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domingo, 22 de marzo de 2020

Eventualidades litúrgicas: Semana Santa en tiempo de pandemia





 


El Decreto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, que he querido copiar y pegar en esta entrada tal y como fue difundido en español, esclarece a los obispos algunas cuestiones sobre las celebraciones de Semana Santa en 2020, que se plantean en el marco de la difícil situación, a causa de la pandemia del COVID-19. Tal Decreto conserva toda su vigencia en 2021. (Cf. aquí). 
 
La crítica situación mundial plantea un escenario inédito también para la liturgia de la Iglesia, en la Semana más importante del año.

El Decreto es bastante conciso, así que no requiere de demasiadas explicaciones. 
 
Simplemente haré unos breves comentarios de matiz ilustrativo:

+Las indicaciones para la celebración del Domingo de Ramos o de la Pasión del Señor, no se encuentran aquí, sino en un Decreto* levemente modificatorio de este, fechado solamente seis días después,  el 25 de marzo de 2020, solemnidad de la Anunciación del Señor. Aquellas establecen que, de las tres formas posibles previstas por el Misal para la Conmemoración del Ingreso triunfal de Jesús en Jerusalén, a saber: procesión, entrada solemne y entrada simple, este año no se permite la primera; la segunda se reserva a las Iglesias Catedrales, y la tercera, a las demás iglesias.

Recordemos que la primera forma, la procesión, prevé la reunión en un lugar distinto de aquel en que se va a celebrar la Misa, con la siguiente procesión y Misa.
 
La segunda forma, la entrada solemne, prevé la bendición de los ramos en el atrio del templo o en la parte final de él, la proclamación del Evangelio del Ingreso triunfal del Señor en Jerusalén, la procesión solemne hacia el Altar y la Santa Misa.
 
La tercera forma, la entrada simple, omitiendo todo lo anterior, se limita al canto de la Antífona de entrada mientras el sacerdote se acerca al Altar.

+Desde muchas partes del mundo se había preguntado a la Santa Sede acerca de la posibilidad de posponer la celebración de la Pascua, como ocurre con las solemnidades impedidas por otra celebración de rango superior (por ejemplo, los Domingos de Adviento, Cuaresma y Pascua). La respuesta que se da en este punto es muy clara: NO. En efecto, la Pascua no puede igualarse a ninguna otra solemnidad. Es Solemnidad de solemnidades, y por ello, la fecha en que cae cada año es inamovible. Adviértase que aquí se dice implícitamente que tal Solemnidad es el mismo Triduo Pascual y no solamente la celebración del Domingo de Resurrección, como, por otra parte, puede advertirse claramente en la "Tabla de días litúrgicos según el orden de precedencias".

+La Misa Crismal, que habitualmente se celebra el Jueves Santo por la mañana, nunca tuvo fecha estrictamente fija. La Iglesia siempre consideró la posibilidad de celebrarla en otro día, donde y/o fuese necesario. Por eso, se sugiere su traslado, el cual compete al Obispo, afirma el Decreto publicado en esta entrada; "a las Conferencias Episcopales", corrige el que lo modifica*.

+Nótese que las disposiciones no van dirigidas a todos los lugares. Solamente adonde haya restricciones civiles y eclesiales.
 
Es importante la invitación a que los fieles se unan a la distancia pero EN DIRECTO  a las celebraciones del Triduo que presidirán sus pastores.

Triduo Pascual

  a) La Misa vespertina In Cena Domini, de manera excepcional, puede celebrarse sin el pueblo, lo cual, en circunstancias normales, está terminantemente prohibido.
 
El Lavatorio de los pies se omite. De hecho, es siempre facultativo.
 
La procesión con el Santísimo se omite, y se reserva en el sagrario, a diferencia de lo habitual.

   b) El Viernes Santo, para la Celebración de la Pasión del Señor, se invita a los pastores, que también van a presidir sin pueblo, a hacer uso de la facultad que confiere el Misal de que, en casos de necesidad, pueda añadirse a la Oración Universal alguna otra súplica a Dios. En este caso, se ruega por las víctimas directas o indirectas de la pandemia y por el personal sanitario.

  c) La Vigilia Pascual en la Noche santa se ve modificada en su primera parte (Lucernario), ya que se omite el rito de la bendición del fuego. El Cirio pascual es encendido y también se omite la procesión con él. Se canta o recita directamente el Pregón.
 
Respecto de la segunda parte de la celebración (Liturgia de la Palabra), no se hace alusión a la facultad de reducir la cantidad de lecturas de la Vigilia, por el hecho de que dicha facultad siempre existe cuando hay razones particulares que la justifiquen. 
 
En la atinente a la tercera parte (Liturgia bautismal), esta se reduce a la renovación de las promesas del santo bautismo, la cual siempre hace las veces de Profesión de fe en esta santísima Noche.
 
La cuarta parte (Liturgia de la Eucaristía), permanece inalterable, al constituir el punto culminante no solo de la Noche bendita de Pascua sino incluso de todo el Año litúrgico.
 
No se prevén modificaciones para las demás Misas de Resurrección.

Por otra parte, como en Semana Santa los actos piadosos están íntimamente relacionados con las celebraciones litúrgicas, la Santa Sede, en este Decreto excepcional, de carácter litúrgico, no puede omitir la alusión a aquellos: 

La facultad concedida al Obispo diocesano de trasladar a otros días los tradicionales actos de piedad de la Semana Santa, propone, a modo de sugerencia, los días 14 y 15 de septiembre, sin especificar la razón, aunque fácilmente puede intuirse: en el Calendario universal, el 14 de septiembre se celebra la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, fecha en que, sin los rigores de la Semana Santa, se hace memoria del Triunfo de Jesús clavado en la Cruz, muerto, resucitado y vivo para siempre, a la vez que venera el Madero de la Cruz como instrumento de nuestra salvación. El 15 de septiembre, ese mismo Calendario celebra la memoria obligatoria de la Virgen, nuestra Señora de los Dolores, de la que en muchos lugares también suele hacerse conmemoración el viernes que precede al Domingo de Ramos ("Santa María junto a la Cruz" se llama tal conmemoración litúrgica).


 
22 de marzo de 2020, Domingo Laetare, IV de Cuaresma.
Entrada dedicada a Jesucristo, única Esperanza de la humanidad, y a María, Causa nostrae laetitiae.
(Última actualización de la entrada: 21/03/21).
 

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