La Orden de los Servitas celebra a san Peregrino Laziosi, protector de los enfermos de cáncer, cada 4 de mayo, y con la categoría litúrgica de "fiesta", dedicándole lo siguientes himnos:
Oficio de lecturas
HIMNO
Deshojad por nuestro hermano
alabanzas como flores.
Siempre fiel y siempre siervo,
ornato y prez de la Orden.
Devoraba los ayunos,
con júbilo en los dolores;
quería purgar sus culpas
por lograr eternos goces.
Al pie de la Cruz medita
de Hijo y Madre los dolores;
en la Pasión, compasivo,
corredentor de los pobres.
La cruz de la enfermedad,
su calvario día y noche.
Y aflige al hermano cuerpo
con cilicios y clamores.
Ayude a los suplicantes
en las miserias atroces,
que a la divina Clemencia
por nuestras culpas implore.
Al Padre, al Hijo la gloria
y al Espíritu loores,
así como fue al principio,
y por los siglos se entonen. Amén.
O bien:
Vivía en las tinieblas, amigo de violentos,
estaba en peligro su eterna salvación;
mas Dios brilló en su vida con la luz de su Hijo
y despreció los goces que el mundo le ofreció.
Pero el mundo reclama la víctima perdida;
le inyecta negro hastío, lo enreda en la aflicción,
y acepta Peregrino, con celestial paciencia,
el cáliz de amargura que el mismo Dios bebió.
Ardiente enamorado de los almos secretos
que el Padre ha revelado por su Hijo Jesús,
admira entusiasmado las redes del cariño
que ataron a María con su Hijo en la Cruz.
Carne crucificada en leños de fatiga,
mil veces procurada con abnegado ardor,
su carne fue enredada en hilos de agonía,
pero él nunca desmaya y sufre por amor.
Por eso, Peregrino, ten compasión del pueblo que,
pecador, se aleja de Dios, su Salvador,
y pide a Jesucristo que por su amor y gracia
nos vuelva al buen camino, nos dé la conversión.
Te damos gloria, oh, Padre, y a tu Hijo Jesucristo,
y al Espíritu Santo, nuestro Consolador;
con cantos de alabanza exulten nuestros labios
y eternamente anuncien la gloria del Creador. Amén.
Laudes
HIMNO
El calvario prolonga
de cruel enfermedad,
víctima con la Víctima,
sufre, callado, el mal.
Compadecido, Cristo,
de la Cruz, sanará
la carne gangrenada
que estaban por cortar.
A los pobres ayuda
cuando escasea el pan,
y a veces sus manos
lo hacen multiplicar.
Pues socorre al que pide
y oye atento su afán:
que él ruegue por nosotros
ante Dios, suplicad.
Al Padre, al Unigénito
y al Espíritu igual,
se tribute la gloria
por una eternidad. Amén.
O bien:
Dolores inauditos desgarran su paciencia
y en su garganta el grito quisiera restallar;
mas recuerda su vida que se ahogaba en las culpas,
y amordaza sus labios y prefiere callar.
¡Oh, Dios, testigo fuiste de aquellas decisiones
que al borde de la muerte hubieron de tornar:
cortar toda su pierna antes que el mal tremendo
prendiera en todo el cuerpo con peligro mortal!
Mas Tú, compadecido, en sueños lo aliviaste
dando vida a tu Imagen clavada en una Cruz:
¡Oh, fuerza milagrosa de tu divina gracia,
que al despertar tu hijo, gozaba de salud!
Cuando escaseaba el trigo y el cielo no vertía
sobre el sediento suelo la caricia fluvial,
el santo Peregrino colmaba los graneros
de los pobres hambrientos con grano celestial.
Él dijo que Dios Padre ve siempre por sus hijos.
A quien con fe lo invoca nada le negará.
Él ruega por nosotros que a Dios nos dirigimos,
para ser aliviados en la necesidad.
Bendito sea Dios Padre, bendito sea Dios Hijo,
bendito sea Dios Amor que brota de los Dos.
Con himnos de alabanza se adornen nuestros labios,
para entonar la gloria de nuestro Redentor. Amén.
Vísperas
HIMNO
Brindemos alabanzas y máximos honores
a nuestro muy querido hermano Peregrino,
quien resplandece delante de la gente
y honra nuestra Orden, con este bello himno.
De mil maneras busca expiar sus mil delitos
el que antes, entregado, satisfacía al mundo;
quiere lavar sus faltas, purificar sus culpas,
y hacerse digno en Cristo de merecer el triunfo.
Bajo la Cruz se postra con un amor profundo
y con piadosos trazos dibuja en su interior
a Cristo flagelado, a su Madre dolorosa,
y llora enternecido, movido a compasión.
Acepta toda clase de penas y dolores,
y cansado, no quiere sentarse ni un momento;
con cardos y labores, ayunos y fatigas,
imprime cruel castigo a su rebelde cuerpo.
Él, que nunca desprecia la voz de los que imploran,
escuche nuestros ruegos con corazón benigno,
y pida al Dios clemente gracia y misericordia
para que nos perdone todos nuestros delitos.
Al Padre omnipotente y a su querido Hijo,
y al Abogado eterno que brota de los Dos,
a Ellos sea la gloria como era en el principio
como es ahora y siempre en nuestro corazón. Amén.
6 de mayo de 2017, primeras vísperas del Domingo IV de Pascua o "del Buen Pastor".
Entrada dedicada a Jesús, Buen Pastor.
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