Misal: Textos bíblicos y eucológicos (en negro); rúbricas: rojo.
Guion: marrón.
Comentario del blog: azul.
Cristo Jesús, que vino al mundo para traer a los hombres la paz y la alegría (cf. Jn 15, 11; 17, 13), al nacer llenó de alegría a unos humildes pastores (cf. Lc 2, 10), al resucitar de entre los muertos alegró a los discípulos (cf. Jn 20, 20; Lc 24, 41), al subir al cielo dejó a los apóstoles en un estado de gran alegría (cf. Lc 24, 52); sentado a la derecha del Padre envió sobre la Iglesia naciente el Espíritu de caridad y de alegría (cf. Ga 5, 22).
La Iglesia esposa puso siempre su alegría en Cristo Esposo y lo ha amado con una alegría cada vez más intensa. Cuando Jesús vino a nosotros por medio de María, la Iglesia fue comprendiendo gradualmente que la Santísima Virgen, por su cooperación en la Encarnación del Verbo, es la causa, origen y fuente de tanta alegría; además, ha experimentado que la tristeza que Eva, por su desobediencia, había introducido en el mundo, María, por su obediencia, la había convertido en alegría; de ahí que empezara a venerarla con el título de «Causa de nuestra alegría». El culto a Santa María Virgen bajo este título se propagó principalmente en Francia y Canadá (Notre Dame de Liesse).
El formulario recuerda los acontecimientos de salvación que Dios ha realizado por Cristo en el Espíritu Santo, y que fueron causa de alegría para la Santísima Virgen, para la Iglesia y para el género humano. Se celebra principalmente:
- la elección de Santa María, que desde la eternidad «ha encontrado gracia ante Dios» (Antífona de entrada, cf. Lc 1, 30) Y fue elegida por Él como morada divina («yo vengo a habitar dentro de ti» [1ª Lectura, Za 2, 14]), «ciudad de Dios» a la que «el correr de las acequias alegra» (Antífona de comunión, Sal 45 [46], 5); por esto, en cuanto ciudad-esposa, ha sido vestida de «un traje de gala» y envuelta «en un manto de triunfo» (cf. 1ª Lectura [o bien], Is 61, 10). De ahí que en la Misa resuenan con frecuencia expresiones de alegría: «Alégrate, Virgen María» (Antífona de entrada, cf. Lc 1, 28); «Alégrate y goza, hija de Sión» (1ª Lectura, Za 2, 14); «Dios te salve, ... / alegría del género humano» (Aleluya);
- el nacimiento de la Santísima Virgen, que «anunció la alegría a todo el mundo» (Prefacio);
- la Visita de María a Isabel, en la cual la Santísima Virgen profirió un cántico de alabanza y de júbilo (cf. Salmo responsorial Lc 1, 46-48. 49-50. 53-54) Y el niño saltó de alegría en el vientre de su madre (cf. Evangelio, Lc 1, 39-47) por la venida del Salvador;
- el Nacimiento del Señor, ya que Dios, «por la Encarnación de (su) Hijo, / (ha) llenado el mundo de alegría» (Oración colecta); en efecto, el parto de María «manifestó la luz gozosa» (Prefacio) y nos trajo «la salvación y el gozo» (Aleluya);
- la Resurrección de Cristo: suplicamos a Dios que «por la fuerza salvadora de su Resurrección / merezcamos llegar a las alegrías eternas» (Oración después de la comunión);
- la Asunción de Santa María, ya que «su tránsito glorioso / la llevó a los cielos, / donde nos espera, ... / hasta que podamos alegrarnos con ella, / contemplando (a Dios) para siempre» (Prefacio).
Introducción
La Santísima Virgen en su Hijo Jesucristo, nos ama a todos como hijos. Al engendrar y dar a luz al Salvador, ella misma se convirtió en "Causa de nuestra alegría". Justamente bajo este título queremos honrarla en la Santa Misa de hoy. De hecho, la Madre del Señor sintió cómo su alma santísima se estremecía de gozo en Dios, su Salvador, porque Él había mirado la humillación de su servidora. El Mesías, a Quien el Espíritu quiso revestir de nuestra humanidad en el seno de la Virgen Madre, es la Alegría plena en persona. La humilde Doncella de Nazaret Lo albergó en su seno impecable, Lo hizo nacer como Hombre verdadero, Lo alimentó con su propio ser, cuidó de Él, y al pie de la Cruz Lo ofreció con inefable generosidad al Padre para nuestra salvación. Por eso la llamamos Causa nostrae laetitiae.
La vida y el destino definitivo de la Madre, por su íntima participación en estos Misterios, está indisolublemente entretejida con la del Hijo. Es lo que celebramos en cada Misa.
Antífona de entrada Cf. Lc 1, 28. 30-31
Alégrate, Virgen María; has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús.
Oración colecta
Oh, Dios, que, por la encarnación de tu Hijo, has llenado el mundo de alegría, concédenos, a los que veneramos a su Madre, causa de nuestra alegría, permanecer siempre en el camino de tus mandamientos, para que nuestros corazones estén firmes en la verdadera alegría. Por nuestro Señor Jesucristo.
Liturgia de la Palabra
Primera lectura
María es la Hija de Sión, que porta en su seno al Mesías de Dios, y por ello es mensajera de alegría y esperanza.
Alégrate, hija de Sión, que yo vengo
Lectura del Profeta Zacarías 2, 10-13.
¡Alégrate y goza, hija de Sión!,
que yo vengo a habitar dentro de ti
—oráculo del Señor—.
Aquel día se unirán al Señor muchos pueblos,
y serán pueblo mío.
Habitaré en medio de ti,
y comprenderás que el Señor de los Ejércitos
me ha enviado a ti.
El Señor tomará posesión de Judá
sobre la tierra santa
y elegirá de nuevo a Jerusalén.
¡Calle toda carne ante el Señor,
cuando se levanta de su santa morada!
Palabra de Dios.
O bien:
María es la tierra fecunda de la que ha brotado para nosotros el Fruto bendito de la redención.
Desbordo de gozo con el Señor
Lectura del Profeta Isaías 61, 9-11.
Su estirpe será célebre entre las naciones,
y sus vástagos, entre los pueblos.
Los que los vean reconocerán
que son la estirpe que bendijo el Señor.
Desbordo de gozo con el Señor,
y me alegro con mi Dios:
porque me ha vestido un traje de gala
y me ha envuelto en un manto de triunfo,
como novio que se pone la corona
o novia que se adorna con sus joyas.
Como el suelo echa sus brotes,
como un jardín hace brotar sus semillas,
así el Señor hará brotar la justicia
y los himnos ante todos los pueblos.
Palabra de Dios.
Salmo responsorial Lc 1, 46-48. 49-50. 53-54 (R.: Is 61, 10b)
R. Me alegro con mi Dios.
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador.
Porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán
todas las generaciones. R.
Porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación. R.
A los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia. R.
Aleluya Cf. Lc 1, 28
Dios te salve, María, alegría del género humano, que con tu parto virginal nos diste la salvación y el gozo.
Evangelio
María emprende el camino con prontitud. Su llegada a casa de Isabel trae el gozo por la presencia del Mesías y el Don del Espíritu. (De la liturgia de la solemnidad de la Virgen del Rosario del Milagro, patrona de la arquidiócesis de Córdoba, en Argentina).
Dichosa tú, que has creído
+ Lectura del santo Evangelio según san Lucas 1, 39-47.
En aquellos días, María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías, y saludó a Isabel.
En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo, y dijo a voz en grito:
— ¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. ¡Dichosa tú, que has creído!, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá.
María dijo:
— Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador.
Palabra del Señor.
O bien:
"Permanecer en el amor de Jesús", a ejemplo de María, es garantía de que nuestra alegría "llegue a su plenitud".
Mi alegría está en vosotros
+ Lectura del santo Evangelio según san Juan 15, 9-12
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
— Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor.
Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.
Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud.
Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado.
Palabra del Señor.
Oración de los fieles
R. Te lo pedimos por María, Causa de nuestra alegría.
-Para que la Iglesia sepa anunciar con santa alegría el Evangelio de Cristo. R.
-Para que el Papa y los demás obispos vivan en la alegría de la comunión fraterna que se enriquece con la diversidad. R.
-Para que los que son perseguidos a causa del Evangelio puedan ver el cumplimiento de las Escrituras que prometen que la tristeza se convertirá en alegría. R.
-Para que los que están desalentados experimenten el gozo y la seguridad de sentir a María como la Madre fiel que nunca abandona a sus hijos. R.
-Para que los jóvenes no se dejen seducir por las alegrías ficticias y efímeras de una sociedad que rinde culto al libertinaje, al materialismo y a la vanagloria. R.
-Para que los difuntos alcancen el galardón de la eterna alegría. R.
Oración sobre las ofrendas
La antítesis entre los gozos terrenos y los eternos de los que los primeros son anticipo, es recurrente en la liturgia.
Recibe, Señor, los dones de tu Iglesia exultante de gozo, y a quienes has dado todos los bienes en Cristo salvador, nacido de la Virgen inmaculada, concédenos también participar del gozo eterno. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio
El siguiente Prefacio menciona los principales misterios de la vida de la Madre, aunque omite el de su Inmaculada Concepción que acaba de ser mencionado en la precedente Oración sobre las ofrendas:
La vida de la Virgen, Causa de nuestra alegría
V. El Señor esté con vosotros.
R. Y con tu espíritu.
V. Levantemos el corazón.
R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
R. Es justo y necesario.
En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación,
darte gracias,
Padre santo,
siempre y en todo lugar,
y proclamar tu grandeza
en esta memoria de la Virgen María, tu hija amada.
Su nacimiento dichoso
anunció la alegría a todo el mundo;
su maternidad virginal
manifestó la Luz gozosa;
su vida humilde
ilumina a toda la Iglesia;
y su tránsito glorioso
la llevó a los cielos,
donde nos espera, como hermana y madre,
hasta que podamos alegrarnos con ella,
contemplándote para siempre.
Por eso,
unidos a los coros angélicos,
te aclamamos llenos de alegría:
Santo, Santo Santo.
Comunión
Al recibir a continuación a Jesús Eucaristía, pidamos, por intercesión de su Santa Madre, la auténtica alegría cristiana, que es fruto del Espíritu Santo.
Antífona de comunión Sal 45 (46), 5
El correr de las acequias alegra la ciudad de Dios, el Altísimo consagra su morada.
O bien: Lc 1, 48-49
Me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo.
Oración después de la comunión
Dios todopoderoso, confírmanos en la fe de estos misterios que hemos celebrado, y pues confesamos a tu Hijo Jesucristo, nacido de la Virgen, Dios y hombre verdadero, te rogamos que por la fuerza salvadora de su resurrección merezcamos llegar a las alegrías eternas. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Despedida
Hemos recibido a Jesús, Alegría eterna de nuestras almas. Que la Virgen Santa, Causa de nuestra alegría, nos enseñe cómo agradarle cada día más, para alcanzar la eterna felicidad del Cielo.
16 de julio de 2015, memoria litúrgica de la Bienaventurada Virgen María del Monte Carmelo. Entrada dedicada a ella.
Muchas gracias, que Dios le bendiga y Nuestra Madre siga llenando de alegría esta página.
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