Misal: Textos bíblicos y eucológicos (en negro); rúbricas: rojo.
Guion: marrón.
Comentario del blog: azul.
MISA COMPLETA, GUION Y COMENTARIO
En el Misal Romano se halla la Misa votiva de El Santísimo Nombre de María, que tiene sólo la Oración colecta propia. Muchas Iglesias particulares e Institutos religiosos celebran la memoria del Santísimo Nombre de la Virgen el día 12 de septiembre, casi con el mismo formulario. El formulario aquí propuesto está tomado, a excepción del Prefacio y con algunas pocas variaciones, del Proprium missarum Societatis Mariae.
Hace unos años, la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, en la tertia editio typica del Misal Romano (2002), decidió restaurar en el Calendario Romano perpetuo y universal la antigua festividad del "Santísimo Nombre de María" en el 12 de septiembre (en muchos lugares la llamaban "el Dulce Nombre de María"), asignándole el grado litúrgico de "memoria facultativa o libre".
En esta Misa se glorifica ante todo a Dios Padre por el «Nombre de Jesús», esto es, por la «Persona de su Hijo» y su poder y misión salvadora: «en el nombre de Jesús se nos da la salvación» (Prefacio, cf. Hch 4, 12), «ante él se dobla toda rodilla / en el cielo, en la tierra y en el abismo» (Prefacio, cf. Flp 2, 10).
En segundo lugar es glorificado por el «Nombre de María», esto es, por la persona de la Madre de Cristo y su misión en la historia de la salvación (cf. Prefacio). El Nombre de la Santísima Virgen María es celebrado en cuanto que es:
- glorioso, ya que Dios, a semejanza del nombre de Judit, que es figura de la Santísima Virgen, lo «ha glorificado ... de tal modo, que (su) alabanza está siempre en la boca de todos» (Antífona de entrada, cf. Jdt 13, 20);
- santo, ya que indica a la Mujer que fue toda ella «llena de gracia» (Aleluya, cf. Lc 1, 2S) y que encontró «gracia ante Dios» (Evangelio, Lc 1, 30) pata concebir y dar a luz al Hijo de Dios (cf. Lc 1, 31);
- maternal, porque Jesús, el Señor, «al expirar en la cruz, / quiso que la Virgen María, / elegida por Él como Madre suya, / fuese en adelante nuestra Madre» (Oración colecta), de manera que sus fieles fueran confortados «por la invocación de su santo Nombre» (Oración colecta);
- providente, puesto que los fieles, en cuyos labios está con frecuencia el Nombre de la Virgen (cf. Prefacio), «la contemplan confiados, como estrella luminosa, / la invocan como Madre en los peligros / y en las necesidades acuden seguros a ella» (Prefacio, cf. Oración colecta).
Introducción
"¡Oh! tú, quienquiera que seas, que te sientes lejos de tierra firme, arrastrado por las olas de este mundo, en medio de las borrascas y tempestades, si no quieres zozobrar, no quites los ojos de la luz de esta Estrella. Si el viento de las tentaciones se levanta, si el escollo de las tribulaciones se interpone en tu camino, mira la Estrella, invoca a María. Si eres balanceado por las agitaciones del orgullo, de la ambición, de la murmuración, de la envidia, mira la Estrella, invoca a María. Si la cólera, la avaricia, los deseos impuros sacuden la frágil embarcación de tu alma, levanta los ojos hacia María. Si, perturbado por el recuerdo de la enormidad de tus crímenes, confuso ante las torpezas de tu conciencia, aterrorizado por el miedo del Juicio, comienzas a dejarte arrastrar por el torbellino de la tristeza, a despeñarte en el abismo de la desesperación, piensa en María. En los peligros, en las angustias, en las dudas, piensa en María, invoca a María. Que su nombre nunca se aparte de tus labios, jamás abandone tu corazón; y para alcanzar el socorro de su intercesión, no descuides los ejemplos de su vida. Siguiéndola, no te extraviarás, rezándole, no desesperarás, pensando en Ella, evitarás todo error. Si Ella te sustenta, no caerás; si Ella te protege, nada tendrás que temer; si Ella te conduce, no te cansarás; si Ella te es favorable, alcanzarás el fin. Y así verificarás, por tu propia experiencia, con cuánta razón fue dicho: “Y el nombre de la Virgen era María”.
Hermanos, inspirados en estas palabras de san Bernardo, el doctor melifluo, también hoy, cuando estamos por celebrar la Santa Misa, "miramos a la Estrella, invocamos a María". Sea Ella quien nos introduzca en el conocimiento de la grandeza de estos Santos Misterios.
"¡Oh! tú, quienquiera que seas, que te sientes lejos de tierra firme, arrastrado por las olas de este mundo, en medio de las borrascas y tempestades, si no quieres zozobrar, no quites los ojos de la luz de esta Estrella. Si el viento de las tentaciones se levanta, si el escollo de las tribulaciones se interpone en tu camino, mira la Estrella, invoca a María. Si eres balanceado por las agitaciones del orgullo, de la ambición, de la murmuración, de la envidia, mira la Estrella, invoca a María. Si la cólera, la avaricia, los deseos impuros sacuden la frágil embarcación de tu alma, levanta los ojos hacia María. Si, perturbado por el recuerdo de la enormidad de tus crímenes, confuso ante las torpezas de tu conciencia, aterrorizado por el miedo del Juicio, comienzas a dejarte arrastrar por el torbellino de la tristeza, a despeñarte en el abismo de la desesperación, piensa en María. En los peligros, en las angustias, en las dudas, piensa en María, invoca a María. Que su nombre nunca se aparte de tus labios, jamás abandone tu corazón; y para alcanzar el socorro de su intercesión, no descuides los ejemplos de su vida. Siguiéndola, no te extraviarás, rezándole, no desesperarás, pensando en Ella, evitarás todo error. Si Ella te sustenta, no caerás; si Ella te protege, nada tendrás que temer; si Ella te conduce, no te cansarás; si Ella te es favorable, alcanzarás el fin. Y así verificarás, por tu propia experiencia, con cuánta razón fue dicho: “Y el nombre de la Virgen era María”.
Hermanos, inspirados en estas palabras de san Bernardo, el doctor melifluo, también hoy, cuando estamos por celebrar la Santa Misa, "miramos a la Estrella, invocamos a María". Sea Ella quien nos introduzca en el conocimiento de la grandeza de estos Santos Misterios.
Antífona de entrada Cf. Jdt 13, 23.25
El Señor Dios te ha bendecido, Virgen María, más que a todas las mujeres de la tierra; ha glorificado tu nombre de tal modo, que tu alabanza está siempre en la boca de todos.
Oración colecta
Oh, Dios, cuyo Hijo, al expirar en la Cruz, quiso que la Virgen María, elegida por Él como Madre suya, fuese en adelante nuestra Madre, concédenos a quienes recurrimos a su protección ser confortados por la invocación de su santo nombre. Por nuestro Señor Jesucristo...
Liturgia de la Palabra
Primera lectura
La página del Libro del Eclesiástico que vamos a escuchar, traza proféticamente los rasgos de María, la Madre tierna, de cuyas manos recibimos los dones de Dios.
El que me honra poseerá la vida eterna
Lectura del libro del Eclesiástico 24, 17-22
Como vid hermosa retoñé:
mis flores y frutos son bellos y abundantes.
Yo soy la madre del amor puro, del temor,
del conocimiento y de la esperanza santa.
En mí está toda gracia de camino y de verdad,
en mí toda esperanza de vida y de virtud.
Venid a mí, los que me amáis,
y saciaos de mis frutos;
mi nombre es más dulce, que la miel,
y mi herencia, mejor que los panales.
El que me come tendrá más hambre,
el que me bebe tendrá más sed;
el que me escucha no fracasará,
el que me pone en práctica no pecará;
el que me honra poseerá la vida eterna.
Palabra de Dios.
Salmo responsorial Lc 1, 46-48. 49-50. 53-54 (R.: Is 61, 10a)
R. Me alegro con mi Dios.
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador.
Porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán
todas las generaciones. R.
Porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación. R.
A los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia. R.
Aleluya Cf. Lc 1, 28
Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo; bendita tú entre las mujeres.
Evangelio
"Llena de gracia", "María".
El mensajero celestial, en nombre de Dios, se dirige a la Joven nazarena con nombres propios que expresan claramente su dignidad y su misión: Dios la ha elegido para ser la Virgen Madre de su Único Hijo.
La virgen se llamaba María
+ Lectura del santo Evangelio según san Lucas 1, 26-38.
En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María.
El ángel, entrando a su presencia, dijo:
— Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo; bendita tú entre las mujeres.
Ella se turbó ante estas palabras, y se preguntaba qué saludo sería aquél.
El ángel le dijo:
— No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios.
Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.
Y María dijo al ángel:
— ¿Cómo será eso, pues no conozco varón?
El ángel le contestó:
— El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios.
Ahí tienes a tu pariente Isabel que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.
María contestó:
— Aquí está la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra.
Y la dejó el ángel.
Palabra del Señor.
Oración de los fieles
La siguiente Oratio fidelium retoma y desarrolla algunos títulos que la lectura del Libro del Eclesiástico, seleccionada para esta Misa, aplica de modo acomodaticio a la Santísima Virgen:
Oración de los fieles
La siguiente Oratio fidelium retoma y desarrolla algunos títulos que la lectura del Libro del Eclesiástico, seleccionada para esta Misa, aplica de modo acomodaticio a la Santísima Virgen:
R. Te lo pedimos al invocar el Dulce Nombre de María
-Para que María, "Vid hermosa" que, mediante el Fruto de su seno inmaculado, nos ofrece el Vino nuevo del Reino, guíe, sostenga y lleve a buen término la labor misionera de la Iglesia, e ilumine al Sucesor de Pedro. R.
-Para que María, Mater pulchrae dilectionis (Madre del Amor hermoso), custodie en el seno materno a los niños por nacer y los proteja de toda tentativa de privarlos de su derecho inalienable a la vida. R.
-Para que María, Madre de la santa esperanza, reconforte a aquellos que se prodigan en el servicio a sus hermanos, como los misioneros, los agentes sanitarios y los responsables de la seguridad y del orden público. R.
-Para que María, Madre de la Gracia, con amor materno, mueva a la conversión el corazón de los pecadores más obstinados. R.
-Para que María, "cuyo nombre es más dulce que la miel", sea refugio y consuelo de quienes son marginados o humillados, explotados o perseguidos. R.
-Para que María, que nos dio a Cristo, Vida eterna, rescate del Purgatorio a todas las almas, en especial a aquellas que en este mundo le profesaron una filial devoción, y las conduzca al encuentro definitivo con el Señor. R.
Ofertorio
Invoquemos el dulce nombre de María a fin de que ella nos enseñe a participar con todo nuestro ser de la Ofrenda de su Hijo. Para ello, presentemos ahora los dones elegidos por Él mismo con el deseo de quedarse con nosotros para siempre.
Invoquemos el dulce nombre de María a fin de que ella nos enseñe a participar con todo nuestro ser de la Ofrenda de su Hijo. Para ello, presentemos ahora los dones elegidos por Él mismo con el deseo de quedarse con nosotros para siempre.
Oración sobre las ofrendas
Mira, Señor, los dones que te presentamos, para que nos ilumine el Espíritu Santo, enviado a nuestros corazones, y, ante el ejemplo de la siempre Virgen María, nos adhiramos a Cristo, tu Hijo, viviendo sólo para él y agradándole en todo. Que vive y reina por los siglos de los siglos.
Prefacio
El siguiente Prefacio explica con un bello lenguaje la interrelación y la importancia de los Nombres de Jesús y María, éste subordinado a aquél. Son los dos únicos Nombres celebrados por la liturgia de la Iglesia:
Santa María, Templo de la gloria de Dios
V. El Señor esté con vosotros.
R. Y con tu espíritu.
V. Levantemos el corazón.
R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
R. Es justo y necesario.
En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias
siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo,
Dios todopoderoso y eterno,
por Cristo, Señor nuestro.
En el nombre de Jesús se nos da la salvación,
y ante él se dobla toda rodilla
en el cielo, en la tierra y en el abismo.
Pero has querido, con amorosa providencia,
que también el nombre de la Virgen María
estuviera con frecuencia en los labios de los fieles;
éstos la contemplan confiados, como estrella luminosa,
la invocan como madre en los peligros
y en las necesidades acuden seguros a ella.
Por eso,
Señor, te damos gracias
y proclamamos tu grandeza
cantando con los ángeles:
Santo, Santo, Santo.
Comunión
Jesús, nacido de María, es el Pan de Vida. Nada en la Tierra ni en el Cielo es más precioso que este Alimento con que la Bondad infinita de Dios ha querido honrar al hombre peregrino.
Fuimos elegidos por el Altísimo para participar de esta Mesa. Vivamos cada día más de acuerdo con el honor que se nos ha concedido.
Antífona de comunión Cf. Lc 1, 48
Me felicitarán todas las generaciones, porque Dios ha mirado la humillación de su esclava.
Oración después de la comunión
Concede, Señor, a los que has alimentado en la mesa de la palabra y de la eucaristía, rechazar lo que es indigno del nombre cristiano y cumplir cuanto en él se significa, bajo la guía y protección de la Virgen. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Despedida
"Jesús, María y José".
Que esta jaculatoria a la Sagrada Familia, "trinidad de la Tierra", no se aparte de nuestros labios. Así viviremos en el mundo, pero nuestro corazón estará en los bienes del Cielo.
21 de noviembre de 2014, memoria litúrgica de la Presentación de la Santísima Virgen María en el Templo.
Despedida
"Jesús, María y José".
Que esta jaculatoria a la Sagrada Familia, "trinidad de la Tierra", no se aparte de nuestros labios. Así viviremos en el mundo, pero nuestro corazón estará en los bienes del Cielo.
21 de noviembre de 2014, memoria litúrgica de la Presentación de la Santísima Virgen María en el Templo.
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