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domingo, 18 de octubre de 2015

Misas de la Virgen XLVI (Tiempo Ordinario XXVIII): "La Virgen María, Puerta del Cielo"


File:Ianua coeli pavone canavese sant andrea.jpg




Misal: Textos bíblicos y eucológicos (en negro); rúbricas: rojo.
Guion: marrón.
Comentario del blog: azul.
 
El último formulario de estas Misas de la Virgen María celebra a la Madre de Cristo que acompaña bondadosa al Pueblo de Dios que hace camino hacia la Patria celestial.
Esta Misa tiene un marcado carácter escatológico, que es propio de toda celebración eucarística; en efecto, la asamblea de los fieles, al celebrarla, contempla «la ciudad santa, la nueva Jerusalén... , arreglada como una novia que se adorna para su esposo» y escucha la voz del Señor, que dice desde el trono celestial: «Todo lo hago nuevo» (cf. 1ª Lectura, Ap 21, 1-5a). Esta futura situación de la Iglesia se ha cumplido ya en Santa María, Virgen y Esposa, hermosa, sin mancha ni arruga (cf. Ef 5, 27). Por esto, los fieles suben alegres «a la Casa del Señor», donde celebrarán por siempre su Nombre (cf. Salmo responsorial Sal 121 [122], 1-2.3-4.8-9). Se les manda estar vigilantes y despiertos para salir al encuentro del Esposo con las lámparas encendidas, a fin de que, cuando se abra la puerta, sean admitidos al Banquete nupcial (cf. Evangelio, Mt 25, 1-13). Este carácter "escatológico" aconseja celebrar esta Misa mariana particularmente en la última semana del Tiempo Ordinario (la que precede al inicio del Santo Adviento), que es conocida por ese mismo matiz.
En la Misa se celebra en primer lugar a Cristo, a Quien el Padre ha hecho, en su bondad, «Puerta de salvación y de vida» (Co; cf. Jn 10, 7); Jesús, en efecto, es «la Puerta de la vida eterna» (Prefacio), por Quien se nos abren «las puertas de la Jerusalén celeste» (Oración colecta).
Ya desde la edad llamada de los santos Padres de la Iglesia, la metáfora de la «puerta», expresada con la palabra latina porta o sus sinónimos ostium, ianua, limen, se aplica a la Santísima Virgen para ilustrar su función de Nueva Eva, su Maternidad virginal, o su intercesión suplicante en favor de los fieles. Ianua Caeli llaman las letanías lauretanas a María.
En el formulario la Santísima Virgen es celebrada como:
- Eva inocente, que con su humildad y su fe vence la soberbia y la incredulidad de la primera mujer, abriendo lo que ella había cerrado: «Virgen humilde, / que nos abrió por su fe / la puerta de la vida eterna / que Eva había cerrado por su incredulidad» (Prefacio); «las puertas del paraíso, / que Eva había cerrado, / por ti se han vuelto a abrir, Virgen María» (Aleluya);
- Madre virginal de Cristo: por su Maternidad, María es «Puerta luminosa de la vida, / por la que apareció la salvación del mundo, / Jesucristo, nuestro Señor» (Oración sobre las ofrendas); «Puerta luminosa del cielo», por quien «apareció Cristo, luz del mundo» (Antífona de comunión); «Virgen Madre de la Palabra», que se ha convertido para nosotros en «Puerta del paraíso», ya que, «al devolver a Dios al mundo», nos abre «el acceso al cielo» (Antífona de entrada);
- Virgen suplicante (cf. Prefacio), ya que la Iglesia no duda de que «por intercesión de la Santísima Virgen, / de quien recibimos al Salvador del mundo», descenderán «sobre nosotros los dones de (su) gracia» y se nos abrirán «las puertas del cielo» (Oración después de la comunión).


Introducción


Cristo ayer y hoy,

principio y fin.

Cristo Alfa y Omega.

A Él la gloria por los siglos.



  Bendita eres María,

bendito el fruto de tu vientre.

Tu dulce seno bendito alimentó a

nuestro hermano, Hijo del Altísimo.

                                             (Himno "Jesucristo, Señor de los Milenios").


Estas dos invocaciones dirigidas a Jesucristo y a su Madre, tomadas del Himno para la Apertura de la Puerta Santa en el Jubileo del Año 2000, nos introducen en el Misterio de Cristo Redentor, Autor y Señor del tiempo y de la historia, y de la Santísima Virgen María, a la que la liturgia saluda con los sugestivos títulos de "Puerta altísima del Rey y entrada fulgente de la luz" (Cf. Himno de laudes del Común de la Santísima Virgen María). Gran Misterio aquel que se despliega con toda su riqueza en el Santo Sacrificio de la Misa que pone a nuestra disposición, aquí y ahora, la plenitud de la salvación que, con la ofrenda de su Cuerpo y su Sangre, el Hijo de Dios ha adquirido para nosotros.


Antífona de entrada

Salve, Virgen Madre de la Palabra, puerta del paraíso; al devolver a Dios al mundo, nos abres el acceso al cielo.


Oración colecta

El par metafórico "Cristo, Puerta" y "puertas de la eternidad", presente en la siguiente oración, se desarrolla de manera singular en la Colecta de la Misa del Día de Pascua, en la que se especifica que es el mismo Jesucristo el que, en ese Día, el más santo del año, nos "abre (las puertas de) la eternidad":


"Deus, qui hodierna die, per Unigenitum tuum, aeternitatis nobis aditum, devicta morte, reserasti, da nobis quaesumus, ut qui resurrectionis dominicae sollemnia colimus, per innovationem tui Spiritus, in lumine vitae resurgamus. Per Dominum...". 

Oh, Dios, que en tu bondad has hecho a tu Hijo puerta de salvación y de vida, concédenos, por la acción previsora de la Virgen María, permanecer fieles en el amor de Cristo y que se nos abran las puertas de la Jerusalén celeste. Por nuestro Señor Jesucristo.


Liturgia de la Palabra

Primera lectura

Vi la nueva Jerusalén, arreglada como una novia que se adorna para su esposo

Lectura del libro del Apocalipsis 21, 1-5a.

María es el nuevo Cielo, límpido y grandioso, en que resplandece para nosotros el Sol de juticia, que anuncia el Día sin ocaso y que hace nuevas todas las cosas.

Yo, Juan, vi un cielo nuevo y una tierra nueva,
porque el primer cielo y la primera tierra han pasado,
y el mar ya no existe.
Vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén,
que descendía del cielo, enviada por Dios,
arreglada como una novia que se adorna para su esposo.
Y escuché una voz potente que decía desde el trono:
— Ésta es la morada de Dios con los hombres:
acampará entre ellos.
Ellos serán su pueblo
y Dios estará con ellos.
Enjugará las lágrimas de sus ojos.
Ya no habrá muerte, ni luto,
ni llanto, ni dolor.
Porque el primer mundo ha pasado.
Y el que estaba sentado en el trono dijo:
«Ahora hago el universo nuevo.»

Palabra de Dios.


Salmo responsorial Sal 121, 1-2. 4-5 (R.: cf. 1)

R. Vamos alegres a la casa del Señor.

¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestro pies
tus umbrales, Jerusalén. R.

Jerusalén está fundada
como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor,
según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor. R.
Por mis hermanos y compañeros,
voy a decir: «La paz contigo.»
Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo bien. R.


En lugar de esta lectura con su salmo, puede utilizarse la que figura en el Apéndice (del libro "Misas de la Virgen"), núm. 2.


Aleluya

Las puertas del paraíso, que Eva había cerrado, por ti se han vuelto a abrir, Virgen María.


Evangelio

Que llega el esposo, salid a recibirlo

+ Lectura del santo Evangelio según san Mateo 25, 1-13.

El compromiso de nosotros con el mundo en que vivimos, jamás debe hacernos olvidar de que la "Venida del Esposo" es una realidad latente. Ella da sentido a toda nuestra vida.

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola:
— El Reino de los cielos se parecerá a diez doncellas que tomaron sus lámparas y salieron a esperar al esposo.
Cinco de ellas eran necias y cinco eran sensatas.
Las necias, al tomar las lámparas, se dejaron el aceite; en cambio, las sensatas se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas.
El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron.
A medianoche se oyó una voz:
— «¡Que llega el esposo, salid a recibirlo!»
Entonces se despertaron todas aquellas doncellas y se pusieron a preparar sus lámparas.
Y las necias dijeron a las sensatas:
— «Dadnos un poco de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas.»
Pero las sensatas contestaron:
— «Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os lo compréis.»
Mientras iban a comprarlo llegó el esposo y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas, y se cerró la puerta.
Más tarde llegaron también las otras doncellas, y decían:
— «Señor, señor, ábrenos.»
Pero él respondió:
— «Os lo aseguro: no os conozco.»
Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora.

Palabra del Señor.


Oración de los fieles

R. A través de María, "Puerta del Cielo, llegue a Ti nuestra plegria.

-Para que la santa Iglesia,  llamada con razón "hija de María", aprenda de tan sabia Madre la escucha dócil y la incondicional puesta en práctica de la Palabra de Dios. R.

-Para que el Papa N y los otros obispos en comunión con él, como los primeros cristianos, perseveren unidos en oración con María, la Madre de Jesús, y acojan agradecidos la incesante efusión del Espíritu Santo Paráclito, que por medio de ellos guía a la Iglesia. R.

-Para que los educadores, iluminados por María, Maestra sabia y Virgen prudente, puedan hacer llegar la luz de Cristo a todos los ámbitos del saber. R.

-Para que la gran variedad de comunidades religiosas que enriquecen la faz de la Iglesia, siempre tengan a María como Guía y Maestra en el conocimiento de Cristo, que es Meta y Galardón de todo hombre. R.

-Para que los que son presa de ideologías y de doctrinas engañosas, sean rescatados por María, que bien sabe cuál es la Verdad, porque la revistió ella misma de nuestra humanidad en su seno. R. 


Ofertorio

Benditos sean estos dones eucarísticos que vamos a acercar al Altar. Solo ellos, y ningún otro, son materia del Sacramento que actualiza el Sacrificio con el que Cristo nos abre las puertas de la eternidad.


Oración sobre las ofrendas

Te ofrecemos, Señor, este sacramento de unidad y de paz, celebrando la gloriosa memoria de la Virgen María, puerta luminosa de la vida, por la que apareció la salvación del mundo, Jesucristo, nuestro Señor. Que vive y reina por los siglos de los siglos.


Prefacio

La Santísima Virgen María abrió la puerta que había cerrado Eva

V. El Señor esté con vosotros.
R. Y con tu espíritu.
V. Levantemos el corazón.
R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
R. Es justo y necesario.

En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias, Padre santo,
siempre y en todo lugar,
y proclamar tu grandeza
en esta celebración en honor de la Virgen María.

Ella es la Virgen Madre,
representada por la puerta oriental del templo:
por ella pasó el Señor,
para él sólo se abrió y permaneció intacta.

Ella es la Virgen humilde,
que nos abrió por su fe
la puerta de la vida eterna
que Eva había cerrado por su incredulidad.

Ella es la Virgen suplicante,
que intercede continuamente por los pecadores,
para que se conviertan a su Hijo,
fuente perenne de gracia
y puerta del perdón siempre abierta.

Por él,
los ángeles y los arcángeles
te adoran eternamente,
gozosos en tu presencia.
Permítenos unirnos a sus voces
cantando tu alabanza:

Santo, Santo, Santo.


Comunión

Cristo y la Virgen son "puerta", cada uno a su manera. Él, porque, con su Sacrificio, que hoy, una vez más, hemos actualizado en esta Misa, nos hace posible el ingreso al Cielo. Ella, porque fue creada para darnos a Cristo y conducir nuevamente a Él a los que nos hubiéremos alejado. 
Con la misma devoción de esta Madre, acojamos pues, en nuestro corazón al Hijo, tierno Pan que se "horneó" en tan bendito seno maternal.


Antífona de comunión

Dichosa eres, Virgen María, puerta luminosa del cielo; por ti apareció Cristo, luz del mundo


Oración después de la comunión

Nótese que el pedido final de la siguiente oración es el mismo que el de la Colecta de esta Misa (Cf. supra):

Animados, Señor, por los sacramentos y por el gozo del espíritu, te pedimos, por intercesión de la santísima Virgen, de quien recibimos al Salvador del mundo, que desciendan sobre nosotros los dones de tu gracia y se nos abran las puertas del cielo. Por Jesucristo, nuestro Señor.


Despedida

Concluimos la Misa con gratitud a Dios por habernos hecho partícipes de sus Misterios, y con la mirada fija en María, Estrella que nos guía en esta peregrinación terrena y Puerta que nos posibilita el encuentro con Cristo


18 de octubre, domingo XXIX del Tiempo Ordinario.
Festividad de Nuestra Señora de Schöenstatt.
Aniversario del martirio de San Lucas, evangelista.
Canonización de María de la Inmaculada Concepción, Vicente Grossi, junto a Luis Martin y Celia Guérin, padres de Santa Teresita del Niño Jesús.

Entrada dedicada a la Mater Ter mirabilis de Schöenstatt, al evangelista por el que más sabemos de nuestra Señora y a los nuevos santos.




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