Inclínate hacia nosotros, dulce Virgen María, cuyo Inmaculado Corazón palpita de amor por la humanidad, redimida por la Sangre de Jesús.
Que los latidos incesantes de ese Corazón glorificado sean melodía de paz que silencie el estruendo de las guerras.
Que el fuego del Espíritu que abrasa tu Corazón centelleante inflame el nuestro con el celestial ardor de la caridad.
Que la corona de rosas que circunda tu Corazón triunfante, nos aliente a ser fragancia de Cristo.
Que las siete espadas que atraviesan tu Corazón oferente nos inspiren a aceptar con determinación nuestra cruz de cada día.
Que la sangre purísima que fluye de tu Corazón anticipadamente redimido suscite en nosotros sentimientos de gratitud hacia tu Hijo, el Cordero degollado, que vive para siempre.
Que las enseñanzas de Jesús, que atesora intactas tu Corazón sabio se hagan vida en nosotros.
Que los recuerdos de tu vida en la Tierra, junto a Jesús y José, guardados y meditados en tu Corazón acogedor, nos inspiren a ser dóciles a la Voluntad divina.
Que el calor maternal de tu Corazón amoroso arrulle a quienes se sienten solos, tristes o desorientados, a cuantos se saben enfermos o desesperanzados.
Alértanos, nueva Eva, sobre los peligros que nos asechan y sé nuestro antídoto contra el veneno que nos inocula constantemente la antigua Serpiente.
Que ni uno solo de los engaños del mundo nos esclavice.
Que por tu intercesión y bajo tu guía, Madre de Corazón triunfador, realicemos esta peregrinación terrenal hacia el Cielo en donde moras junto al Creador, que te ha constituido Reina y Señora de toda criatura.
Madre de Inmaculado Corazón, contigo marchamos, en ti confiamos y hacia tu regazo vamos.
Amén.
8 de junio de 2024, memoria litúrgica del Inmaculado Corazón de María.
Entrada dedicada a ese Templo santo del Espíritu de Dios.
Bellísima
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