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lunes, 8 de agosto de 2016

Guion: Domingo XX del Tiempo Ordinario







Formulario de Misa: aquí.



Ciclo C

Introducción

Hermanos:

"De domingo en domingo, la Iglesia se encamina hacia el último día del Señor, el Domingo que no tiene fin". (San Juan Pablo II, Carta Apostólica Dies Domini, 37).

Tras las huellas de los que nos precedieron, como pregoneros de esperanza ante quienes comparten nuestro presente, y con la mirada fija en la meta definitiva del Cielo, celebremos el Sacrificio siempre actual del Cordero, Sacrificio que hace de los cristianos de todos los tiempos y lugares, una gran familia.



Primera lectura: Jer. 38, 3-6. 8-10

El Señor Dios, Padre bueno y fiel, libra de todo peligro a los que confían en Él.

Segunda lectura: Heb. 12, 1-4

San Pablo nos asegura que, fijando la mirada en Cristo, crucificado y resucitado a la derecha de Dios. obtendremos la fuerza necesaria para salir airosos de la lucha contra el pecado.

Evangelio: Lc. 12, 49-53

"La paz que Jesús vino a traer es fruto de una lucha constante contra el mal" (Cf. S.S. Benedicto XVI, Ángelus, 19/08/07). Esta es una exhortación a que seamos valientes y optemos por el bien, aceptando los riesgos.


Oración de los fieles

Las siguientes preces, con las necesarias adaptaciones, están tomadas de la Santa Misa aprobada para el "Año jubilar de san Vicente Ferrer" (2019):

Oremos, ahora, a Dios nuestro Padre, para que escuche nuestra oración por la Iglesia y por toda la familia humana:

R. Padre, escúchanos.

-Por la santa Iglesia de Dios, de modo particular, por nuestra Iglesia (arqui)diocesana. Que todos juntos, fieles y pastores, caminemos a la luz del Evangelio, siendo signos de unidad en medio de nuestro pueblo. Roguemos al Señor.

-Por las autoridades públicas de nuestra tierra y por todos los responsables de la vida social. Que trabajen en todo momento por el bien común de todos los ciudadanos y respeten siempre las libertades públicas. Roguemos al Señor.

-Por los pastores, misioneros, catequistas y padres de familia, primeros responsables de la transmisión de la fe. Que enseñen a todos los fieles a dar gloria a Dios con una vida de acuerdo con el Evangelio. Roguemos al Señor.

-Por los enfermos, por los que sufren en su alma o en su cuerpo, por los pobres y necesitados. Que reciban la ayuda que necesitan para vivir con dignidad. Roguemos al Señor.

-Por las vocaciones a la vida sacerdotal, religiosa y misionera. Que no falten jóvenes que se consagren al servicio de Dios y de la Iglesia. Roguemos al Señor.

-Por nosotros, reunidos en esta celebración. Que el ejemplo de los santos nos ayude a ser cada vez mejores testigos de Jesús, en quien 
creemos. Roguemos al Señor.

Oración conclusiva

"Padre santo, concédenos, por intercesión de María, nuestra Madre, los dones que te pedimos y haz que siempre demos gloria a tu nombre. Por Jesucristo, nuestro Señor".

O bien:

Dirijamos ahora al Padre la plegaria de los bautizados, orando así:

R. Vuélvete a nosotros, Señor.

O bien:

R. Señor, sácianos con tu amor.

-Por una Iglesia que, bajo el cayado del Vicario de Cristo, aspire a los bienes del Cielo, te pedimos...R.

-Por la unidad de los diferentes credos, cimentada en la verdad, la justicia y la paz, te pedimos...R.

-Por la fraternidad universal de los pueblos de la Tierra, en la que los más desarrollados socorran a los que menos tienen, te pedimos...R.

-Por la esmerada educación de los niños y jóvenes, en la pureza, la honradez y el altruismo, te pedimos...R.

-Por la eterna salvación de los que atravesaron el umbral de la muerte que a todos nos espera, Te pedimos...R.

A continuación, se propone como otra oración conclusiva de las preces, una colecta alternativa a la de este domingo, tomada de la edición italiana del Misal Romano y traducida al castellano. Se reemplaza la conclusión trinitaria larga, propia de toda colecta, por la breve, típica de las demás oraciones litúrgicas:

"Oh, Dios, que en la Cruz de tu Hijo, signo de contradicción, revelas los secretos de los corazones, haz que la humanidad no reitere el trágico rechazo de la verdad y de la gracia, sino que sepa discernir los signos de los tiempos para que en tu nombre obtenga la salvación. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén".


Ofertorio

Que el EspíritubSll nos ilumine para que podamos hacer de todo lo que somos y poseemos una ofrenda agradable a Dios, como los dones de pan y vino que vamos a depositar en el Altar.


Comunión

El salmista de hoy agradecía a Dios Padre que hubiera puesto en "canto nuevo" en su boca. Nosotros le agradecemos hoy algo mucho más grande: que ponga en nuestra boca la Carne y la Sangre de su Hijo, y así cumpla amorosamente nuestro incesante pedido del "pan de cada día".


Despedida

Con la esperanza de que el Padre del Cielo cuida amorosamente de quienes peregrinamos por la Tierra, volvemos a nuestra diaria tarea de construir el Reino.



8 de agosto de 2016, memoria litúrgica de santo Domingo, presbítero, en el Año Jubilar del octavo centenario de la fundación de la Orden de Predicadores por él mismo, a quien está dedicada esta entrada.

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