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sábado, 6 de abril de 2013

Guion: Domingo de la Divina Misericordia





Formulario de Misa: aquí.


Ciclos A, B y C

Introducción

Hermanos, hoy, en la “Octava de Pascua”, se concluye la semana que comenzó el Domingo de la Resurrección, y que constituye, para la liturgia, un único Día de fiesta.

Es el "Domingo de la Divina Misericordia", instituido por san Juan Pablo II, de acuerdo con la voluntad del mismo Salvador Resucitado, Quien había dicho a santa Faustina Kowalska:

 “La Fiesta de la Misericordia ha salido de mis entrañas. Deseo que se celebre solemnemente el primer domingo después de Pascua” (1). “Ese día los sacerdotes han de hablar a las almas sobre mi Misericordia infinita” (2).
  
Hoy asistimos al cumplimiento de este pedido en el mismo día en que Jesús Misericordioso hizo brotar de su Corazón herido el don precioso del sacramento de Confesión.
 
Celebremos pues, la Eucaristía, cántico solemne a la Misericordia de Dios, y su más plena manifestación.

Realicemos de todo corazón, "la confesión de fe más sencilla y más hermosa" hecha en este día, la del apóstol Tomás: "¡Señor mío y Dios mío!". (Cf. S.S. Francisco, homilía  en la Iglesia del Espíritu Santo, en Sassia, el 19 de abril de 2020).


Acto penitencial

"En este domingo en que concluye la Octava de Pascua, el Señor nos exhorta a ser verdaderos apóstoles de su Misericordia tocando sus Llagas, signo permanente del Amor de Dios por nosotros; Llagas que hoy son visibles en el cuerpo y el alma de muchos hermanos que sufren y que necesitan ser curados.

Con la confianza puesta en la Misericordia de Dios, reconozcamos nuestros pecados". (Cf.  Santa Misa en la Octava de Pascua, presidida por S.S. Francisco en la Basílica de San Pedro, el 24 de abril de 2022. Introducción al Acto penitencial).

O bien:

En lugar del Acto penitencial puede realizarse el rito de bendición y aspersión del agua.

La schola canta el himno Gloria in excelsis.



Liturgia de la Palabra


Primera lectura: (A) Hech. 2, 42-47; (B) Hech. 4, 32-35; (C) Hech. 5, 12-16

La primera comunidad cristiana, ya presidida por Pedro (3), comienza a crecer en su fe a Jesús Resucitado, y por la práctica de la caridad.

Segunda lectura: 

Ciclo A: I Ped. 1, 3-9 

Jesucristo Resucitado es el eterno galardón de los que perseveran hasta el fin (4).

Ciclo B: I Jn. 5, 1-6

La señal más patente de que amamos al Señor, se manifiesta cuando cumplimos sus mandamientos con alegría.

Ciclo C: Apoc. 1, 9-11a

Cristo Resucitado es el Primero y Último, el Dios Viviente que, en medio de los avatares del mundo, nos dice: "No temas".

Luego de la segunda lectura puede proclamarse la Secuencia pascual, optativa para este día, aunque aconsejable, para ilustrar la idea del “único Día de fiesta” a la que aludimos al referirnos a la Octava.


Evangelio: Jn. 20, 19-31

Recordemos las palabras de san Juan Pablo II, referidas al Evangelio de hoy. Se hicieron públicas un día después de su muerte, en este mismo Domingo de la Misericordia, en que sería beatificado y luego canonizado:

  "(...) La página del Evangelio de Juan que se lee hoy, subraya que el Resucitado, la noche de ese día, se apareció a los apóstoles y «les mostró las manos y el costado» (Juan 20, 20), es decir, los signos de la dolorosa Pasión impresos de manera indeleble en su Cuerpo, también después de la Resurrección. Aquellas Llagas gloriosas, que ocho días después hizo tocar al incrédulo Tomás, revelan la Misericordia de Dios que «tanto amó al mundo que dio a su Hijo único» (Juan 3, 16)".

Escuchemos pues, con fervorosa atención.

O bien, más breve (S.S. Francisco, homilía  en la Iglesia del Espíritu Santo, en Sassia, el 19 de abril de 2020):


"El Domingo pasado, hemos celebrado la Resurrección del Maestro; hoy asistimos a la "resurrección" del discípulo": el santo apóstol Tomás.

La schola canta el Aleluya.

Se proclama el Evangelio.


Oración de los fieles

R. Ten misericordia de nosotros y del mundo entero (5)

-Dice san Juan XXIII: (Radiomensaje en la Vigilia Pascual, 21 de abril de 1962).

"Pedro, viviente en sus Sucesores, sigue dando al mundo el gran anuncio de la Resurrección".

 +Para que nuestro Papa N sea, para el mundo, icono vivo del Resucitado, que nos llama a ser un solo cuerpo. R.

-“Deseo que esta Imagen sea venerada (…) en todo el mundo” (6), dijo Jesús a santa Faustina, revelándole los rasgos de su Divina Misericordia.

+Para que la Iglesia Católica sea, a ejemplo de sor Faustina, “apóstol de la Misericordia de Dios”. R.

-También aseguró Jesús a santa Faustina: “A los sacerdotes que proclamen y alaben mi Misericordia, les daré una fuerza prodigiosa, ungiré sus palabras, y conmoveré los corazones a los cuales hablen” (7).

+Para que los presbíteros sean en sus comunidades, pregoneros del Amor misericordioso de Dios. R.

-Dijo la Santísima Virgen a su hija Faustina: “A pesar de ser elevada mi dignidad de Madre de Dios, siete espadas dolorosas atravesaron mi corazón” (8).

+Para que los que se sienten invadidos por la tristeza espiritual, por intercesión de María, Madre de misericordia, experimenten los consuelos celestiales. R.

-La religiosa polaca también escuchó de Jesús las siguientes palabras: “Cuando te acercas a la Confesión, fuente de misericordia, la Sangre y el agua que brotaron de mi Corazón traspasado, ennoblecen tu alma” (9).

+Para que cuantos se encuentran esclavizados por pecados graves, confíen en la Misericordia del Señor y se acerquen al sacramento de la Reconciliación, que fue instituido por Jesús en este mismo día. R.

-“Tú debes hablar al mundo de la gran Misericordia del Salvador” (10), pidió María Virgen a santa Faustina.

+Para que nosotros, aprendamos a contemplar más profundamente y a vivir más intensamente el misterio de la Misericordia de Dios, "fuente de alegría, de serenidad y de paz", a la vez que "condición para nuestra salvación". (Cf. Su Santidad Francisco, Bula Misericordiae vultus, n. 2, de convocación al Jubileo Extraordinario de la Misericordia). R.

O bien, puede emplearse el siguiente modelo, que es la adaptación de algunos de los formularios de súplicas de la "Vigilia de oración  por la Divina Misericordia", presidida por el Papa Francisco en la Basílica de San Pedro, el sábado 2 de abril de 2016, con ocasión del "Jubileo de los que adhieren a la espiritualidad de la Divina Misericordia", en el homónimo Año Santo:

R.
Extiende tu Misericordia, oh, Señor.

-Sobre la Iglesia, extendida en todos los pueblos. R.

-Sobre el Santo Padre y todos los obispos. R.

-Sobre los sacerdotes, sobre las personas consagradas y demás operarios del Evangelio. R.

-Sobre los cristianos que han perdido la esperanza y sobre los que ya no saben amar. R.

-Sobre los cristianos perseguidos y sobre los que vacilan en la fe. R.

-Sobre los sembradores del odio, y sobre los que atentan contra la dignidad del hombre. R.

-Sobre los prófugos y exiliados, y sobre los sufrientes y moribundos. R.

-Sobre los fieles difuntos y sobre cuantos lloran su ausencia terrenal. R. 

O bien, puede emplearse el siguiente formulario adaptado, correspondiente a la Santa Misa presidida por el Papa Francisco en la Basílica de San Pedro, el domingo 3 de abril de 2016, con ocasión del "Jubileo de los que adhieren a la espiritualidad de la Divina Misericordia", en el homónimo Año Santo:

Con la fe, toquemos hoy las Llagas del Señor Resucitado, y obtengamos de Él protección y salvación:

R. Te rogamos, óyenos.

-Tu Misericordia, oh, Señor, resuene siempre en los labios del Papa, de los obispos y de los sacerdotes, todos ellos ministros de penitencia. R.

-Tu Misericordia, oh, Señor, oriente siempre las decisiones y las aspiraciones de los políticos, gobernantes y magistrados. R.

-Tu Misericordia, oh, Señor, alcance y convierta el corazón de los pecadores, de los violentos y de los incrédulos. R. 

-Tu Misericordia, oh, Señor, se derrame como óleo sanador sobre las heridas de los pobres, de los abandonados y de los de corazón extraviado. R.

-Tu Misericordia, oh, Señor, acoja con prontitud la súplica de los sufrientes, de los moribundos y de los fieles difuntos. R.

Oración conclusiva

"Señor Jesucristo, que con tu Muerte y Resurrección, nos has posibilitado la definitiva comunión con el Padre, escucha con benevolencia la oración de la Iglesia, tu Esposa. Tú, que eres Dios, y vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén".

O bien, puede emplearse el siguiente formulario adaptado, correspondiente a la Santa Misa de la Octava pascual, presidida por el Papa Francisco en la Plaza de San Pedro, el Domingo de la Divina Misericordia, 8 de abril de 2018:

Queridos hermanos, con fe en Jesucristo Resucitado, que ha vencido a la muerte y vive, elevemos con confianza nuestra oración al Padre:

R. Te rogamos, óyenos

-Dios, Padre de Misericordia, haz que tus hijos tengan un solo corazón, y una sola alma, y que la Iglesia dé a todos testimonio un testimonio creíble de la Resurrección del Señor Jesús. R.

-Dios, Padre de Misericordia, suscita en los gobernantes el vivo deseo de servir con libertad y generosidad al pueblo a ellos confiado, y haz que ninguno sea privado de lo necesario para vivir. R.

-Dios, Padre de Misericordia, vence la dureza del corazón de los incrédulos y da a todos los hombres nuevos ojos, capaces de reconocer a Jesús, Dios y Señor. R.

-Dios, Padre de Misericordia, toca al hombre pecador con la verdad liberadora del Evangelio y con la gracia consoladora del perdón. R.

-Dios, Padre de Misericordia, haz surgir nuevos imitadores de Jesús y abre a la caridad las manos de los creyentes, para que estén dispuestos a curar las heridas de los hermanos. R.


Oración conclusiva
 
"Acoge, oh, Padre, la oración de tu Iglesia que invoca el Don del Espíritu Santo y profesa la fe en Jesús, su Señor y su Dios, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén".


O bien, puede emplearse el siguiente formulario adaptado, correspondiente a la Santa Misa de la Octava pascual, presidida a puertas cerradas, a causa de la pandemia del COVID-19, por el Papa Francisco en la Iglesia del Espíritu Santo, en Sassia, el 19 de abril de 2020, año vigésimo de la institución litúrgica del Domingo de la Divina Misericordia y de la canonización de Faustina Kowalska, ambos eventos llevados a cabo por san Juan Pablo II:

Afligidos por diversas pruebas pero confiados en la fuerza que viene de Cristo Resucitado, fuente de la verdadera misericordia, oremos juntos:

R.
Señor, sostennos en tu misericordia.

-Que la Iglesia, regenerada por una esperanza viva, se convierta en instrumento concreto de misericordia para muchas personas agobiadas por los males presentes. R.

-Que los gobernantes y demás políticos puedan llevar a cabo sus opciones según el espíritu de solidaridad y ayuda mutua, sin egoísmos ni mentalidades sociales cerradas. R.

-Que los sacerdotes puedan administrar siempre el sacramento de la Reconciliación con un corazón misericordioso, y en estos tiempos de soledad, puedan ofrecer perdón y consuelo por todos los medios. R.

-Que no disminuyan las fuerzas de los trabajadores de la salud, que diariamente y con tanta generosidad atienden a los enfermos. R.

-Que todo voluntariado, impulsado por el amor al prójimo, sirva con interés a los ancianos, marginados, a los desempleados, y a todos aquellos que están solos y en dificultades. R.

-Que los moribundos encuentren refugio en la misericordia del Padre, y sus seres queridos sean consolados por la certeza de la fe en el Señor Resucitado. R.

-Que los bautizados no se dejen abatir por las penurias y sufrimientos, sino que den generosamente consuelo espiritual y apoyo material a los que viven en precariedad. R.

Oración conclusiva

"Has venido a nosotros, Señor, a pesar de las puertas cerradas. Vuelve de nuevo a nuestras casas, escucha las peticiones de tu pueblo, y por intercesión de María, la Madre de la Misericordia, danos tu Espíritu de caridad y de paz. Tú, que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén".

O bien, puede emplearse el siguiente formulario adaptado, correspondiente a la Santa Misa presidida por el  Cardenal Salvatore Fisichella, Presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización, en presencia del Papa Francisco, en la Basílica de San Pedro, el Domingo de la Divina Misericordia, 24 de abril de 2022:

Hermanos queridísimos, Cristo Jesús, el Resucitado, nos invita a tocar en la fe sus Llagas gloriosas, signo indeleble y elocuente del amor misericordioso que nos impulsa a elevar la plegaria inspirada por el Espíritu Santo en nuestros corazones:

R. Te rogamos, óyenos

-Que tu Misericordia, Señor, haga tangible la maternidad de la Iglesia para que los hermanos heridos puedan recibir alivio y refugio. R.

-Que tu Misericordia, Señor, dé a los ministros de la Reconciliación la gracia de ser hombres contemplativos de las Llagas de Cristo para que se conviertan en testigos alegres de tu gracia. R.

-Que tu Misericordia, Señor, oriente hacia el bien común los pensamientos y las acciones de los políticos y gobernantes para que promuevan la dignidad humana en el compartir los bienes y en el cuidado la Creación. R.


-Que tu Misericordia, Señor, reúna a los pueblos de la Tierra a los que la guerra ha dispersado, para que el don de la paz que ofrece el Crucificado y Resucitado llegue al corazón de todo hombre para que se restablezcan la concordia y la justicia entre las naciones.

-Que tu Misericordia, Señor, inspire gestos concretos de amor a todo bautizado, para que tu ternura y tu consuelo lleguen a cuantos viven en la pobreza. R.

Oración conclusiva

"Acoge, Padre Misericordioso, la plegaria que  la Iglesia confiada te dirige en la alegría de la Pascua del Señor Resucitado, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén".


O bien, se propone como otra oración conclusiva de las preces, la que corresponda de las siguientes colectas alternativas, tomadas del Misal de la Conferencia Episcopal Italiana y traducidas al castellano. Las recita el sacerdote. Se ha cambiado la conclusión larga (propia de la colecta de toda Misa) por la breve, típica de las demás oraciones:
 
Ciclo A
 
"Señor, Dios nuestro, que en tu gran misericordia, mediante la Resurrección de tu Hijo, nos has regenerado a una esperanza viva, haz que el testimonio de los apóstoles acreciente en nosotros la fe pascual, para que adhiriendo a Cristo sin haberlo visto, recibamos el fruto de la vida nueva. Por el mismo Jesucristo, nuestro Señor. Amén".
 
Ciclo B

  
"Oh, Dios, que en cada Pascua dominical nos haces revivir las maravillas de la salvación, haz que, con la gracia del Espíritu Santo, reconozcamos al Señor presente en la asamblea de los hermanos, para ser testigos de su Resurrección. Por Jesucristo, nuestro Señor."

Ciclo C
 
"Oh, Padre, que en el día domingo reúnes a tu pueblo para celebrar que tu Único Hijo, el Primero y el Último, el Viviente, ha vencido a la muerte, danos la fuerza de tu Espíritu para que, rotas las cadenas del mal, te rindamos el libre tributo de nuestra obediencia y de nuestro amor, para reinar con Cristo en la gloria. Que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén".


Ofertorio

“Hoy deseo transformarme totalmente en el amor de Jesús, y ofrecerme junto con Él al Padre celestial” (11). Son palabras de santa Faustina Kowalska, que queremos hacer nuestras en este momento de la presentación de los dones.


Comunión

¡Oh, santa Comunión eucarística, elevación en todo tiempo y para todo espíritu hacia el vértice de la vida espiritual que se alimenta de Cristo y con Él se enaltece! (San Juan XXIII, Mensaje pascual Urbi et orbi, en la Pascua del 2 de abril de 1962).

También hoy se nos ofrece este Don del Cuerpo glorioso y de la Sangre preciosa.
Preparémonos para comulgar orando con Faustina:

“Sin Ti, Jesús, no sé vivir. Toda mi fuerza está en Ti, oh, Pan Vivo” (12).


Comunión espiritual

“Ruega para que las almas se confiesen. Alivia mi tristeza mortal” (13), pidió Jesús a sor Faustina.

Quienes no estén en condiciones de recibir al Señor Sacramentado, pueden orar así:

Jesucristo, Océano infinito de Misericordia, haz que los que hoy te recibimos espiritualmente, nos acerquemos al sacramento de la Penitencia, que instituiste en este día. Así podremos “saborear” luego, tu Amor eterno, hecho Eucaristía. Amén.

Conviene impartir la Bendición solemne de Pascua.



Despedida

Concluyamos esta celebración, orando con santa Faustina:
 
“Jesús, (…), concédeme la gracia de cumplir fielmente la voluntad de tu Padre, en todas las cosas, siempre y en todo lugar” (14). Amén.

Es oportuno cantar la antífona mariana Regina Caeli.


Notas

1. Diario de santa Faustina  Kowalska, n. 699.
2. Ibídem, n. 570.
3. Cf. Hech. 5, 15.
4. Cf. Jesucristo ha sido hoy el eterno galardón de Juan XXIII y Juan Pablo II.
5. Diario de santa Faustina  Kowalska, nn. 475-476.
6. Ibídem, n. 47.
7. Ibídem, n. 1521.
8. Ibídem, n. 786.
9. Ibídem, n. 1602.
10. Ibídem, n. 635.
11. Ibídem, n. 1820.
12. Ibídem, n. 814.
13. Ibídem, n. 975.
14. Ibídem, n. 1265.


6 de abril de 2013, I Vísperas del Domingo II de Pascua. Octava pascual.
Entrada dedicada a Jesús de la Divina Misericordia, a san Juan Pablo II y a santa Faustina Kowalska.
(Última actualización de la entrada: 23/04/22).


 

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