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martes, 4 de julio de 2017

Guion: Domingo XIV del Tiempo Ordinario


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Formulario de Misa: aquí.


Ciclo A

Introducción


Desde que Dios creó al hombre "a su imagen y semejanza", jamás lo abandonó a su propia suerte. Por el contrario, a lo largo de los siglos fue su protector, incluso cuando era por él ofendido y rechazado a causa de la ingratitud humana. Más aún, en la plenitud de los tiempos, envió al Salvador Jesús, amado Hijo suyo, para que por su Pasión, Muerte y Resurrección nos purificara de todos los pecados, y obtuviera para nosotros el privilegio -desconocido hasta entonces- de que pudiéramos dirigirnos al Creador llamándolo con el tierno nombre de "Padre".

Con sentimientos de gratitud por tanto amor, iniciemos la Santa Misa del día del Señor.


Liturgia de la Palabra


Primera lectura: Zac. 9, 9-10


El santo profeta Zacarías anuncia la Venida del Mesías, Rey de amor, humildad y paz.

Segunda lectura: Rom. 8, 9. 11-13
  
El apóstol san Pablo nos invita a permanecer dóciles a las inspiraciones del Espíritu Santo, al que la Madre Iglesia llama "Señor y Dador de vida".

Evangelio: Mt. 11, 25-30

A nosotros, afligidos y agobiados por las dificultades de la peregrinación terrenal, el Señor Jesús nos dirige palabras de consuelo y esperanza luego de haber bendecido a su Padre por revelar los secretos del Cielo a los pequeños.


Oración de los fieles


La siguientes preces, con las necesarias adaptaciones, están tomadas de la Santa Misa presidida por el Papa Francisco en la Basílica de San Juan de Letrán, en ocasión de la Clausura del Jubileo de la Orden de Predicadores, el 21 de enero de 2017:

A Dios Padre, que nos ha reunido y salvado por su Divina Misericordia, elevemos la oración que el Espíritu Santo suscita en nuestro corazón:

R. Señor, ten misericordia de nosotros.

-Por la Iglesia universal: haz que pueda siempre acercarse a la fuente viva de la Palabra de Dios, gracias a maestros que sean discípulos de Cristo, única Luz y origen de toda luz. R.

-Por el Santo Padre, al que santa Catalina de Siena enseñó a reconocer como "Dulce Cristo en la Tierra": concédele el Espíritu Santo para que sepa guiar a tu pueblo, y danos a todos la docilidad para acoger filialmente su Magisterio. R.

-Por las mujeres, los hombres y los niños que son obligados a dejar sus países: dales fortaleza y esperanza, y convierte nuestros corazones a la justicia, para que, con nuestra ayuda, aquellos encuentren siempre nuevas maneras de compartir. R.

-Por las diferentes Congregaciones religiosas: haz que, confirmadas en la fe, la esperanza y la caridad, anuncien con entusiasmo la buena noticia de Cristo. R.

-Por los jóvenes que advierten en su corazón el llamado a seguirte más de cerca: dales tu Espíritu para que acojan con fortaleza y alegría el llamado a anunciar el Evangelio con la palabra y con la vida. R.

-Por los difuntos: concédeles contemplar tu Rostro misericordioso a fin de que puedan interceder por todos nosotros. R.

-Por los que estamos hoy aquí presentes: haz que la intercesión de los santos nos ayude a vivir proféticamente un renovado impulso misionero hacia los hombres y mujeres de nuestro tiempo y a ser humildes instrumentos del encuentro con Cristo. R.

Oración cocnclusiva

"Dios, rico en misericordia, acoja nuestra plegaria y la escuche de acuerdo con su amor. Por Cristo, nuestro Señor. Amén".

A continuación, se propone como otra oración conclusiva de las preces, una colecta alternativa a la de este domingo, tomada de la edición italiana del Misal Romano y traducida al castellano. Se reemplaza la conclusión trinitaria larga, propia de toda colecta, por la breve, típica de las demás oraciones litúrgicas:
 
"Oh, Dios, que te revelas a los pequeños y das a los humildes la heredad de tu Reino, haznos pobres, libres y alegres, a imitación de Cristo, tu Hijo, para llevar con Él el yugo suave de la cruz, y anunciar a los hombres la alegría que viene de Ti. Por el mismo Jesucristo, nuestro Señor. Amén". 



Ofertorio

Que el Señor se digne aceptar estos dones que llevamos al Altar, y que nos enseñe a hacer de nuestra vida entera una ofrenda que Le sea agradable.


Comunión

La Eucaristía, que es comunión con el Señor Resucitado, crea por ello, comunión con nuestros hermanos. Así se manifiesta el mysterium Ecclesiæ (misterio de la Iglesia): Al alimentarnos de Jesús, permanecemos unidos entre nosotros y conformamos un solo Cuerpo, cuya Cabeza es el mismo Cristo.



Despedida

Habiendo depositado nuestras preocupaciones en Jesús, "manso y humilde de Corazón", con espíritu confiado, nos disponemos a vivir cristianamente otra semana más de nuestra vida.


4 de julio de 2017, memoria litúrgica de santa Isabel de Portugal.
Entrada dedicada a ella.

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