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martes, 26 de mayo de 2020

San Felipe Neri, presbítero: himnos litúrgicos





Cada 26 de mayo, la Iglesia Universal celebra la "memoria obligatoria" de san Felipe Neri, presbítero, fundador y patrono de la Congregación del Oratorio, la cual lo honra con el rango de "solemnidad". Estos son los himnos litúrgicos propios de dicha Congregación:


I Vísperas

Cantemos a Felipe Neri un cántico merecido; 
su virtud y sus merecimientos lo han elevado, 
célebre, más arriba de los astros del cenit brillante, 
para que goce de las alegrías merecidas. 

Así, mientras ve que debido a un fuego súbito, 
arde la mansión donde vive, se abstiene de llorar, 
a pesar de que habría sido capaz de vencer 
completamente con pocas lágrimas aquellas aterradoras llamas. 

Rechaza, valiente, las monedas de oro, 
y la herencia dejada por su tío, y, diligente, 
se traslada a Roma y la transforma 
en la más ilustre de todas las ciudades. 

Abnegado, pasa en vela noches enteras 
en las catacumbas llenas de cuerpos de mártires, 
esforzándose por aprender de los propios "muertos"
la norma que le permita vivir rectamente. 

¡Gloria para siempre a la Trinidad Divina, 
reconocida por el cielo, el abismo y la tierra! 
Concédenos, por la súplica de Felipe Neri, 
las alegrías perpetuas de la dulce Patria. Amén.


Oficio de lectura

Mientras llevaba comida a un pobre durante la noche, 
Felipe Neri se cayó desde lo alto. 
Un ángel adornado con plumas, sujetándolo, 
le da a entender que la caridad ardiente nunca pasa. 

El Espíritu, descendiendo del cielo y penetrando 
en lo más profundo de su corazón mientras oraba, 
le ensanchó el tamaño del corazón, para que aquel Huésped Inconmensurable 
tuviera un lugar espacioso. 

Cuando iba a sacar a un anciano náufrago 
del medio de las aguas del mar, solidificó bajo sus pies 
la superficie fluida y casi convirtió el mar agitado en tierra firme. 

Tocando los brazos de un muchacho sin vida, 
lo hizo volver a la luz; después pidió que muriera. 
Por gracia del Señor, le habían sido dadas 
las llaves de la vida, de la muerte y de los infiernos. 

¡Gloria para siempre a la Trinidad Divina, 
reconocida por el cielo, el abismo y la tierra! 
Concédenos, por la súplica de Felipe Neri, 
las alegrías perpetuas de la dulce Patria. Amén.


Laudes

Cuando Felipe Neri ofrecía al Señor del cielo 
las ofrendas sagradas, muy a menudo se elevaba 
y abandonaba velozmente el suelo, 
para salir al encuentro de Cristo. 

No le gustó la púrpura resplandeciente; 
que es la vestidura de los príncipes consagrados, 
ni la majestad del capelo púrpura; 
sólo le gustó el vestido blanco de la virginidad. 

Ya enfermo, rodeó con sus brazos piadosos 
el cuello virginal de María y fue elevado por los aires, 
como si ansiara poder introducirse 
en la cámara sublime de la Madre. 

Abandonó su cuerpo cuando Dios le fue llevado escondido 
bajo forma de blanca Hostia, ya que, prudente, 
no quería dirigirse a la Patria sin aquel espléndido Viático. 

¡Gloria para siempre a la Trinidad Divina, 
reconocida por el cielo, el abismo y la tierra! 
Concédenos, por la súplica de Felipe Neri, 
las alegrías perpetuas de la dulce Patria. Amén.


II Vísperas: Ubi caritas (de la liturgia del Jueves Santo In Cena Domini)

Donde hay caridad y amor, allí está el Señor. 

Una sala y una mesa, una copa, vino y pan: 
los hermanos compartiendo en amor y en unidad. 

Nos reúne la presencia y el recuerdo del Señor; 
celebramos su memoria y la entrega de su amor. 

Donde hay caridad y amor, allí está el Señor. 

Invitados a la mesa del Banquete del Señor, 
recordamos su mandato de vivir en el amor. 

Comulgamos en el Cuerpo y en la Sangre que Él nos da, 
y también en el hermano, si lo amamos de verdad. 

Donde hay caridad y amor, allí está el Señor. 

Este Pan que da la vida y este Cáliz de salud, 
nos reúne a los hermanos en el nombre de Jesús. 

Anunciamos su memoria, celebramos su Pasión, 
el misterio de su Muerte y de su Resurrección. Amén.


26 de mayo de 2020, memoria litúrgica, (para los oratorianos, solemnidad) de san Felipe Neri, presbítero.
Entrada dedicada a él.

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