Los siguientes son los himnos propios para esta solemnidad, tomados de la versión en latín de la Liturgia de las Horas. Se ofrece aquí la traducción al español:
I y II Vísperas: Iesu, nostra redemptio
Oh, Jesús, Redentor nuestro,
I y II Vísperas: Iesu, nostra redemptio
Oh, Jesús, Redentor nuestro,
nuestro amor y nuestro deseo,
que siendo el Artífice Divino del mundo,
te encarnaste al llegar la plenitud de los tiempos.
¿Qué bondad te venció
¿Qué bondad te venció
para cargar con nuestras culpas
y padecer una muerte ignominosa,
librándonos a nosotros de ella?
Penetrando en las estancias del Infierno,
Penetrando en las estancias del Infierno,
redimiste a tus siervos cautivos,
y ahora, después de tan noble triunfo,
estás sentado, victorioso, a la derecha del Padre.
Te pedimos, que te sientas urgido por tu amor
Te pedimos, que te sientas urgido por tu amor
a perdonar benignamente los pecados
de los que anhelamos ser saciados algún día
con la contemplación de tu Rostro.
Tú eres, Señor, nuestra alegría
Tú eres, Señor, nuestra alegría
y el premio que en un futuro esperamos;
sea para ti nuestra albanza y nuestra gloria,
por todos los siglos de los siglos. Amén.
Oficio de lectura: Aeterne Rex altissime
Oh, eterno Rey altísimo y Redentor de los fieles,
Oh, eterno Rey altísimo y Redentor de los fieles,
por el que la muerte parece aniquilada,
y se da el triunto de la gracia.
Al ascender al tribunal, y ocupar la diestra del Padre,
Al ascender al tribunal, y ocupar la diestra del Padre,
recibiste, no de los hombres, sino de lo alto,
la potestad sobre todas las cosas.
De modo que la triple máquina, del Cielo,
De modo que la triple máquina, del Cielo,
de la Tierra, y del Infierno, sumisa ante Ti,
doblará su rodilla.
Los mismos Ángeles se estremecen,
Los mismos Ángeles se estremecen,
viendo de qué modo ha sido trocada
la suerte de los mortales: la carne peca,
pero también la Carne redime,
pues el Verbo de Dios reina, hecho Carne.
Sé tú, Señor, nuestra Alegría
Sé tú, Señor, nuestra Alegría
y nuestro Premio eterno en el Cielo,
que gobiernas la fábrica del mundo
y superas los gozos de la Tierra.
Nosotros, mientras, entre súplicas,
Nosotros, mientras, entre súplicas,
te rogamos que perdones todas nuestras ofensas
y con el auxilio de tu gracia,
eleves hacia ti nuestros corazones.
Para que cuando aparezcas, de súbito, como Juez,
Para que cuando aparezcas, de súbito, como Juez,
en una nube resplandeciente, no tengas en cuenta
las penas que merecemos, antes bien,
nos devuelvas la corona que perdimos.
Y hoy Jesús, en el día en que asciendes a los Cielos,
Y hoy Jesús, en el día en que asciendes a los Cielos,
sea para ti toda nuestra gloria y nuestra alabanza,
con el Padre y el Espíritu Santo,
por los siglos de los siglos sin término. Amén.
Laudes: Optatus voti
Ya comienza a relucir este día sagrado,
Ya comienza a relucir este día sagrado,
ardientemente deseado por
todos,
el día en el que Cristo, nuestra esperanza,
asciende a lo alto
del Cielo.
Tras la victoria con la que concluyó
aquel gran combate, el Príncipe de este mundo
fue definitivamente derrotado,
y el Señor presenta ante los ojos de su Padre,
su Humanidad triunfadora y gloriosa.
Esa nube resplandeciente que lo lleva al Cielo,
trae a los fieles la esperanza de que, por fin,
ha quedado abierto el Paraíso,
que Adán y Eva habían clausurado.
¡Qué alegría tan grande resulta para todos,
saber que el Fruto de la Virgen,
tras los salivazos, los azotes y la Cruz,
ha pasado a ocupar la diestra de Dios Padre!
Demos gracias, pues, a Dios, Autor de nuestra salvación,
porque ha llevado este limo, del que estamos hechos,
hasta lo más alto de la mansión del Cielo.
Y puesto que a los Bienaventurados se les mostró
y de nosotros no se ha apartado, sintámonos solidarios
en la participación de un mismo y perenne gozo.
En esta hora en la que tú, Señor, asciendes al Cielo,
lleva nuestros corazones contigo,
infundiéndoles desde lo alto tu Espíritu,
que es también el del Padre. Amén.
1° de junio de 2019, Vigilia de la solemnidad de la Ascensión del Señor.
Entrada dedicada a Cristo glorificado a la derecha de su Padre.
aquel gran combate, el Príncipe de este mundo
fue definitivamente derrotado,
y el Señor presenta ante los ojos de su Padre,
su Humanidad triunfadora y gloriosa.
Esa nube resplandeciente que lo lleva al Cielo,
trae a los fieles la esperanza de que, por fin,
ha quedado abierto el Paraíso,
que Adán y Eva habían clausurado.
¡Qué alegría tan grande resulta para todos,
saber que el Fruto de la Virgen,
tras los salivazos, los azotes y la Cruz,
ha pasado a ocupar la diestra de Dios Padre!
Demos gracias, pues, a Dios, Autor de nuestra salvación,
porque ha llevado este limo, del que estamos hechos,
hasta lo más alto de la mansión del Cielo.
Y puesto que a los Bienaventurados se les mostró
y de nosotros no se ha apartado, sintámonos solidarios
en la participación de un mismo y perenne gozo.
En esta hora en la que tú, Señor, asciendes al Cielo,
lleva nuestros corazones contigo,
infundiéndoles desde lo alto tu Espíritu,
que es también el del Padre. Amén.
1° de junio de 2019, Vigilia de la solemnidad de la Ascensión del Señor.
Entrada dedicada a Cristo glorificado a la derecha de su Padre.
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