Basílica de Santa María la Mayor
I. En la misma Iglesia dedicada:
PREFACIO
El misterio del Templo de Dios que es la Iglesia
V. Levantemos el corazón.
R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
R. Es justo y necesario.
En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo,
Dios todopoderoso y eterno,
por Cristo, Señor Nuestro.
Porque en esta casa que nos has permitido construir
no cesas de ayudar a tu familia que peregrina hacia ti;
en ella simbolizas y realizas admirablemente
el misterio de tu comunión con nosotros.
Aquí edificas para ti el templo que somos nosotros
y haces crecer como Cuerpo de Cristo
a la Iglesia diseminada por todo el mundo,
que alcanzará su plenitud en la Jerusalén celestial,
verdadera visión de paz.
Por eso, unidos a todos los ángeles y santos,
en el templo de tu gloria
te alabamos, bendecimos y glorificamos, diciendo:
Santo, Santo, Santo...
II. Fuera de la Iglesia dedicada:
PREFACIO
V. Levantemos el corazón.
R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
R. Es justo y necesario.
En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo,
Dios todopoderoso y eterno.
Porque generosamente te dignas habitar en esta casa de oración,
y nos ayudas con los dones de tu gracia,
para convertirnos en templos del Espíritu Santo,
y hacernos resplandecer con una vida agradable a ti.
Santificas constantemente a la Iglesia, esposa de Cristo,
representada en sus templos visibles,
para que, como madre feliz de una multitud de hijos,
merezca ser introducida en tu gloria del cielo.
Por eso, unidos a todos los ángeles y santos,
te alabamos, diciendo sin cesar:
Santo, Santo, Santo...
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