Formulario de Misa: aquí.
Ciclo B
Introducción
Hermanos:
"A Dios le pedimos muchas soluciones de problemas, de necesidades concretas, y está bien hacerlo; pero lo que debemos pedir con insistencia, es una fe cada vez más sólida, para que el Señor renueve nuestra vida, y una firme confianza en su amor y en su providencia que no nos abandona". (Ídem).
Con estos sentimientos, acudamos al Padre inefablemente generoso:
"Oh, Padre, que en el misterio de tu Hijo pobre y crucificado, has querido enriquecernos con todo bien, haz que no temamos la pobreza y la cruz, para llevar a nuestros hermanos el feliz anuncio de una vida nueva. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén".
Ofertorio
Pan, vino y agua. Tan humilde como estos dones que estamos por llevar al Altar ha de ser nuestro corazón, para que también él sea ofrenda que agrade a Dios.
Comunión
El Sacramento de la Eucaristía es para nosotros, la fuente inagotable de toda gracia.
Es el Pan del Cielo para los que peregrinamos en la Tierra. Alimentándonos de Él, tendremos Vida eterna. Más aún, ya empezaremos a poseerla en esta peregrinación terrenal.
Despedida
Alimentados con los dones del Cielo, seamos faros en medio de la noche del mundo.
O bien:
"Pidamos a la Virgen María, Salud de los enfermos, que acompañe nuestro camino de fe y nuestro compromiso de amor concreto, especialmente con los necesitados, e invoquemos su maternal intercesión por nuestros hermanos que sufren corporal o espiritualmente". (Cf. S.S. Benedicto XVI, Ángelus, 1°/07/12).
22 de junio de 2012, memoria litúrgica de los santos Juan Fisher, obispo, y Tomás Moro; mártires; y de san Paulino de Nola, obispo. Entrada dedicada a los tres santos.
(Última actualización de la entrada: 19/10/24).
Introducción
"Cada Santa Misa tiene un valor infinito, inmenso, que nosotros no podemos comprender del todo: alegra a toda la Corte celestial, alivia a las pobres Almas del Purgatorio, atrae sobre la Tierra innumerables bendiciones, y da más gloria a Dios que todos los sufrimientos de los mártires juntos, que las penitencias de todos los santos, que todas las lágrimas por ellos derramadas desde el principio del mundo y que todo lo que hagan hasta el fin de los siglos".
Estas palabras de san Juan María Vianney, el "Cura de Ars" (Sermón sobre la Santa Misa), nos recuerdan la grandeza de la Santa Misa. Y la celebración dominical, como memoria semanal de la Pascua del Señor, al ser el primero de los preceptos de la Iglesia, y dar cumplimiento al tercer mandamiento del Decálogo, hace a lo más genuino de la identidad de nosotros, como católicos.
Nunca somos imagen más viva y auténtica de la Iglesia que cuando esta Misa del día del Señor nos reúne espiritualmente en comunión con los hermanos de todos los tiempos y lugares.
Demos gracias a Dios por esta santa asamblea que es una y la misma desde los albores del cristianismo.
Primera lectura: Sab. 1, 13-15; 2, 23-24
El Dios de la Vida ha creado el mundo y lo ha puesto en nuestras manos como un don precioso que debemos cuidar, conservar y embellecer.
Segunda lectura: II Cor. 8, 7. 9. 13-15
El Apóstol nos exhorta a ser generosos con los demás, como es propio de los verdaderos hermanos.
Evangelio: Mc. 5, 21-43
En el relato del Evangelio que vamos a escuchar, Jesús se inclina ante el sufrimiento humano y cura el cuerpo; pero más aún, el Señor vino a sanar el corazón del hombre, a darle la salvación,
y por eso, ofrece el don de la fe a los que tienen sed de Dios. (Cf. S.S. Benedicto XVI, Ángelus, 1°/07/12).
Oración de los fieles
Las siguientes preces, con las necesarias adaptaciones, están tomadas de la Santa Misa con el rito de canonización, presidida por el Papa Francisco, el 20 de octubre de 2024, en la Plaza de San Pedro:
Hermanos y hermanas, la escucha de la Palabra de Dios nos impulsa a la plegaria común por la Iglesia, esparcida en todo el mundo, y por las necesidades de toda la humanidad. Presentemos nuestras súplicas al Padre que está en el Cielo y es fuente de toda santidad:
R. Te rogamos, óyenos
-El Señor, Custodio de nuestras almas, sostenga al Papa N en su misión apostólica de anunciar a todos el misterio de la Misericordia divina. R.
-El Señor, Autor de la verdadera sabiduría, inspire a nuestros gobernantes pensamientos de paz y acciones de concordia para el bien de los pueblos. R.
-El Señor, Médico de las almas y los cuerpos, haga sentir su presencia consoladora a cuantos están enfermos, indefensos e infelices. R.
-El Señor, Amigo de los hombres, guíe los pasos de los misioneros del Evangelio, para reavivar la esperanza y construir la fraternidad. R.
-El Señor, Fuente de toda santidad, conceda a los renacidos del agua y del Espíritu Santo, anunciar al mundo el poder del amor que salva. R.
Oración conclusiva
"Dios, escucha nuestras plegarias por la intercesión de los santos y santas que veneramos como modelos de vida cristiana, y concédenos también a nosotros recorrer con alegría y empeño el camino santo hacia la puerta de la Jerusalén del Cielo. Por Jesucristo, nuestro Señor".
Hermanos y hermanas, la escucha de la Palabra de Dios nos impulsa a la plegaria común por la Iglesia, esparcida en todo el mundo, y por las necesidades de toda la humanidad. Presentemos nuestras súplicas al Padre que está en el Cielo y es fuente de toda santidad:
R. Te rogamos, óyenos
-El Señor, Custodio de nuestras almas, sostenga al Papa N en su misión apostólica de anunciar a todos el misterio de la Misericordia divina. R.
-El Señor, Autor de la verdadera sabiduría, inspire a nuestros gobernantes pensamientos de paz y acciones de concordia para el bien de los pueblos. R.
-El Señor, Médico de las almas y los cuerpos, haga sentir su presencia consoladora a cuantos están enfermos, indefensos e infelices. R.
-El Señor, Amigo de los hombres, guíe los pasos de los misioneros del Evangelio, para reavivar la esperanza y construir la fraternidad. R.
-El Señor, Fuente de toda santidad, conceda a los renacidos del agua y del Espíritu Santo, anunciar al mundo el poder del amor que salva. R.
Oración conclusiva
"Dios, escucha nuestras plegarias por la intercesión de los santos y santas que veneramos como modelos de vida cristiana, y concédenos también a nosotros recorrer con alegría y empeño el camino santo hacia la puerta de la Jerusalén del Cielo. Por Jesucristo, nuestro Señor".
O bien:
Hermanos:
"A Dios le pedimos muchas soluciones de problemas, de necesidades concretas, y está bien hacerlo; pero lo que debemos pedir con insistencia, es una fe cada vez más sólida, para que el Señor renueve nuestra vida, y una firme confianza en su amor y en su providencia que no nos abandona". (Ídem).
Con estos sentimientos, acudamos al Padre inefablemente generoso:
R. Te rogamos, Señor.
-Por la plena paz y la unidad en el seno de la Iglesia Católica. R.
-Por la escucha al Sucesor de Pedro tanto de los poderosos como de los sencillos; de los cristianos y de los que no lo son. R.
-Por la liberación de los injustamente privados de su libertad. R.
-Por una sociedad más justa, basada en el respeto
incondicional de la dignidad trascendente de la persona humana. R. (Cf.
Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, 132).
-Por los médicos, por los demás agentes sanitarios, y por quienes asisten religiosamente a los enfermos, siendo "reservas" de amor que llevan serenidad y esperanza a quienes sufren. R. (Cf. S.S. Benedicto XVI, Ángelus, 1°/07/12).
-Por la fortaleza y la perseverancia de los cristianos perseguidos. R.
-Por el éxito en la labor de los religiosos misioneros, y el acompañamiento y colaboración de toda la comunidad cristiana. R.
-Por la glorificación de las Almas del Purgatorio. R.
A continuación, se
propone como oración conclusiva de las preces una colecta alternativa a
la de este domingo, tomada de la edición italiana del Misal Romano y
traducida al castellano. Se reemplaza la conclusión trinitaria larga,
propia de toda colecta, por la breve, típica de las demás oraciones
litúrgicas:
"Oh, Padre, que en el misterio de tu Hijo pobre y crucificado, has querido enriquecernos con todo bien, haz que no temamos la pobreza y la cruz, para llevar a nuestros hermanos el feliz anuncio de una vida nueva. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén".
Ofertorio
Pan, vino y agua. Tan humilde como estos dones que estamos por llevar al Altar ha de ser nuestro corazón, para que también él sea ofrenda que agrade a Dios.
Comunión
El Sacramento de la Eucaristía es para nosotros, la fuente inagotable de toda gracia.
Es el Pan del Cielo para los que peregrinamos en la Tierra. Alimentándonos de Él, tendremos Vida eterna. Más aún, ya empezaremos a poseerla en esta peregrinación terrenal.
Despedida
Alimentados con los dones del Cielo, seamos faros en medio de la noche del mundo.
O bien:
"Pidamos a la Virgen María, Salud de los enfermos, que acompañe nuestro camino de fe y nuestro compromiso de amor concreto, especialmente con los necesitados, e invoquemos su maternal intercesión por nuestros hermanos que sufren corporal o espiritualmente". (Cf. S.S. Benedicto XVI, Ángelus, 1°/07/12).
22 de junio de 2012, memoria litúrgica de los santos Juan Fisher, obispo, y Tomás Moro; mártires; y de san Paulino de Nola, obispo. Entrada dedicada a los tres santos.
(Última actualización de la entrada: 19/10/24).
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