Cada 1° de noviembre, la Iglesia Universal celebra la "solemnidad" de Todos los Santos. Los siguientes son los himnos de la versión latina de la Liturgia de las Horas, traducidos al español (A), más otros aprobados por la Santa Sede para algunas Conferencias Episcopales hispanohablantes (B):
A)
I y II Vísperas: Redemptor omnium
Oh, Cristo, Redentor del mundo,
aplácate por los ruegos de la
bienaventurada
siempre virgen María, y guarda del mal a tus siervos.
Y vosotros, el ejército sacratísimo
de los Ángeles, ahuyentad todos los males
pasados, presentes y venideros.
Oh, Apóstoles del Señor y Profetas del Juez Eterno,
imploramos humildemente vuestra plegaria,
para alcanzar nuestra salvación.
Oh, insignes Mártires de Dios y Confesores clarísimos,
trasplantadnos al Cielo, por medio de vuestras preces.
Y el coro de las Vírgenes santas,
junto
con todos los Monjes, nos consigan
participar de la herencia de Cristo,
en comunión con todos los Santos.
Unidos, pues, a vuestras voces,
glorifiquemos, jubilosos, a la Trinidad Beatísima,
con la alabanza que merece. Amén.
Oficio de lectura: Christe, caelorum habitator
Oh, Cristo, Morador glorioso del Cielo,
Vida de los Santos, Camino,
Aliento y Salvación,
acoge propicio el sacrificio de alabanza que te
ofrecemos.
Todos los Coros angélicos te bendicen
desde la cumbre del Cielo, mientras la multitud
de los Bienaventurados,
no cesa de proclamar tu gloria.
Oh, Dios clementísimo, por los méritos de
Santa María Virgen,
y los de todos los Santos, detén el castigo que
merecemos
y danos el remedio de tu gracia.
Haz que celebremos aquí tu alabanza,
los
que confiamos poderla proseguir en los Cielos,
entonando un himno
sempiterno a la Trinidad Beatísima. Amén.
Laudes: Iesu, Salvator saeculi
Socorre, oh, Jesús, Salvador del mundo,
a los que has redimido,
y tu
Madre piadosa implore
para sus hijos indigentes la salvación.
Que el Coro de todos los Ángeles,
la asamblea de los Patriarcas
y los méritos de los Profetas,
nos alcancen tu perdón.
Juan el Bautista, tu Precursor,
Pedro, que custodia las Llaves,
y los demás Apóstoles, desbaraten
la cadena de nuestras culpas.
El coro venerable de los Mártires,
la confesión de los Sacerdotes,
y la castidad de las Vírgenes,
limpien nuestros pecados.
Y los sufragios de los Monjes,
junto con
los de todos sus Conciudadanos del Cielo,
consigan que sean acogidos
nuestros deseos
y nos obtengan el Premio de la Vida.
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
de cuya luz beatífica los Santos gozan
por toda la eternidad. Amén.
B)
I vísperas
Cuando contemplo el cielo
de innumerables luces adornado,
y miro hacia el suelo
de noche rodeado,
en sueño y en olvido sepultado;
el amor y la pena
despiertan en mi pecho un ansia ardiente;
despiden larga vena
los ojos hechos fuente,
hasta que digo al fin con voz doliente:
«Morada de grandeza,
templo de claridad y hermosura,
el alma que a tu alteza
nació, ¿qué desventura
la tiene en esta cárcel baja, oscura?
¿Qué mortal desatino
de la verdad aleja así el sentido,
que, de tu bien divino
olvidado, perdido,
sigue la vana sombra, el bien fingido?»
El hombre está entregado
al sueño de su suerte no cuidando,
y, con paso callado,
el cielo vueltas dando
las horas del vivir le va hurtando.
¡Oh, despertad, mortales,
mirad con atención en vuestro daño!
¿Las almas inmortales,
hechas a bien tamaño,
podrán vivir de sombras y de engaño?
¡Ay!, levantad los ojos
a aquesta celestial eterna esfera;
burlaréis los antojos
de aquesa lisonjera
vida, con cuanto teme y cuanto espera.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu,
por los siglos de los siglos. Amén.
Oficio de lectura
Peregrinos del Reino celeste,
hoy, con nuestras plegarias y cantos,
invocamos a todos los santos,
revestidos de cándida veste.
Éstos son los que a Cristo siguieron,
y por Cristo la vida entregaron,
en su Sangre de Dios se lavaron,
testimonio de amigos le dieron.
Sólo a Dios en la tierra buscaron,
y de todos hermanos se hicieron.
Porque a todos sus brazos se abrieron,
éstos son los que a Dios encontraron.
Desde el cielo, nos llega cercana
su presencia y su luz guiadora:
nos invitan, nos llaman ahora,
compañeros seremos mañana.
Animosos, sigamos sus huellas,
nuestro barro será transformado
hasta verse con Cristo elevado
junto a Dios en su cielo de estrellas.
Gloria a Dios, que ilumina este día:
gloria al Padre, que quiso crearnos,
gloria al Hijo, que vino a salvarnos,
y al Espíritu que Él nos envía. Amén.
Laudes
Patriarcas que fuisteis la semilla
del árbol de la fe en siglos remotos,
al Vencedor divino de la muerte,
rogadle por nosotros.
Profetas que rasgasteis inspirados
del porvenir el velo misterioso,
al que sacó la luz de las tinieblas,
rogadle por nosotros.
Almas cándidas, santos Inocentes,
que aumentáis de los ángeles el coro,
al que llamó a los niños a su lado,
rogadle por nosotros.
Apóstoles que echasteis en el mundo
de la Iglesia el cimiento poderoso,
al que es de la verdad depositario,
rogadle por nosotros.
Mártires que ganasteis vuestra palma
en la arena del circo, en sangre rojo,
al que os dio fortaleza en los combates,
rogadle por nosotros.
Vírgenes, semejantes a azucenas
que el verano vistió de nieve y oro,
al que es fuente de vida y hermosura,
rogadle por nosotros.
Monjes que de la vida en el combate
pedisteis paz al claustro silencioso,
al que es iris de calma en las tormentas,
rogadle por nosotros.
Doctores cuyas plumas nos legaron
de virtud y saber rico tesoro,
al que es caudal de ciencia inextinguible,
rogadle por nosotros.
Soldados del ejército de Cristo,
santas y santos todos,
rogadle que perdone nuestras culpas
a Aquel que vive y reina entre nosotros. Amén.
1° de noviembre de 2018, solemnidad de Todos los Santos.
Entrada dedicada a ellos.