Cada 25 de marzo, con motivo de la solemnidad de la Encarnación del Hijo de Dios, en muchos países se celebra el "Día del niño por nacer".
Comparto con el lector el siguiente texto alusivo:
Tú estás leyendo lo que yo he escrito. Pudiste optar por no
hacerlo, o también, por diferir esta lectura. Pero quisiste que fuera ahora y
de esta manera. Es porque en este país somos libres, y tú puedes decidir qué
hacer, cómo, cuándo y dónde.
Por otra parte, puedes estar de acuerdo con lo que lees, o
bien disentir, y expresarlo, ya que en
este país hay libertad de pensamiento.
Por el mismo motivo, puedo publicar este escrito sin que
nadie me lo prohíba, y tú, sin que nadie te lo impida, puedes responder a ello,
asintiendo o disintiendo también públicamente.
Ahora bien, yo puedo estar aquí escribiendo esto y tú
leyéndolo porque hubo quienes, alguna vez reconocieron nuestro derecho a la
vida. Y es así, porque en este país, como en otros, ese derecho, el primero de
todos, antes se tutelaba constitucionalmente y sin excepciones.
Actualmente son muchos los que pontifican sobre los derechos
humanos.
Pero, ¿puede haber mayor contradicción que la reivindicación
de tales derechos, mientras, por otra parte se pretende legalizar el homicidio
de los que tienen el derecho de nacer?
¿Puede haber mayor aberración que la de aquellos que han
sido elegidos para “legislar en bien del pueblo”, y en vez de hacerlo, idean
modos de “suprimir a dicho pueblo” en la primera fase de su existencia?
¿Hay eufemismo más cobarde e hipócrita que aquel que,
reclamando para sí una falsa libertad, llama “derecho a decidir” a la bestial supresión
del “derecho a nacer”?
¿Hay arbitrariedad mayor que “elegir” al azar, y por meros
datos accidentales, cuál es el momento en que “una persona debe ser considerada
como tal”, aun sabiéndose científicamente que, desde el instante de la
concepción, ha empezado a desarrollarse como cualquier otro ser vivo?
La pena de muerte sigue siendo tema de discusión en nuestro
país: ¿Hay, pues, mayor injusticia que la de querer introducirla veladamente,
comenzando por aplicársela a los únicos que son indiscutiblemente inocentes? ¿Con
qué abogado cuentan ellos? Y si lo poseyeran, ¿de qué acusación tendrían que ser defendidos?
Por eso, pobres de ustedes, políticos, para quienes la vida
indefensa vale lo mismo que un voto.
Pobres de ustedes, profesionales de la Medicina y demás
hombres de ciencia: sí que saben dónde hay vida humana. Pero callan. Quién sabe
por qué.
Pobres de ustedes, padres y madres, amigos y demás cómplices.
Inducen a la práctica del aborto a niñas, jóvenes, y hasta mujeres adultas.
¿Realmente pretenden ayudarlas? Piénsenlo. Por evitarles ciertas dificultades,
las harán infelices para siempre, pues el recuerdo de lo sucedido
perdurará, y el remordimiento no las dejará
en paz. Cuando tomen conciencia, no se podrá volver atrás. Será tarde.
Pobres de ustedes mujeres, si consideran un enemigo, o peor
aun, “algo molesto”, a la vida que han concebido, mientras autorizan impunemente
al Estado que pretende acabar con ella, considerándolo un “bienhechor”.
Pobres de ustedes, quienesquiera que sean, que no hacen oír
su voz por los que no tienen voz. Su indiferencia es cómplice. Su silencio,
culpable del PEOR CRIMEN.
25 de marzo de 2012, Domingo V de Cuaresma.
(Última actualización de la entrada: 25/02/18).
Sta. María de Guadalupe, Madre del niño por nacer |
25 de marzo de 2012, Domingo V de Cuaresma.
(Última actualización de la entrada: 25/02/18).
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