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lunes, 23 de noviembre de 2015

Guion: Domingo I de Adviento






Formulario de Misa: hacer clic aquí.

Para profundizar sobre las características del Tiempo de Adviento hacer 
clic aquí.


Ciclo C


Introducción

Con toda la Iglesia comenzamos hoy un nuevo Año litúrgico. Es el Domingo I de Adviento, tiempo en que meditamos sobre la Segunda Venida del Salvador al final de los tiempos, a la vez que nos preparamos para hacer memoria de la primera, en Navidad.

La súplica "Ven, Señor Jesús", dirigida al Señor desde la primera generación de cristianos, adquiere nueva intensidad en estos días de esperanza. Con fe, contemplaremos el misterio de "Aquel que vino a fecundar con su Encarnación la tierra de la humanidad". Es el mismo que al final de los tiempos "vendrá para juzgar, (...) para iluminar lo más íntimo de las conciencias y corazones". (Cf. San Juan Pablo II, homilía, 1°/12/85).

Con una fe renovada, celebremos esta Eucaristía, con la que iniciamos solemnemente el sagrado Tiempo de Adviento.

Luego del saludo inicial, y en lugar del Acto penitencial, puede realizarse el rito de la Bendición de la Corona de Adviento. En otra entrada de este blog, se ofrece un modelo de oración para el encendido de cada cirio. Hacer clic aquí


Liturgia de la Palabra

Primera lectura: Jer. 33, 14-16

La profecía de Jeremías anuncia la venida del Mesías, "Germen justo", que hará preclaro al  linaje de David.

Segunda lectura: I Tes. 3, 12_4,2

El Apóstol de los gentiles nos exhorta a crecer en el amor entre hermanos, lo cual nos hace herederos del Reino que viene.

Evangelio: Lc. 21, 25-28. 34-36

Al inicio del santo Adviento, "resuena más viva y actual que nunca la exhortación del evangelista Lucas a velar y orar, a fin de estar preparados para el encuentro con el Señor". (San Juan Pablo II, homilía, 30/11/97).

O bien:

"Levanten la cabeza. Se acerca la liberación".

Estas palabras resuenan con renovada actualidad en el umbral del nuevo Año litúrgico, y nos invitan a estar preparados y a velar, ante la inminente Venida del Señor.


Oración de los fieles

El Año litúrgico, que hoy comenzamos, es como el cofre precioso del que la Iglesia extrae los dones espirituales que Dios nos ofrece. Lo más valioso de ese "cofre" son los siete sacramentos, instituidos por Cristo para que por medio de ellos, recibamos la salvación que Él nos obtuvo con su Misterio pascual. Por eso, las siguientes preces se refieren a estos benditos "signos sensibles":

Al comenzar el Santo Adviento, invoquemos al Altísimo, Señor del Cielo y de la Tierra. Él, por medio de los sacramentos, siga sosteniendo nuestra peregrinación hacia la Jerusalén celestial.

 R. Dios Uno y Trino, santifícanos.

-El Bautismo es el sacramento de la filiación divina.

+Que por él puedan incorporarse a la Iglesia los hijos de Dios de las más diversas culturas, para que la humanidad reunida y hermanada apresure el Reino venidero. R.

-La Confirmación consolida e ilumina el testimonio que estamos llamados a dar como cristianos.

+Que por este sacramento se reavive en nosotros la conciencia de ser antorchas en medio de la oscuridad del mundo, y de permanecer en vela aguardando al Salvador que viene. R.

 -La Eucaristía es el mayor de los sacramentos, al que por ello llamamos "Santísimo".

+Que por la asidua celebración de la Santa Misa y la digna recepción del Cuerpo y la Sangre de Cristo, los que nos llamamos "católicos" evitemos el orgullo de la autosuficiencia, la mezquindad del individualismo y la hipocresía de la doble vida. R.

-La Confesión es el sacramento de la Misericordia infinita de Dios, que ofrece el perdón al pecador sinceramente arrepentido.

+Que acudamos con frecuencia a este sacramento, no solamente para la remisión de las faltas graves para las cuales es obligatorio, sino también para el perdón de los pecados veniales, tomando conciencia de que el confesionario es el "trono de la misericordia divina" y la "puerta de la santidad". R.

-La santa Unción es el sacramento del consuelo de Dios.

+Que los sacerdotes, siempre respetuosos de la normativa de la Iglesia, procuren los medios necesarios para facilitar una más frecuente y fructuosa recepción de este sacramento que Cristo instituyó para consuelo, fortaleza y salud espiritual y física de ancianos y enfermos. R.

-El Orden sagrado es el sacramento del Sacerdocio ministerial de Cristo, transferido a algunos elegidos a lo largo de las generaciones para perpetuar los Santos Misterios hasta que Él vuelva.

+Que los sagrados ministros, conscientes de la gran dignidad a la que han sido llamados sin mérito de su parte, se esfuercen por configurar cada vez más su corazón al de Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote. R.

-El Matrimonio es el sacramento que eleva la dignidad de la unión entre el hombre y la mujer, y que convierte a ambos en signo elocuente del místico desposorio entre Cristo y su Iglesia.

+Que los esposos cristianos, alimentados por la Eucaristía, perseveren en el amor y en la mutua fidelidad, y puedan superar así las dificultades que encuentren en el camino de la vida. R.

A continuación, se propone como otra oración conclusiva de las preces, una colecta alternativa a la de este domingo, tomada de la edición italiana del Misal Romano y traducida al castellano. Se reemplaza la conclusión trinitaria larga, propia de toda colecta, por la breve, típica de las demás oraciones litúrgicas:

"Padre Santo, que mantienes tu promesa a lo largo de los siglos, levanta a la humanidad oprimida por tantos males y abre nuestros corazones a la esperanza, para que sepamos esperar sin turbaciones el retorno glorioso de Cristo, Juez y Salvador, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén".


Ofertorio

Primicias del bendito Adviento que estamos comenzando, son estos dones eucarísticos de pan y vino que ahora llevamos al Altar.





Comunión

Señor Jesús, que viniste al mundo hace más de dos mil años, quisiste quedarte entre nosotros como Pan, y volverás al final de los tiempos como Juez: creemos en Ti; velamos; Te esperamos. Sé Tú nuestra fortaleza, Señor, Pan vivo que has bajado del Cielo.


Despedida

El Adviento ha comenzado. Vivámoslo plenamente e invitemos a nuestros hermanos a que hagan lo propio. Solamente así, nuestra Navidad será según Dios.


23 de noviembre de 2015, memoria litúrgica de San Clemente, Papa y mártir, y de San Columbano, abad. Entrada dedicada a ambos.

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