Formulario de Misa: aquí.
En este domingo se celebran los primeros
escrutinios de preparación al Bautismo de los catecúmenos que serán
admitidos a los sacramentos de la iniciación cristiana en la Vigilia
pascual.
Ciclo A
Introducción
Hermanos:
"Con el tercer domingo de Cuaresma entramos en el corazón de este singular tiempo de conversión y renovación espiritual, que nos llevará a la Pascua". (San Juan Pablo II, Ángelus del 03/03/02).
"El clima penitencial de la Cuaresma, que estamos viviendo, nos ayuda a comprender mejor también el valor del sufrimiento que, de un modo u otro, nos afecta a todos. Contemplando a Cristo y siguiéndolo con paciente confianza, logramos comprender que toda forma humana de dolor entraña una promesa divina de salvación y alegría.
Que por nuestra ferviente participación en la Misa cuaresmal, "este mensaje de consuelo y esperanza llegue a todos, especialmente a quienes atraviesan momentos difíciles y a quienes sufren en el cuerpo y en el espíritu". (Cf. San Juan Pablo II, Ángelus enviado desde su internación en el Policlínico Gemelli, 27/02/05).
Acojamos, entonces, la
invitación de la liturgia a beber de los manantiales de la Vida eterna. (San Juan Pablo II, Ángelus del 03/03/02).
En lugar del Acto penitencial es oportuno emplear el rito de la bendición y aspersión con el agua, por el profundo simbolismo de este elemento que es tan mencionado en la liturgia de hoy.
No se canta ni se dice el himno Gloria a Dios.
Liturgia de la Palabra
Monición general
Queridos hermanos y hermanas, también nosotros abramos el
corazón a la escucha confiada de la Palabra de Dios para encontrar, como la
samaritana, a Jesús, que nos revela su amor y nos dice: ´el Mesías, tu
Salvador, «Soy Yo, el que habla contigo» (Jn 4, 26)´. (Cf. S.S. Benedicto XVI, Ángelus del 24/02/08).
O bien:
"A través del símbolo del agua, que encontramos
en la primera lectura y en el pasaje evangélico de la samaritana (que vamos a escuchar), la Palabra
de Dios nos transmite un mensaje siempre vivo y actual: Dios tiene sed de
nuestra fe y quiere que encontremos en Él la fuente de nuestra auténtica
felicidad". (S.S. Benedicto XVI, homilía del 24/02/08).
O bien, para cada lectura:
Primera lectura: Éx. 17, 1-7
El pueblo exige a Dios que salga al encuentro de sus expectativas y exigencias (...) y en la prueba pierde la confianza en Él. (...) ¡En cuántas circunstancias, más que conformarnos dócilmente a la voluntad divina, quisiéramos que Dios realizara nuestros designios y colmara todas nuestras expectativas! (S.S. Benedicto XVI, homilía del 24/02/08).
Segunda lectura: Rom. 5, 1-2. 5-8
La esperanza del cristiano "no defrauda", porque se apoya en el sólido fundamento de la fe en el amor de Dios, revelado en Cristo. (San Juan Pablo II, homilía del 03/03/02).
Evangelio: Jn. 4, 5-42
"El Señor se revela como el que ofrece el Agua viva del Espíritu, que sacia para siempre la sed de infinito de todo ser humano". (Ídem).
También hoy Jesús ´está sediento´, es decir, desea la fe y el amor de la humanidad". (Cf. Ídem).
O bien:
El agua, de la que nos habla hoy la Palabra de Dios, "representa al Espíritu Santo, el «Don» por excelencia que Jesús vino a traer de parte de Dios Padre". (S.S. Benedicto XVI, Ángelus del 27/03/11)
"Gracias al encuentro con Jesucristo y al don del Espíritu Santo, la fe del hombre llega a su cumplimiento, como respuesta a la plenitud de la revelación de Dios". (Ídem).
O bien:
"Gracias al encuentro con Jesucristo y al don del Espíritu Santo, la fe del hombre llega a su cumplimiento, como respuesta a la plenitud de la revelación de Dios". (Ídem).
O bien:
"Dios tiene sed de nuestra fe y de nuestro amor. La sed de Cristo es una puerta de acceso al misterio de Dios, que
tuvo sed para saciar la nuestra". (Cf. S.S. Benedicto XVI, Ángelus del 24/02/08).
Oración de los fieles
Las siguientes preces, con las necesarias adaptaciones, están tomadas de la liturgia del Magno Jubileo de la Encarnación, en el Año Santo 2000. (Bendito el Señor por los siglos. Celebraciones y oraciones para el Año Santo. Comité Central para el Gran Jubileo del Año 2000):
Dirijamos nuestras voces al Padre de Cristo Redentor y supliquémosle que colme de sus dones a cuantos buscan a Cristo de corazón.
R. Riega, Señor, los desiertos del alma.
-Padre, que Cristo, que vino al mundo a salvar al que estaba perdido, atraiga hacia Ti los pasos de los que se han alejado del camino del bien. R.
-Padre, que el Maestro de la Verdad dé su sabiduría a los que anuncian el Evangelio, para que transmitan con fidelidad los misterios del Reino de los Cielos. R.
-Padre, que tu Enviado, que es Fuente de agua viva, purifique y restaure el espíritu de los catecúmenos y de los penitentes, para que correspondan generosamente a la gracia divina. R.
-Padre, que el Médico de las almas y de los cuerpos conforte con su presencia a los enfermos, afligidos y marginados. R.
-Padre, que el Redentor, Puerta santa del encuentro Contigo, suscite en los hombres de nuestro tiempo el coraje de unirse a Él para reencontrarse a sí mismos. R.
-Padre, que el Mesías, Supremo Revelador de tu Misericordia, nos enseñe a superar incomprensiones, a recomponer las divisiones y a perdonar siempre las ofensas recibidas. R.
Oración conclusiva
"Padre, que ofreces a la humanidad sedienta el agua que brota de Cristo, fuente de vida, escucha nuestros ruegos: confirma en los creyentes la efusión de tu Santo Espíritu, para que purificados por su acción, profesemos con los labios y testimoniemos con las obras, la alegría de ser fieles discípulos de Jesús, tu Hijo y nuestro Señor. Que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén".
-Padre, que Cristo, que vino al mundo a salvar al que estaba perdido, atraiga hacia Ti los pasos de los que se han alejado del camino del bien. R.
-Padre, que el Maestro de la Verdad dé su sabiduría a los que anuncian el Evangelio, para que transmitan con fidelidad los misterios del Reino de los Cielos. R.
-Padre, que tu Enviado, que es Fuente de agua viva, purifique y restaure el espíritu de los catecúmenos y de los penitentes, para que correspondan generosamente a la gracia divina. R.
-Padre, que el Médico de las almas y de los cuerpos conforte con su presencia a los enfermos, afligidos y marginados. R.
-Padre, que el Redentor, Puerta santa del encuentro Contigo, suscite en los hombres de nuestro tiempo el coraje de unirse a Él para reencontrarse a sí mismos. R.
-Padre, que el Mesías, Supremo Revelador de tu Misericordia, nos enseñe a superar incomprensiones, a recomponer las divisiones y a perdonar siempre las ofensas recibidas. R.
Oración conclusiva
"Padre, que ofreces a la humanidad sedienta el agua que brota de Cristo, fuente de vida, escucha nuestros ruegos: confirma en los creyentes la efusión de tu Santo Espíritu, para que purificados por su acción, profesemos con los labios y testimoniemos con las obras, la alegría de ser fieles discípulos de Jesús, tu Hijo y nuestro Señor. Que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén".
A continuación, se
propone como otra oración conclusiva de las preces, una colecta alternativa a
la de este domingo, tomada de la edición italiana del Misal Romano y
traducida al castellano. Se reemplaza la conclusión trinitaria larga,
propia de toda colecta, por la breve, típica de las demás oraciones
litúrgicas:
"Oh, Dios, fuente de la vida, Tú ofreces a la humanidad sedienta el agua viva de tu gracia, que brota de la Roca, Cristo Salvador; concede a tu pueblo el Don del Espíritu, para que sepa profesar su fe con fuerza y anuncie con alegría las maravillas de tu amor. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén".
Ofertorio
El agua, a la que hace referencia la liturgia de hoy, simboliza nuestra humanidad; el vino, la divinidad, y el pan, la necesidad que el hombre tiene de que Dios lo sustente.
Agua, vino y pan es lo que presentamos ahora para que vuelvan luego a nosotros como Sacramento de salvación.
Se usa el Prefacio propio* del Domingo III de Cuaresma del Ciclo A: De Samaritana.
Puede emplearse cualquiera de las dos Plegarias Eucarísticas de
Reconciliación, con el Prefacio de más arriba*. En efecto, ellas poseen
un Prefacio propio que solamente puede cambiarse por otros relacionados
con los misterios de la Pasión del Señor, o de carácter penitencial,
como son, por ejemplo, los cuaresmales.
Comunión
Con las palabras de santo Tomás de Aquino, preparémonos para comulgar:
"Señor, ruego a tu infinita bondad y misericordia, que sanes mi enfermedad, limpies mi suciedad, alumbres mi ceguera, enriquezcas mi pobreza y vistas mi desnudez, para que pueda recibir el Pan de los Ángeles, el Rey de los reyes, el Señor de los señores, con tanta reverencia y humildad, con tanta contrición y devoción, con tal fe y tal pureza, y con tal propósito e intención, cual conviene para la salud de mi alma". (Extracto y adaptación de una Oración de santo Tomás de Aquino).
Según la editio typica tertia del Missale Romanum, se reza la Oración sobre el pueblo, que concluye con la bendición simple. Siguiendo la práctica de la liturgia romana, el diácono, o en su defecto, el mismo sacerdote, invita a los fieles a disponerse para recibir la Bendición diciendo:
"Inclínense para recibir la bendición".
La Bendición solemne de Cuaresma puede emplearse en las Misas de las ferias cuaresmales en que es optativa la Oración sobre el pueblo o en otras celebraciones litúrgicas.
Despedida
"María, que siguió a su Hijo Jesús hasta la Cruz, nos ayude a ser discípulos fieles de Aquel que hace saltar en nuestro corazón agua para la vida eterna" (Cf. Jn 4, 14). (San Juan Pablo II, homilía del 03/03/02).
13 de marzo de 2017, lunes de la semana II de Cuaresma.
Entrada dedicada a Jesucristo y a la Samaritana.
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