Cada 25 de enero, la Iglesia universal celebra la "fiesta" de la Conversión de San Pablo, apóstol. A continuación, se publican los himnos propios de la versión en latín de la Liturgia de las Horas, traducidos al español (A). Le siguen otros aprobados por la Santa Sede para algunas Conferencias Episcopales hispanohablantes (B):
A)
Oficio de lectura: Pressi malorum
Afligidos por el peso de nuestras culpas,
venimos a implorar tu
intercesión,
seguros de que por medio de Ti, oh, Pablo,
obtendremos
generosamente del Cielo,
la prenda segura de salvación.
ciñes ahora entre tus brazos, como defensor,
a los mismos que antes habías perseguido con tanta crueldad.
Nosotros, débiles y decaídos, te rogamos que,
acordándote de aquel amor primero,
te dignes abrimos siempre a la esperanza de la gracia del Cielo.
Y al rogar tú por nosotros, haz que arraigue aquella caridad,
que nada sabe de agravios, que es ajena a toda riña,
libre de cualquier engaño.
Oh, Pablo, víctima gratísima para el Cielo,
a ti, que eres luz y amor de los gentiles,
queremos escogerte como mediador y abogado nuestro.
Que la Trinidad beatísima, en cuyo honor cantamos este himno
para alabanza de su gloria, conceda la corona del Premio a los que,
como tú, han librado el buen combate. Amén.
Laudes: Doctor egregie
Oh, Pablo, informa tú nuestras costumbres,
como insigne maestro, y haz que nuestros corazones
se alcen contigo hasta el Cielo, donde,
una vez desaparecido nuestro conocimiento oscuro solo y parcial,
se nos conceda aquel otro que es pleno y perfecto.
Y para Ti, oh, Dios Uno y Trino, cuyo dominio permanece
desde siempre y para siempre, la gloria eterna, el honor y el poder
y los cantos de júbilo y alabanza. Amén.
Vísperas: Excelsam Pauli
Que la Iglesia celebre la excelsa gloria de Pablo,
a quien el Señor transformó admirablemente
de perseguidor en su Apóstol.
Pues el mismo que con tanto furor,
había arremetido contra el nombre de Cristo,
con mayor entusiasmo aún predica ahora el amor de Dios.
Qué mérito tan grande el de Pablo que,
arrebatado hasta el tercer cielo, escuchó palabras misteriosas,
que a hombre alguno es lícito pronunciar.
Al sembrar la semilla de la Palabra,
surgía una mies ubérrima, de modo que, del fruto de sus buenas obras,
rebosa ahora el granero del Cielo.
Como una lámpara encendida, que invade al mundo con su luz,
así pone en fuga las tinieblas del error,
para que sólo reine la verdad.
Gloria al Padre y al Espíritu Santo
y también a Ti, oh, Cristo, que has dado a los gentiles
un Vaso de elección tan luminoso. Amén.
B)
Oficio de lectura
¿Quién es este viajero
al que el Señor acecha en el camino
y con su luz derriba por el suelo?
¿Quién es este violento
al que el Señor elige de entre todos
para mostrar la fuerza de su Verbo?
Contra Jesús, se dirigía a Damasco,
y después, por Jesús,
recorrerá la tierra, predicándolo.
Cumplir con la ley era su orgullo;
la gracia del Espíritu después,
timbre de gloria, único.
Para él sólo tendrá significado
conocer a Jesús,
y a este Señor Jesús, ¡crucificado!
Compartirá las pruebas del Señor
y así compartirá también la gloria
de la resurrección. Amén.
Laudes
Con presunción de bélico soldado,
galán sale feroz, Pablo, atrevido,
que, si ahora en la cuenta no ha caído,
caerá muy presto del primer estado.
¿Adónde, Pablo, de soberbia armado,
para quedar con una voz vencido?
Seguid las letras, ¿dónde vais perdido?,
que habéis de ser doctor del mayor grado.
Aunque valor vuestra persona encierra,
no es bien que nadie contra Dios presuma:
que dará con los ojos por la tierra.
La Iglesia espera vuestra docta suma:
mirad que no sois vos para la guerra,
dejad las armas y tomad la pluma. Amén.
O bien:
I
¿Cómo has logrado, Señor,
este cambio nunca visto:
de Saulo, el perseguidor,
en Pablo, heraldo de Cristo?
Pablo muele en su molino
el Antiguo Testamento,
Cristo le sale al camino,
le arrastra en su seguimiento.
Siempre la Iglesia recibe,
como un eco del Señor,
las cartas que Pablo escribe,
dictadas por el Amor.
Infatigable viajero,
recorres la tierra entera,
apóstol y misionero
hasta el fin de tu carrera.
Como una flecha bruñida,
vas a la meta, de suerte
que sólo Cristo es tu vida,
y una ganancia la muerte.
Descúbrenos la victoria
de Jesús Crucificado,
para compartir la gloria
del Señor Resucitado. Amén.
II
Si derribado caíste,
fue para elevarte más.
De hoy por siempre seguirás
al Cristo que perseguiste.
Ruega por mí, ciego y triste,
que Saulo de errores fui.
Si en el pecado me hundí,
pueda seguirte en tu vuelo.
Desde el fulgor de tu cielo,
san Pablo, ruega por mí.
Gloria al Padre, gloria al Hijo,
gloria al Espíritu Santo,
por los siglos de los siglos. Amén.
Vísperas
Tan cerca, Saulo, de nosotros,
de nuestras mordeduras,
de nuestros viejos odios
y de nuestras ternuras.
Cerca de nuestras ansias,
lejos de nuestros pasos,
de nuestras veleidades
y de nuestros fracasos.
Dinos que Cristo en Cruz
es todo: pena y gozo,
tu enseñanza y tu gloria,
tu lucha y tu reposo.
Que al corazón que a toda
decisión está listo,
todo es estiércol, todo,
para ganar a Cristo. Amén.
O bien: el primero de las laudes.
25 de enero de 2019, fiesta de la Conversión del Apóstol san Pablo.
Entrada dedicada a él.
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