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jueves, 4 de febrero de 2016

Guion: Domingo IX del Tiempo Ordinario






Formulario de Misa: aquí.


Ciclo C

Introducción

Una vez más, el día del Señor nos encuentra reunidos en fraternal asamblea. Con la participación en esta Eucaristía cumplimos el tercer mandamiento del Señor: "Santificar las fiestas". 
El sábado era día de observancia en la Antigua Alianza. En la plenitud de los tiempos, los cristianos observamos el domingo, primer día de la semana, día de la nueva creación instaurada por la Resurrección del Hijo de Dios Altísimo, de la que hacemos memoria en cada Misa desde los orígenes de la Iglesia hasta el final de los tiempos.


Primera lectura: I Rey. 8, 41-43

Dios, que es bondadoso y compasivo, no hace acepción de personas y acoge paternalmente las súplicas de todos aquellos que Lo invocan con confianza.

Segunda lectura: Gál. 1, 2. 6-10

O el Evangelio de Jesucristo o las palabras engañosas y aduladoras del mundo. Son las dos opciones que los hombres tienen ante sí. No hay punto medio; no hay verdad híbrida.

Evangelio: Lc. 7, 1-10

Jesucristo, Señor y Autor de la vida es Quien tiene poder para tomarla y restituirla. Mejor aun, para hacer que ella sea eterna para los que creen en Él.


Oración de los fieles

R. Una palabra tuya, bastará para sanarnos, Señor.

-Para que la Iglesia se vea libre de todo riesgo de división y de toda sed de poder. R.

-Para que los cardenales, ilustre "senado" del Papa, en estrecha colaboración con él, y bajo su Suprema Autoridad, defiendan los derechos de la Iglesia, allí donde estos sean conculcados. R.

-Para que los que padecen enfermedades espirituales, físicas o mentales, cuenten con la consoladora bendición del Señor y con el fraternal apoyo de los cristianos. R.

-Para que los países del mundo vuelvan atrás en todas aquellas iniciativas que atenten contra la integridad del Planeta que Dios ha creado para nosotros. R. 

-Para que los difuntos alcancen la plena purificación de sus faltas, último paso hacia la definitiva comunión con Dios. R.

A continuación, se propone como otra oración conclusiva de las preces, una colecta alternativa a la de este domingo, tomada de la edición italiana del Misal Romano y traducida al castellano. Se reemplaza la conclusión trinitaria larga, propia de toda colecta, por la breve, típica de las demás oraciones litúrgicas:

"En tu Palabra, oh, Padre, manifiestas el poder que nos salva, haz que ella resuene en todas las lenguas y culturas, y que sea voluntariamente acogida por todo hombre como prenda de salvación. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén".

Ofertorio

Nuestra vida, solamente unida a la de Cristo, adquiere su verdadero sentido y se orienta hacia la eternidad. Por eso, la ofrecemos espiritualmente con los dones de pan y vino, para que sea ofrenda junto al Cordero que va a inmolarse.

Comunión

Todo buen padre elige el mejor alimento para su hijo. Por eso, Dios, que es el mejor de los padres, nos da el más sagrado de los alimentos, el del Cuerpo y la Sangre de su mismo Hijo.


Despedida

Dios nos ha alimentado con su Palabra y su Pan. Asumamos el compromiso de invitar a este Banquete a nuestros hermanos más alejados de Dios.



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