendor la presencia.

Cantamos tus alabanzas,
Jesús, sentado a la diestra
de tu Padre, cuyo Amor
tu Ser Divino revela. Amén.


II vísperas

Véante mis ojos,
dulce Jesús bueno,
véante mis ojos,
muérame yo luego.

Vea quien quisiere
rosas y jazmines,
que, si yo te viere,
veré mil jardines;
flor de serafines,
Jesús Nazareno,
véante mis ojos;
muérame yo luego.

No quiero contento,
mi Jesús ausente,
pues todo es tormento
a quien esto siente;
sólo me ausente
tu amor y deseo,
véante mis ojos,
muérame yo luego.

Gloria, gloria al Padre,
gloria, gloria al Hijo,
gloria para siempre
igual al Espíritu.

Gloria de la Tierra
suba hasta los Cielos.

Véante mis ojos;
muérame yo luego. Amén.

 
O bien:

En la cumbre del monte,
su cuerpo de barro
se vistió de soles.

En la cumbre del monte,
su veste de nieve
se cuajó de flores.

En la cumbre del monte,
excelso misterio:
Cristo, Dios y hombre.

En la cumbre del monte,
a la fe se abrieron
nuestros corazones. Amén.


6 de agosto de 2018, fiesta de la Transfiguración del Señor.
Entrada dedicada a Jesús transfigurado, Rey de eterna gloria y al Papa Pablo VI en el cuadragésimo aniversario de su muerte terrena y en el año de su canonización.

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