San Antonio María Claret, obispo: himnos litúrgicos

 

 

Cada 24 de octubre, la Iglesia universal celebra la "memoria facultativa" de san Antonio María Claret, obispo. Estos son los himnos litúrgicos en honor del santo, extraídos de la Liturgia de las Horas propia de la Congregación de los Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María, por él fundada. La celebración para dicha Congregación tiene el rango litúrgico de "solemnidad":

I Vísperas

Hijo del pueblo y confesor de reyes,
arroyo manso y huracán profético,
trabajador y misionero, obispo,
Padre Claret.

Fuiste una llama que pasó abrasando
tierras y mares de tu patria, España.
Cuba en la América –la viña joven-
supo tu incendio.

Cristo en tu pecho prolongó su altar.
Él te dio un cáliz de abrasados bordes:
persecuciones, calumnias, sangre.
Nada te arredra.

Nunca en tu cielo se eclipsó María;
María, Madre, Corazón en vela,
por Ella cuentas con estela fúlgida
de hijos e hijas.

Bendito el Padre que te dio a la Iglesia,
y gloria a Cristo, cuyo amor te urgió.
Gloria al que es Sello de los dos, su Espíritu.
Gloria por siempre.


Laudes

Claret, cristiano de fuego,
pobre, casto y compasivo,
misionero al rojo vivo,
con afanes de andariego
y ardor de contemplativo.

Éste es aquel siervo bueno
que sus talentos dobló,
que muerto al mundo vivió
y, como un hijo del trueno
de oriente a poniente ardió.

Era una flecha certera
que va al blanco con pasión:
tenía en el Corazón
de su Madre y Medianera
la aljaba de su ilusión.

Pastor de noble cayado,
hizo Iglesia de tal suerte
que siempre fue dulce y fuerte,
y hasta morir desterrado
buscó la vida en la muerte.

Señor del bieldo y del trigo,
Cristo Jesús, Salvador:
por este tu fiel amigo
llévanos siempre contigo
hacia el Padre en el Amor.

 

II Vísperas

Hoy que la Iglesia canta tu gloriosa memoria,
tus hijos por el mundo, reunidos en tu nombre,
jubilosos cantamos la inefable grandeza
de tu fecunda vida, de tu gozosa muerte.

Ya en la remota infancia, tus ojos asombrados
describen el profundo sentido de lo eterno.
En tus manos descubres la fatiga artesana,
tejiendo en sueños, nace tu inquietud misionera.

La Palabra Divina fulgura en tus caminos.
¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo entero
si al fin pierde su alma? Comienza en ti una hoguera
de amor inextinguible, que las aguas no apagan.

Dios te nombró profeta de pueblos y naciones,
río de amor y fuente de gracia salvadora.
El Espíritu Santo sobre ti, fuerza viva,
te hizo luz de los pobres, evangelio viviente.

Urgido por un fuego de caridad divina,
inmerso en el silencio de la Palabra eterna,
lanzas tu voz al viento y es Cristo quien esparce
por medio de tu lengua, la llama de su Espíritu.

Humilde mensajero por los campos del mundo,
cruzas los anchos mares como antorcha de gloria,
predicando a los pobres el amor de Dios Padre,
realizando prodigios, dando luz a las almas.

Forjador de una nueva sociedad sin fronteras,
redimes a los pobres con tu pobreza humilde,
enseñas a los reyes la pobreza de espíritu,
y a todos enriquece tu verbo inextinguible.

Vives vida escondida con Cristo en la plegaria,
tu cuerpo es un sagrario donde el Señor se asienta,
y el Corazón ardiente de la Virgen alumbra,
tus pasos en el gozo de tu piedad materna.

Sin piedad te difaman, calumnian y persiguen,
los que no reconocen la verdad que proclamas,
y un día, al fin, entregas al Señor de la gloria,
la mies madura el fruto de tu vida incansada.

Hoy los hijos nacidos de tu entraña fecunda
prolongamos el fuego de tu inmensa palabra,
por eso bendecimos al Padre y al Espíritu
y damos gloria a Cristo por siglos infinitos.

 

24 de octubre de 2020, memoria litúrgica de san Antonio María Claret, obispo, en el día del 150° aniversario de su muerte terrena y en el año 70° de su canonización.
Entrada dedicada él y en sufragio por el alma de mi padre terrenal, en el aniversario de su natalicio.