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sábado, 22 de junio de 2019

Corpus Christi: himnos litúrgicos





Los que siguen son los himnos propios de la solemnidad del Cuerpo y la Sangre del Señor; se trata de la traducción al español de la versión en latín de la Liturgia de las Horas:
 

I y II Vísperas: Pange lingua

Canta, oh, lengua, el Misterio del Cuerpo glorioso 
y de la Sangre preciosa, que el Rey de las naciones, 
fruto de un vientre generoso, 
derramó como rescate del mundo.

Nos fue dado, nos nació, de una Virgen sin mancilla y, 
habiendo vivido en el mundo, 
una vez esparcida la semilla de su Palabra, 
clausuró la etapa de su vida mortal 
con una Institución admirable.

Así, la noche de la Suprema Cena, 

recostado a la mesa con los Apóstoles, 
observadas las normas legales sobre los alimentos, 
se da a Sí mismo, con sus propias manos, 
como Alimento para los Doce.

Con su palabra, el Verbo, hecho Carne, 

convierte el pan en su Cuerpo 
y el vino en su propia Sangre: aunque fallen los sentidos, 
es suficiente la fe para confirmar a un corazón puro.

Adoremos, pues, humildemente, tan augusto Sacramento, 
y las ceremonias de la Antigua Alianza cedan su puesto al nuevo rito; 
supla ahora la fe la incapacidad de los sentidos.

Sean la alabanza y el júbilo, junto con la salvación, 
el honor el poder y la bendición, para el Padre y el Hijo; 
sea la misma alabanza para el Espíritu que procede de Ambos. Amén.

 
Oficio de lectura: Sacris sollemniis

Que se junten todos los gozos en esta solemnidad, 
y resuenen en alabanza los corazones; 
desaparezca lo viejo, renuévense todas las cosas, 
sentimientos, palabras y obras.

Porque hoy celebramos la noche de la Última Cena, 
durante la cual creemos que Cristo, 
según prescribía la Ley a los antiguos Padres, 
ofreció a los Apóstoles el cordero y los ázimos.

A los débiles les dio el alimento de su Cuerpo 
y a los tristes la bebida de su Sangre, diciendo: 
«Tomad este cáliz que os entrego y bebed todos de él».

Instituyó, así, este Sacrificio, cuyo ministerio quiso confiar 
sólo a los presbíteros, a quienes incumbe 
tomarlo para sí y administrarlo a otros.

El Pan de los Ángeles se hace Pan de los hombres; 
el Pan celestial cancela las figuras. 
¡Oh, misterio admirable, que el siervo pobre y humilde 
se alimente de su Señor!

A Ti, Dios Uno y Trino, te pedimos que, 
del mismo modo que te tributamos culto, 
no dejes de visitarnos, y guíanos por tus sendas, 
por las que nos encaminamos hacia esa Luz en la que habitas. Amén.
 

Laudes: Verbum supernum

El Verbo soberano, que vino al mundo 
sin dejar la diestra del Padre, 
al llegar al atardecer de su vida, 
se propone consumar su obra.

Y cuando un discípulo iba a entregarle 
a sus enemigos, para la muerte, 
Él mismo se adelanta a entregarse 
a sus Apóstoles, como Alimento de Vida.

Bajo las dos especies, les ofreció su Cuerpo y su Sangre, 
para alimentar al hombre, 
compuesto, también, de cuerpo y alma.

Al nacer, se nos dio como Amigo, 
en la Cena, como Alimento, al morir, como Rescate, 
y, al reinar, como Premio.

¡Salve, oh, Víctima saludable!, 
Tú, que abres las puertas del Cielo, 
préstanos tu fortaleza y tu auxilio, 
cuando los enemigos estrechan su cerco.

Para el Señor Uno y Trino 
que nos concede una Vida sin fin, en la Patria, 
sea la gloria eterna. Amén.


22 de junio de 2019, primeras vísperas de la solemnidad del Santísimo Cuerpo y de la Preciosísima Sangre del Señor.
Entrada dedicada a Jesús Eucaristía.

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