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jueves, 8 de junio de 2017

San Miguel de los Santos, presbítero: himnos litúrgicos


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La Orden de la Santísima Trinidad celebra cada 8 de junio la fiesta de san Miguel de los Santos, presbítero, patrono de la juventud trinitaria, y canta en su honor los siguientes himnos litúrgicos:


Oficio de lecturas


Un himno alegre, de Miguel la gloria
cante este día, que acompañe al verso
cordial afecto, que al alumno santo
le va tal culto.

Sendas estrechas el amor divino
muestra a su siervo desde tiernos años;
fiel lo conduce, y a vivir su vida
Cristo le enseña.

Cual la palma que el peligro teme
vuela a las quiebras de segura roca,
de la Orden trinitaria, así Miguel
vuela al retiro.

Pronto este joven, a sus compañeros
saca ventaja en la palestra santa,
y en él, modelo de ejemplar conducta
ven los ancianos.

Cuerpo inocente con azotes doma,
Cristo llagado material le ofrece
Para que, asiduo, meditando en ello,
sufra su espíritu.

Misa diciendo, lo contempla el pueblo
envuelto el cuerpo en refulgentes llamas;
Dios lo arrebata y de repente sube
por las alturas.

Místico trueque entre Miguel y Cristo
hace que aquél, con corazón prestado,
ame al Amado, que será algún día
su recompensa.

Demos honores y alabanza siempre
al Uno y Trino, por quien admitido
Miguel ha sido en la eternal morada
cual siervo bueno. Amén.


Laudes

I

Espejo de inocencia,
San Miguel de los Santos,
que aromas nuestros cantos
de pura transparencia. 

Llenaron tu existencia
grandes, místicos dones:
trueque de corazones.
Ya de Cristo es el tuyo
y tú amas con el Suyo
en todas tus acciones.
 
Cuando la Eucaristía
a diario celebrabas,
en éxtasis quedabas;
tu corazón ardía:
el pueblo te veía
de llamas rodeado,
y en amor abrasado;
así tu rostro era
por la Divina Hoguera
en Cristo transformado.
 
Te levanta del suelo
la oración en sus alas;
y por ella escalas
lo más alto del cielo.
Sin detener tu vuelo
te das a los cristianos
cautivos, tus hermanos,
aliviando sus penas,
rompiendo sus cadenas
con la obra de tus manos.
 
La juventud amada
que en la Orden camina,
con tu luz se ilumina
siguiendo la llamada.
Tu respuesta esforzada
de ejemplar trayectoria,
y el fulgor de tu gloria,
la guían como estrellas
para seguir las huellas
de tu fe en la victoria.
 
Contigo al Uno y Trino
gloria y honor cantamos;
contigo Lo adoramos
ya al ir por el camino
hacia nuestro destino.
Por siempre Lo amaremos,
y allí contemplaremos
la Divina Hermosura;
gustando su dulzura
por siempre viviremos.
 
 
II 

Hoy es día señalado
para, con rito festivo,
conmemorar que Miguel,
por el amor consumido,
libre el cuerpo de ataduras,
fue a unirse a los elegidos.
 
Éste, aborreciendo al mundo,
siendo joven, casi niño,
huyendo de las ciudades,
de las gentes y su ruido,
a las cuevas de los montes
huyó con paso indeciso.
 
Por dos veces fue obligado
a volver al domicilio,
y, al fin, el hogar paterno
ofreciole un escondrijo,
donde pronto se retira
como a los bosques umbríos.
 
Entra en la Orden que lleva
de la Trinidad por título,
donde disfruta a sus anchas
de vivir en el retiro;
mas al perfume del alma
resulta estrecho aquel sitio.
 
La caridad que abrasó
su alma, cuando era niño,
se ha adueñado totalmente
de todos sus entresijos,
y ya las llamas le salen
hasta por los poros mismos.
 
Constantemente medita
en los dolores de Cristo
y, venerado a la Madre,
aumenta su amor al Hijo,
pues a través de los dos
nuestra salvación nos vino.
 
Ardientemente desea
inculcar con grande ahínco
en el pecho de los otros
sus sentimientos más íntimos,
cuidando de que sus almas
estén como piel de armiño.
 
La alabanza y el honor
demos todos al Dios Trino,
por quien en la Ciudad santa
Miguel ha sido admitido,
así recibiendo el premio
a los siervos prometido. Amén. 


Vísperas

I

Sin tierra por la tierra caminando,
sin luz con claridad en noche oscura,
sin ojos, y con vista no mirado,
sin sosiego en quietud andar procura,
sin bien el que es mayor va penetrando;
sin báculo y sin arrimo está segura,
y al fin, sin ser, con ser y con sentido
con él buscó el alma el bien perdido.
 
Anégase en el centro de su nada,
mira sin ojos por su reino adentro,
vese desecha y toda aniquilada;
quiere buscar el fondo de su centro;
entre la luz más ciega y ofuscada
marchando va, y en amoroso encuentro,
se pierde y gana, y en sabrosa herida,
queda desecha toda y consumida.
 
Unida con su ser incomprensible,
ayudando la gracia que la informa,
con vínculo de amor indivisible
en Dios por accidente se transforma:
cercada de su luz inaccesible,
las potencias de tal suerte reforma,
que miradas de cerca y desde lejos
de Dios lucen en ella los reflejos.
 
Nada lo turba, inquieta ni levanta,
que está en el centro donde el bien recibe:
en dones y virtudes se adelanta;
viviendo en carne como en gloria vive,
aniquilada está en grandeza tanta,
sujeta, humilde y pobre ¿qué percibe?
Que son de Dios los dones: ¿y la suma?
No la puede expresar mi lengua y pluma.
 
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu,
por los siglos de los siglos. Amén.
 
II 

Quejas Miguel al corazón le dice,
de desamores, y suplica ansioso
otro distinto en que, de amor el fuego
arda más vivo.
 
Toda razón de su conducta es Cristo;
todos sus actos en su torno giran.
Cristo lo mueve, o, para ser exacto,
vive en él Cristo.
 
Viendo la imagen de Jesús clavado,
o de la Madre, lo arrebata el fuego,
y, por los aires, ante el ojo atónito,
raudo lo eleva.
 
Pura inocencia desde su bautismo,
tiempo sin fin a la plegaria dado,
duros azotes, desgarrado el cuerpo,
esto consiguen.
 
No rehuyendo lucha alguna el cuerpo,
cual ciudadano de futura patria,
anticipados celestiales gozos
prueba ya en vida.
Tú, que abrasado en el divino fuego,
Miguel, tuviste el corazón de Cristo,
haz que hoy el nuestro que te invoca humilde,
arda en su Llama. Amén. 


8 de junio de 2017, para la Orden de la Santísima Trinidad, fiesta de san Miguel de los Santos, presbítero, patrono de la juventud trinitaria.
Entrada dedicada a él.

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