Cada 2 de febrero, la Iglesia universal celebra la "fiesta" de la Presentación del Señor en el Templo. Se publican a continuación los himnos propios de la versión en latín de la Liturgia de las Horas (A), traducidos al español, seguidos de otros aprobados por la Santa Sede para algunas Conferencias Episcopales hispanohablantes (B):
A)
Oficio de lectura: Legis sacratae
El que desde la Sede del Padre
rige la corte espléndida de los Ángeles,
el mismo que estableció el cielo, la tierra y el mar,
no
desdeñó someterse por entero,
a los preceptos ceremoniales de la Ley
sagrada,
ni a los mandamientos dictados a Moisés.
aunque cubierto por el velo de la Carne,
la Madre
bienaventurada, con sus labios,
cubre de besos la cara de Aquel, que es
Dios, y Hombre verdadero,
a cuya orden fueron creadas todas las cosas.
el Honor de la raza y del pueblo de Israel:
El que ha sido
puesto como ruina de escándalo
y salvación de todos los pueblos, hasta
que descubran
los pensamientos de muchos corazones.
y el poder también al Hijo, la virtud y la honra al Espíritu
Santo:
a Ti, Trinidad indivisa, la alabanza por los siglos de los
siglos. Amén.
Laudes: Adorna Sion
Adorna tu tálamo, oh, Sión, que esperas al Señor,
y acoge al Esposo y a la Esposa, en vigilia de luz y de fe.
el gozo prometido: muéstranos a todos esa Luz,
que ha de
revelarse a los gentiles.
ofrecen al Templo, al que, sin deber nada a la ley,
quiso someterse a ella.
al que es Unigénito del Padre:
a Aquel, a través del cual somos
ofrecidos,
y que es el Precio de nuestra Redención.
ya Víctima que, porque viene a salvar a todos,
a todos invita a la alegría.
que Te
has revelado a las naciones,
con el Padre y el Espíritu Paráclito,
por
los siglos de los siglos. Amén.
I (si la fiesta cae en domingo) y II Vísperas: Quod chorus
Lo que antaño predijo, lleno del Espíritu Santo,
el coro venerable de
los Profetas,
aparece ahora cumplido en María, la Madre de Dios.
al que es Dios del Cielo y Dueño de la tierra,
permaneció también purísima después del parto.
Lo tomó entre sus brazos, complacido
de poder ver a Cristo con
sus propios ojos,
según había sido su deseo.
de la gracia de tu Hijo, acoge benévola,
los deseos de los
que te suplican.
nos descubres la hondura de sus misterios,
haz que podamos
cantar para Ti el himno de la alabanza
en aquella Mansión de luz
inextinguible. Amén.
B)
Oficio de lectura
En el Templo entra María,
más que nunca pura y blanca,
luces del mármol arranca,
reflejos al oro envía.
Va el Cordero entre la nieve,
la Virgen nevando al Niño,
nevando a puro cariño
este blanco vellón leve.
Las dos tórtolas que ofrece
ya vuelan y ya se posan.
Ana y Simeón rebosan
gozo del tiempo que crece,
que estalla, que está; no hubo
quien, viendo al blanco alhelí,
dijera, -por ti, por mí-
que al hielo esta noche estuvo.
Ya ha cesado la nevada;
y el Niño, tan blanco, blanco,
oye que va a ser el blanco
de contradicción, la espada,
¡ay!, para su Madre, y mueve
hacia ella sus ojuelos,
regalando desconsuelos
como si Él no fuera nieve.
Gloria al Padre, gloria al Hijo,
gloria al Espíritu Santo,
por los siglos de los siglos. Amén.
O bien:
Criaturas, alegraos,
pues la Salud nos llega:
el Redentor del hombre,
Señor de cielo y tierra.
María, Toda Gracia,
abre a Cristo la puerta:
pasa el Rey, y cerrada
eternamente queda.
La Madre es todo gozo,
el hombre es todo espera,
y Cristo presentado
de gracia al mundo llena.
Honor y gloria a Cristo,
a Quien el Padre engendra,
y por el Santo Espíritu
En el Templo entra María,
más que nunca pura y blanca,
luces del mármol arranca,
reflejos al oro envía.
Va el Cordero entre la nieve,
la Virgen nevando al Niño,
nevando a puro cariño
este blanco vellón leve.
Las dos tórtolas que ofrece
ya vuelan y ya se posan.
Ana y Simeón rebosan
gozo del tiempo que crece,
que estalla, que está; no hubo
quien, viendo al blanco alhelí,
dijera, -por ti, por mí-
que al hielo esta noche estuvo.
Ya ha cesado la nevada;
y el Niño, tan blanco, blanco,
oye que va a ser el blanco
de contradicción, la espada,
¡ay!, para su Madre, y mueve
hacia ella sus ojuelos,
regalando desconsuelos
como si Él no fuera nieve.
Gloria al Padre, gloria al Hijo,
gloria al Espíritu Santo,
por los siglos de los siglos. Amén.
O bien:
Criaturas, alegraos,
pues la Salud nos llega:
el Redentor del hombre,
Señor de cielo y tierra.
María, Toda Gracia,
abre a Cristo la puerta:
pasa el Rey, y cerrada
eternamente queda.
La Madre es todo gozo,
el hombre es todo espera,
y Cristo presentado
de gracia al mundo llena.
Honor y gloria a Cristo,
a Quien el Padre engendra,
y por el Santo Espíritu
da a luz una Doncella. Amén.
Laudes
Iglesia santa, Esposa bella,
sal al encuentro del Señor,
adorna y limpia tu morada
y recibe a tu Salvador.
Abre tus brazos a María,
Virgen Madre del Redentor,
Puerta del Cielo siempre abierta
por la que vino al mundo Dios.
Laudes
Iglesia santa, Esposa bella,
sal al encuentro del Señor,
adorna y limpia tu morada
y recibe a tu Salvador.
Abre tus brazos a María,
Virgen Madre del Redentor,
Puerta del Cielo siempre abierta
por la que vino al mundo Dios.
¿A Quién sostienes en tus manos,
dinos, anciano Simeón,
por qué te sientes tan alegre?
«Porque ya he visto al Salvador.
Este Niño será bandera
y signo de contradicción,
con su Muerte, traerá la Vida,
por la Cruz, la Resurrección.»
Jesús, el Hijo de María,
es el Hijo eterno de Dios,
la Luz que alumbra a las naciones
los caminos de salvación.
La Virgen Madre ofrece al Niño
como una hostia para Dios;
la espada de la profecía
atraviesa su corazón.
Honor y gloria al Padre eterno,
al Hijo eterno que engendró,
y que, por obra del Espíritu,
de la Virgen Madre nació. Amén.
O bien:
Estás aquí, Señor, bien lo proclaman
los justos que de siempre han esperado
estar cerca de Ti, porque te aman
y luchan por el mundo que has salvado.
Estás aquí, mi Dios, humilde hermano,
Presencia ante mis ojos revelada,
Salvador eternal del pueblo humano,
Luz de la Luz que brilla en tu mirada.
Salvador eternal del pueblo humano,
Luz de la Luz que brilla en tu mirada.
Bienvenido, Mesías esperado;
que deje el corazón toda amargura
porque Dios, siendo Dios, nos ha salvado
en locura de amor y de ternura.
Demos gracias al Padre que ha querido
darnos el Hijo eterno y bien amado,
todo el pueblo de Dios Le cante unido
al Fuego del Amor que Lo ha engendrado. Amén.
II vísperas
De una Virgen hermosa
celos tiene el sol,
porque vio en sus brazos
otro Sol mayor.
Cuando del oriente salió
el sol dorado,
y otro Sol helado
miró tan ardiente,
quitó de la frente
la corona bella,
y a los pies de la Estrella
su lumbre adoró,
porque vio en sus brazos
otro Sol mayor.
«Hermosa María
-dice el sol, vencido-,
de vos ha nacido
el Sol que podía
dar al mundo el Día
que ha deseado.»
Esto dijo, humillado,
a María el sol,
porque vio en sus brazos
otro Sol mayor.
Al Padre y al Hijo
gloria y bendición,
y al Espíritu Santo
por los siglos honor. Amén.
2 de febrero de 2019, fiesta de la Presentación del Señor.
Entrada dedicada a la Sagrada Familia de Jesús, María y José, y a los santos profetas Simeón y Ana.
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