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La verdadera Iglesia de Dios...

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Nos iluminaste con la Luz de Cristo...

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lunes, 22 de agosto de 2016

Guion: Domingo XXII del Tiempo Ordinario





Formulario de Misa: aquí.


Ciclo C

Introducción

Hermanos, grande es la bondad del Señor para con nosotros, pues nos ha preparado la mesa de la Palabra de Verdad y la del Pan de Vida. Ambas constituyen la única Misa del Pueblo de Dios, celebrada por Jesús en la Última Cena y, en su Persona, por todos los sacerdotes a lo largo de los tiempos.

En el marco de la Misa, en que "la Palabra de Dios se hace sacramentalmente carne en el acontecimiento eucarístico" (S.S. Benedicto XVI, Exhortación Apostólica Verbum Domini, 55), nos hacemos partícipes "contemporáneos", por así decirlo, en el Sacrificio pascual de Cristo y acogemos plenamente -y como en ninguna otra circunstancia- la salvación que Él nos ofrece.

Que esta verdad haga más ferviente y agradecida nuestra participación en el Banquete de la Nueva Alianza.



Primera lectura: Eclo. 3, 17-18. 20. 28-29

"Desde el primer momento de su existencia (...) el hombre ha sido invitado a un 'banquete', o sea, a la intimidad y comunión con el mismo Dios, más allá del ámbito de esta existencia terrena". (San Juan Pablo II, Ángelus, 31/08/80).

Segunda lectura: Heb. 12, 18-19. 22-24

La Iglesia peregrina, entre sus luces y sombras, es anticipo e imagen de la Jerusalén celestial, la Morada definitiva de los redimidos.

Evangelio: Lc. 14, 1. 7-14

El Evangelio de hoy nos enseña que "para descubrir que ser hombre significa ser invitado, es necesario dejarse guiar por la humildad" (Ídem). Pidamos insistentemente esta virtud al Señor.


Oración de los fieles
 
Las siguientes preces, con las necesarias adaptaciones, están tomadas de la Santa Misa por la Evangelización de los pueblos, presidida por el Papa Francisco en Maputo, Mozambique, el 5 de septiembre de 2019:


Invoquemos al Padre Celeste, pidiendo la gracia de guardar en el corazón la Palabra que escuchamos para alimento de nuestra fe, e imploremos (cantando):

R. Escucha, Señor, nuestra oración.

-Por el Papa N, Sucesor de Pedro y por los obispos que unidos a él integran el Colegio Episcopal, para que el Espíritu Santo los colme de fortaleza y sabiduría. R.

-Por los presbíteros, diáconos, religiosos, religiosas y por todos los fieles cristianos, que tienen la misión de anunciar el Evangelio, para que lo proclamen con palabras sencillas y oportunas, y las hagan vida cada día. R.

-Por las naciones del mundo entero y sus gobernantes, para que abandonando los caminos de la guerra, conviertan las armas en instrumentos de paz. R.

-Por los que hacen convivir al lobo y al cordero, por los que tienen gestos de paz y perdón, por los que sufren, por los desalojados e infelices, para que hallen refugio en Dios bendito. R.

-Por quienes hacen el bien y aman la justicia, por los que padecen y luchan por la libertad y la paz, para que el Espíritu Santo fortalezca en ellos la esperanza. R.

Oración conclusiva


"Señor, nuestro Dios, que nos invitas a ascender a tu Monte santo, enjuga las lágrimas de todos los rostros y haz desaparecer de la Tierra entera la violencia y la miseria. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén".


O bien:

Las siguientes preces, con las necesarias adaptaciones, están tomadas de la Santa Misa, presidida por el Papa Francisco en L'Aquila, Italia, el 27 de agosto de 2022:

Queridos hermanos, oremos al Padre, que en Jesús, nuestra Paz, nos colma de su misericordia y nos introduce en ella:

R. Escúchanos, oh, Señor

-Por el Papa N y por los demás pastores de la Iglesia, para que el anuncio valeroso y fiel de la Palabra de Dios, mueva el corazón de los responsables de las naciones al diálogo y a la fraternidad para sanar las heridas causadas por el odio, la división y la guerra. R.

-Por los ministros de la reconciliación, para que, administrando el sacramento de la Penitencia, hagan sentir  el abrazo del Padre que perdona y que restituye la dignidad, el coraje y la esperanza de todos. R.

-Por quienes sufren dificultades a causa de la enfermedad, la soledad o la pobreza, para que aliviados por la concreta cercanía de la comunidad cristiana, a través de las obras de misericordia corporales y espirituales, puedan sentir la ternura y la misericordia de Dios. R.

-Por esta (arqui)diócesis de N, para que mire a lo esencial del mensaje de salvación y reconciliación, para hacer más fecundo su renacer. R.

-Por nosotros aquí reunidos, para que el Espíritu Santo infunda en cada uno la alegría de dar testimonio del Evangelio. R.

Oración conclusiva

"Señor paciente y misericordioso, que nunca defraudas a quienes acuden a Ti, acoge nuestra plegaria y ayúdanos a honrar la presencia de Jesús en el rostro de todo hermano. Por Jesucristo, nuestro Señor".

O bien:

R. Socórrelos, Padre Bueno.

-Al Santo Padre, a los obispos y sacerdotes, y a todos los que vivimos en la comunión de la Iglesia, te rogamos...R.
 
-A los hermanos de otros credos y a los que se confiesan ateos o agnósticos, te rogamos...R.

-A los gobernantes y a los legisladores; a los magistrados y a los demás responsables del bien común, te rogamos...R.

-A los huérfanos y a las viudas; a los ancianos y a los discapacitados, te rogamos...R.

-A los pobres y a los marginados; a los solitarios y a los cautivos, te rogamos...R.

-A los enfermos y a los abandonados; a los agonizantes y a los difuntos, te rogamos...R.

A continuación, se propone como otra oración conclusiva de las preces, una colecta alternativa a la de este domingo, tomada de la edición italiana del Misal Romano y traducida al castellano. Se reemplaza la conclusión trinitaria larga, propia de toda colecta, por la breve, típica de las demás oraciones litúrgicas:

"Oh, Dios, que llamas  los pobres y a los pecadores a la asamblea festiva de la Nueva Alianza, haz que tu Iglesia honre la presencia del Señor Jesús en los sufrientes y en los humildes, y que todos nos reconozcamos hermanos en torno a tu Mesa. Por el mismo Jesucristo, nuestro Señor. Amén".


Ofertorio

Junto al pan y el vino, presentamos la ofrenda de nuestra vida, con sus aciertos y yerros, más el propósito de dejarnos transformar por el Sacrificio pascual del Cordero.

Comunión

¡Bendito sea el Banquete eucarístico al que, como hijos de Dios, somos invitados de honor!
Que jamás dejemos de esforzarnos por ser menos indignos de este honor que se nos concede.


Despedida

Concluida la celebración, nos retiramos del lugar sagrado con el propósito de hacer "que cada jornada nuestra esté marcada por el encuentro renovado con Cristo, Palabra de Dios hecha carne" (S.S. Benedicto XVI, Exhortación Apostólica Verbum Domini, 124).


22 de agosto de 2016, memoria litúrgica de la Santísima Virgen María, Reina del universo. 
Entrada dedicada a ella.
(Última actualización de la entrada: 28/08/22).

 

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