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sábado, 26 de mayo de 2012

Vigilia de Pentecostés: Celebración extensa


 



Para profundizar sobre el concepto actual de "Vigilia", que difiere en algunos aspectos del que se entendía antes del Concilio Vaticano II, hágase clic aquí.

La Misa vespertina de la Vigilia de Pentecostés, que tiene lugar en el atardecer del sábado que precede al día propio de esta solemnidad, puede celebrarse de acuerdo con un esquema litúrgico más prolongado, semejante en algunos aspectos, a la Solemne Vigilia Pascual de la Noche santa de Resurrección.
De este modo, al comienzo del Tiempo pascual y también al final, dos grandes Vigilias preceden a las solemnidades mayores de Pascua y Pentecostés, que marcan el inicio y la conclusión de este tiempo fuerte.

Voy a explicar sintéticamente cuál es el esquema de la celebración prolongada de la Vigilia de Pentecostés, aprobado por la Santa Sede y presente ya en las ediciones de varios misales de diferentes Conferencias episcopales:

Antífona de entrada: Rom. 5, 5

El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones
por el Espíritu Santo, que nos ha sido dado. Aleluia.

La Misa de Vigilia puede celebrarse unida al rezo de las primeras Vísperas de la solemnidad, en cuyo caso, omitida la Antífona de entrada, se inicia con el canto del himno Veni Creator, u otro adecuado (preferentemente, alguna invocación al Paráclito, como las letanías a Él dedicadas). El cántico elegido acompaña el ingreso del sacerdote.

Se omite el Acto penitencial y se recita en su lugar la salmodia correspondiente, hasta la lectura breve, exclusive.

Después, el sacerdote recita la segunda oración colecta propuesta en el Misal para esta Misa de Vigilia. La celebración sigue como más abajo*.

Si las primeras Vísperas se celebran hacia el final de la Misa, luego de la antífona de Comunión se canta o recita el Magnificat con su antífona propia. Todos permanecen de pie. El Altar puede ser incensado mientras se entona ese cántico evangélico, según lo sugieren las normas litúrgicas (Cf. IGLH, 261).

Pero detengámonos ahora en la celebración de esta Misa de Vigilia en su forma más extensa pero sin el rezo de las primeras Vísperas. Siempre se usan ornamentos rojos. Se trata no de una Vela bautismal como la de la Noche de la Resurrección, sino de una Vigilia de oración, de invocación y espera del Espíritu Santo, que evoca la asamblea del Cenáculo de Jerusalén en donde la Madre del Señor y los Apóstoles permanecían reunidos en espera del cumplimiento de la promesa de Jesús, de "no dejarlos huérfanos y de enviarles otro Paráclito" que los confirmaría en la verdad.

Es necesario advertir que una cosa es una vigilia, piadoso evento que puede organizarse de numerosas maneras y, entre silencios meditativos, oraciones y cánticos, prolongándose incluso hasta el amanecer, y otra una "Misa de Vigilia", que es aquella celebración litúrgica, de estructura prefijada, a la que estamos por referirnos. A aquellos que deseen profundizar sobre el particular, vuelvo a remitir a la publicación mencionada al comienzo de esta entrada

El esquema de la Celebración extensa de la Vigilia de Pentecostés es el que sigue:

Ritos iniciales

-Entrada (procesional o no) del sacerdote, al son del canto de la antífona del introito o de algún otro cántico, preferentemente referido  al Espíritu del Señor.

-Incensación de la Cruz, del Altar y del Cirio. (optativa).

-Saludo propio (de la solemnidad).

-Acto penitencial. (Como se aconseja durante el Tiempo Pascual, puede suplir al Acto penitencial el rito de bendición del agua y la aspersión con ella).

-Kyrie (si no se ha usado la forma con tropos en el Acto penitencial).

-Segunda oración colecta sugerida para la Vigilia:

Dios todopoderoso, te pedimos
que hagas brillar sobre nosotros el resplandor de tu gloria,
y confirmes con la luz de tu Espíritu Santo
los corazones de quienes hemos renacido por tu gracia.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo
y es Dios, por los siglos de los siglos.


El esquema, aunque más reducido, es semejante al de la Vigilia Pascual. Se sugieren cuatro lecturas del Antiguo Testamento (el Leccionario las propone como optativas para la celebración menos extensa -para la que se elige una sola-), más dos del Nuevo Testamento, siempre obligatorias.

El orden de la Liturgia de la Palabra es, pues, el siguiente:

Todos se sientan para escuchar las lecturas.

-Monición general hecha por el sacerdote.

-Proclamación de cada lectura.

Se proclaman íntegras las lecturas del Antiguo Testamento que prescribe el Leccionario: 1°: Gén. 11, 1-9; 2°: Éx. 19, 3-8a. 16-20b; 3°: Ez. 37, 1.14; 4°: Jl. 3, 1-5.

-Canto  o en su defecto, recitación del salmo correspondiente a cada lectura, con su versículo responsorial:1° Sal. 32, 10-11. 12-13. 14-15. R: 12b; 2°: se emplea como Sal: Dan.3, 52-56. R: 52b. O bien: Sal. 18, 8-11. R: Jn. 6, 68c; 3°: Sal. 106, 2-9. R: 1; 4°: Sal. 103, 1.2a. 24. 27-28. 29bc-30.


-"Oremos" (invitación del sacerdote a orar en silencio un breve momento. Este silencio meditativo puede hacerse también en lugar del salmo, al igual que en la Vigilia Pascual). Todos se ponen de pie.

-Oración propia de la lectura. (Hay Conferencias Episcopales que no han incluido estas oraciones en sus misales. En estos casos quizás sea aconsejable emplear las conocidas "oraciones sálmicas" correspondientes a los salmos proclamados). 

Se transcriben a continuación las oraciones correspondientes a cada lectura, propuestas por los Misales de las Conferencias Episcopales Argentina (I) e Italiana (II) 

Primera lectura: Gén. 11, 1-9; Sal. 32, 10-11. 12-13. 14-15. R: 12b.

I

Te pedimos, Dios todopoderoso,
que tu Iglesia sea siempre un pueblo santo
reunido en la unidad del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo,
para que manifieste
el misterio de tu santidad y de tu unidad al mundo
y lo lleve a la perfección de tu amor.
Por Jesucristo, nuestro Señor


II

Infunde en nosotros tu Espíritu Santo, Señor, para que todos los hombres busquen siempre la unidad en la armoría, y derribado el orgullo de razas y culturas, la Tierra sea una sola familia, y toda lengua proclame que Jesucristo es el Señor. Que vive y reina por los siglos de los siglos.


Segunda lectura: Éx. 19, 3-8a. 16-20b; se emplea como Sal: Dan.3, 52-56. R: 52b. O bien: Sal. 18, 8-11. R: Jn. 6, 68c.

I

Te pedimos, Dios todopoderoso,
que tu Iglesia sea siempre un pueblo santo
reunido en la unidad del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo,
para que manifieste
el misterio de tu santidad y de tu unidad al mundo
y lo lleve a la perfección de tu amor.
Por Jesucristo, nuestro Señor.


II

Oh, Dios de la alianza antigua y nueva, que te has revelado en el Fuego de la santa Montaña y en el Pentecostés de tu Hijo, haz una fogata con nuestra soberbia, destruye los odios y las armas de muerte, y enciende en nosotros la llama de tu caridad, para que el nuevo Israel, reunido de entre todos los pueblos, acoja con alegría la ley eterna de tu amor. Por Jesucristo, nuestro Señor.


Tercera lectura: Ez. 37, 1.14; Sal. 106, 2-9. R: 1.

I

Señor Dios, lleno de poder,
que levantas al hombre caído y lo conservas en tu fidelidad;
aumenta el número
de los que serán renovados por tu gracia santificante
y haz que tu Espíritu conduzca siempre a todos los bautizados.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

O bien:

Dios nuestro,
que nos has regenerado por tu Palabra de vida:
derrama sobre nosotros tu Espíritu Santo,
para que viviendo en la unidad de la fe,
merezcamos alcanzar la gloria de la resurrección.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

O bien:

Dios nuestro,
que tu pueblo se alegre siempre
por la nueva vida recibida del Espíritu Santo,
para que, con el gozo de los hijos,
aguarde con firme esperanza el día de la resurrección final.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.

II

Oh, Dios, Creador y Padre, infunde en nosotros tu Aliento de vida; que el Espíritu que se cernía sobre los abismos de los orígenes, vuelva a derramarse en nuestras mentes y nuestros corazones como hará al final de los tiempos para despertar nuestros cuerpos a la Vida sin fin. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

Cuarta lectura: Jl. 3, 1-5; Sal. 103, 1.2a. 24. 27-28. 29bc-30.

I

Dios todopoderoso, realiza tu promesa en nosotros
y derrama tu Espíritu Santo,
para que seamos ante el mundo testigos valientes
del Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san .
Que vive y reina por los siglos de los siglos.


II

Escucha, oh, Dios, a tu Iglesia, reunida en concorde plegaria en esta santa Vigilia, mientras espera el cumplimiento de la Pascua perenne; que descienda siempre sobre ella tu Espíritu, para que ilumine la mente de los fieles, y todos los renacidos por el bautismo sean en el mundo testigos y profetas. Por Jesucristo, nuestro Señor.

 
Luego de la cuarta lectura con su salmo y oración correspondientes, todos se ponen de pie, y se canta el himno Gloria in excelsis.

Y la Misa sigue así:

-Primera oración colecta de la Vigilia:

Dios todopoderoso y eterno,
tú has querido prolongar la celebración del misterio pascual
durante cincuenta días;
haz que los pueblos dispersos se congreguen
y las diversas lenguas se unan
en la proclamación de la gloria de tu nombre.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo,
y es Dios, por los siglos de los siglos.

 *Todos se sientan.

Luego de la lectura del Apóstol (Rom. 8, 22-27), todos se ponen de pie. Se canta el Alleluia con su versículo propio. Puede realizarse la procesión con el Evangeliario, de acuerdo a como lo describen las normas litúrgicas.

Se proclama el Evangelio propio de esta Misa de la Vigilia (Jn. 7, 37-39).

Después, la Misa sigue como de costumbre:


Se dice Credo.


Liturgia de la Eucaristía

Oración sobre las ofrendas

Padre Santo,
derrama, la bendición de tu Espíritu sobre estas ofrendas,
y por ellas, concede a tu Iglesia
aquel amor que manifieste al mundo entero
la realidad del misterio de la salvación.
Por Jesucristo, nuestro Señor.


Se emplea el Prefacio propio: De mysterio Pentecostes:

V. El Señor esté con ustedes
R. Y con tu espíritu.

V. Levantemos el corazón.
R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
R. Es justo y necesario.

En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo,
Dios todopoderoso y eterno.

Para llevar a su plenitud el misterio pascual,
enviaste hoy el Espíritu Santo
sobre aquellos que habías adoptado como hijos,
haciéndolos partícipes de la Vida de tu Hijo Único;
el mismo Espíritu que, al nacer la Iglesia,
dio a todos los pueblos el conocimiento del Dios verdadero,
y unió a las diversas lenguas en la confesión de una sola fe.

Por eso, con esta efusión del gozo pascual
el mundo entero desborda de alegría
y también los coros celestiales
cantan un himno a tu gloria, diciendo sin cesar:

Santo, Santo, Santo...


Deben usarse los elementos propios de esta solemnidad, especificados en cada Plegaria Eucarística. Conviene emplear la Plegaria Eucarística I o Canon Romano que menciona a la Madre del Señor y al íntegro Colegio Apostólico.


Antífona de Comunión Jn 7, 37

El último día de la fiesta, Jesús, poniéndose de pie, exclamó:
El que tenga sed que venga a mí y beba. Aleluia.


Oración después de la Comunión

Señor Dios, que esta Eucaristía
nos alcance el fervor del Espíritu
que inflamó el corazón de los Apóstoles de tu Hijo.
Que vive y reina por los siglos de los siglos.


Ritos finales

Se puede hacer memoria del Sacramento de la Confirmación. He aquí un esquema modelo, empleado en los ritos conclusivos de la Misa vespertina de la Vigilia de Pentecostés, presidida por el Papa Francisco, el 8 de junio de 2019 en la Plaza de San Pedro:


Hermanos y hermanas:

En la santa Noche de Pascua hemos renovado las promesas bautismales. En esta Vigilia de Pentecostés, hagamos memoria del sacramento de la Confirmación, sello de la obra de santificación de la Trinidad en nosotros, plenitud de los dones del Espíritu Santo, que nos ha constituido testigos del Señor Resucitado y anunciadores del Reino de Dios:

Siete representantes de la comunidad, encienden sendas antorchas del Cirio Pascual, mientras algunos lectores realizan las siguientes invocaciones al Espíritu Santo, pidiendo sus dones:

A cada invocación la asamblea responde:

Ven, Espíritu Santo y haz nuevas todas las cosas en el amor.

Sabiduría

Espíritu de sabiduría, memoria y profecía de la Iglesia, ven e ilumina nuestras mentes: haznos capaces de reconocer la voz del Pastor Bueno, para que podamos contemplar con todos los santos el cumplimiento de la historia en Cristo. R.

Entendimiento

Espíritu de entendimiento y santidad, que escrutas la intimidad de Dios, ven y danos un límpido conocimiento de su bondad: iluminados interiormente por la profundidad de la revelación, seremos sanados y consolados. R.

Consejo

Espíritu de consejo, fuente inagotable de alegría y paz, ven y haz firme y fecunda nuestra fe: dóciles y obedientes a tus inspiraciones, haznos dulces y fuertes anunciadores de la Palabra que salva. R.

Fortaleza

Espíritu de fortaleza, arcano artífice del Reino de Dios, ven y líbranos del miedo y la desilusión, de la división y la injusticia: con tu dulce poder, abre para nosotros nuevos caminos de reconciliación. R.

Ciencia

Espíritu de ciencia, que tocas las mentes y los corazones, ven y purifica nuestra mirada y nuestro deseo: enséñanos a usar con sabiduría los bienes de la Tierra: haznos libres de la concupiscencia y custodios respetuosos de la obra del Creador. R.

Piedad

Espíritu de piedad, dulce huésped del alma, que nos haces gustar la ternura del Padre, ven y transforma nuestro corazón: que sea morada permanente de la Trinidad, Amor perfecto y Sumo Bien. R.

Temor de Dios

Espíritu del Santo Temor de Dios, que cantas en nosotros las alabanzas del Señor, ven y líbranos del orgullo: haznos capaces de portar con gratitud la imagen del hombre terreno y renueva en nosotros la dignidad de hijos. R.

Luego de que se haya encendido la séptima antorcha, los fieles de la asamblea pueden encender candelas.

Este rito lucernario concluye con el "Compromiso misionero". Quien preside la celebración, dice:

Queridísimos hermanos, con el bautismo y la confirmación, han sido constituidos testigos del Resucitado. Que nutridos por el Pan de Vida y el Cáliz de salvación, el Paráclito haga de ustedes un solo cuerpo y un solo espíritu.
Manifiesten ahora su compromiso de ser anunciadores de la Buena Noticia del Reino de Dios a todo hombre que encuentren en el camino.

La asamblea manifiesta su compromiso misionero con las siguientes palabras u otras semejantes:

Nosotros, santificados por la gracia del bautismo, y hechos miembros del Cuerpo Místico de Cristo, que es la Iglesia, deseamos encarnar el Evangelio en nuestra vida.

Como Moisés, movido por el fuego de la zarza, y enviado a sus hermanos para preparar la obra de salvación del Señor, también nosotros, urgidos por la caridad de Cristo, que arde en nuestro corazón, estamos dispuestos a llevar el fuego del Espíritu Santo a los hombres para que todo el mundo sea inflamado en el verdadero amor. Dejamos las sandalias de la autosuficiencia, para entrar en la presencia de Dios por la santidad y en el humilde servicio a los hermanos, colmados de la alegría que brota de la comunión divina.

Guiados por la gracia que viene de lo alto y hace nuevas todas las cosas, deseamos hablar el lenguaje del Espíritu, que es la Verdad y la Caridad, la Justicia y el Perdón, el Consuelo y la Paz.

Habitados por el amor de Dios, queremos esparcir en el mundo la deliciosa fragancia de Cristo, siendo sal de la tierra y luz del mundo.

La materna intercesión de la Virgen María y de todos los santos sostenga nuestro compromiso.

El que preside concluye la fórmula de compromiso de la asamblea con las siguientes palabras:

La Iglesia N acoge este compromiso misionero y los exhorta a tener una mirada contemplativa sobre las personas que encontrarán en el camino, anunciándoles con franqueza al Señor y único Salvador.

La bendición del Señor guíe su oración (que se prolongará durante esta noche de Vigilia). Después de haber invocado y acogido los dones que el Espíritu Santo ha infundido en ustedes, vayan e inflamen todo el mundo con el mismo fuego de ese Espíritu.

María, icono de la Iglesia misionera y humilde Esclava del Divino Amor, los sostenga y acompañe.

Si la Misa se celebra juntamente con las Vísperas, después de la comunión con la antífona "El último día de la fiesta..." se canta el Magnificat con su antífona de las Vísperas Ven, Espíritu Santo; luego se dice la oración después de la comunión y lo demás, de modo acostumbrado.


Es aconsejable impartir la Bendición solemne del Espíritu Santo, apropiada para Pentecostés.

El diácono, o en su defecto el sacerdote, deben despedir a la asamblea añadiendo a la expresión acostumbrada, dos veces la palabra Alleluia, por ser el último día del Tiempo Pascual.

Es oportuno cantar al final de la celebración la tradicional antífona pascual de María: Regina Caeli, la cual en ámbito litúrgico, después del Domingo de Pentecostés, no volverá a escucharse hasta la próxima Pascua.



26 de mayo de 2012, Vigilia de la solemnidad de Pentecostés.
Entrada dedicada al Santo Paráclito.
(Última actualización: 24/5/23). 



5 comentarios:

  1. En la Vigilia de Pentecostés no se canta la secuencia. Salvo que sea algo novedoso de lo cual no me he enterado. Linda nota, saludos!

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  2. Excelente blog. Ayuda mucho a quienes no tenemos el leccionario en casa. Muy didáctico . DIos los bendiga. Maracaibo Venezuela.

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    1. Agradezco al Señor que le sea útil.
      El Espíritu de Dios Viviente, que hoy se ha derramado sobre María y los apóstoles, haga arder el Fuego Divino en su corazón, querida hermana en la única fe.

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