Páginas

lunes, 15 de agosto de 2022

Himno "Akathistos" a la Madre de Dios

 




A los efectos de que sea difundido y más conocido, se copia y pega íntegro en esta entrada un archivo hecho público en la Red, que contiene el texto completo* de la venerabilísima composición mariana llamada AKÁTHISTOS, que es un "antiguo Himno a la Madre de Dios":


Presentación 


 1. Nombre


«Akáthistos» se llama por antonomasia al himno litúrgico de la Iglesia bizantina del siglo V, que fue y continúa siendo el modelo de muchas composiciones himnográficas y litánicas, antiguas y recientes. «Akáthistos» no es el título originarios sino una rúbrica: «no-sentados», porque la Iglesia ordena cantarlo o recitarlo «estando de pie», como se escucha el Evangelio, en señal de reverente obsequio a la Madre de Dios.


 2. Estructura


El himno Akáthistos consta de 24 estrofas divididas en dos partes de 12 estrofas cada una: una litúrgico-narrativa; la otra dogmática; ambas subdivididas en dos secciones de 6 estrofas: la primera cristocéntrica, la segunda eclesiocéntrica.

Las estrofas impares se amplían con 12 salutaciones marianas.

 

3. Importancia litúrgica 


La Iglesia bizantina ha dedicado a este himno una memoria litúrgica el quinto sábado de Cuaresma, «sábado del Akáthistos», y se canta una sección en cada precedente sábado de Cuaresma. Pero monjes, sacerdotes y fieles lo recitan en otras muchas ocasiones, también cada día, porque instintivamente descubren su belleza y lo reconocen como la expresión más alta de su doctrina y piedad hacia la Santísima Madre de Dios. Casi todos los monasterios y las iglesias bizantinas y eslavas reproducen escenas del Akáthistos sobre las paredes de los edificios sagrados, sobre los ornamentos, sobre los objetos litúrgicos o para encuadrar los iconos más célebres. El Akáthistos ha ejercido un notable influjo sobre la tradición del Occidente, gracias a la versión latina que se remonta al año 800.


4. Valor teológico


El himno Akáthistos es una composición inspirada, que contempla a la Virgen-Madre en el proyecto histórico-salvífico de Dios desde la creación hasta el último cumplimiento, uniéndola indisolublemente a Cristo y a la Iglesia, cual Madre del Verbo y Esposa inmaculada del Esposo divino. El himno armoniza el contenido cristológico y el mariano, subordinando sabiamente la Madre al Hijo, la alabanza mariana a la glorificación divina.

El Akáthistos toma, según la metodología litúrgica oriental, los contenidos y su expresión de las imágenes de la creación, que manifiestan al Creador, y de los episodios, anuncios y figuras del Antiguo Testamento, que han preparado la Venida del Salvador; pero sobre todo de la fe profesada y celebrada por la Iglesia: profesada en los concilios de Nicea (325), Éfeso (431) y Calcedonia (451), de los cuales directamente depende; celebrada sobre todo en el ciclo de Navidad orientado a la Pascua, que fielmente sigue e interpreta. El Akáthistos, por lo tanto, canta el misterio de la Virgen-Madre en el misterio de Cristo y de la Iglesia, y el acontecimiento de la Encarnación y de la Navidad a la luz de la Pascua del Redentor y de los redimidos. Por esto, el autor lo ha proyectado intencionadamente con números simbólicos que representan a Cristo y a la Iglesia: el número 2, que indica las dos naturalezas del Hijo – la divina y la humana – convergentes en la única Persona del Verbo; y el número 12, que revela la Jerusalén celestial, descrita en el Apocalipsis cual esposa del Cordero, resplandeciente de la gloria divina (Ap 19 y 21). De esta visión, el himno deduce el estri-billo «Salve, Virgen y Esposa» y el «Aleluya», presentando ya realizado en María lo que toda la Iglesia desea y espera ser.


5. Significado ecuménico


El Akáthistos es el único texto que propone en forma orante cuanto la Iglesia de los orígenes, todavía unida, ha creído y dicho de María en sus pronunciamientos oficiales y en su universal consenso de fe.


6. Autor


Muchos nombres han sido propuestos. Uno solo es atendible: el de Basilio de Seleucia, teólogo profundo y elegante escritor, conocedor de la tradición alejandrina, antioquena y siria, uno de los Padres más influyentes del Concilio de Cal-cedonia (451).


7. Objeto


El himno no fue compuesto para una fiesta mariana, sino presumiblemente para celebrar el gran misterio de la Madre de Dios patrona de Costantinopla en su santuario de Blanquerna, construido por la emperatriz Pulqueria (450-453) como muestra y prenda de la celestial protección de la Virgen sobre la Ciudad y su Imperio.


8. Versión y canto


Compuesto para el canto en una refinadísima métrica griega, el himno es intraducible. Nosotros ofrecemos una propuesta rítmica del padre Jesús Castellano Cervera, lo más fiel al texto original que ha sido posible. Puede ser cantado con las melodías del M° Luigi Lasagna, o con otra melodía adecuada.


9. Indulgencias


San Juan Pablo II ha solemnizado las celebraciones centenarias de los Concilios Costantinopolitano I y Efesino (1981) con el canto del Akáthistos. Él mismo ha presidido varias celebraciones. Constatando con alegría que la recitación del himno se está difundiendo fructuosamente también entre los fieles de rito latino, con la finalidad de «consolidar ulteriormente y difundir esta loable costumbre», con Decreto de la Penitenciaría Apostólica del 31 de mayo de 1991 concedió al Akáthistos las mismas indulgencias que al santo Rosario, en particular «la indulgencia plenaria a los fieles que recitan el himno Akáthistos en la iglesia o en un oratorio, o también en familia, en una Comunidad religiosa o en una Asociación piadosa» (Acta Apostolicae Sedis, 83 [1991], p. 627-628). Esto constituye un ulterior auspicio para que la Iglesia vuelva a respirar con sus «dos pulmones» (Redemptoris Mater, n. 34).


Ermanno M. Toniolo, o.s.m.



HIMNO AKATHISTOS


Introducción (tomada de otra versión del himno)


Por ti, oh, Madre de Dios, vencedora en la lucha, entonamos los tuyos este canto de triunfo y también damos gracias al que te ha protegido de ser presa del mal. Pero tú, fuerte como nadie, nos librarás de todos los peligros y así aclamaremos:

¡Salve, Virgen y Esposa! bis.


PARTE LITÚRGICA


1.

Un arcángel excelso
fue enviado del cielo
a decir «Dios te salve» a María.
Contemplándote, oh, Dios, hecho hombre,
por virtud de su angélico anuncio,
extasiado quedó ante la Virgen,
y así le cantaba:


Salve, por ti resplandece la dicha;
Salve, por ti se eclipsa la pena.
Salve, levantas a Adán, el caído;
Salve, rescatas el llanto de Eva.
Salve, oh, cima encumbrada
a la mente del hombre;
Salve, abismo insondable
a los ojos del ángel.
Salve, tú eres de veras
el trono del Rey;
Salve, tú llevas en ti
al que todo sostiene.
Salve, lucero que el Sol nos anuncia;
Salve, regazo del Dios que se encarna.
Salve, por ti la creación se renueva;
Salve, por ti el Creador nace niño.
Salve, ¡Virgen y Esposa! bis.


2.


Conociendo la Santa
que era a Dios consagrada,
al arcángel Gabriel le decía:
«Tu mensaje es arcano a mi oído
y difícil resulta a mi alma;
insinúas de Virgen el parto,
exclamando:

¡Aleluya! 
bis.


3.


Deseaba la Virgen
comprender el misterio
y al heraldo divino pregunta:
«¿Podrá dar a luz criatura
una Virgen? Responde, te ruego».
Reverente Gabriel contestaba,
y así le cantaba:


Salve, tú, guía al eterno consejo;
Salve, tú, prenda de arcano misterio.
Salve, milagro primero de Cristo;
Salve, compendio de todos sus dogmas.
Salve, celeste escalera
que Dios ha bajado;
Salve, oh, puente que llevas
los hombres al cielo.
Salve, de angélicos coros
solemne portento;
Salve, de turba infernal
lastimero flagelo.
Salve, inefable, la Luz alumbraste;
Salve, a ninguno dijiste el secreto.
Salve, del docto rebasas la ciencia;
Salve, del fiel iluminas la mente.
Salve, ¡Virgen y Esposa! 
bis.


4. 


La virtud de lo Alto
la cubrió con su sombra
e hizo Madre a la Esposa Inviolada.
Aquel seno por Dios fecundado
germinó como fértil arada
para todo el que busca la gracia
y aclama:

¡Aleluya! 
bis.


5.


Con el Niño en su seno,
presurosa María,
a su prima Isabel visitaba.
El pequeño en el seno materno
exultó al oír el saludo,
y con saltos, cual cantos de gozo,
a la Madre aclamaba:


Salve, oh, tallo del verde Retoño.
Salve, oh, rama del Fruto incorrupto.
Salve, al pío Arador tú cultivas.
Salve, tú plantas quien planta la vida.
Salve, oh, campo fecundo de gracias copiosas.
Salve, oh, mesa repleta de dones divinos.
Salve, un prado germinas de toda delicia;
Salve, al alma preparas asilo seguro.
Salve, incienso de grata plegaria.
Salve, ofrenda que el mundo concilia.
Salve, clemencia de Dios para el hombre.
Salve, del hombre con Dios confianza.

Salve, ¡Virgen y Esposa! bis.


6.

Con la mente en tumulto,
inundado de dudas,
el prudente José se debate.
Te conoce cual Virgen intacta;
desposorios secretos sospecha.
Al saber que es Acción del Espíritu, exclama:

¡Aleluya! bis.



7.


Los pastores oyeron

los angélicos coros

que al Señor hecho hombre cantaban.

Para ver al Pastor van corriendo;

un Cordero inocente contemplan

que del pecho materno se nutre,

y a la Virgen le cantan:


Salve, Nutriz del Pastor y Cordero;

Salve, aprisco de fieles rebaños.

Salve, barrera a las fieras hostiles;

Salve, ingreso que da al Paraíso.

Salve, por ti con la Tierra

exultan los Cielos;

Salve, por ti con los cielos

se alegra la tierra.

Salve, de Apóstoles boca

que nunca enmudece;

Salve, de Mártires fuerza

que nadie somete.

Salve, de fe inconcuso cimiento;

Salve, fulgente estandarte de gracia.

Salve, por ti es despojado el averno;

Salve, por ti revestimos la gloria.


Salve, ¡Virgen y Esposa! bis.


8.


Observando la estrella

que hacia Dios los guiaba,

sus fulgores siguieron los Magos.

Era antorcha segura en su ruta;

los condujo ante el Rey Poderoso.

Al llegar hasta el Inalcanzable,

le cantan:


¡Aleluya! bis.


9.


Contemplaron los Magos

entre brazos maternos

al que al hombre plasmó con sus

manos.

Comprendieron que era Él su

Señor,

a pesar de su forma de esclavo;

presurosos le ofrecen sus dones

y a la Madre proclaman:


Salve, oh, Madre del Sol sin ocaso;

Salve, aurora del místico Día.

Salve, tu apagas hogueras de errores;

Salve, Dios Trino al creyente revelas.

Salve, derribas del trono

al tirano enemigo;

Salve, nos muestras a Cristo

el Señor y el Amigo.

Salve, nos has liberado

de bárbaros ritos;

Salve, nos has redimido

de acciones de barro.

Salve, destruyes el culto del fuego;

Salve, extingues las llamas del vicio.

Salve, camino a la santa templanza;

Salve, alegría de todas las gentes.


Salve, ¡Virgen y Esposa! bis.


10.


Portadores y heraldos

de Dios eran los Magos

de regreso, allá en Babilonia.

Se cumplía el oráculo antiguo

cuando a todos hablaban de Cristo,

sin pensar en el necio de Herodes

que no canta:


¡Aleluya! bis.


11.


El Egipto iluminas

con la luz verdadera

persiguiendo el error tenebroso.

A tu paso caían los dioses,

no pudiendo, Señor, soportarte;

y los hombres, salvados de engaño,

a la Virgen aclaman:


Salve, levantas al género humano;

Salve, humillas a todo el infierno.

Salve, conculcas engaños y errores;

Salve, impugnas del ídolo el fraude.

Salve, oh, mar que sumerge

al cruel enemigo;

Salve, oh, roca do beben

sedientos de Vida.

Salve, columna de fuego

que guía en tinieblas;

Salve, amplísima nube

que cubres el mundo.

Salve, nos diste el Maná verdadero;

Salve, nos sirves Manjar de delicias.

Salve, oh, tierra por Dios prometida;

Salve, en ti fluyen la miel y la leche.


Salve, ¡Virgen y Esposa! bis.


12.


Simeón el anciano,

al final de sus días,

de este mundo dejaba la sombra.

Presentado le fuiste cual niño,

mas, al verte cual Dios poderoso,

admiró el arcano designio

y gritaba:


¡Aleluya! bis.


PARTE DOGMÁTICA


13.


Renovó el Excelso

de este mundo las leyes

cuando vino a habitar en la

Tierra.

Germinando en un seno

 incorrupto

lo conserva intacto cual era.

Asombrados por este prodigio,

a la Santa cantamos:


Salve, azucena de intacta belleza;

Salve, corona de noble firmeza.

Salve, la suerte futura revelas;

Salve, la angélica vida desvelas.

Salve, frutal exquisito

que nutre a los fieles;

Salve, ramaje frondoso

que a todos cobija.

Salve, llevaste en el seno

a quien guía al errante;

Salve, al mundo entregaste

a quien libra al esclavo.

Salve, plegaria ante el Juez verdadero;

Salve, perdón del que tuerce el sendero.

Salve, atavío que cubre al desnudo;

Salve, del hombre supremo deseo.


Salve, ¡Virgen y Esposa! bis.


14.


Ante el Parto admirable,

alejados del mundo,

hacia el Cielo elevamos la mente.

El Altísimo vino a la Tierra

con la humilde semblanza de un

 pobre

y enaltece hasta cumbres 

de gloria a quien canta:


¡Aleluya! bis


15.


Habitaba en la Tierra

y llenaba los Cielos

la Palabra de Dios infinita.

Su bajada amorosa hasta el

 hombre

no cambió su morada superna.

Era el parto divino de Virgen

que este canto escuchaba:


Salve, mansión que contiene al Inmenso;

Salve, dintel del augusto Misterio.

Salve, de incrédulo equívoco anuncio;

Salve, del fiel inequívoco orgullo.

Salve, carroza del Santo

que portan querubes;

Salve, sitial del que adoran

sin fin serafines.

Salve, tú sola has unido

dos cosas opuestas;

Salve, tú sola a la vez

eres Virgen y Madre.

Salve, por ti fue borrada la culpa;

Salve, por ti Dios abrió el Paraíso.

Salve, tú, llave del Reino de Cristo;

Salve, esperanza de bienes eternos.

Salve, ¡Virgen y Esposa! bis.


16.


Todo el orden angélico

asombrado contempla

el misterio de Dios que se encarna.

Al Señor, al que nadie se acerca,

hecho hombre, accesible, admira

caminar por humanos senderos,

escuchando:


¡Aleluya! bis.


17.


Oradores brillantes

como peces se callan

ante ti, Santa Madre del Verbo.

Cómo ha sido posible no

 entienden ser tú Virgen después

 de ser Madre.

El prodigio admiramos tus fieles,

y con fe proclamamos:


Salve, sagrario de arcana Sapiencia;

Salve, despensa de la Providencia.

Salve, por ti se confunden los sabios;

Salve, por ti el orador enmudece.

Salve, por ti se aturden

sutiles doctores;

Salve, por ti desfallecen

autores de mitos.

Salve, disuelves enredos

de agudos sofistas;

Salve, rellenas las redes

de los pescadores.

Salve, levantas de honda ignorancia;

Salve, nos llenas de ciencia superna.

Salve, navío del que ama salvarse;

Salve, oh, puerto en el mar de la vida.

Salve, ¡Virgen y Esposa! bis.


18.


Por salvar todo el orbe,

el Divino Alfarero

hasta el mundo bajó, porque quiso.

Por ser Dios era Él Pastor nuestro;

se mostró por nosotros Cordero;

como igual sus iguales atrae;

cual Dios oye:


¡Aleluya! bis.


19.


Virgen, Madre de Cristo,

baluarte de vírgenes

y de todo el que en ti se refugia

el divino Hacedor te dispuso,

al tomar de ti carne en tu seno;

y enseña a que todos cantemos

en tu honor, oh, Inviolada:


Salve, columna de sacra pureza;

Salve, umbral de la vida perfecta.

Salve, tú inicias la nueva progenie;

Salve, dispensas bondades divinas.

Salve, de nuevo engendraste

al nacido en deshonra;

Salve, talento infundiste

al hombre insensato.

Salve, anulaste a Satán

seductor de las almas;

Salve, nos diste al Señor

sembrador de los castos.

Salve, regazo de nupcias divinas;

Salve, unión de los fieles con Cristo.

Salve, de vírgenes Madre y Maestra;

Salve, al Esposo conduces las almas.

Salve, ¡Virgen y Esposa! bis.


20.


Impotente es el canto

que alabar presumiera

de tu gracia el caudal infinito.

Como inmensa es la arena en la

playa pueden ser nuestros

 himnos, Rey Santo, mas no

 igualan los dones que has dado

a quien canta:


¡Aleluya! bis.


21.


Como antorcha luciente

del que yace en tinieblas

resplandece la Virgen María.

Ha encedido la Luz increada;

su fulgor ilumina las mentes

y conduce a la ciencia celeste,

suscitando este canto:


Salve, oh, rayo del Sol verdadero;

Salve, destello de Luz sin ocaso.

Salve, fulgor que iluminas las mentes;

Salve, cual trueno enemigos aterras.

Salve, surgieron de ti

luminosos misterios;

Salve, brotaron en ti

caudalosos arroyos.

Salve, figura eres tú

de salubre piscina;

Salve, tú limpias las manchas

de nuestros pecados.

Salve, oh, fuente que lavas las almas;

Salve, oh, copa que vierte alegría.

Salve, fragancia del ungüento de Cristo;

Salve, oh, Vida del sacro Banquete.


Salve, ¡Virgen y Esposa! bis.


22.


Por querer perdonarnos

el pecado primero,

el que paga las deudas de todos,

de sus prófugos busca el asilo,

libremente del Cielo exiliado.

Mas, rasgando el quirógrafo

 antiguo, oye un canto:


¡Aleluya! bis.


23.


Celebrando tu parto,

a una voz te alabamos

como templo viviente, Señora.

Ha querido encerrarse en tu seno

el que todo contiene en su mano,

el que santa y gloriosa te ha

 hecho, el que enseña a cantarte:


Salve, oh, tienda del Verbo divino;

Salve, más grande que el gran Santuario.

Salve, oh, Arca que Espíritu dora;

Salve, tesoro inexhausto de vida.

Salve, diadema preciosa

de reyes devotos;

Salve, orgullo glorioso

de sacros ministros.

Salve, firmísimo alcázar

de toda la Iglesia;

Salve, muralla invencible

de todo el Imperio.

Salve, por ti enarbolamos trofeos;

Salve, por ti sucumbió el adversario.

Salve, remedio eficaz de mi carne;

Salve, inmortal salvación de mi alma.


Salve, ¡Virgen y Esposa! bis.


24.


Digna de toda loa,

Madre santa del Verbo,

el más Santo entre todos los

Santos.

Nuestra ofrenda recibe en el

 canto; salva al mundo de todo

 peligro; del castigo inminente

 libera a quien canta:


¡Aleluya! bis.






Interpretación: Rubén Darío Robadin.


*Obra escrita y fuente


TRADUCCIÓN MÉTRICA DEL TEXTO GRIEGO POR JESÚS CASTELLANO CERVERA, O.C.D.

PRESENTACIÓN DE E. M. TONIOLO, O.S.M.


Centro de Cultura Mariana «Mater Ecclesiae»
Roma – Via del Corso, 306.
www.culturamariana.com
e-mail: centro@culturamariana.com


15 de agosto de 2022, solemnidad de la Asunción de la Santísima Virgen María en cuerpo y alma al Cielo.
Entrada dedicada a ella.

No hay comentarios:

Publicar un comentario