El "Bendicional de san Peregrino Laziosi", propio de la Orden de los Siervos de María, ofrece la siguiente bendición de los enfermos, transcrita aquí tal y como se halla en el referido libro litúrgico:
Introducción
1. La Bendición de los enfermos en la cual se pide la intercesión de san Peregrino Laziosi es un rito antiguo[9] propio del Ritual de los Siervos de María.[10] Constituye no solo una ulterior confirmación de la solicitud de la Iglesia hacia los hermanos y hermanas enfermos, que tiene origen en la compasión providente del mismo Señor Jesús y de los Apóstoles hacia los enfermos, sino también un válido testimonio de la confianza de los fieles en la intercesión de san Peregrino Laziosi. En la Vida del Beato Peregrino de Forlí[11] leemos que san Peregrino, afectado por una úlcera gangrenosa en la pierna, soportaba los fuertes dolores de la enfermedad confiando en que, según al palabra del Apóstol, en la enfermedad la virtud se perfecciona (VPF 5; cf. 2 Cor 12, 9-10). La noche que precedía a la prevista amputación de la pierna, él, entonces de sesenta años, se arrastró hasta la sala del Capítulo, frente a la imagen de Cristo crucificado, y le suplicó la curación (cf. VPF 7). Desmayado por el dolor agudo, se adormeció, y en el sueño, vio a Jesús crucificado descender de la cruz y liberarlo de toda languidez de la pierna. De inmediato, despertándose, se dio cuenta de que la pierna estaba milagrosamente sanada y era tan fuerte como si jamás hubiese estado enferma. La noticia del acontecimiento ampliamente se difundió y produjo grande veneración por parte de todos hacia el amigo de Dios, Peregrino (VPF 8).
Cuando, el 1º de mayo de 1345, san Peregrino, de ochenta años, murió, la marea de gente que se dirigía al convento para venerar el cuerpo expuesto en el coro fue tal que en aquella noche, no fue posible cerrar
las puertas de la ciudad. Ni faltó al Peregrino la confirmación enviada del Cielo a su santidad, por medio de los milagros (VPF 9). Las crónicas narran la liberación de algunos enfermos por espíritus malignos (cf. VPF 11), la curación de ciegos (cf. VPF 10) y de víctimas por graves caídas (cf. VPF 12), obtenida por la intervención de san Peregrino quien, agraciado, llegó a ser intercesor para las curaciones de muchos enfermos.
I. OCASIÓN Y LUGAR
2. La enfermedad de un hermano o de una hermana o la inminencia de una intervención quirúrgica constituyen una ocasión para impartir la “bendición de san Peregrino”. Sin embargo, el día de su fiesta (4 de mayo o en Forlí el 1º de mayo o en otra fecha), un día cercano a esa o un día en el cual se dirigen peregrinaciones a un santuario o a un lugar donde se venera el Santo o un día en el cual se hace memoria del Santo (por ejemplo, el 4 de cada mes) ofrecen la oportunidad de impartir la bendición a más enfermos juntos.
3. Según las condiciones del enfermo el rito de bendición se puede desarrollar o en el lugar donde el enfermo vive o está hospitalizado o en una iglesia en la cual es venerado el santo.
4. Donde sea necesario, no se descuide ilustrar al enfermo sobre el valor y la eficacia del sacramento de la Unción de los enfermos y de invitarlo a recibirlo.
II. MINISTRO
5. La bendición puede ser impartida sea por un ministro ordenado como por un ministro no ordenado, sobre todo por quien –hombre o mujer- tiene una particular relación con el enfermo, por razones de parentela, condiciones de vida, amistad o profesión.
A un niño enfermo conviene que la bendición le sea impartida por los padres.
III. ADAPTACIÓN
6. Conservados los elementos más característicos del rito (lectura de la Palabra de Dios y la oración de bendición), las varias secuencias pueden ser adaptadas a las circunstancias particulares en donde se desarrolla dicho rito.
7. Para la bendición de uno o pocos enfermos o en casos particulares puede ser oportuno usar el rito breve (nn. 28-36).
IV. PREPARACIÓN
8. Conviene que, en un lugar adecuado al ambiente en el cual se desarrolla el rito, sea colocada una imagen de san Peregrino Laziosi.
9. En un lugar oportuno se preparan:
-el crucifijo y eventualmente una reliquia o el “óleo de san Peregrino Laziosi”;
- el alba y la estola blanca (o bien el hábito religioso), si la celebración se desarrolla en forma comunitaria, se lleva a cabo en la iglesia y es presidida por un ministro ordenado.
SALUDO (en la iglesia)
10. El rito de bendición, se desarrolla en la iglesia, e inicia, según la costumbre de los Siervos de María, con el Ave Maria, seguida según las circunstancias, de un canto a san Peregrino, o por otro canto apto; terminado el cual, todos hacen el signo de la cruz mientras aquel que preside dice:
P. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo
A. Amén.
11. Después, se dirige a los enfermos y a aquellos que los acompañan con una de las siguientes fórmulas de saludo u otra apta:
P. El Señor Jesús,
que pasó en el mundo haciendo el bien a los hombres
y sanando a los enfermos,
esté con ustedes.
A. Y con tu espíritu
O bien:
P. Dios Padre,
que guía nuestros corazones
en la paciencia de Cristo
y en la consolación del Espíritu,
esté con todos ustedes.
A. Y con tu Espíritu.
SALUDO (en la casa del enfermo)
12. Si el rito de bendición se desarrolla en la casa del enfermo, entrando, aquel que preside saluda al enfermo y a todos los presentes diciendo:
P. Hermanos y hermanas,
celebramos este rito de bendición
a nuestro hermano (hermana) N.,
en el nombre del Padre
y del Hijo
y del Espíritu Santo.
A. Amén.
P. Paz a esta casa
y a cuentos la habitan.
MONICIÓN
13. Después del saludo, aquel que preside dispone al enfermo y a los presentes, con estas palabras u otras semejantes, en celebrar el rito de bendición.
P. El Señor Jesús pasó en medio de los hombres haciendo el bien y curando toda debilidad y enfermedad y ordenó a sus discípulos de tener cuidado de los enfermos, de imponerles las manos y de bendecirlos en su nombre.
Entre los discípulos de Jesús, que a lo largo de los siglos, han asistido a los enfermos y han sido testigos privilegiado de curaciones está san Peregrino Laziosi.
Fueron muchos los testigos de la curación milagrosa de su pierna irremediablemente afectada de úlcera gangrenosa.
Fueron muchos a venerarlo en su muerte y a contar con su cercanía orante para obtener la curación del Señor.
Nosotros también seguros de su intercesión, en esta celebración,
vamos hacia Jesús, médico de los cuerpos y de las almas, llenos de fe, como los enfermos del Evangelio.
14. Se lee una de las dos lecturas siguientes o bien otro pasaje bíblico adapto (por ejmplo: Sir 38, 1-14; 2 Cor 1, 3-7; Mt
4, 23-35; Mt 25, 31-46; Lc 10, 30-37):
L. Escuchen la palabra de Dios del libro del Sirácide (38, 9-14)
Hijo, en tu enfermedad no pierdas la paciencia, reza al Señor, y él te curará. Abandona tus malos pasos, conserva limpias tus manos, y de todo pecado purifica tu corazón. Ofrece incienso, un memorial de la mejor harina y una generosa ofrenda de acuerdo a tus medios. Después acude al médico. Después acude al médico, porque también a él lo ha creado el Señor; que no se aparte de ti, porque lo necesitas, pues a veces la salud está en sus manos. Pero también ellos deben orar al Señor, para que les permita aliviar al enfermo y encontrar remedio para salvar una vida.
O bien:
L. Escuchen la palabra de Dios de la carta de san Pablo apóstol a los Romanos (8, 31b-37)
Ninguna creatura podrá apartarnos del amor de Dios.
Hermanos: Si Dios está a nuestro favor, ¿quién estará en contra nuestra? Él que no nos escatimó a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no va a estar dispuesto a dárnoslo todo, junto con su Hijo? ¿Quién acusará a los elegidos de Dios? Si Dios mismo es quien los perdona, ¿quién será el que los condene? ¿Acaso Jesucristo que murió, resucitó y está a la derecha de Dios para interceder por nosotros?
¿Qué cosa podrá apartarnos del amor con que nos ama Cristo? ¿Las tribulaciones? ¿Las angustias? ¿La persecución? ? ¿El hambre? ¿La desnudez? ¿El peligro? ¿La espada? Ciertamente de todo esto salimos más que victoriosos, gracias aquel que nos ha amado; pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni el presente ni el futuro, ni los poderes de este mundo, ni lo alto ni lo bajo, ni creatura alguna podrá apartarnos del amor que nos ha manifestado Dios en Cristo Jesús.
Palabra de Dios.
RESPONSORIO BREVE Cf. Sir 38, 9; Rm 8, 37
15. Después de la lectura, la asamblea responde a la manera de diálogo con aquel que preside:
A. Ora al Señor * y encontrarás consuelo
P. Nada jamás podrá separarnos del amor de Dios.
A. * y encontrarás consuelo
P. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
A. Ora al Señor * y encontrarás consuelo.
MEDITACIÓN DE LA PALABRA
16. Sigue un momento de silencio meditativo o bien aquel que preside comenta el texto proclamado o ilustra el peculiar carisma de san Peregrino Laziosi, enfermo milagrosamente sanado e intercesor, para suscitar en el ánimo del enfermo sentimientos de fe y abandono al amor misericordioso de Dios. La reflexión de la Palabra, dada su naturaleza, podrá asumir, si las circunstancias lo consienten, en forma de un diálogo fraterno.
ORACIÓN DE INTERCESIÓN
17. Sigue la oración de intercesión. Sin embargo, según las circunstancias, se puede omitirla o adaptarla oportunamente, suprimiendo algunas intercesiones, modificando otras, introduciendo nuevas. También la respuesta comunitaria será elegida en relación a las condiciones del enfermo.
dirijamos nuestra oración a Jesús crucificado y resucitado,
que pasó dondequiera haciendo el bien
y sanó a san Peregrino.
R. Socorre a nuestros enfermos.
O bien:
R. Por intercesión de san Peregrino,
dona serenidad y fuerza a nuestro hermano (hermana) N.
O bien:
R. Por intercesión de san Peregrino,
dona la salud a nuestros enfermos.
L. Señor Jesús,
médico del cuerpo y del espíritu,
que has venido a sanar nuestras enfermedades, R.
L Señor Jesús,
hermano nuestro, que has venido
no para ser servido sino para servir, R.
L. Señor Jesús,
Hijo del hombre
que has venido para liberarnos de todo mal, R.
L. Señor Jesús,
Luz del mundo,
que has vuelto a dar la vista al ciego, R.
L. Señor Jesús,
hombre de los dolores,
que has tomado en ti nuestras enfermedades, R.
L. Señor Jesús,
Redentor de los hombre,
que desde la cruz has sanado a san Peregrino, R.
L. Señor Jesús,
nuevo Adán,
que nos has dado como madre
a la nueva Eva, tu Madre, R.
ORACIÓN DE BENDICIÓN
18. Después, el que preside pronuncia la oración de bendición seguida por un gesto de devoción. Entre los formularios propuestos se elegirá el más apto según las condiciones del enfermo y circunstancias en la cual se da la bendición.
P. Señor Dios nuestro,
que en tu designio de salvación
has enviado al mundo a tu Hijo
a llevar el peso de nuestros dolores y enfermedades,
mira benigno a este hijo (hija) tuyo N.
y por intercesión de san Peregrino Laziosi,
envíale (es) el Espíritu de Consolación y de paz:
dónale (es) la fortaleza en la prueba,
esperanza en la tribulación
y uniformidad en tu voluntad,
para que, restablecido/a,
vuelva alegre y generoso(a)
a su servicio en la Iglesia
y su lugar en la humana convivencia.
Por Jesucristo nuestro Señor.
A. Amén.
20. A Jesús crucificado, por un enfermo adulto:
P. Señor Jesús, Salvador del mundo,
has obedecido al designio del Padre
de salvarnos de todo mal y pecado,
y has aceptado el suplicio de la cruz
afrontando la muerte muy amarga.
Mientras vivías nuestra condición humana,
has vuelto a dar la salud a muchos enfermos:
has vuelto a sanar al leproso;
al ciego, apenas te dijo:
“¡Jesús, hijo de David, ten piedad de mí!”
has vuelto a darle la vista.
Tú que ves y conoces
las necesidades de nuestro hermano (a) N.
extiende sobre él(ella) tu mano,
como la extendiste en san Peregrino,
y, por su intercesión, bendice N.
para que su cuerpo enfermo y débil.
vuelva a adquirir la salud y el vigor.
Hazlo(a) partícipe,
con la gracia de la sanación,
de tu victoria sobre el mal y la muerte,
para que, recuperada la salud,
él (ella) sea testigo de tu amor misericordioso,
signo de tu potencia salvadora
y, como san Peregrino,
viva cada día en tu servicio
y de la Iglesia.
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
A. Amén.
21. A Cristo Jesús, por un niño enfermo:
hermano nuestro, nacido de la Virgen María,
tú has experimentado, escondido y obediente,
niño entre los niños,
la débil condición de la infancia
y, predicando el Evangelio del Reino,
has revelado la predilección del Padre
por los niños, los pequeños, los humildes,
curando la hija de una Siro-fenicia y
despertando del sueño de la muerte
al hijo único de la viuda de Naim.
Mira propicio este niño enfermo,
por el cual te suplicamos,
confiando en la intercesión de san Peregrino Laziosi:
con tu Espíritu de vida,
dónale, Señor la salud y la fuerza,
vuelva a brillar sus ojos,
sus labios florezca la sonrisa,
retorne al juego entre sus compañeros
y junto con ellos y con sus familiares
te agradezcan por tu bondad
y te glorifiquen por tu misericordia.
Tú que vives y reina por los siglos de los siglos.
A. Amén.
GESTO DE DEVOCIÓN
22. Terminada la oración de bendición, aquel que preside, según oportunidad, impone las manos, o bien traza con el óleo de san Peregrino la señal de la cruz en la frente del enfermo, o bien da al enfermo el crucifijo o una reliquia del Santo para ser besado. El signo de la cruz hecho con el óleo de san Peregrino y el beso al crucifijo o a la reliquia pueden ser sustituidos, según los usos locales, por otros gestos de devoción.
DESPEDIDA
23. Si aquel que preside es un ministro ordenado, añade:
P. El Señor esté con ustedes.
A. Y con tu espíritu.
24. Aquel que preside concluye el rito, diciendo:
de las cuales llagas hemos sido curados,
este junto a ti para protegerte.
A. Amén.
P. Dirija a ti su mirada
para consolarte,
A. Amén.
P. Extienda sobre ti su mano
para sanarte.
A. Amén.
25. Si aquel que preside es un ministro ordenado, añade:
P. Y la bendición de Dios,
Señor de la vida,
Padre e Hijo + y Espíritu Santo,
descienda en ustedes
y con ustedes siempre permanezca.
A. Amén.
26. Aquel que preside concluye el rito, diciendo:
P. El Señor nos guarde en la paz.
A. Amén.
27. Si las circunstancias lo consienten, aquel que preside invita a saludar a la Virgen con el canto del Sub tuum præsidium (“Bajo tu amparo”) o de la Súplica de los Siervos o de otra antífona mariana.
RITO BREVE
28. En algunas circunstancias o por motivos pastorales, en lugar del rito anterior (nn. 10-27) se puede usar el siguiente rito breve, en el cual sin embargo, tiene que contener la justa importancia a la Palabra de Dios.
SALUDO ANGÉLICO
29. La celebración, según la tradición de los Siervos de María el que preside invita a los presentes a dirigirse a la virgen con el canto del saludo del ángel:
P. Dios te salve, María; llena eres de gracia,
el Señor es contigo.
A. Bendita tú eres entre todas las mujeres
y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
INVOCACIÓN DEL NOMBRE DEL SEÑOR
30. Después añade:
P. En el nombre del Padre
y del Hijo
y del Espíritu Santo.
A. Amén.
31. Después, según oportunidad, introduce el rito de la bendición con breves palabras
LECTURA BÍBLICA
31. Aquel que preside o uno de los presentes lee uno de los dos textos siguientes u otro pasaje bíblico adapto (por ejemplo: Sir 38, 1-14; 2 Cor 1, 3-7; Mt 4, 23-35; Mt 8, 16-17; Mt 9, 1-8; Mt 25, 31-46; Lc 10, 30-37):
L. Del libro del Sirácide (38, 9-14)
Hijo, en tu enfermedad no pierdas la paciencia, reza al Señor
Hijo, en tu enfermedad no pierdas la paciencia, reza al Señor, y él te curará. Abandona tus malos pasos, conserva limpias tus manos, y de todo pecado purifica tu corazón. Ofrece incienso, un memorial de la mejor harina y una generosa ofrenda de acuerdo a tus medios. Después acude al médico. Después acude al médico, porque también a él lo ha creado el Señor; que no se aparte de ti, porque lo necesitas, pues a veces la salud está en sus manos. Pero también ellos deben orar al Señor, para que les permita aliviar al enfermo y encontrar remedio para salvar una vida.
L. De la carta de san Pablo apóstol a los Romanos (8, 31b-37)
Ninguna creatura podrá apartarnos del amor de Dios.
Hermanos: Si Dios está a nuestro favor, ¿quién estará en contra nuestra? Él que no nos escatimó a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no va a estar dispuesto a dárnoslo todo, junto con su Hijo? ¿Quién acusará a los elegidos de Dios? Si Dios mismo es quien los perdona, ¿quién será el que los condene? ¿Acaso Jesucristo que murió, resucitó y está a la derecha de Dios para interceder por nosotros? ¿Qué cosa podrá apartarnos del amor con que nos ama Cristo? ¿Las tribulaciones? ¿Las angustias? ¿La persecución? ? ¿El hambre? ¿La desnudez? ¿El peligro? ¿La espada? Ciertamente de todo esto salimos más que victoriosos, gracias aquel que nos ha amado; pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni el presente ni el futuro, ni los poderes de este mundo, ni lo alto ni lo bajo, ni creatura alguna podrá apartarnos del amor que nos ha manifestado Dios en Cristo Jesús.
32. Sigue un momento de silencio meditativo o bien aquel que preside comenta el texto proclamado o ilustra el peculiar carisma de san Peregrino Laziosi, enfermo milagrosamente sanado e intercesor, para suscitar en el ánimo del enfermo sentimientos de fe y abandono al amor misericordioso de Dios. La reflexión de la Palabra, dada su naturaleza, podrá asumir, si las circunstancias lo consienten, en forma de un diálogo fraterno.
ORACIÓN DE BENDICIÓN
33. Aquel que preside dice la oración de bendición:
P. Señor Dios nuestro,
que en tu designio de salvación
has enviado al mundo a tu Hijo
a llevar el peso de nuestros dolores y enfermedades,
mira benigno a este hijo (hija) tuyo N y por intercesión de san Peregrino Laziosi,
envíale (es) el Espíritu de Consolación y de paz:
dónale (es) la fortaleza en la prueba,
esperanza en la tribulación
y uniformidad en tu voluntad,
para que, restablecido/a,
vuelva alegre y generoso(a)
a su servicio en la Iglesia
y su lugar en la humana convivencia.
Por Jesucristo nuestro Señor.
A. Amén.
GESTO DE DEVOCIÓN
34. Terminada la oración de bendición, aquel que preside, según oportunidad, impone las manos, o bien traza con el óleo de san Peregrino la señal de la cruz en la frente del enfermo, o bien da al enfermo el crucifijo o una reliquia del Santo para ser besado. El signo de la cruz hecho con el óleo de san Peregrino y el beso al crucifijo o a la reliquia pueden ser sustituidos, según los usos locales, por otros gestos de devoción.
DESPEDIDA
35. Si aquel que preside concluye el rito con esta fórmula o con otra adapta:
P. El Señor Jesús te guarde,
te alivie
y te libre de todo mal.
A. Amén.
36. Si aquel que preside es un ministro ordenado, añade:
Padre e Hijo+ y Espíritu Santo,
descienda en ustedes
y en ustedes permanezca siempre.
A. Amén.
4 de mayo de 2024, sábado de la semana V de Pascua.
En algunos lugares, festividad de san Peregrino Laziosi.
Entrada dedicada a él.
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