Cada 26 de diciembre, la Iglesia Universal celebra la fiesta de san Esteban, diácono y protomártir. Mientras en la liturgia romana se emplea cualquiera de los tres Prefacios del Tiempo de Navidad (por ser un día de la infraoctava), en la liturgia ambrosiana se canta el siguiente Prefacio propio (se ha traducido al español simplemente a modo ilustrativo y como homenaje al santo):
PREFACIO
V. El Señor esté con vosotros.
R. Y con tu espíritu. V. Levantemos el corazón.
R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
R. Es justo y necesario.
Realmente es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación,
darte gracias siempre y en todo lugar,
Señor, Padre Santo, Dios todopoderoso y eterno,
que elegiste al diácono Esteban para anunciar el Evangelio.
Fue el primero en derramar su sangre
como testigo del Señor y mereció ver los Cielos abiertos,
y al Salvador Resucitado a tu derecha.
Muriendo, repetía las palabras del Maestro en la Cruz
y las confirmaba con su propia sangre.
Desde el Calvario, Jesús sembró la semilla del perdón,
y Esteban, su verdadero discípulo,
oró por los que lo apedrearon.
Junto con este perfecto imitador de Cristo,
del que hoy celebramos su gloriosa memoria,
exultando con los ángeles y santos,
elevamos a Ti, Padre, el himno de alabanza...
Santo, Santo, Santo...
26 de diciembre de 2019, fiesta de san Esteban, diácono y primer mártir cristiano.
Entrada dedicada a él.
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