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domingo, 22 de noviembre de 2015

Bendición de un órgano



Santa Cecilia, patrona de la música 



Texto comentado

Bendicional: en negro; (oración de bendición: negrita cursiva).
(Se conservan los números de secciones y parágrafos tal y como se hallan en el Bendicional: negrita. También en negrita me permito realzar algunas cuestiones litúrgicas del texto del Bendicional, incisos que, a mi criterio, merecen especial consideración).
Comentarios del blog: azul.

El capítulo XXXIV del Bendicional ofrece el "Rito de la bendición de un órgano", que comparto con ustedes a continuación, como homenaje a Santa Cecilia, patrona de la música, en este día de su martirio.

BENDICIÓN DE UN ÓRGANO

1163. En la celebración de los divinos oficios, la música sagrada cumple un papel relevante; en la Iglesia latina el órgano ocupa un lugar honorífico, ya que, tanto cuando acompaña el canto como cuando toca solo, aumenta el esplendor de las ceremonias religiosas, es como un complemento de la alabanza divina, favorece la oración de los fieles y eleva su espíritu hacia Dios. Por la íntima relación que tiene el órgano con la música y el canto en las acciones litúrgicas y los piadosos ejercicios del pueblo cristiano, es conveniente que se bendiga antes de destinarlo al uso litúrgico.

El hecho de que sea bendecido lo convierte en un objeto sagrado. No sería osado afirmar, por tanto, que su ejecución en el marco de las celebraciones litúrgicas o de piedad, podría beneficiar a los fieles con indulgencias parciales, si así lo dispusiere el Ordinario del lugar.

1164. Este rito puede usarlo el presbítero, el cual, respetando su estructura y elementos principales, puede adaptar algunos de estos elementos para que la celebración se ajuste mejor a las circunstancias del lugar y de las personas. Si, como es aconsejable, preside el rito el Obispo, se harán las oportunas adaptaciones.

1165. La bendición del órgano puede hacerse cualquier día, excepto en los tiempos en que el derecho restringe su uso. (Concretamente, el Tiempo de Cuaresma, en que únicamente puede usarse para sostener el canto, salvo en las Misas del IV Domingo Laetare, en que es posible emplearlo solo; y en el Viernes Santo).

RITO DE LA BENDICIÓN

RITOS INICIALES

1166. Reunida la comunidad, se entona oportunamente un canto adecuado, terminado el cual, el celebrante dice:

En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

Todos se santiguan y responden:

Amén.

1167. Luego el celebrante saluda a los presentes, diciendo:

El amor de Dios Padre, la paz de nuestro Señor Jesucristo y el consuelo del Espíritu Santo estén siempre con vosotros.

O bien:

El Señor, a quien los santos alaban sin cesar, esté siempre con vosotros.

U otras palabras adecuadas, tomadas preferentemente de la sagrada Escritura.

Todos responden:

Y con tu espíritu.

O de otro modo adecuado.

1168. El celebrante dispone a los presentes a recibir la bendición, con estas palabras u otras semejantes:

Nos hemos reunido aquí, queridos hermanos, para bendecir un nuevo órgano, gracias al cual la celebración de la liturgia será más bella y solemne. El arte musical, cuando se usa en los ritos sagrados, tiene por fin principal la glorificación de Dios y la santificación de los hombres, y por eso el sonido del órgano se convierte en un signo eminente del cántico nuevo que se nos manda cantar a Dios; cantamos de verdad el cántico nuevo cuando nos comportamos rectamente, cuando nos adherimos de corazón y con alegría a la voluntad de Dios, cuando nos amamos los unos a los otros y cumplimos así el mandamiento nuevo.

LECTURA DE LA PALABRA DE DIOS

1169. Luego, el lector, uno de los presentes o el mismo celebrante, lee un texto de la sagrada Escritura de los que se proponen a continuación:

Col 3, 12-17: Cantad a Dios, dándole gracias de corazón

Escuchad ahora, hermanos, las palabras del apóstol san Pablo a los Colosenses.

Como elegidos de Dios, santos y amados, vestíos de la misericordia entrañable, bondad, humildad, dulzura, comprensión.
Sobrellevaos mutuamente y perdonaos, cuando alguno tenga quejas contra otro. El Señor os ha perdonado: haced vosotros lo mismo. Y, por encima de todo esto, el amor, que es el ceñidor de la unidad consumada. Que la paz de Cristo actúe de árbitro en vuestro corazón; en ella habéis sido convocados, en un solo cuerpo. Y sed agradecidos. La palabra  de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza; enseñaos unos a otros con toda sabiduría; corregíos mutuamente. Cantad a Dios, dadle gracias de corazón, con salmos, himnos y cánticos inspirados. Y, todo lo que de palabra o de obra realicéis, sea todo en nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él.

Palabra de Dios.

1170. Pueden también leerse: Nm 10, 1-10; lCro 15, 3. 16. 19-21. 25;

2Cro 5, 2-5a. 11-14; Ef 5, 15-20; Le 1, 39-47; Le 10, 21-22.

1171. Según las circunstancias, se puede decir o cantar un salmo responsorial u otro canto adecuado.

Salmo responsorial Sal 46 (47), 2-3. 7-8 (R.: cf. 6)

R. Tocad para Dios entre aclamaciones y al son de trompetas.

Pueblos todos, batid palmas,
aclamad a Dios con gritos de júbilo;
porque el Señor es sublime y terrible,
emperador de toda la tierra. R.

Tocad para Dios, tocad,
tocad para nuestro Rey, tocad.
Porque Dios es el rey del mundo:
tocad con maestría. R.

1172. O bien:

Sal 97 (98), 1. 2-3. 4-6

R. (cf. 5 y 6) Aclamad y tocad para el Señor.

1173. El celebrante, según las circunstancias, exhorta brevemente a los presentes, explicándoles la lectura bíblica, para que perciban el significado de la celebración y la finalidad del órgano.

PRECES

1174. Sigue, según las circunstancias, la plegaria común. Entre las invocaciones que aquí se proponen, el celebrante puede seleccionar las que le parezcan más adecuadas o añadir otras más directamente relacionadas con las circunstancias de los presentes o del momento.

La siguiente "plegaria común" menciona a cada una de las Tres Divinas Personas, y luego a todas juntas, dirigiéndose a la "Santa Trinidad". Por ello, la monición introductoria aclara que las invocaciones tendrán como Receptor a Dios todopoderoso. El carácter laudatorio de cada una, que "se yergue" sobre el conjunto de verbos sinónimos de la primera persona gramatical, es semejante al de las intercesiones de la oración litúrgica de laudes:

Llenos de alegría, queridos hermanos, proclamemos la grandeza de Dios todopoderoso, por los incontables bienes con que su bondad nos colma, y, como nos enseña el Apóstol, démosle gracias, cantando sus alabanzas con el corazón y con la boca:

R. Gloria a ti, Señor.

Padre santo, rey del cielo y de la tierra, fuente de toda perfección y constante inspirador de toda armonía santa, te alabamos por tu inmensa gloria. R.

Señor Jesucristo, reflejo de la gloria del Padre, que, hecho hombre, viniste a los hombres, para quitar el pecado del mundo y enriquecer con tu gracia a los hermanos redimidos, te glorificamos por tu gran misericordia. R.

Espíritu Santo Dios, que habitas en el corazón de los hombres y los edificas para formar un solo cuerpo, te ensalzamos por tu invisible presencia en la Iglesia. R.

Santa Trinidad un solo Dios, principio y fin de todas las cosas, a quien el cielo y la tierra cantan un cántico nuevo, te adoramos por tu insondable felicidad. R.

Sigue la oración de bendición, como se indica más adelante.
1175. Cuando no se dicen las preces, antes de la oración de bendición, el celebrante, con estas palabras u otras semejantes, invita a todos a orar, implorando el auxilio divino:

Conscientes de que somos miembros de la santa Iglesia, invoquemos ahora, a una sola voz y con un solo corazón, a Dios, nuestro Padre.

Y, según las circunstancias, todos oran durante algún tiempo en silencio. (Una vez más se pone de relieve la importancia del silencio como elemento propio de la liturgia).

ORACIÓN DE BENDICIÓN

1176. El celebrante, con las manos extendidas, dice la oración de bendición:

Particularmente sugestiva es la siguiente "oración de bendición", que comienza con la célebre invocación a Dios que hace el gran San Agustín en su Libro de las Confesiones:

Dios y Señor nuestro, que eres la belleza siempre antigua y siempre nueva, cuya sabiduría gobierna el mundo y cuya bondad adorna el universo; los coros de los ángeles te alaban, obedientes siempre a tus mandatos; todos los astros del cielo te cantan, observando, en su continuo movimiento, las leyes que tú les has impuesto; todos los redimidos, a una sola voz, proclaman tu santidad, y con el corazón, con sus labios y con su vida te aclaman, llenos de alegría. También nosotros, tu pueblo santo, reunidos en este lugar con ánimo festivo, ansiamos unir nuestras voces al concierto universal de la creación, y, a fin de que nuestro himno de alabanza suba más dignamente hasta tu majestad, te presentamos este órgano para que lo bendigas y para que, con su ayuda, unamos armónicamente nuestras voces al cantar tus alabanzas y presentarte nuestros deseos.


Por Jesucristo, nuestro Señor.

R- Amén.

1177. Luego el celebrante pone incienso e inciensa el órgano; mientras, éste se hace sonar por primera vez.

Si la incensación del órgano ya bendecido es signo de que ya se ha convertido en algo sagrado, sus primeras melodías llegan al Cielo en alabanza y súplica a Dios, y luego descienden nuevamente a nosotros como numerosas gracias.

CONCLUSIÓN DEL RITO

1178. El celebrante bendice al pueblo, con las manos extendidas sobre los fieles, diciendo:

El Señor, digno de toda alabanza, os conceda, a los que en la tierra procuráis cantarle con la boca, el corazón y la vida, que podáis un día cantar eternamente el cántico nuevo en el cielo.

R.. Amén.

Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo + y Espíritu Santo, descienda sobre vosotros.

R- Amén.

1179. Es aconsejable terminar el rito con un canto adecuado. (Este puede ser preferentemente ejecutado con el acompañamiento del órgano recién bendecido).


22 de noviembre de 2015, solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del universo.
Aniversario del martirio de Santa Cecilia, virgen y mártir. A ella y a su celestial Rey y Esposo, está dedicada esta entrada.


El cuerpo de Santa Cecilia, tal y como fue hallado
 

2 comentarios:

  1. Fue especialmente emotiva la Bendición del Organo de la Iglesia de Santiago en Alcalá de Guadaíra. Dios nos permita escucharlo durante largos años. Amén.

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  2. Los latidos de mi corazón se unen espiritualmente a las alabanzas a Dios que se elevarán desde aquel invaluable órgano. Dios bendiga a todos los miembros de esa comunidad.

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