Los siguientes son los himnos propios del Tiempo de Navidad, extraídos de la versión en latín de la Liturgia de las Horas y traducidos al español:
Hasta la solemnidad de la Epifanía, exclusive, cuando no haya himnos propios
I y II Vísperas: Christe Redemptor
Oh, Cristo, Redentor del mundo,
Unigénito del Padre, nacido de modo inefable,
antes de todos los siglos.
nuestra continua esperanza, acoge las súplicas
que elevan tus
fieles desde todos los rincones de la tierra.
que al nacer, en otro tiempo, de la Virgen Inmaculada,
quisiste asumir
un cuerpo como el nuestro.
encuentra el mundo su salvación: lo atestigua esta fiesta de hoy
cuya celebración se repite cada año.
el cielo, la tierra, el mar y todo cuanto hay en ellos,
entonan,
llenos de entusiasmo, este himno de alabanza.
te celebramos en el día de tu Nacimiento
con un
cántico siempre nuevo.
y también al Padre y al Espíritu Santo,
por los siglos sin término. Amén.
Oficio de lectura: Candor aeternae
Oh, Cristo, Candor beatísimo del Padre,
Tú, que eres la Luz, la Vida y
el Perdón,
vienes, como Puerta de salvación,
para ser Medicina de la
fragilidad humana.
un himno celestial, en el cual, al proclamarse una nueva época,
se
anuncia, para el Padre, la gloria,
y para todo el linaje humano, el gozo
y la dicha de la paz.
pues aun cuando duermes inerme, como Rey del mundo,
Fruto de la
Virgen Inmaculada, también entonces,
eres Dueño de toda la creación.
vienes al mundo para ofrecernos la Patria de los Cielos:
haz que nos renovemos por dentro,
mientras atraes nuestros corazones
con los lazos de tu Amor.
uniéndonos a las voces jubilosas de los Ángeles,
proclamamos
contigo, exultantes de alegría,
este himno glorioso de alabanza. Amén.
Laudes: A solis ortus
Desde la aurora naciente hasta la puesta de sol,
Se ha revestido de siervo, el supremo
Hacedor del mundo
librando a la carne con la Carne, para que no
pereciera lo que Él mismo creó.
en las
entrañas purísimas de la Virgen
y su intimidad pasa, entonces,
a guardar
un profundo secreto, que antes desconocía.
se
convierte en el Templo de Dios, y,
prestando asentimiento, concibe a su
Hijo,
sin conocer varón.
al mismo que Juan, aún en el seno materno,
presintió que María llevaba consigo.
tan sólo se conforma con un poco de leche el mismo que,
en
su providencia concede el alimento a los pájaros.
y
los Ángeles cantan a Dios,
cuando el Pastor, que hizo el universo,
se
manifiesta visible a los pastores.
y también al Padre y al Espíritu Santo,
por los siglos sin término. Amén.
Desde la solemnidad de la Epifanía, hasta la fiesta del Bautismo del Señor, exclusive, cuando no haya himnos propios
I y II Vísperas: Hostis Herodes
Cruel tirano Herodes, ¿por qué temes que Cristo venga?
No usurpa los reinos de la tierra,
el que viene a dar los celestiales.
Iban los Magos siguiendo la estrella
que les guiaba por su camino; con la luz buscan la Luz
y con sus dones confiesan a Dios.
El Cordero Divino se lavó en las aguas
de un río cristalino, y borró los pecados
que Él nunca contrajo, dejándonos a nosotros limpios.
Una nueva manifestación del poder de Cristo:
las tinajas de agua se tiñen de rojo,
pues el agua se transformó cuando se ordenó servir el vino.
Gloria a Ti, Jesús, que te has revelado a los gentiles
y gloria también al Padre y al Espíritu Santo,
por los siglos sin término. Amén.
Oficio de lectura: Magi videntes
Los Magos, al ver al Niño le ofrecen
los dones que traen de Oriente y postrados le ofrecen,
con sus votos el incienso la mirra y el oro de la realeza.
Oh Niño, a Quien el Padre predestinó
para un triple oficio: reconoce
las insignias ilustres de tu poder y de tu Reino:
El oro y el aroma fragante del incienso de Saba,
lo proclaman Rey y Dios pero el polvo de la mirra
predice ya su sepulcro.
Oh, Belén tú eres la mayor entre las ciudades grandes,
porque te cupo en suerte dar a luz al Autor de la salvación,
por voluntad del Cielo unido a nuestra carne.
Los Profetas son testigos cuando nos ratifican
que el Padre manda a Cristo que entre en su Reino y juzgue:
Ese Reino que todo lo abarca: el Cielo y el Infierno,
la tierra, el aire y el mar, desde la cuna del sol hasta el ocaso.
Gloria a Ti, Jesús, que te has revelado a los gentiles
y gloria también al Padre y al Espíritu Santo,
por los siglos sin término. Amén.
Laudes: Quicumque Christum
Cuantos buscáis a Cristo, levantad vuestros ojos
a lo alto: allí podréis contemplar
una señal de su gloria eterna.
Una estrella que supera al sol
en luz y hermosura, anuncia que,
con carne humana, Dios ha venido a la tierra.
Desde los mares pérsicos, en donde el sol
abre su puerta, los Magos, como sabios astrónomos
contemplan la bandera del Rey.
«¿Quién es —dicen— este Rey tan grande
que gobierna los astros, ante quien tiemblan las estrellas,
al que la ley y el cielo obedecen?
Vemos un esplendor que no tiene ocaso,
sublime, excelso, infinito, anterior al cielo y a la tierra.
Éste es aquel Rey de las naciones
y Rey del pueblo judío, prometido
al Patriarca Abraham y a su descendencia para siempre.»
Gloria a Ti, Jesús, que te has revelado a los gentiles
y gloria también al Padre y al Espíritu Santo,
por los siglos sin término. Amén.
24-25 de diciembre de 2018, santísima Noche de la solemnidad de la Natividad de Nuestro Señor Jesucristo. Entrada dedicada al Dios encarnado y nacido en el tiempo por nosotros.
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