Formulario de Misa: aquí.
Ciclo B
Introducción
"El domingo recuerda, en la sucesión semanal del tiempo, el día de la Resurrección del Señor. Es la pascua de la semana...".
Liturgia de la Palabra
Monición general: Job. 38, 1. 8-11; II Cor. 5, 14-17; Mc. 4, 35-40
Oración de los fieles
R. Ablanda nuestros corazones, Señor
-Visita a cuantos sufren las violaciones de derechos humanos, las tensiones entre los pueblos y los horrores de la guerra, para que encuentren en Ti la fuente de la libertad y luchen por una era de fraternidad y paz. R.
-Míranos aquí convocados por tu Palabra para que crezcamos en la capacidad de confrontación y colaboración, y nos esforcemos por construir juntos un mundo más justo y fraterno. R.
Oración conclusiva
"Escucha, Señor, las invocaciones que la Iglesia te dirige y con tu presencia solícita conforta nuestra debilidad. Que vives y reinas por los siglos de los siglos".
Comunión
Despedida
Introducción
"El domingo recuerda, en la sucesión semanal del tiempo, el día de la Resurrección del Señor. Es la pascua de la semana...".
Con estas palabras, el glorioso San Juan Pablo II, en su inmortal encíclica Dies Domini, nos invita a contemplar el misterio del domingo, día del Señor, como algo de lo que no podríamos prescindir, porque forma parte de nuestra identidad de cristianos.
En esta valiosísima Carta, que todos deberíamos leer, el Papa nos explica la importancia del mandamiento de la santificación del día del Señor, y el porqué del paso del sábado al domingo como día santo y que debe ser observado.
Los católicos, participando de la Eucaristía dominical, no solamente cumplimos con dicho mandamiento sino que revivimos plenamente toda la obra salvífica de Dios en favor de la humanidad.
Estamos, pues, implicados en un profundo Misterio ante el cual solo nos cabe celebrar, adorar, agradecer y corresponder.
Liturgia de la Palabra
Monición general: Job. 38, 1. 8-11; II Cor. 5, 14-17; Mc. 4, 35-40
Ilumina nuestro entendimiento, Señor, y concédenos la gran virtud de la humildad, para que reconozcamos que eres Tú mismo Quien nos habla en las Sagradas Escrituras. Que comprendamos qué quieres decirnos en el aquí y el ahora de nuestras vidas, y así, seamos fieles discípulos de tu Hijo, a Quien "hasta el viento y las aguas obedecen".
Oración de los fieles
R. Ablanda nuestros corazones, Señor
-Para que el egoísmo, la pereza o la indiferencia no impidan que seamos miembros vivos y oferentes de la Iglesia, y que en comunión con nuestros pastores, en medio de las tempestades del mundo, podamos llevar a cabo la misión que el Señor nos encomendó. R.
-Para que aquellos que son sometidos a condiciones infrahumanas de trabajo, a causa del maltrato y de una injusta remuneración, experimenten el socorro concreto de Dios, que hace justicia a los oprimidos. R.
-Para que los hermanos que han sido víctimas de diferentes tipos de abusos, por intercesión de María puedan sanar sus heridas, y que sus agresores reciban de Dios el don de un humilde arrepentimiento. R.
-Para que como los cristianos de los primeros siglos, reconozcamos la importancia radical de la Misa dominical, en orden a la propia salvación y a la de nuestros hermanos. R.
-Para que la multitud de santos que nos preceden en la gloria intercedan por los que aún peregrinamos en la Tierra y también por las Almas del Purgatorio. R.
O bien:
Las siguientes preces, con las necesarias adaptaciones, están tomadas de la Santa Misa presidida por el Papa Francisco en Trieste (Italia), el 7 de julio de 2024:
Cristo Jesús es el Mediador y la plenitud de toda la Revelación divina. A Él dirigimos esta oración confiada para que abra nuestros corazones a la bondad de Dios, que quiso compartir nuestra humanidad:
R. Te rogamos, óyenos
-Sostén a la Iglesia para que sea fermento y alma del mundo, proclamando a todos que Tú eres el amor que salva. R.
-Inspira al Papa N y a nuestros obispos para que edifiquen a tu rebaño con la palabra y el ejemplo, dando testimonio del Evangelio con autenticidad y valentía. R.
-Asiste a quienes nos gobiernan para que jamás se aparten de tu voluntad y promuevan el cuidado de la Casa común y el desarrollo de cada pueblo. R.
-Consuela a los que están en la prueba para que saquen fuerza y ánimo de la Pascua, reconociendo cada día tu presencia y tu amistad. R.
R. Te rogamos, óyenos
-Sostén a la Iglesia para que sea fermento y alma del mundo, proclamando a todos que Tú eres el amor que salva. R.
-Inspira al Papa N y a nuestros obispos para que edifiquen a tu rebaño con la palabra y el ejemplo, dando testimonio del Evangelio con autenticidad y valentía. R.
-Asiste a quienes nos gobiernan para que jamás se aparten de tu voluntad y promuevan el cuidado de la Casa común y el desarrollo de cada pueblo. R.
-Consuela a los que están en la prueba para que saquen fuerza y ánimo de la Pascua, reconociendo cada día tu presencia y tu amistad. R.
-Visita a cuantos sufren las violaciones de derechos humanos, las tensiones entre los pueblos y los horrores de la guerra, para que encuentren en Ti la fuente de la libertad y luchen por una era de fraternidad y paz. R.
-Míranos aquí convocados por tu Palabra para que crezcamos en la capacidad de confrontación y colaboración, y nos esforcemos por construir juntos un mundo más justo y fraterno. R.
Oración conclusiva
"Escucha, Señor, las invocaciones que la Iglesia te dirige y con tu presencia solícita conforta nuestra debilidad. Que vives y reinas por los siglos de los siglos".
A continuación, se
propone como oración conclusiva de las preces una colecta alternativa a
la de este domingo, tomada de la edición italiana del Misal Romano y
traducida al castellano. Se reemplaza la conclusión trinitaria larga,
propia de toda colecta, por la breve, típica de las demás oraciones
litúrgicas:
"Fortalece, Señor, la fe del pueblo cristiano, para que no se vanaglorie en la prosperidad ni se abata en la adversidad, sino que reconozca que Tú estás presente en todo acontecimiento y que nos acompañas en el camino de la historia. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén".
Ofertorio
La entrega de nosotros mismos a la voluntad de Dios y la confiada aceptación de los planes que Él tiene para con nosotros, sean ofrendas espirituales que se sumen a las del pan y el vino que estamos por llevar al Altar.
Comunión
"Sálvanos, Señor, que perecemos", hemos clamado a Jesús, al igual que sus discípulos. Y Él, hecho Pan, ha venido aquí y ahora a traer esperanza y sosiego a nuestro corazón, abatido por las tormentas del pecado.
O bien:
Del Amor insondable del Sagrado Corazón de Jesús, a Quien está dedicado este mes, brotó el Don precioso de la Eucaristía. Así como el Salvador se entregó por nosotros al Padre como Víctima, ahora se nos entrega a nosotros como Alimento de Vida nueva.
Despedida
Ya no somos esclavos, pues el Padre nos ha dado el Pan de hijos que es precisamente su Hijo único.
Fortalecidos por este Alimento, somos enviados como discípulos en medio del mundo.
15 de junio de 2015, lunes de la semana 11° del Tiempo Ordinario.
(Última actualización de la entrada: 10/7/24).
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